Llama la atención el número de Carmen Paris, donde esta maravillosa artista, que es una autentico referente de la jota moderna, y con un talante mucho menos presuntuoso que Berna, es ninguneada aplicándosele una coreografía cochambrosa, y una puesta en escena muy poco cuidada, que aunque no lograr deslucirla (porque ella luce siempre) si que se lo pone muy difícil. Parece mentira que el mismo coreógrafo sea tan generoso consigo mismo, y tan torpe con los demás. Llama también la atención la ausencia de jota popular tal y como se baila en las fiestas de Aragón. No se ve ni un solo traje popular aragonés, y hasta los joteros que cantan van vestidos de calle. Sin embargo, cuando se trata de lucir su propia compañía si que se les permite ir vestidos con trajes vistosos. Hay una escena vergonzosa donde se pone a dos ancianos bailando la jota vestidos de calle, para que acto seguido sean rodeados por un montón de bailarinas de su compañía perfectamente ataviadas y maquilladas. Y el problema no es solo la discriminación de lo popular.El problema es que se trasluce que el propio director y el coreógrafo parecen avergonzarse de la jota popular, ya que intentan en todo momento que la jota no parezca jota. En los números de Berna , siempre muestra un rostro muy serio y como dándose importancia, mucho mas propio del flamenco, que nada tiene que ver con la jota. Si la Jota se caracteriza por algo es porque es un baile alegre y la sonrisa es la norma.
Tambien llama la atencion la falta de la jota castellana, una forma musical tan potente y extendida. Es muy curioso que no se hayan acordado de ella.
En resumen: me quedo muy triste de ver como se ha perdido una gran oportunidad de mostrar la jota al mundo en toda su belleza.Es un gran error dejar en manos personajes egocéntricos la cultura popular. Si queremos reinvindicar la jota no la podemos dejar en manos de quien la ama mucho menos de lo que se ama a si mismo.