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Críticas de Termitone
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Críticas 8
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
1 de octubre de 2012
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me entero del homenaje que el Festival de S.Sebastián le acaba de hacer a Tommy Lee Jones por toda su carrera y me congratulo de ello. Tommy Lee es un actor de esos que hacen que una se pregunte por qué no lo explotó Hollywood como galán, a la altura de Harrison Ford o Kevin Costner, puesto que se trata de un tipazo, además de varonil, simpático, precisamente por esa tremenda seriedad que ostenta. Yo siempre le he tenido por uno de los buenos, aunque Tommy Lee no haya tenido nunca el aura de los superstars, y eso me lleva a pensar que, tal vez, sea él mismo quien haya elegido un camino más sereno y de menos relumbrón que otros. Si así fuera, este tipo se merecería doblemente el premio otorgado: por buen actor y por inteligente. Ruego me acepten esta pequeña digresión como prólogo a lo que vengo a comentar de la película Si de verdad quieres, en la que Jones comparte protagonismo con la inmensa Meryl Streep. La película, aunque es para todos los públicos, sin duda interesará más a los que ya han superado la barrera de los cincuenta, aunque también a los cinéfilos de pro, aquellos que aman los combates interpretativos, en este caso de dos pesos pesados. Una pareja con una química increíble - y mira que él está pasado de kilos, y mira que ella es la antítesis de la imagen “sexy prefabricado” de la meca del cine –, pero que con su autenticidad e inmenso oficio convierten una película “de viejos” (esto no lo digo yo, lo dirían mis hijos veinteañeros) en una película llena de sensualidad y muy, muy tierna y divertida. Acepto que la historia es natural como la vida misma (y por eso no encierra sorpresas), pero en estas películas que no presumen de nada es donde actores de la talla de Tommy Lee Jones y Meryl Streep mejor lucen en todo su esplendor. Ah, y Steve Carrell está estupendo.
Termitone
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9
24 de septiembre de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen es un director que despierta sentimientos extremos: o se le detesta o se le adora. Yo le adoro. Por eso lo digo de entrada, porque no voy a poder ser totalmente objetiva al opinar sobre esta última cinta suya, recién estrenada en España. A Roma con amor, además, expresa desde mi punto de vista sentimientos atávicos y profundos que yo tengo hacia esa ciudad tan excesivamente bella como artísticamente caótica. Adoro Italia, y Roma es absolutamente preciosa. En todos los sentidos. Seguramente en otra vida estuve en la Roma de los césares, o algo así, porque nunca me he podido explicar esta debilidad mía. Y dicho todo lo anterior, en un tono que confieso ampuloso y superlativo, añadiré que Allen, pese a sus años, pese a las numerosas películas increíblemente redondas que ha hecho, sigue derramando su maestría incluso en films pequeños y sin pretensiones como este. Se trata de una película cómoda, elegante, divertida, salpicada con toques de humor surrealista, y bien interpretada por actores eficaces, como es habitual en él. La ciudad eterna está presente casi todo el tiempo, y él crea situaciones absurdas que soportan las distintas tramas del film mezclándolas ad libitum, sin preocuparse demasiado de explicarlas, pero en medida suficiente para que el espectador comprenda y comparta, aunque sé que no todos sonreirán. Este viejo Allen, tan filósofo él, se está convirtiendo en un poeta de la imagen, y escribe poesías visuales a las ciudades que le aman y le han dejado huella. Ahora le ha tocado a Roma.
Termitone
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7
18 de junio de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En medio de una cartelera sosona y aburrida aparece esta isla de fantasía medio kitsch medio nostálgica, al menos para los que vivimos los sesenta, que sin proponérselo resulta dulcemente cómica. Toda la ingenua modernidad que se gastaba en la segunda mitad del siglo XX salta ahora a la vista para los que padecemos la caótica violencia de comienzos del siglo XXI. Es una película que maneja símbolos como el estilo de vida típicamente americano, con los scouts, los indios, el pickup y las bonitas casas de verano (símbolos que luego en España intentamos imitar, con desigual fortuna), caricaturizando a cuantos personajes pueblan esa anécdota surrealista de la que se vale Wes Anderson a la hora de escribir –con la ayuda de Roman Coppola- y dirigir esta película. Es un cine que no requiere que uno se posicione en la más estricta seriedad para disfrutarlo, un cine liviano, aunque no carente de fondo, gracioso (no hay que esperar carcajadas estentóreas, aunque yo me reí a gusto en varias secuencias), y sobre todo nostálgico –sé que me repito-, pero que deja buen sabor de boca. Destacaré solo un par de puntos: el jefe scout protagonizado por el soso Edward Norton que no se quita el cigarrillo de la boca en toda la película (¡vaya reclamo para los fumadores de toda la vida, los anteriores a esta época de prohibiciones!), y la banda sonora, que es bonita, didáctica y muy bien empleada en esta cinta; de hecho tiene un protagonismo especial (¡ojo! no irse del cine mientras duran los créditos del final). Los actores, perfectos y muy simpáticos en sus distintos roles. Se nota que lo pasaron bien en el rodaje. Recomendable.
Termitone
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1
26 de marzo de 2012
70 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta que se reinventen los clásicos. Me parece estupendo cuando se moderniza una ópera, se reescribe un concierto o se revisa un libro famoso. Pero hay unos mínimos que cumplir, el primero, que la nueva obra aporte algo más a la tradicional, y el segundo, que no la ridiculice. Desde el principio el guion yerra, pues no da con el tono que quiere, o sencillamente no tiene ninguno. Porque si desde la primera secuencia se hubiera decantado por una versión humorística, mejor le hubiera ido. Pero aquí los guionistas (Melisa Wallack, Jason Keller) se hacen de la picha un lío y mezclan sin ton ni son humor y drama, produciendo el efecto típico de una empanada. Una empanada donde tenemos buenos decorados (por ordenador, pero buenos), mucho colorido, vestuario destacable, diálogos que dan pena y, al final, como guinda salada (porque todo en la película es así de caótico), un numerito bollywood con una Blancanieves fuera de todo el tono que ha llevado a lo largo de la película al que asiste un príncipe tontolhaba que mira a su enamorada rígido como un palo (podía haber hecho que bailaba, ¡cáchis!, ¿para qué existen los dobles?

