Ben-Hur

En esta adaptación de la novela Ben-Hur todo todo absolutamente todo es grandioso. Es un muy buen ejemplo de que significa no reparar en gastos, pero también un buen ejemplo de que significa apostar por un producto no solo de calidad, sino de la más alta calidad.
A nivel técnico y a nivel artístico la cinta es colosal. El guión, los actores (que grande Stephen Boyd y que grande Heston), la dirección, la música (Miklós Rózsa es sin duda uno de los músicos más importantes de la historia), todo rebosa una calidad sin límites.

¿Duración? Menuda duda, lo único seguro que se hace incluso corta. Todo fluye como la seda y es el mejor ejemplo de como hacer un cine comercial a la vez que un cine de la más alta calidad. Porque hay películas que son buenas y son muy comerciales, pero eso es diferente. Quiero decir que ahora tenemos blockbuster que pueden ser buenas películas, pero no llegan al nivel de este drama.

Y por cierto, la carrera de cuadras es lo que menos me impresiona de la película (y eso que es un hito a nivel técnico y que muchas cintas hoy no serían capaces de superarlo). Pero cualquier plano entre Messala y Ben Hur me resulta más trascendente que la carrera entera de las cuádrigas. Y para mi esa es la cuestión de Ben Hur, su conversión en un icono del cine se hace a través de la relación amor-odio entre el romano y el hebreo. ¿Alguien se imagina hoy en día que un blockbuster de verano se sustentara únicamente entre la relación entre dos antiguos amigos reconvertidos en acérrimos enemigos? No, porque los efectos especiales no son capaces de simularlo.


Y ya acabo: he visto muchas veces la,película y cada vez la disfruto más o de forma diferente... pero que grande que ha de ser verla en un gran pantalla de cine.

Solo ver al tío del mazo marcar el ritmo, ya intimida. Aires de Mad Max a la romana.

Galeotes pegándole duro, con los sonidos del timbal y la música mezclándose en un solo son. Atmósfera asfixiante. Un romano cabrón entra. Tiene ganas de joder.

¡¡¡Boga de combate!!!...en la versión en inglés el tipo del mazo grita con voz carrasposa "¡¡Battle speed!!". El romano mira como un antepasado de Corleone el espectáculo. De tal palo tal astilla. Sube la tensión.

Los remeros aguantan el golpe. La música sube el volumen. La innecesariedad de la orden y la dureza del esfuerzo confunden al espectador. El director no acorta ni un segundo el castigo.

¡¡¡Boga de ataque!!. Se acaban las bromas. El espectador pregunta el sentido de la escena. Solo la música hace sudar. Los remeros de pega empiezan a caer, y el romano cabrón no le quita ojo a Judá Ben Hur, que deja claro que a cojones solo le iguala Charles Bronson.

¡¡¡Boga de ariete!!!. Se marca la diferencia entre el remero y la bestia. El romano cabrón lo sabe. Está buscando un mal animal para su servicio. Los hombre caen. El infierno hecho galeras. El tipo del mazo le pega a un ritmo de batería punk. El romano aprieta las gónadas de los galeotes más y más, no ceja. Otro romano flagela de forma gratuita. El espectador se levanta del asiento y deja de respirar.

El romano cabrón manda parar.

El sentido del espectáculo de esta cinta se ha perdido. Es una peli de la que había visto algunas escenas sueltas, pero nunca entera. Es simplemente genial.

Era una época en la que con muchos menos recursos la película hubiera sido negocio igual. La que la hace única es el empeño que tuvieron sus creadores en hacer algo insuperable en todos los aspectos. Fueron a tope, y lo consiguieron. Cuando era pequeño recuerdo que en el videoclub destacaba por ser una de las pocas que necesitaba dos cintas de vídeo. La grandiosa portada ya dejaba entender que aquello no era una peli más.

Tremenda.

Lo tiene todo: amor, venganza, acción, escenas memorables, grandes actuaciones y la mejor banda sonora de todos los tiempos. Sólo por la música de Miklós Rósza ya vale la pena verla.

El filme por excelencia: grandes actores, guión, realización, decorados, localizaciones y banda sonora. La mayor obra maestra del cine y una de las películas más justamente retribuidas en óscares y en celebridad.

