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España España · La Zona
Críticas de txusfin
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Críticas 10
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
4 de abril de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En general, el ritmo de producción de la mayoría de los realizadores es bastante desigual por factores que a veces tienen que ver más con la suerte que con el talento, aunque existen algunos cineastas de gran regularidad a la hora de hacer películas, que como las Olimpiadas celebran una cada cuatro años, o como el Europeo de baloncesto, cada dos, pero hay uno que es como los grandes torneos de la historia del tenis con una entrega por año.

Woody es realmente único y después de una larga carrera compitiendo en la moqueta de EE.UU. se decide a probar suerte en otra superficie y en terreno europeo, cambiando la cuna del jazz por la de la ópera, y ciertamente esta película suena diferente y despliega otro tipo de habilidades para los enfrentamientos que parecen alejarse de la influyente escuela sueca.

Dejando a un lado su potente destreza para ganarse la sonrisa del público, carga todo su juego en los reveses del destino y los golpes del azar, se toma el partido muy en serio, sitúa a Dostoievski como manager en la grada y cede la raqueta a un joven con un estilo más agresivo (realmente muy agresivo) que sabe emplearse físicamente cuando la situación lo requiere, pero que basa su estrategia en una técnica tan depurada como calculada, sin renunciar al juego sucio y a la de suerte de los campeones.

El ritmo de partido es el de las grandes citas, ganando en emoción en cada tanto y deseando ver la repetición de algunos memorables, con intercambio incesante de dilemas impactantes que sólo un ojo de halcón como el de Allen puede situar en la misma línea que divide lo bueno de lo excepcional, consagrándole una vez más en el Torneo de Maestros.

Trata de cuestiones que flotan en el aire sobre una red que no está destinada para protegernos de la caída en las tentaciones, sino como divisoria de construcciones morales (bien/mal, fidelidad/infidelidad, éxito/fracaso) y existenciales (voluntad/destino, azar/necesidad).
Como el resto de esta crítica, que roza el spoiler y cae de su lado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
txusfin
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Five Dedicated to Ozu
Documental
Irán2003
6,5
233
Documental
9
30 de marzo de 2010
28 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando, se cuela en el circuito cinematográfico actual, alguna propuesta que reaviva el debate en torno a las cada vez más permeables fronteras entre las distintas formas de expresión audiovisual (ficción, documental, televisión, videojuegos, teatro filmado, video doméstico, animación, video-instalación, etc.), generando un mar de preguntas que cuestionan incluso la propia naturaleza del cine y los confusos límites entre arte e industria.

En ese sentido, “Five” es una de las apuestas más radicales que se han podido ver proyectadas en los últimos tiempos (de hecho no se concibió inicialmente para su exhibición en salas) y es muy probable que no hubiera podido disponer de semejante oportunidad, sino fuera gracias al prestigio internacional ganado anteriormente por su realizador con obras un poco menos arriesgadas.

Kiarostami ya partía en sus inicios de un cine en apariencia sencillo y práctico (que como en “Five”, encerraba ya una compleja propuesta teórica), con pequeñas historias de ficción a las que era capaz de dotar de tensión y realismo con un mínimo de recursos; pero aquí lo lleva al límite, prescindiendo de equipo, actores e historia, despojándose de todo hasta quedarse simplemente con el entorno, observando con paciencia sus cambios casi imperceptibles, seleccionando sus ritmos, a medio camino entre el azar de encontrarlos y la necesidad de buscarlos, los graba y los monta con apenas unos retoques de luz y sonido, en cinco largos planos secuencia que requieren de la misma paciencia y complicidad por parte del espectador.

Se trata de una obra “elemental” en el sentido más amplio y positivo del término, pues a parte de su clara vocación de sencillez, juega con los cuatro elementos clásicos: agua (el mar, el estanque, la lluvia), aire (el cielo, el viento), fuego (la luz del sol, el reflejo de la luna) y la tierra (la arena de la playa, el pavimento del paseo), más un quinto: la vida, que atraviesa con cada una de sus manifestaciones (madera, personas, animales y cantos) a los cuatro anteriores.

