Es como esas películas de terror en las que no puedes creer que los protagonistas sean tan tontos, y salgan fuera de la cabaña cuando se oye al monstruo fuera. El comportamiento sorprendentemente pasivo de los personajes no cuadra en absoluto con la grave situación que viven, y quizá ESE sea el "mensaje" de la película. Pero queda muy forzado...Por no hablar de las "shyamalanadas" que se marcan, como el comportamiento extraño de los animales, que nunca se explica. Y todo por meter un par de mensajes tontorrones como que hay prejuicios racistas, o que hay que llevarse bien, o que EE.UU ha hecho muchos enemigos por su política exterior, etc. Caray, que ya lo sabemos.

El final-final, eso sí, es un final de tesis estupendo.

The Dreamers es una película con un mensaje un tanto abierto: diferentes personas la interpretarán de manera diferente. Esto es lo que interpreto yo:

En primer lugar, hay que tener en cuenta que Bertolucci era un marxista confeso. Yo creo que se le podría llamar comunista sin despeinarse demasiado. Es decir, hay una película muy importante que él no ha entendido.

En segundo lugar, el guión es de Gilbert Adair, basado en un libro suyo llamado "The Holy Innocents". Que a su vez está muy inspirado en una novela (1929) y película (1950) escritas por Jean Cocteau y llamadas "Les Enfants Terribles". Esta última trata de dos hermanos, un chico y una chica, que yo calificaría sin pestañear de psicopáticos, y que juegan a un juego peligroso en el que cada uno de ellos intenta irritar al otro para provocar un estallido, y quedar en posición superior. Estos juegos llevan a la muerte de varias personas. De ahí viene la historia originalmente, no tiene nada que ver con la política.

Los dos hermanos que aparecen en "The Dreamers" son dos jóvenes franceses: Théo e Isabelle. También son a mi juicio bastante psicópaticos y logran enredar en sus juegos a un joven americano, Matthew. Lo logran enredar porque a) los tres comparten una enorme pasión por el cine y b) Isabelle está tremenda.

Quiero hacer hincapié en este segundo punto. Eva Green, la actriz que interpreta a Isabelle, es un monstruo de la belleza. Es difícil entender cómo un ser humano nacido de forma natural puede ser tan bello y sexy. Como decía otro comentarista, "está para clonarla". Sus inmensas ubres, que parecen naturales, desafían las leyes de la física, pues no queda claro cómo semejantes masas pueden mantenerse tiesas contra la gravedad. Cuando entrecierra sus hermosos ojos azul verdosos, parece una felina. Cuando los abre, parece una dulce y triste muñeca. Y además se pasa en pelota picada la mitad de la película. Como para no caer...

Isabelle está todavía más loca que Théo. Bertolucci utiliza un par de trucos un tanto baratos para que veamos que ella es más dependiente de él que al revés, y más inmadura. Pero no es importante, porque ambos están muy locos. Además, Théo es una especie de "cuñado" comunista. Por ejemplo, defiende el régimen maoísta, que al fin y al cabo era una dictadura y una de las mayores picadoras de carne que han existido sobre la Tierra.

Matthew, en cambio, aguanta el tipo. Es un joven tímido pero sensato, que se deja enredar pero sólo hasta cierto punto. Que cede mucho, pero que sabe pararlos cuando intentan pasarse. Y que no se deja impresionar por la brasa comunista de Théo. Cuando éste le insiste en que miles de chinos llevaban en sus manos el Libro Rojo de Mao, y que eso era muy bonito, etc, Matthew responde que hubiera sido más bonito que cada uno hubiera llevado un libro diferente, su libro preferido.

Además de interesarse por las relaciones incestuosas, el sexo bastante pervertido, y las convicciones políticas nefastas, los jóvenes son unos auténticos guarros, que orinan en los lavabos, no limpian nada, buscan comida en la basura, por supuesto no usan condones (no parece demasiado inteligente, dado lo que fornican), se beben el vino caro de sus padres, y están todo el día sin salir del piso, absolutamente mimados y ensimismados, inmersos en su propia realidad cinéfila paralela, mientras fuera se desarrolla el mayo francés.

