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España España · Complutum
Críticas de Pableras
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Críticas 198
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
4 de julio de 2015
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de vampiros, desde que se pusiera de moda en 2008 a raíz de 'True Blood', 'Déjame entrar' o (sic) 'Crepúsculo', ha proporcionado ocasionales pero poderosas alegrías al aficionado al terror, cada una muy diferente a la anterior. 'Lo que hacemos en las sombras' (Jemaine Clement & Taika Waititi, 2014) vendría a ser como la gran fiesta homenaje en torno a este resurgimiento del subgénero de los chupasangres, la cual nos hace recordar que, si bien el género de terror sigue siendo uno de los más rentables y socorridos del presente cinematográfico, la comedia de terror como tal no es ni ha sido (actual, históricamente) explotada en consecuencia. Algo difícilmente comprensible vistas las inmensas posibilidades cómicas que posee, pero, claro, siempre hay alguien dispuesto a aventurarse en territorios inexplorados, y quién mejor para semejante empresa que la pareja formada por Clement y Waititi, juntos y revueltos desde que despegaran con la venerada y poco conocida serie 'Los Conchords' (2007-2009).

'Lo que hacemos en las sombras' sigue, tanto en su día a día (o noche a noche) como en sus correrías nocturnas, a tres vampiros que comparten piso en Wellington (dos de ellos interpretados por los susodichos directores), y el formato elegido para filmar la peculiar cotidianeidad de estos personajes es el falso documental. En esta ocasión y más que nunca, éste adquiere las hechuras de ejercicio de estilo fundido, funcional y artísticamente, en la propia narración, y como elemento vertebrador del relato de una manera feliz y posibilista. Clement y Waititi, quienes han declarado haber pretendido realizar un cruce vampírico con la serie británica 'The Young Ones', demuestran tanto conocimiento por el mundo de los vampiros como amor por él (Clement, fan de títulos como 'Noche de miedo', ya lo aseveraba en una entrevista) y hacen de la parodia un monumento a una de las criaturas fantásticas que más nos ha hecho temblar en todos los tiempos. En dicha reverencia bizarra y muy inteligente se suceden las carcajadas desde el primer segundo de proyección, como una catarsis cómica imparable que el público celebrará a rabiar y estará tentado (con toda la razón del mundo) a denominar como cine de culto. Y es que este film parece haber nacido con ese estatus bajo el brazo (y premios del público en festivales como el de Sitges lo avalan).

Poco importa que pierda algo de empuje en su segunda mitad o que algunas bromas no se aprovechen del todo, máxime cuando el final remata con variadas y magníficas ocurrencias un metraje tan escueto como desternillante. Su inagotable y desopilante galería de chistes, ideas, gags y líneas de diálogo inspiradas procuran una sesión de cine única en su especie que cualquiera querrá repetir cada cierto tiempo. En un género como el del terror, tan dado al gesto serio y aterrado (que no siempre aterrador), resulta maravilloso e insólito descubrir cómo el humor se cuela en su discurso, provocando que nos muramos… de risa. Vayan a verla. Prueba de ello es que me he estado riendo mientras redactaba esta crónica al rememorar algunos de los momentos de la película, auténtico oro puro.

http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-lo-que-hacemos-en-las-sombras-entrevista-con-los-vampiros-2/
Pableras
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7
3 de julio de 2015
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy probable que el espectador que saliera satisfecho hace escasas semanas de 'Misericordia' demande en esta ocasión algo más que rostros familiares y otra exhumación de las miserias del norte de Europa y, lamentablemente, en 'Profanación (Los casos del Departamento Q)' (Mikkel Nørgaard, 2014) no hay espacio para demasiadas sorpresas ni nuevos alicientes.

'Misericordia' poseía el encanto (y las debilidades) de la clásica carta de presentación, del capítulo de apertura que tiene la responsabilidad de enganchar en su tela de araña a los potenciales espectadores que serán, en un futuro, sus principales clientes. Bajo esta premisa, la cinta cumplía con notable suficiencia y despertaba el deseo por volver a desentrañar casos olvidados con el frío calando en los huesos. 'Profanación' sigue un caso de asesinato aparentemente resuelto en el pasado que, en cuanto siembre la duda y el desconcierto entre los dos policías protagonistas, irá mostrando más capas de las que aparentaba en un principio, descubriéndose como otro pozo de suciedad y perversión de la alta clase social danesa. Las fichas técnica y artística son prácticamente las mismas, respetando la identidad estilística y conceptual de la saga. También repiten tanto la estrategia (relato turbio, oscuro y violento apegado a la estela del prototípico cine negro) como el esquema argumental (salpicado por flashbacks y recuerdos oportunamente insertados) y tonal sin innovar o arriesgar lo más mínimo. Una clara muestra de ello es que posee más giros y resulta más compleja que su predecesora sin ser, necesariamente, más interesante o adictiva, y los veinte minutos que le saca esta segunda parte a la primera se revelan consecuentemente innecesarios, escasos de verdadera sustancia.

