Más allá del problema de las curvas, está el de la aceptación del propio ser y del cómo ser dentro del contexto que a la protagonista le toca enfrentar. Es destacable la relación de amor-odio-comprensión-aceptación-resignación para con la madre, más que recia chantajista en grado chocante y extremo... Y esa misma relación es la que mantiene Ana con su entorno sociocultural; desfavorable sí, pero que también le abre oportunidades y opciones de aprendizaje académico y humano. Amor-odio; comprensión-aceptación, incluso para con los mocosos que lloran en el autobús y que interrumpen el disfrute de la música que de manera autista cotidianamente escuha... ¿Amor-odio, orgullo-nostalgia en cuanto a su condición de mujer y su origen chicano?...

La "salvación" pese a que ésta sólo puede ser un individualismo libertario, es decir la asimilación con el "moderno" "american way of life", estriba en mantener el impulso y la fuerza de carácter sin negarse a ser solidaria ni tampoco, en su momento, rechazar la solidaridad familiar o cultural que le brinda el entorno.

Recomedable sí por la intención y el tono, en efecto no exento de sentido del humor; si bien como defecto del guión la protagonista nunca muestra (demuestra) la brillantez intelectual que la llevaría a conquistar una beca en una de las mejores universidades de los USA... Tratamiento, pues, psicologista más que sociológico. Como filme, y sin que quede fuera de lugar, no deja de tener aspiraciones "documentalistas" en cuanto a ser un retrato más de un grupo cultural en específico.

Pregona el triunfo de la docilidad y la sencillez sin que se tenga que renunciar a la dignidad. (¿A la vez, alegoría inconsciente de la propia historia patria?).
Enseña, pues, entre muchas otras cosas, cómo amar sin tener que decir “te amo”…
Fotografía espléndida con ritmo fluido y musical, misma que, sin alardes, no deja de sorprender en su perfección y al magnificar los detalles nimios del entorno cotidiano, de entre los cuales la naturaleza en su plena riqueza, prodigalidad y armonía se revela como el espacio donde la alegría, el dolor, la estética, la espiritualidad, la carnalidad y los placeres del hombre (hombres y mujeres) han de confluir también en armónica, natural y cotidiana cita.
La música natural (grillos, ranas, lluvia) sin renunciar a las improntas de la violencia ambiental generada por los humanos lo inunda todo; la música otra, la polifónica, la instrumental generada tanto por oriente como occidente, se percibe y vive también como el mejor linimento para el alma.