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Honduras Honduras · tegucigalpa
Críticas de zaratustra11083
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Críticas 25
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
15 de octubre de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todd Phillips era conocido por las ligeras comedias tipo The Hangover; sin embargo, sorprende ahora a propios y extraños con esta ambiciosa propuesta: perturbadora, escalofriante y sociológicamente densa. La película se sitúa en la década de los setentas, pero es una afrenta total a la posmodernidad y sus vicios: la falta de empatía, la desigualdad, la individualización de la cultura, la liturgia de la positividad y la dictadura de la felicidad (Byung Chun Hal), son cuestionadas sutil y brillantemente por el autor. La fotografía y la dirección artística son magistrales; así como la dirección en general: los contrapicados, los travellings en relieve, el uso de los colores, los claroscuros, la iluminación en cada plano, las panorámicas de la Ciudad Gótica (New York) pestilente y miserable, de los bajos mundos y, por supuesto, los primeros planos de Joaquín, redondean una exquisita y lúgubre propuesta visual que evoca a una decadencia suburbana incrustada en la médula de la retórica del progreso y la modernidad. La cinta hace guiños a varias películas de la década de los setentas como The Network, flying over the cookoos nest, the clockwork Orange , Taxi Driver y The King of comedy.

La actuación de Phoenix pasa desde ya a formar parte de esas interpretaciones de culto, históricas. No sólo perdió 23 kilos para el papel y practicó la risa del guasón por varios meses; sino que, logró aportarle al personaje una caracterización física como expresión fisiológica de sus trastornos mentales. Nadie había hecho eso. La gestualización, la forma de caminar, de doblar el cuerpo, de sentarse, de respirar, exhalar, de correr, de apoyar la cabeza sobre el vidrio, de bailar; más el tono de su voz y las carcajadas; sublimaron a través de su cuerpo la complejidad de su mente y conciencia. Phoenix expulsa a la locura a través de su cuerpo, de lo contrario habría hecho cortocircuito. La musicalización merece también una mención especial. El soundtrack de Joker en su mayoría fue compuesto por Hildur Guðnadóttir, una violonchelista y compositora islandesa de 37 años que anteriormente trabajó en Chernobyl y Sicario; aunque, en los momentos de clímax dramático, podemos reconocer rolas clásicas de Frank Sinatra como thats life o Laughing de The Guest Who.


La película es humanista y ontológica en el amplio espectro de ambos términos. Trata de como hemos forjado una sociedad cínica, narcisista y atrapada en dinámicas de frías convivencias. De como los pudientes se encierran en sus burbujas culturales y se amparan en su ridículo discurso de apología al esfuerzo y la meritocracia para justificar la pobreza y la profunda desigualdad en el planeta. De la visión punitiva y aporofóbica de las clases altas, de su ceguera y su sordera ante la agónica realidad de amplias capas sociales. De como el sistema pretende formar este ser unidimensional (Marcuse) que tiene que rendir y ser feliz todo el tiempo a pesar de sobrevivir precarizado.

El trastorno de la risa de Arthur Fleck funciona como un poderoso recurso de diagramación del personaje. Arthur se ríe cuando siente ansiedad, angustia o tristeza; o sea, se ríe cuando no debe de reírse. Cuenta chistes que no son graciosos y es un freak en una búsqueda eterna de aprobación social. Fleck es, además, un tipo alienado, que se ha tragado el sueño americano y que aspira -como la mayoría- a tener fama y dinero. Sin embargo, la realidad es cruel, lo invisibiliza, nadie lo escucha y hasta la cultura de masas pretende utilizarlo como burla. Así es, el cinismo posmoderno convierte a la diferencia en objeto de chiste, a los inadaptados en memes. La película critica hondamente a la subcultura del entretenimiento y las multitudes de personas envenenadas por la caja gris. El joker sublima toda esa violencia simbólica y ese rechazo de su entorno en una atroz violencia física. La ideología del villano es clara: se ríe de la moralina occidental, de su hipocresía, de su miseria humana. Sólo la violencia puede saldar el rencor de la clase oprimida. Según Phillips, la nueva lucha de clases (Zizek) vendrá con máscara de payaso y será un caos total. Es la revolución esbozada en tiempos del nihilismo ramplón, posverdad y la pospolítica.