Las tensiones producidas dentro de la comisaría han desaparecido y tampoco se dan enfrentamientos entre los personajes principales, al tiempo que éstos parecen haberse quedado encallados en los perfiles dramáticos de 'Misericordia' sin que exista en esta continuación ningún desarrollo de los mismos. Se revela así quizá el escaso carisma de la saga que, al menos, uno esperaba que se expandiera en este capítulo, el cual cabría no denominar como de transición, como se desliza tan frecuentemente de las secuelas, sino como una historia más, eso sí, aún más cruda y turbia (en ocasiones de manera algo fácil e incluso terrible). La visión de las cloacas nórdicas peligrosa y cuidadosamente perfumadas se vuelve más truculenta y cruel que nunca ('Millennium' a su lado parece concebida desde una perspectiva afín a Hello Kitty) y, a pesar de esto, este nuevo asalto político y moral resulta más esquemático y predecible, entretenido no cabe duda, pero incapaz de ofrecer novedades que provoquen interés más allá de lo formulario. Un servidor volvería otra vez al Departamento Q, pero casi exigiendo, anhelando sorpresas y nuevas incorporaciones que mantengan la chispa encendida. O el frío despierto.

http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-profanacion-los-casos-del-departamento-q-mas-sordidez-nordica/
Pableras
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6
19 de junio de 2015
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En plenos créditos iniciales, 'White God' (Kornél Mundruczó, 2014) ya plantea una de las claves de la película en una frase concisa y esclarecedora que viene a decir que el horror es algo que sólo está esperando ser amado. Obviamente, no es extrapolable a todo lo que nos rodea, pero sí acierta a vislumbrar con gran lucidez una cuestión fundamental que se nos escapa demasiado a menudo, tan resbaladiza que recala en una oleada de prejuicios en torno al miedo al otro, al diferente.

'White God' hace equilibrismo entre un argumento cercano a una película Syfy y unas maneras propias del cine de autor, aunque bien es cierto que éstas se encuentran dentro de la rama más suave y comercial del mismo, siendo ello por lo que hablo de una película más bien accesible (por si hay alguien a quien las palabras Hungría y Cannes en la misma frase le producen vértigo). El argumento, que se mantiene bastante pegado a la realidad aunque hacia el final se desvincule un poco de la misma por la propia naturaleza de la trama, presenta a una niña, Lili, cuyo perro es abandonado en la calle por el padre de ésta y, desde el momento en que los caminos de ambos se separan forzosamente, la historia sigue el devenir de los dos personajes protagonistas en dos líneas argumentales bien distintas. En dichos destinos divergentes la película juega a mostrarnos la pérdida de la inocencia tanto de la niña como del can, pero en este aspecto ya encontramos una de las primeras debilidades del film pues si bien lo que concierne al personaje de cuatro patas resulta convincente y elocuente, no puede decirse lo mismo sobre el personaje de Lili, cuya evolución apenas rasca la superficie. Este desnivelado tratamiento de personajes también afecta a la película en un sentido más global, ya que mientras las desventuras de los perros vagabundos se siguen con interés y provocan diversas reacciones en el espectador, todo lo que atañe al "bando humano" no consigue más que ser puramente accesorio, plano, frío, sintiéndose tan ajeno como si nos encontráramos ante una película de serie B cuya empatía por los personajes se antoja (casi) imposible. Tampoco ayuda un metraje a todas luces excesivo, cercano a las dos horas, para una historia que quizá no necesitaba transitar con tanta demora todos los meandros que propone su guión.