Por eso digo que una posible interpretación es que Bertolucci no ha entendido la película. Porque me da la sensación de que defiende en cierto modo la actitud de Théo e Isabelle: la canción del final de la película es "Non, je ne regrétte rien" (No me arrepiento de nada) de Edith Piaf.

Pero es que, Bernardo, los hermanitos no son jóvenes liberados: están enfermos. La historia original, y esta también bastante, son historias basadas en una psicología intrafamiliar aberrante. Es verdad que no se ve la causa de la aberración, pero tampoco nos explican en las películas americanas por qué el psicópata malo es tan psicópata. Sin embargo, lo reconocemos cuando lo vemos.

Es posible que me equivoque. A lo mejor Bertolucci está precisamente haciendo una crítica de la "izquierda ensimismada", que empezó a despuntar justamente desde ese mayo del 68, y que repetía consignas comunistas mientras bebía buen champán; o que se olvidó de la "lucha obrera" por las condiciones materiales y por la igualdad para dedicarse en su lugar a temas más identitarios, de liberación sexual, etc.

Sea cual sea la interpretación, creo que la película hay que verla: la cinematografía es buena, Eva Green es una diosa y una estupenda actriz; la banda sonora es abundante en temas super-cool; te atrapa, quieras o no; y al final de todo se queda uno pensativo.

Yo de "El Último Emperador" ya ni me acuerdo. "El Cielo Protector" me pareció nihilista y aburrida. Y no hablemos de "Novecento": buena fotografía y música, pero también cinco horas de guión insufrible. En cambio, esta me ha interesado y me ha gustado. Además, es igual: sólo por ver el explosivo debut de Eva Green ya mereció la pena.

Cosas positivas:

- la rubia (Ellie Bamber), y la morena (Ruby Cruz) son ambas unos pibones espectaculares. No sé si es que me cogieron débil, pero me parecen mujeres bellísimas. De quedarse mirándolas embobado.
- me hizo gracia ver otra vez a Willow y a Sorsha, aunque es deprimente ver lo que hace el paso del tiempo con una de las top 5 mujeres de mis sueños de cuando era adolescente. Esa pelirroja peligrosísima ahora es una señora mayor arrugadilla... ¡Ay, tempus fugit!
-aunque torcí la mueca con el tema lésbico predecible, algunas de las escenas de pasión contenida entre las chicas llegaron a emocionarme sinceramente. La pasión es la pasión, sea de quien sea y hacia quién sea.
- técnicamente la factura es buena: la cinematografía, los decorados, etc. No el vestuario ni las criaturas ni las peleas.

Todo lo demás me pareció basura mediocre: el guión deslavazado; continuos chistes sin gracia; trama sin sentido; plagios; Willow (Warwick Davis) con cara de "qué cansado estoy de tanta gilipollez"; monólogos sentimentaloides; monólogos edificantes; trolls sofisticados parlanchines; la obligación de que todos los varones sean idiotas o ridículos, y un largo etcétera. No hay talento. No hay afán transgresor. Se acabó. Esto se acaba. Qué años tan estúpidos...

Me lo esperaba:
-Una película de acción bien hecha para los 80, pero que hoy en día se ve anticuada. Sus escenas de batallas se ven como si fuera un western de los 60-70.
-Paranoia y miedo yanki a una invasión comunista. La primera escena, la de la invasión, es inolvidable.

No me lo esperaba:
-Disfrutar tanto viendo a Jennifer Grey, la dulce chica de "Dirty Dancing", acribillando enemigos con armas pesadas
-Encontrarme a Lea Thompson, la madre del protagonista en "Regreso al Futuro", haciendo de partisana de aspecto salvaje
-Que me impactara tanto una película tan sencilla y de guión tan simplón. Quizá es que no he visto demasiadas películas "de partisanos". Pero la psicología de los jóvenes protagonistas me ha afectado más de lo esperado. Sufren, lloran, dudan, se ponen vengativos, se amargan, se cansan. Sí, no es tan simple la película. Tiene un punto romántico. Y entiendo que impactara en aquella época y marcara a muchos jóvenes. Que era lo que se pretendía.