Esta película de Tarsem Singh se carga el clásico de los Hermanos Grimm por todos los lados. Ni es para niños, ni es para mayores. Si yo fuera un niño o niña y conociera el cuento clásico, creo que lloraría viendo al príncipe hacer el ridículo más espantoso. Lo de Blancanieves convertida en ninja pase, pero lo de un príncipe –guapo donde los haya, por cierto, Armie Hammer- que va de payaso tonto, al que le llueven los tartazos, es para indignarse. Pero lo más triste, lo más patético y lo que más vergüenza ajena me hizo pasar fue lo de la pobre Julia Roberts. Creo que no se merece, todavía, hacer este tipo de papeles (claro que en el cine made in Hollywood la Roberts ya es una carroza…).
Termitone
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8
25 de marzo de 2012
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos de quienes vivieron una experiencia cercana a la muerte describen ese estado como un recorrido a través de un túnel de luz, al final del cual personas amigas te reciben y acogen. La película de John Madden provoca esa impresión en mi mente. Un grupo de personas mayores, desencantadas de un modo u otro por la forma en que transcurren sus vidas en un país de los llamados primermundistas (Inglaterra), y asustadas ante las perspectivas que les ofrece el sistema (una cutre jubilación sin sorpresas, a la espera de la muerte verdadera), se lían la manta a la cabeza y deciden lanzarse a la aventura de sus vidas en un país exótico (eso sí, un país que fue su colonia y que, por lo tanto, habla inglés). Pero el espíritu de la película se puede extrapolar, salvando las necesarias distancias. Volviendo a lo del túnel de luz, explico por qué la atmósfera de esta película trajo a mi mente tal simil: ese grupo de británicos “casi viejos”, muchos convencidos ya de su inutilidad para el mundo, se ven envueltos en la brillante luz y la explosión de vida de ese país que es India. Y a pesar de las diferencias culturales que provocan en ellos el inevitable shock, conforme avanza la película vemos que el balance va resultando positivo, que al arriesgarse eligiendo como destino final de sus vidas un lugar tan alejado de sus respectivas circunstancias vitales no han fallado, y que de un modo u otro van a cambiar su decepción inicial por un sentido de la propia valía, una especie de rejuvenecimiento interior, y una renovación de sus deseos de seguir viviendo o, al menos, de terminar bien lo que llevaba camino de ser una catástrofe.

Esta es una película que mezcla veteranía con juventud, que opone luz a la oscuridad que en el inconsciente colectivo provoca la idea de envejecimiento, que hace sentir optimismo ante la posibilidad de nuevos retos, nuevas fronteras que, si se desea, pueden seguir existiendo para las personas cuya edad se cuenta por varias decenas, siempre que estén despiertas y dispuestas a seguir dando lucha.

Viene bien que se escriba este tipo de cine optimisma y divertido para “mayores”, porque nunca como hoy se ha vivido tantos años, el número de “mayores” es tan enorme, y sin embargo nunca, como hasta ahora, se ha temido tanto llegar a mayor. En el pasado los veteranos eran personas respetadas, pero hoy, quien llega a tan solo 60 es considerado, en general, un carcamal, y por mucho que se sepa que aún vivirá otros 30 o más años, se le considera un marginado de la sociedad, y solo cuentan para él o ella los viajes del Imserso. Pero hay otro mundo. Y los veteranos, por ser mayoría, tienen que convencerse de que tienen derecho a él, reclamarlo y disfrutarlo.

Me quedo con una frase que se repite en la película y que me parece tremendamente positiva: “las cosas al final siempre terminan bien, y si no terminan bien es que no es el final”. Maravillosa.
Termitone
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