También posee, por supuesto, un cierto número de virtudes que convierten su visionado en punto menos que estimulante, siendo la más obvia el impresionante trabajo llevado a cabo inherente al hecho de dirigir una cinta con tal número de animales en escena. Las escenas de la jauría recorriendo las calles poseen fuerza y desparpajo, aunque, vista la primera y fascinante secuencia de apertura, poco más tiene para ofrecer estéticamente el film que consiga impresionarnos (el plano final es otro buen pespunte visual). El buen empleo de la música, acompañado por un ocasional y soberbio tratamiento del suspense, son otras de las notas altas que se alcanzan durante una película que, por contra, quiere ser demasiadas cosas a la vez. Pretende ser fábula moral, social y política, amén de una historia (a ratos) de pura acción, y en tamaña ambición temática y tonal se dispersa demasiado, difuminando su alcance y emotividad hasta convertirse en un relato algo distante cuyo mensaje (o mensajes) se ven sobrepasados por la violencia y el caos que van paulatinamente inundando la pantalla. Estos mensajes, o las metáforas resultantes, hablan, en el plano más cristalino, sobre el maltrato animal y el abandono que sufren con tan triste y repulsiva cotidianeidad, pero Mundruczó va más allá de lo evidente y su discurso retrata cómo la crueldad del ser humano, inédita en cualquier otra especie animal que haya hollado la tierra, es capaz de provocar que la inocencia (materializada en Hagen, el perro protagonista) devenga en odio y violencia. También se cuela una referencia a las clases oprimidas, pero es probable que la conclusión final y más profunda de su autor no encuentre un impacto más sentido y comprensible debido a esa indecisión que va nublando la historia, más convencional de lo esperado y deseado. A un servidor, al menos, le queda la sensación de que 'White God' ladra mucho y muerde poco.


www.asgeeks.es/movies/critica-de-white-god-el-peor-enemigo-del-hombre/
Pableras
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6
17 de junio de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras muchos años dando tumbos por Hollywood y alentando un sinfín de rumores, la cuarta entrega llega a la cartelera generando no pocas expectativas e, incluso, ciertas reticencias a colación de un tráiler que no resultaba plenamente convincente. Mitad secuela tardía (14 años han transcurrido desde el estreno de la última entrega, y 22 en la ficción tras los sucesos de la cinta original), mitad reinicio de franquicia (sólo repite un personaje, y es mucho menos que secundario), 'Jurassic World' (2015) se sitúa en una aproximación al parque temático (o reserva biológica) que soñó John Hammond en la Isla Nublar. Todo ha funcionado con "normalidad" durante años hasta que, claro, los mandamases del parque han dado un paso más en su particular juego a ser Dios creando un dinosaurio híbrido más inteligente y peligroso de lo que habrían deseado. Cuando se escape la temible criatura, el caos y el terror reinarán una vez más en la isla. Y el espectador tan contento.

Parafraseando al bueno de Hammond, el espectáculo no repara en gastos, aunque no evita quedar atrapado en la fórmula (visual, narrativa) más convencional de la típica franquicia rompetaquillas, en la que no se vislumbra estilo tras las cámaras ni demasiada innovación delante de ellas. Su guión, falto de chispa aunque con algunos golpes de humor estupendos, apenas se aventura más allá de lo esquemático y, lamentablemente, no depara demasiadas sorpresas para quien haya visto el tráiler, conozca mínimamente la trama o sepa, en fin, de qué va todo esto. Tampoco Trevorrow se muestra contundente desde su silla de director, cumplidor pero sin brillo (salvo detalles puntuales) y, al contrario que en la trilogía precedente, aquí apenas hay personajes que superen el arquetipo y nos conquisten con su carisma (no se exige tampoco otro Ian Malcolm), y no es suficiente con que Bryce Dallas Howard y Chris Pratt tengan química entre ellos. Por ahí también pulula la nueva atracción asesina, el fiero Indominus Rex que funciona mejor como concepto, sobre el papel, que llevado a la práctica sin total aprovechamiento de sus cualidades, pero que nadie se lleve a engaño: los auténticos reyes de la función vuelven a ser los velociraptores y, cómo no, el Tiranosaurio, cuya aparición será (o debería ser) rabiosamente aplaudida.

La vida se abre camino una vez más, pero la magia que recorría las dos primeras películas y que desapareció en la tercera no se recupera, aunque la bienvenida al parque, al son de la inolvidable y por siempre tarareada música de John Williams, grabada en plano secuencia, hará vibrar al fan, prometiendo más de lo que finalmente da. Lo que sigue es un entretenimiento competente saturado de guiños cómplices que a menudo se agradecen, algunos poco sutiles, es cierto, pero otros muy simpáticos (el libro de Ian Malcolm desenfocado en primer plano). Hay mucho respeto a la saga y sus iconos, y se percibe el amor de sus artífices a lo que es (y significa) 'Jurassic Park' en la memoria colectiva y en la cultura popular, pero estos sentimientos también coexisten con un exceso de prudencia y escasez de imaginación e inventiva. Pese a todo, el disfrute va 'in crescendo' hacia un clímax final que le deja a uno bastante satisfecho, siguiendo una máxima más que loable y arriesgada: cuanto más presumiblemente ridícula y cafre se vuelve, más segura se siente y más satisfactoria y emocionante resulta. Finalmente, la sensación que impera al salir de la sala, aun dando la impresión de que volveríamos encantados a visitar este singular y peligroso parque temático, es la de estar ante otro capítulo de la saga, sin más.

