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Chile Chile · Santiago
Críticas de rodolfo
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Críticas 12
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
3 de enero de 2009
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más que molestar, duele ver como tantas personas no ven en esta película, no una obra maestra, que no es aquí lo que importa, sino una obra limpia. Limpia porque los personajes de Truffaut viven sin trabas cada momento e intentan amar en cada uno de ellos. Hablar o criticar sobre la forma en que lo hacen es algo que escapa a mis facultades y que creo nos aleja cada vez más de los que esta película entrega.
Un buen narrador, un bello blanco y negro, dos personajes conmovidos por un símbolo que no entienden, Catherine, -el símbolo mismo-, son algunos de los elementos de un film que nos muestra sentimientos puros, sin falsas divisiones entre los conceptos que habitualmente utilizamos, como si quisiésemos ordenar lo que sentimos en cajones o en palabras demasiado estrechas…
Truffaut toma acá un sentimiento para el cual no se ha creado cajón alguno, y en vez de fabricarlo, o buscar definirlo, lo deja libre, y la película sorprende por esa libertad, porque nos muestra a la mujer natural, como se dice en el mismo film, y nos invita a amarla.
“La mujer es natural, por lo tanto abominable”, se señala en un inicio. Pero esta misma “naturalidad”, tiene también un lado bello, y la película sabe mostrarlo. Catherine no es particularmente bella, ni inteligente, ni sincera. Pero es una verdadera mujer. Y es la mujer a la cual Jules y Jim aman, a quien aprenden a amar de momento en momento, perdiendo el miedo y sin dejar de aferrarse a una amistad que también va más allá de su significado habitual, y se enriquece hasta desbordarse.
Catherine había dicho: sólo amamos completamente un momento, pero para ella ese momento siempre volvía, y ese momento no tenía un nombre único… y quizá sí, quizá esa mujer natural, esas vidas llevadas de esa forma, puedan parecer extrañas, inverosímiles, contrarias a lo que entendemos comúnmente como correcto, quizá sea una mala película para algunos, pero después de todo, “hay tantas cosas en este mundo que no entendemos y tantas cosas increíbles que son ciertas”.
Truffaut habla en esta película con verdad, de forma limpia. No sé si es una obra maestra, y no me importa. Me basta con que sea una obra libre. Y bella.
rodolfo
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7
29 de diciembre de 2008
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
No debe tomarme por un cobarde, dice uno de los protagonistas en un momento del film. Y tampoco debemos tomar a Truffaut a la ligera por lo que hizo en este film. Es cierto, esta película no tiene el peso de otras obras de Truffaut, pero en ella, creo, el director elige conscientemente algunos elementos para su última obra, así como alguien que se prepara un sándwich liviano antes de irse a dormir.
Quizá es un lujo que puede darse alguien que ya ha dicho todo lo que debía decir en sus obras anteriores y se quiere dar un gusto. Y como tal está bien hecha. Mantiene un ritmo amigable y cierta tensión que, si bien no explota del todo el texto en que se basa esta película, resulta ser un regalo para aquel público que necesita también un cine de domingo, de cierto relajo, donde se destaquen ciertos valores que se encuentran bien dosificados en el film.
Pequeños elementos de cine negro, algunas cucharadas del Hitchcock más sencillo, cierto romanticismo ingenuo y leves toques de humor (se nota que no es el fuerte de Truffaut, pero parece hacerlo más por cariño que por pretensiones) hacen de esta obra un buen cierre para un cineasta que ya lo había hecho todo de forma magistral. Por esto, hay que recibir esta película como un regalo, y como tal se agradece. Un regalo para un día festivo, de descanso. Nunca una cobardía ni una ligereza, sino un domingo en que el director atiende amigablemente a su público luego de arduos días de trabajo.
rodolfo
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7
27 de diciembre de 2008
9 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la historia de una mujer que aprende a amar. Y la de un hombre que se convierte en marginado. Un film que nos presenta a sus personajes capa por capa hasta develarnos qué son ellos mismos, de qué son capaces. Y la verdad es que sorprenden.
