Cójase una película que plantea y muestra de manera atractiva los problemas de un señor afectado por una traumática separación, preso, además, de los efectos perversos de un padre obsesivo, córtese a mitad de producción, y péguese a continuación un culebroncillo de tarde televisiva a base de fútbol americano y concurso de baile, con final previsiblemente feliz, como toca. O sea, pasable. !Ah! Y a ver si alguien me explica lo del Oscar a la mejor actriz.

J. Edgar es la recreación de un personaje que debió causarle un gran impacto a Clint Eastwood, como a muchos norteamericanos de varias generaciones, pero que en su intento de traérnoslo al conocimiento presente se ha dejado llevar por una especie de visión obsesiva del mismo, obsequiándonos con una larga, lenta, reiterativa e insufrible película.

Es una pena asistir al declive de un director que nos ha brindado varias de las mejores películas de la historia del cine, pero se hace evidente que desde Gran Torino sus películas han ido yendo a menos.

De los maquillajes ya se ha hablado bastante, es una muestra más de que Eastwood andaba tan perdido en este rodaje, tanto, que no estuvo ni para fijarse en los detalles.

Lo siento de verdad.

No conocía esta película, lo reconozco, tal vez por eso me resultó tan interesante. Penn sabe dirigir a Nicholson para que éste haga el papel menos nicholsoniano de toda su filmografía. Se equivoca quien crea que está viendo un thriller o una película policiaca, ese es solo el contexto. Es la narración, con trasfondo policiaco, de cómo un personaje en plena decadencia consigue hacer "decaer" todo lo que le rodea. Su final, impresionante.

No es una película de actores, pero sorprende la cantidad de buenos actores en papeles secundarios, algunos de apenas unos segundos.

Muy buena película. No entiendo como no ha tenido mucha más fama.

Me confieso tintinólogo. Una vez al año leo todas las magistrales aventuras salidas de la mente y la plumilla del belga Hergé. Si alguna vez me hicieran la pregunta de quienes son mis héroes de ficción favoritos, Tintín sería el segundo, después de Atticus Finch.

He esperado a que llegara el día del estreno, para ponerne en la cola con la firme convicción de que la intervención de Spielberg daría lugar a la primera buena película de Tintín, pues hasta ahora los experimentos habían sido fallidos, y he salido del cine con la sensación de haber visto una interesante película de aventuras, sólo una interesante película de aventuras.

Me explico. Entiendo que se hagan versiones libres de casi cualquier texto (o cómic), no pretendo ser tan purista como para exigirle a Spielberg que siga cada viñeta de los que son los dos mejores cómics de Hergé: "El secreto del Unicornio" y su segunda parte "El tesoro de Rackham el Rojo", pero es que apenas existe parecido con esas dos excelentes creaciones. El producto conseguido es un pupurrí de escenas de éstos y otros cómics de la saga y, sobre todo, de las surgidas de la imaginación de los guionistas de la película, que termina contándonos una historia que nada tiene que ver con ninguna de las que quiso hacernos llegar Hergé. Y en esta nueva ficción, la aportación del equipo de Spielberg es fundametalmente tirar de lo conocido y plagar la película de las habilidades malavarísticas de Indiana Jones. A los que vayan a comprar los cómics de Tintín, después de ver la película, les aviso que no es tan piruetero como el que han visto en el cine.

Vaya por delante que me encantan las películas de Indiana (las primeras) pero no hacía falta tirar de él para complementar a unos personajes (Tintín, Haddock, Milú, Tornasol, Hernández y Fernández, La Castafiore ...) que tienen más carácter, bagaje aventurero y contrastes entre ellos, que el Indiana inventado por Spielberg.

Una buena ocasión perdida para haber hecho una buena película de Tintín y sus compañeros de aventuras.

Matar a un ruiseñor es la película que más me gusta de cuantas he visto en mi vida. Para mí el cine es la narración visual de un argumento, un libro escrito con imagen e interpretación y de cuantas historias me han contado a través de una pantalla, esta es la que más me ha gustado.
De sus aspectos más cinematográficos destacaría la ambientación de un pueblo sureño en los años 30, el necesario blanco y negro y la interpretación de unos actores que les dan credibilidad a todos los personajes. De ellos sobresalen Gregory Peck (Atticus Finch) personaje que encarna la bondad, el amor paternal, la firmeza, la discreción y el heroísmo silencioso (como se le ha definido tantas veces) y Mary Badham (Scout) que desde sus seis a sus ocho años nos cuenta, con una visión infantil narrada desde la madurez del recuerdo, los acontecimientos acaecidos en Maycomb, sus vivencias, sentimientos y cómo es ella: una peleona, impertinente y bondadosa niña en la que van arraigando los valores transmitidos por su padre en las circunstancias que le tocan vivir tan de cerca. Del resto de actores destacan los niños Phillip Alford (Jem Finch), hermano mayor de Scout, y el muy singular John Megna (Dill), amigo veraniego de ambos. Y también los secundarios Robert Duvall, Estelle Evans, Franck Overton, etc.
La cinta relata con maestría el hilo argumental del libro (con algunas ausencias) haciendo hincapié en sus mensajes fundamentales: La blanca sociedad racista e injusta por mor de su rancio abolengo sureño y el sufrimiento de los negros en aquella época; la frescura del relato infantil describiendo el día a día de las vivencias escolares y ociosas; la mansión Radley como epicentro tenebroso de los miedos infantiles; el cambio de actitud de un niño hacia su padre y sobre todo los grandes valores universales que enaltecen la condición humana.
La tolerancia, la comprensión empática de los demás, el valor, el coraje, la justicia, el compromiso, la fuerza de la palabra (“Hola, Señor Cuninghan”) antepuesta a la de la violencia, el amor, la intrínseca bondad de las personas y la humildad, son valores que expresa o implícitamente se recogen a lo largo de toda la película con una grandiosa sencillez.
Ver la película me lleva a leer la novela y, cuando la leo, siento ganas de ver la película. Este es un bucle que hace sentirme feliz. Les invito a que se suban a él.