Se suma, por tanto, a la teoría de que menos es más y que para captar un cambio mínimo hace falta prolongar el plano cinematográfico un máximo, como en una rampa que cuanta más altura queramos alcanzar con ella, más largo tendrá que ser el plano inclinado y la distancia a recorrer, lo cual requiere un tiempo extra que se verá recompensado al final del esfuerzo.

Sin duda, hemos perdido en gran parte esa capacidad de quedarnos absortos viendo el paso de las nubes, las llamas de una hoguera, el fluir del agua en un río, un cielo estrellado o la caída de las hojas en otoño, debido al ritmo frenético y a la saturación inabarcable de imágenes impactantes que nos impone la vida moderna.

En “Five” se nos invita a una singular sesión de talasoterapia, a una especie de balneario para los sentidos, donde recuperar esa calma en la mirada, necesaria para retener en la retina la huella del paso del tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
txusfin
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6
21 de febrero de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que me cuesta encontrar dentro de esta película su propio título “Anticristo”, pues no es precisamente el componente masculino del mal por excelencia, el protagonista de lo que se nos quiere contar. Sugiere más bien una declaración de intenciones, una referencia al libro del mismo título de Nietzsche (lectura que el mismo reconoce) o una broma más de un director que sabe jugar genialmente con las posibilidades del cine, con los medios de comunicación y con sus incrédulos espectadores.
Es un paciente habituado a las sesiones de psiquiatría o psicología y parece haber aprendido a aplicar algunos de sus mejores trucos en sus trabajos (por ejemplo la hipnosis en “El elemento del crimen” y en “Europa” o las técnicas de psicología cognitiva en “Anticristo”) para terminar haciendo de su obra cinematográfica no sólo una búsqueda incesante de sus posibilidades
como medio de expresión artística, sino también de una catarsis: de un espejo donde mirarse, jugar y reconocer sus demonios, o una cierta terapia de grupo con todos aquellos a los que provoca una respuesta.
En este caso y dada la “naturaleza” del film sería mejor clasificarla de exorcismo por sus connotaciones (anti)cristianas, aunque su trasfondo, como yo apuntaba en la 1ª parte de esta critica que dedicaba al film “Avatar” (EL ARBOL DEL BIEN Y DEL MAL. 1ª parte: AVATAR, EL ARBOL DEL BIEN) vaya más allá de la brujería tal como la entendemos hoy en día y alcance a las primeras formas de religión chamánicas con su creencia en la Diosa Madre Naturaleza.
Porque sin duda, para bien o para mal, es la mujer la protagonista de esta historia y de esa prehistoria, y en este caso a una Charlotte Gainsbourg inconmensurable, que consigue convencernos que como actriz tampoco es de este mundo, le ha tocado serlo para mal.
Tampoco había muchos más candidatos a protagonista, pues en la mayor parte de la película, como a Eva en el Edén sólo le acompañan Adán (Willem Dafoe en otra de sus milagrosas actuaciones), la naturaleza con su vegetación y los animales.
No voy a entrar en la polémica de una misoginia que el propio director niega, sino en intentar descubrir los trucos que este aprendiz de chamán moderno esconde en la manga sobre el poder de los símbolos que se esconden detrás de un cuento oral, escrito o filmado.
Puede que le haya pasado como al Quijote que después de haberse leído una buena colección de libros de chamanismo y brujería, junto a su peculiar relación con la fe cristiana nórdica, se montara semejante película en la cabeza que no tuviera más remedio que filmarla.Algo de lo cual me alegro, pues vuelve a ser aquel director que además de jugar a provocar es capaz de crear imágenes inimaginables y regalarnos momentos cinematográficos memorables.
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txusfin
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6
21 de febrero de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cabe preguntarse si se puede aportar, a estas alturas, algo más que no se haya dicho, escrito o grabado en cualquier formato sobre la película mejor vendida de la historia del cine. Me temo que no, y que seguramente no haya mucho más que añadir al debate en torno a su valor cinematográfico, pero algo parecido pudo haberse cuestionado J. Cameron, o al menos así lo formularon los medios, cuando planeaba recrear un nuevo escenario para una vieja historia, ¿sería capaz de desarrollar la técnica lo suficiente como para dar con algo que pudiera suponer un antes y un después en el cine?
Es incuestionable que ha conseguido un espectacular desarrollo de la tecnología digital en 3D, pero yo creo que más que de revolución debiéramos hablar de evolución (y que cada uno le otorgue el grado que crea conveniente), por lo menos para la industria que parecía vivir momentos de cierto estancamiento técnico e involución mediática, creativa y económica. En cuanto a su importancia como precursora de una nueva forma de entender el lenguaje del cine, pienso que nunca ha sido el objetivo de su director plantearse “El acorazado Potemkin” o el “Ciudadano Kane” del Siglo XXI, sino más bien hacer realidad un sueño personal, con su estilo personal. Y es precisamente a nivel de los sueños y de los mitos donde debiéramos buscar las razones del éxito de este director, de esta película y de la mayoría de películas de éxito universal (“El Señor de los anillos”), en su capacidad de materializar los ideales inconscientes universales a través de unos medios técnicos que facilitan su verosimilitud y la absorción inmediata por parte del espectador.
El poder de seducción de Avatar reside en esa acertada fusión entre dos de los fenómenos que más fascinación despiertan en la especie humana desde la noche de los tiempos: la tecnología y el relato mágico-mitológico. Nos encantan los inventos de última generación y que nos cuenten historias, y el cine representa la forma de expresión donde mejor conviven y prosperan juntas dichas experiencias y explica el triunfo del cine a nivel popular sobre las demás artes.
Otro feliz encuentro entre técnica y simbología es “La guerra de las Galaxias” de G. Lucas con un cambio cualitativo a nivel de efectos especiales y una declarada fuente de inspiración mitológica como es el libro “El héroe de las mil caras” de J. Campbell.
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txusfin
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9
15 de diciembre de 2009
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el colegio se aprende que la razón por la cual en las excursiones los profesores nos numeraban, era porque existía el temor de que alguno de nosotros se extraviase en un entorno desconocido. El mismo riesgo, parecen correr en esta película los jóvenes de la numerada 6ª generación de China, no sólo de perderse en nuevos espacios, sino de sentirse perdidos en un tiempo de poderosas transformaciones locales y globales.