Basada en las novelas de Ken Bruen, se trata de cine negro del estilo más clásico, con todos los tópicos: el detective privado alcohólico, el cliente misterioso que necesita solucionar un problema, los bajos fondos, policías torpes o corruptos, bellas y malvadas mujeres... todo. A mí ya me va bien, porque no he estado muy expuesto al noir clásico y prefiero eso a las vueltas de tuerca posteriores. Primero lo primero.

De protagonistas del noir hay dos variantes principales: ese al que se la suda todo y casi es un malvado más, porque busca venganza o lo que sea; y ese otro al que se la suda casi todo, pero que es un defensor de los débiles aplastados por los poderosos. Jack Taylor es del segundo tipo. Tiene su código del honor, pero decepciona continuamente a los que le quieren o dependen de él. Es un cínico absoluto, en el sentido anglosajón de la palabra. Tiene unas salidas muy buenas, y su humor irónico raymondchandleresco hará las delicias de los amantes del género. Sin embargo, Raymond Chandler era Raymond Chandler. Y esto se le acerca, pero no llega.

El intérprete principal es Iain Glen, conocido por hacer de Jorah Mormont en Game of Thrones. Es un actor escocés que interpreta a un irlandés. Probablemente eso no ayudó, pero yo ya sabía, por Juego de Tronos, que se trata de un actor bastante malo y con un registro limitadísimo. Todas sus frases tienen la misma entonación: la que tenía Jorah. Siempre. La. Misma. Además, está viejísimo y arrugado, y ver como todas las mujeres que conoce terminan rendidas a sus encantos de borrachín casi resulta cómico.

La agente Noonan está interpretada por Nora-Jane Noone, una chica no especialmente guapa, pero con unos ojos tremendos y muy grandes, y que lo hace aceptablemente bien y además canta canciones irlandesas. Sin embargo, en la tercera temporada la cambian por otra que, aunque más guapa, tiene menos personalidad.

La parte del alcoholismo, como pasa casi siempre, se hace un poco repetitiva. Te hartas de ver las borracheras del protagonista, cuando vaga perdido por la ciudad, los planos se mezclan, y los sonidos se hacen confusos: lo de siempre. Afortunadamente, la cosa mejora en la segunda y la tercera temporadas.

¿Y por qué ver esta serie, entonces? Pues por muchos pequeños detalles. Está ambientada en Galway, que es una ciudad al oeste de Irlanda. Y la serie está tan bien hecha, tiene detalles tan morbosos y sórdidos, y los personajes son tan retorcidos, que llegas a temer ir a la ciudad. Es muy gracioso, porque según los lectores de Travel&Leisure, Galway es una de las ciudades más agradables del mundo. Y si lo sabes con antelación, no puedes dejar de reparar en que la bahía es bonita, las calles están limpias, y los pubs son la mar de majos. Pero la historia te absorbe, y acabas sintiendo que es una ciudad maldita. Pues si consiguen que lo sientas, es que han hecho algo bien...

Son los detalles: la pedazo de hija de p. de la madre del detective; cómo muchos crímenes los comete gente atrapada por las circunstancias, incluso buena gente con mala suerte; la extraña química entre el detective y la agente; los secretos que a veces se ocultan dentro de las familias; las fascinantes mujeres fatales que aparecen (la americana es, con mucho, mi favorita), y la galería de personajes extraños, psicópatas, sociópatas y otras cosas que no tienen nombre aún.

Y otro punto bueno es que las historias detectivescas están bien engarzadas, y no dejan muchos cabos sueltos. Al final, sabes quién es el asesino y por qué lo hizo.

Yo no creo que merezca más de un siete, pero el siete se lo voy a dar. Tiene algo especial.