Si alguien piensa que la vida es sencilla y que amar lo es también, no entenderá qué les sucede a estos personajes, y todo el film le parecerá absurdo, así como alguien que observa por primera vez un partido de fútbol y no comprende que hacen esos tipos corriendo tras una pelota.
Pero lo cierto es que esta es una buena película. Y el cambio que sufren sus dos personajes principales es admirable, y encanta.
“Antes de conocerte pensaba que la vida era sencilla, pero ahora sé que no lo es. Embrollaste todo. De cierta forma es una pena”, dice él.
“Estoy aprendiendo qué es el amor… es doloroso y me lastima ¿eso es el amor? ¿Siempre duele tanto?”, dice ella.
Esta es una película que nos muestra ese cambio, ese aprendizaje, y lo hace de una manera directa, sin ocultarnos nada. Por eso es hermosa, porque muestra con valentía los costos de ese proceso, porque enseña el camino que recorren dos personas hasta poder mirarse claramente a los ojos, hasta verse realmente.
rodolfo
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7
26 de diciembre de 2008
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ninguno de los personajes que aparecen en este film sabe qué le sucederá mañana. Y la verdad poco les interesa. De Wong Kar Wai en este film podríamos decir lo mismo. Aún no sabe que películas hará en el futuro ni lo que se dirá sobre su estética, sus temas o su fotografía.
No es cine B, sin embargo. Y no es por el nombre del director ni por el país en que está filmada esta película, como algunos dicen. No es cine B porque aborda personajes a quienes se les otorga el derecho a desperdiciar su propia vida, y no hay interferencia en esto.
Existen además en el film numerosas huellas de un cineasta excepcional, como semillas tiradas sobre el asfalto. Y están ahí para el que quiera tomarlas, pues los personajes que aquí aparecen no saben hacerlas crecer. Son personajes que rompen hasta ser rotos. Y poco les importa.
Con todo, son seres que tienen la gracia de ser queridos, de recibir regalos que continuamente terminan astillados: “Te compré unos vasos, sé que se romperán todos, así que escondí uno”, le dicen a uno de los personajes.
Pues bien, en este film también hay escondido un vaso frágil. Ver esta película y reconocer en ella las semillas desperdigadas es también apreciar un regalo. Que se agradece.
rodolfo
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8
26 de diciembre de 2008
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se pierde una guerra el concepto de nación deja de ser un soporte sobre el cual se sostiene la vida de muchos de sus habitantes. Y el sentido de vida de cada uno ellos debe buscarse en otro sitio. Desde este punto de vista la película de Ozu se sitúa en medio de estas personas y evidencia, con una mirada transparente y sencilla, ciertas verdades que cada personaje deberá ir internalizando y aceptando hasta hacerse cargo de su propia felicidad y facilitar, de alguna forma u otra, la de quienes lo rodean.
Es por esto que los personajes de esta película avanzan por un camino en el cual les es imposible detenerse, simplemente porque están vivos, y esto es algo que el director japonés sabe dejar en claro magistralmente. La derrota no es algo que termine definitivamente a los personajes, sino que se muestra casi como una etapa natural, y esa es otra de las verdades que se revelan en el film.
Es así como el discurso de los personajes varía desde el “si hubiéramos ganado la guerra…” hasta aceptar simplemente que “las hojas del árbol cambian sus colores” y con esto, aceptar también la búsqueda de una felicidad que no está a la altura de lo grandioso, pero que se adapta a cada uno de ellos y los reconforta en medio de una verdad que, por muy dolorosa que sea, no termina por destruirlos: el hombre siempre acaba solo.
La belleza de este film consiste en mostrarnos como puede aceptarse esa verdad sin dejar de soñar, de ser feliz en la medida de lo posible… y es también una invitación a mirar al interior de nuestro propio universo, a saber que esa medida también reconforta y quizá contiene la felicidad que hemos ansiado siempre. Simple y embriagadora, como un pequeño vaso de sake.
rodolfo
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