Jia Zhangke se erige en un testigo plenamente consciente de lo excepcional de estos cambios y de la necesidad de registrarlos en el mismo momento en que se están produciendo, como capsulas de tiempo, sin mención expresa al proceso histórico del cual proceden (tradición milenaria y revolución comunista), ni al incierto horizonte al cual parecen destinados (modernidad y capitalismo no democrático), aunque las tensiones entre ambos son perfectamente reconocibles y determinen la vida de los personajes.

Son múltiples las encrucijadas que van tejiendo las, en apariencia, simples historias de este universo, donde todo se crea y se destruye a tal velocidad, que a sus habitantes no les da ni tiempo a transformarse, quedando atrapados entre un pasado al cual ya no pertenecen y un futuro al que no saben como acceder.
La fórmula empleada por el autor para conseguir transmitir ese efecto de tiempo suspendido es una sabia elección de escenarios propios del documental, en los que sitúa una no menos acertada ficción de dos jóvenes amigos que por la forma de afrontar ese dilema, personifican y materializan en sus diferencias, los dos extremos del mismo paréntesis temporal:

PASADO (joven TRADICIONAL en la forma de vestir y peinarse, con una madre trabajadora estatal, montando en bici junto a su pareja formal con la que mantiene conversaciones sobre economía y estudios universitarios y una tensa represión sexual en un edificio con habitaciones donde se va a ver la tele …………… frente a la moda occidental, padre inactivo, montando en moto junto a su pareja sexualmente liberada, bailarina de música pop con la que se relaciona en una habitación de hotel convencional, del joven MODERNO) FUTURO.

En medio de ese paréntesis un montón de puntos en común: conflictos con los padres, paro generalizado, delincuencia, televisión omnipresente vomitando conflictos, megafonía estatal que vende el sueño capitalista y canciones que prometen mitos y placeres desconocidos, en un entorno físico de una ambigüedad desoladora, medio destruido, medio a construir y en una atmósfera contaminada donde paradójicamente el humo de los cigarrillos parece simbolizar lo único auténtico a compartir.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
txusfin
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