www.asgeeks.es/movies/critica-de-jurassic-world-parque-indomito/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pableras
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5
9 de junio de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alexandre Aja es, en esencia, un cineasta con alma gamberra. La indisimulada (y muy inteligente) sátira de terror latente en 'Las colinas tienen ojos' (2006) o el inolvidable desparrame orgiástico de gore y tetas de 'Piraña 3D' (2010) dan buena fe de ello. Muy probablemente no estemos ante un genio incontestable, pero sería injusto obviar las virtudes que posee su filmografía para el buen aficionado al cine de género con conocimiento de causa. Bien es cierto, también, que su carrera podría tildarse con toda facilidad de irregular; de hecho, 'Horns' (2013) no será recordada como una de sus mejores películas, y aunque no es tampoco unas traspié del calibre de 'Reflejos (Mirrors)' (2008), casi con total seguridad su peor trabajo hasta la fecha, no es equiparable a los otros títulos anteriormente mencionados o a su segunda cinta, 'Alta tensión' (2003), que fue la que le catapultó a la fama. Aun con todo, Horns sí que quizá suponga un pequeño punto de inflexión en el cine del francés, ya que nunca antes se había mostrado tan grave, tan (a su modo) profundo y reflexivo, aunque no olvide su carácter bizarro en momentos puntuales.

Hilando con el final del párrafo anterior, cabe destacar que 'Horns', perteneciente al género fantástico en líneas generales, pronto se revela como lo que realmente es, o sea, una historia de amor adolescente enclavada en una búsqueda de venganza sobrenatural llevada a cabo por el personaje de Daniel Radcliffe, Ig, quien busca desesperadamente resolver el misterio del asesinato de su novia un año después del trágico suceso y siendo él mismo el único sospechoso, consecuentemente repudiado en su pueblo. Ésa es la trama de la película, añadiendo más personajes, ocasionales flash-backs a caballo entre la revelación, el descubrimiento y el desconcierto, y, por supuesto, unos cuernos demoníacos que le comienzan a salir en la frente al pobre de Ig tras una noche alocada y etílica. ¿Castigo o bendición? El espectador ya dará con la respuesta por su cuenta mientras Ig es consciente de los peligrosos y singulares poderes que le otorga su recién estrenada cornamenta (descubrir los oscuros pensamientos de sus amigos, vecinos y familiares, la capacidad de controlar voluntades ajenas, etc.). Aja plantea así una particular investigación criminal que disfraza una venganza personal con más sentimientos que violencia, siendo al final la película más mansa y menos truculenta de su director. Apenas dos destellos de gore en todo el metraje nos hacen recordar el lado más salvaje de Aja, quien obviamente ha buscado hacer otra cosa adaptando la novela de Joe Hill.

La lucha que se extiende durante casi dos horas, a todas luces innecesarias y demasiado largas, no es tanto la del bien contra el mal como la de la ligereza contra la profundidad, la del humor instantáneo contra la trascendencia. En estas peleas de opuestos Aja sale relativamente airoso, aunque sin éxito, y el cóctel que elabora con tanta disparidad de géneros acaba resultando un tanto aparatoso. Funciona muy bien la cara jocosa del film (los policías besándose, la batalla de reporteros), pero no tiene peso en el cómputo global, dominado por el lado más serio y autonsciente de la historia. Es ahí donde ofrece, por un lado, un relato de amor agradablemente diferente y original aunque consistentemente azucarado, y por otro la mencionada historia de investigación y venganza, éticamente resbaladiza, ya que cuesta discernir hasta qué punto se eleva la sátira religiosa y en qué términos simpatiza con el ojo por ojo. Probablemente sea un retrato de la dualidad del ser humano, pero como tal queda bastante difuso. Entre esta amalgama que cabría definir como fallida y olvidable, aunque medianamente entretenida e interesante, emerge al menos una figura brillante y sorprendente, con nombre y apellidos: Daniel Radcliffe, otrora Harry Potter con más ganas que oficio y talento, ya se destapó en la estimulante 'La mujer de negro' (James Watkins, 2012), y ahora entrega su mejor papel, un trabajo de irrefutable maduración interpretativa, sólido, creíble y, pese a los cuernos, cercano. Probablemente lo único que merece ser destacado en este film menor de un Alexandre Aja del que siempre se espera más.

www.asgeeks.es/movies/critica-de-horns-angel-del-infierno/
Pableras
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