Es una peli de terror, que no te despiste el cartel.

Si fuese un drama rural o un western o algo así, en la ficha de la peli, apartado “Premios” habría un listado extenso, pero al ser de terror, nada de nada. Es un género denostado. No importa la calidad.
El año pasado, sin ir más lejos, hubo un ejemplo monumental. Nadie se acordó de Mia Goth en las quinielas de los grandes premios, aunque su encarnación de Pearl fuese la mejor interpretación del año. Injusto, pero lógico, claro. “Pearl” era de terror. Pues lo mismo pasa este año con Víctor Clavijo.

A mi me da por saco tanta injuria hacia un género que considero valioso y hacia las personas que se dedican al mismo ¡Qué falta de respeto! Así que reivindico “La espera” como una de las mejores películas patrias del año. Joder, que merece la pena:
-Por el excelso Víctor Clavijo. Podría decirse que él es la peli, pero en realidad no…
-Por F. Javier Gutiérrez que escribe una buena historia, oscura, misteriosa, chunga y retorcida, y la rueda con audacia.
-Por la atmósfera, la penuria, el calor, el sudor, el polvo que se masca, como la tragedia.
-Por ese insólito homenaje a “Un hombre lobo americano en Londres”
-Y porque esta película es infinitamente mejor que “Alcarrás” que el año pasado lo petó de un modo obsesivo-compulsivo y no me cabe en la cabeza el motivo. Que ni llevaba guion, ni tenía ritmo (vamos, que era un coñazo inaguantable), ni tenía interpretes porque habían cogido a una panda de paisanos que no se habían visto en otra igual en su vida y ni sabían estar delante de una cámara, ni sonaba bien, ni tenía foco…. Un puto misterio. Ah, vale, que no era de terror.

Bueno, es cierto que ha habido excepciones. Extrañas, contadas. Porque para eso tienes que ser un chico listo, como Amenábar, que sin duda se supo vender. Debe ser que Gutiérrez ni lo ha intentado, el pobre. Pues muy mal Javier, porque tu peli, de verdad, merece la pena.

A sus más de 90 años Eastwood se estrena con el cine infantil, un género exótico para alguien de su edad y su trayectoria. Concretamente, se trata de una comedia disparatada con el típico guion de los dibujos animados.

Es la historia de un anciano que va por ahí noqueando de un guantazo a fieros narcos y haciendo que, con su sola presencia, a cada morena con la que se cruza se le caigan las bragas de la emoción. En su periplo se hace acompañar por un pollo al que solo le falta hablar y por un muchacho que ojalá no hablara, porque se pasa la peli mirando al infinito y haciendo mohínes mientras parlotea memeces en su inglés, que recuerda mucho al de cierta alcaldesa que tuvimos en Madrid, esa a la que le gustaba ir a la Plaza Mayor a tomarse un café con leche. Si estás viendo una peli y de repente te acuerdas de esa señora es que algo no va bien.

La peli entera recuerda mucho también a una que hizo Emilio Aragón. Es calcada. Lo que es la vida… jamás pensé que pudiera pasar algo semejante con una de Clint Eastwood. El día que decidió bautizar a su productora con el nombre de “Malpaso” lo mismo ya tenía esta peli en mente. O lo mismo antes de su retiro quería hacerle un homenaje a Emilio Aragón, por algún motivo que solo él conoce, como los dos tocan el piano… no sé.

En cualquier caso Clint, tan viejito, sigue estando de buen ver, y lo sabe. Sus pelis ya no tanto.

Fui al cine a ver una peli española que adaptaba una novela española también que leí hace como 35 años y ya no recuerdo muy bien, pero si recuerdo que en su día me gustó. Total, que empieza la proyección y resulta que me cascan un thriller como del Hollywood noventero, estéticamente potente y argumentalmente tan embustera que me ofende. Qué necesidad. Ese tipo de cine tuvo su momento, oye, pero ya pasó.

El reparto muy bien, estupendo. Este señor Oriol dirige bien a los actores y actrices, les tiene un respeto. El mismo que no le tiene al espectador, al que sin ningún pudor trata como si fuese idiota, con ese montaje tramposo… ¿pero a quién vas a engañar Oriol? Anda y que te ondulen.

Es como una peli de Marvel, igual de absurda, solo que ingeniosa, graciosa, entrañable y corta, de metraje y de presupuesto. Los Vengadores esos ya se pueden ir a freír chufas, ¡viva la patrulla tabaquera!

Quentin Dupieux se supera a si mismo en esta libre y loca propuesta de desmesurada estupidez, con superhéroes ridículos, monstruos cutres, gore caserete, villanos de capotilla y marionetas sexys y babosas. Nada tiene el más mínimo sentido, el argumento no se puede ni intentar explicar. Un compendio de cuentos alelados dentro de relatos cretinos. Un brillante monumento a la idiotez. Un festival de carcajadas. Una soberana gilipollez, sin filtros.

Por fin consigo disfrutar una de superhéroes, que ya desde mi infancia el mismísimo Superman de Richard Donner me parecía un churro inaguantable. Ya me siento una persona más normal, porque ¡me encanta esta peli! Gracias Dupieux.

Hordas de fans contrariados ponen a caldo esta última (se supone) entrega de la saga Halloween al sentirse estafados por la ausencia de Michael Myers en gran parte del metraje. Y les entiendo, porque es verdad que sale poco, y cuando sale está como pachucho, además. Y si los hacedores de la saga pensaban salir bien parados de esta extraña decisión fueron muy optimistas.

Hay más cosas inconcebibles, como que una anciana sea capaz de volcar una nevera de un simple manotazo, que yo he visto a un operario joven y grandote pasándolas canutas para mover la mía, y esto no me lo creo. La credibilidad en general nunca ha sido el fuerte de la saga.

El fuerte de la saga es el mata mata. El mata mata porque sí, a las bravas. Y aquí el mata mata se hace esperar, pero está. Michael aparece tarde, pero aparece. La peli es argumentalmente igual de lerda que las anteriores, ni más ni menos. Con la diferencia de que esta tiene un arranque brillante, cojonudo, que a lo mejor las anteriores no tuvieron. Así que, por mi bien.

Michael Myers es un personaje subnormal y la saga entera una pamplina entretenidilla sin ínfulas. No sé por qué la gente se lo toma tan en serio.