Particularmente destacable la exquisita caracterización de los personajes principales, que permite a los actores llevar a su plenitud el mensaje de la obra original: venganza y redención. Extraordinaria importancia la de los personajes secundarios, pues se bosqueja su interior (con diferencias filosóficas ostensibles entre unos y otros, algo nada frecuente en las caracterizaciones actuales) y, con ello, el ambiente de la época en que se desarrolla la historia. Asimismo, estos secundarios hacen de espejo del alma de los protagonistas: interactúan con ellos reforzando o debilitando sus inclinaciones naturales. En definitiva: los personajes viven, sienten y evolucionan de verdad. Se huele su sudor, estremece su odio, llena su bondad, amarga su traición y emociona su paz. El final es apoteósico y constituye, para mí, el más delicado y concentrado de la historia del cine.

La banda sonora es magistral. El doblaje al español es simplemente antológico: los actores de doblaje declaman perfectamente, vocalizan, sienten con su personaje. Nunca he visto una película tan maravillosa y tampoco creo que encuentre algo ni remotamente parecido en el cine por venir.

El único "pero" es que jamás podré volver a verla una primera vez.

Todo hombre es dual. Dentro de cada uno se halla el bien y el mal, el amor y el odio, el deseo de paz y la agresividad. Estos no son instintos, son potenciales innatos que podemos elegir según nuestro entendimiento y al momento de fluir. Cada acción produce una reacción y según sean los actos serán las consecuencias... y tenemos un objetivo supremo: La plenitud de la Unicidad, es decir, la hermandad entre todos los hombres, que será lo único que nos pondrá de vuelta a nuestro verdadero hogar. Tiempo disponible: la eternidad, pues, la coordenada del tiempo no existe en la realidad, tan sólo es un cálculo humano medido por el movimiento de la tierra alrededor del sol, por las estaciones, el período menstrual… o las manecillas del reloj.

Judá Ben-Hur, es un hombre justo, pacífico y noble. Príncipe de Judea, ahora está enrolado en la causa de su pueblo que busca liberarse de la esclavitud y los abusos de los romanos. Su historia transcurre cuando acaba de venir al mundo, el Mesías, con su mensaje de paz y de hermandad. Pero, la injusticia social es incesante y las crueldades atroces... y entonces, la ira y el odio brotan en aquel gran hombre, aunque en el fondo éste no sea su deseo. Nadie niega que la agresividad puede estar justificada en situaciones de legítima defensa, y que, entonces, se asumen acciones que se parecen a las que acometen los tiranos.

Cuando el odio se agrega al odio, el mal aumenta y se enseñorea del mundo. Cuando la agresión se suma a la agresión, la muerte trae cobijo por donde quiera que pase... pero después vuelve la calma y el hálito de luz se impone a la oscuridad casi plena de quienes sirvieron a las sombras. El valle y las montañas tomarán su tiempo para lavar la sangre que corrió por ellos, y pasarán largos días para apagar el dolor que laceró los corazones. Será, entonces, cuando el hombre tenga que volver a elegir entre el odio y el amor.

Esta es la historia imponente de un hombre que pasó por todos estos caminos. Factura impecable, monumentales escenografías, cámaras de 70 mm, música majestuosa... Altísimo presupuesto que arriesgó la estabilidad de un Estudio cinematográfico y un reparto de primera línea. La novela, hondamente cristiana, provenía paradójicamente de un general (Lew Wallace), pero, es harto común que sean seres insospechados quienes asuman grandes tareas, ya ustedes recordarán algún otro caso.

Dirigida con mano maestra por, William Wyler, en la plenitud de su encomiable carrera, <<BEN-HUR>>, es de ese escaso cine que, bordeando el exceso, triunfa porque se pone, cabalmente, al servicio de elevados principios. Es una historia revolucionaria donde la lucha de clases es su base central, pero toma partido, finalmente, por la única arma que devolverá al mundo su verdadero significado… Sí, ya esa palabra pasó por tu mente: EL AMOR.

<<BEN- HUR>>, es cine que dignifica la vida y hace más grande al cine.

Namasté.