Mafia: survival game se sitúa en el subgénero "reality show donde la gente muere realmente", que nos ha dado películas apreciables como Battle Royale o cintas de culto como Perseguido, y que recientemente se ha puesto de moda con Los juegos del hambre y sus sucesoras. El problema principal de este film ruso es que el juego en el que está basado es un rollazo: once concursantes sentados en sillas, nueve "civiles" y dos "mafia", intentando adivinar y votando quiénes de entre ellos son "mafia". Si yerran, la persona elegida muere. Si aciertan y es "mafia" creo que también. Posteriormente, los que son "mafia" eligen a uno de los "civiles", que muere.

No tenemos ni acción ni escondites ni trampas. Todo el metraje se reduce a un puñado de flashbacks y una gala aburridísima con todos los participantes atados a sus sillas en la que se suceden las votaciones y las muertes, único atractivo del asunto: en un alarde tecnológico bastante inútil, el programa recrea muertes semivirtuales basadas en los miedos de cada uno de los concursantes.

No creo que haya segunda temporada.

El guión hace aguas y las interpretaciones no ayudan demasiado, pero nos gusta ver este homenaje ultraviolento de Solo en casa. John Rambo estaría orgulloso de la versión psicopática de Macauly Culkin.

Fotografía superior a lo que vemos habitualmente en la serie B.

La historia del asesino de masas Ogami Itto llega a su fin. La sexta entrega estrena director, que esta vez no aporta nada y nuevo y se dedica, más bien, a mejorar la receta original. Porque esta, por fin, es la mejor entrega de la saga.

Ninguna de las anteriores cinco entregas era una mala película, pero tampoco especialmente brillantes. La regularidad, en cierta forma, era absoluta, y aunque como saga merece el recuerdo, una a una ninguna de las entregas lograba destacarse sobre el resto. La sexta película merece un estatus aparte.

Su carácter de cierre de saga implica cambios en el guión. Itto se ha cansado de ganar dinero y está decidido a terminar por fin su venganza. Marcha hacía Edo en busca de Retsudo, que a su vez intenta acelerar su asesinato consciente de que la existencia de Itto le está llevando a la ruina.
Vemos a un Itto más vulnerable, e incluso llegamos a temer por él. La razonable decisión de introducir elementos mágicos iguala un poco una lucha ridículamente desequilibrada. Esto se verá en todo su apogeo en la memorable y espectacular batalla final, donde Itto vuelve a abusar de esa entrañable máquina de matar que es el carrito de Daigoro.

Lo mejor:
- Itto es humano.
- Magníficas batallas, las más tensas y espectaculares de la saga.

Lo peor:
- En la banda sonora hay varios y descarados plagios.

Durante las primeras cuatro entregas ya habíamos visto suicidios rituales y pulsión de muerte suficientes para elaborar un tratado de psicología. Estos mecanismos alcanzan el paroxismo cuando los contratantes funcionan a la vez de pagadores y víctimas de Itto, y lo contratan para asesinar a su propio señor.

La trama de fondo se desarrolla a través del relato de estos cinco suicidas. Una vez planteada, aparecen de nuevo los elementos clásicos: ninjas, Retsudo y una pequeña trama autoconclusiva con Daigoro como protagonista en el que se profundiza en su conversión en mito, camino ya sugerido en el cuarto episodio.

Lo mejor:
- Única entrega donde ninguna mujer es violada.
- Novedades en el desempeño de Itto.

Lo peor:
- La música nunca fue gran cosa, pero en esta ocasión raya lo terrible.
- El guión contradictorio y lioso perjudica la que podía haber sido mejor entrega de la saga.

Si hay dos elementos sorprendentemente constantes en la historia del Lobo solitario y su hijo son la presencia habitual de los pechos femeninos y el escasísimo interés de Itto por el bienestar del pequeño Daigoro. En la cuarta entrega de la serie ambos elementos son explotados al máximo.

Con el cambio de director, la habitual parquedad narrativa se adorna con el uso de algunos elementos que dan mayor colorismo a la historia: el componente detectivesco, la voz en off, el jazz setentero, los flasbacks ajenos a la historia de Itto y los del propio Itto, que aportan nuevos enfoques y permiten descubrir de donde viene su enemistad con el clan Yagyu y que nuestro héroe no es invencible. El mejunje nunca llega a cuajar, pero su presencia se agradece.

Dejando de lado las novedades, la película sigue la receta clásica. El acoso constante de los ninjas sería insoportable para cualquier otra persona, pero para Itto no deja de ser una rutina insignificante y, por momentos, aburrida.

Lo mejor:
- Aire fresco para la saga.

Lo peor:
- Podría ser más fresco.
- La humanización de Itto no termina de funcionar.