Sucumbe bajo el peso de su ultracorrección política y su montaña de tópicos adolescentes. Historia insípida, ritmo parsimonioso, personajes entre huecos y ausentes, intriga nula, realización televisiva, desgana supina, objetivo desconocido. De esas pelis que olvidas al cabo de unos días.

Produce rubor verla incluso solo, sin nadie que te vea la cara mientras compruebas cómo todos y cada uno de los minutos van transcurriendo desde el principio hasta el final tal como sabías que habrían de transcurrir. Y el motivo de la novia insegura ante el mismísimo altar... Pues qué decir: que nunca se había visto en la gran pantalla. ¿De verdad esto fue nominado a algo? ¿Este es el nivel? ¿Esto es lo que la añeja Europa tiene que ofrecer al mundo en el siglo XXI? ¿Por qué les daba tanto miedo meter un giro algo original y realista como que ella terminase diciéndoles a los dos que no la llenaban y se fuese con un matón más drogata y más cerdo que el cobrador serbio? Es el paradigma perfecto de comedia romántica americana refrita con aceite de oliva mediterráneo, pero con el aliciente extra del complejo de personas saladíiisimas que tienen los franceses. Tanto empalago solo puede resolverse viendo acto seguido una película de terror bien sangrienta.

Destartalado festín de imbecilidades concebidas para sacarles la pasta a los padres pusilánimes e hiperprotectores que se dejan. No hay un solo efecto especial, un solo CGI, que no cante La Traviata. Todo, desde las rocas hasta la luna de sangre, pasando por los cuervos, es de cartón piedra pero a la legua, como si hubiera sido fabricado y rodado en los 80. Y esos enjambres de insectos emborronados, sin sombra ni base ni pudor ni nadie que llamase la atención al ebrio director... Horrorosos. Cambios de plano a punta pala para disimular la falta de talento, de nuevo como hace tres o cuatro décadas. Fotografía a veces mediocre, a veces televisiva. Obra de vagos. Y encima no tiene ni pizca de gracia. Es como "La princesa prometida" pero más interminable todavía.

Con lo fácil que hubiera sido hacer una película seria, llena de intriga, emoción y de todo eso... Lo único que se salva es la belleza de Monica Bellucci y su historia de la putrefacción eterna, igualmente desaprovechada de todos modos.

Por fin una Película de Terror elaborado no con la receta delirante y facilona de lo sobrenatural, con el manido discurso salvífico y trascendental, sino con los ingredientes naturales de la realidad, con el contundente y austero relato de lo inmanente. Con personajes vivos, de carne y hueso, grotescos como tu jefe y tus compañeros de trabajo, como tus vecinos, tus políticos y periodistas, es decir, tipos más feos que Picio, travestidos, balbuceantes, retrasados, coprófilos, gente chiflada que atrapa a sus mascotas, las esclaviza y las cosifica. Frente a ellos, almas en pena que vagan por el mundo cobardeando, refugiándose en fantasías consolatorias, relamiéndose las heridas, cerrando los ojos.

Historia simple y clara, narración palpitante, tensión creciente y sorpresas que no dejan lugar ni a la más leve distracción. Tan solo se echa en falta una dosis más generosa de explicitud, que seguramente se perdió por el sumidero de la censura y de la caja.

Qué pena que solo se haga una tan potente cada diez o doce años.

Es tan plúmbeamente previsible, tópica, estereotípica, ligera, sentimental, americana, hollywoodiense y necia, que me pregunto por qué no le pongo un 1. Es una mezcolanza de "Doctor en Alaska", "Una noche fuera de control" (no por el argumento sino por la falta de gracia, y aunque esta sea posterior) y "La boda de mi mejor amiga", no recomendada para menores de 7 años y encaminada a la glorificación de la familia con todos los rituales pseudotrascendentes que ella conlleva. Ah, sí, ahora me acuerdo del porqué de la nota: al menos me reí cuando la abuela por fin (parecía que) la palmaba.