Si Ortega y Gasset decía el hombre y su circunstancia, el guasón nos restriega en la cara que es un producto del sistema, de su indiferencia e inacción. Si Levinas propuso una ética amparada en el otro, en la alteridad; Phillips señala que estas sociedades profundamente egoístas y enfermas, son una bomba de tiempo. Que el capitalismo tardío no puede seguir con esa descarada forma de exaltar el consumismo exacerbado y en la práctica continuar pariendo estas hordas de marginados y desadaptados. Todd nos recalca que cualquiera pudo ser el guasón y que todos los excluidos son una especie de joker. El autor hace las preguntas adecuadas y pone el dedo en la llaga en los problemas sociológicos que enfrentamos cerca de llegar al 2020. Phillips advierte: el futuro no luce promisorio.

En definitiva, un verdadero peliculón que se convierte desde ya en un clásico instantáneo y, que deja en la sublime interpretación de Phoenix, una actuación que será recordada por lustros. Sin duda una de las mejores propuestas cinematográficas del año.

Erick Tejada Carbajal

Ciudad de México

7 de octubre del 2019.
zaratustra11083
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9
26 de enero de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así es señores, el maestro ha vuelto, ha regresado con la fuerza de un huracán para engendrar este trepidante compendio de imágenes que se pasean por la médula del cinismo, el exceso y la banalidad de Wall Street y su mundillo financiero, sin discursos trillados y con imágenes que pululan por la orilla de la obscenidad, el brillante director de “Taxi Driver” nos abofetea con descaro el culto que le rinde una sociedad roída a su verdadero dios: el dinero. Terence Winter escribe un magistral guión tomando de base la novela del mismo Jordan Belfort, en la cual narra sus intrépidas aventuras desde sus inicios hasta el pináculo de su carrera como corredor de bolsa. Leonardo Di Caprio borda un personaje que le encaja como anillo al dedo y Jonah Hill está monumental como el fiel compañero de parrandas de Belfort y socio en este desquiciado ascenso a la cumbre. No necesitó de imágenes de pobres o de miseria para clavarnos entre gag y gag hondas reflexiones sobre el derroche y el exceso de un planeta patas arriba en que lo único que interesa es sacarle dinero del bolsillo a otro para pasarlo al tuyo. La avaricia desmedida, los pocos escrúpulos, la arrogancia y la trivialidad de una clase alta neoyorkina obsesionada con lujosas mansiones, Ferraris, viajes a Roma y yates de 150 pies son mostrados sin tapujos por el genial director de “Raging Bull”, pocas veces una cinta ha sido tan brutal, cruda y frontal en su feroz crítica al esquema de anti-valores que ha desplegado el capitalismo salvaje por décadas. Un círculo éste de Wall Street que gira en torno a las drogas, prostitutas y la vorágine de vender, vender y vender; dime cuanto vendes y te diré quién eres. El maestro tiene la sutileza de no deslizarnos sendos discursos cargados de moralina sino que deja que todo el peso de la cinta caiga en este torbellino de bizarras escenas, mención aparte merece el genial y cínico humor negro que aparece recurrentemente en la película, es al final, como reírnos de todo, de nosotros mismos por ser las ovejas de estos lobos y de la decadencia del sistema que ha erigido una putrefacta sociedad cimentada en axiomas plásticos y vacíos. Mención especial a la escena que está “Popeye” en la televisión, a la breve pero magistral irrupción de Matthew McConaughey y a la dramática escena cuando Belfort deja a su primera esposa. Lo peor del caso, es que estoy seguro, que mucho atorrante alienado, saldrá del cine deseando tener una vida como Jordan Belfort, ese es el mayor triunfo de Scorsese, tal como lo muestra en el último cuadro de la cinta: hay millones de ovejas, que pueblan sus asfixiantes noches, soñando a dejar de ser ovejas y a convertirse en el próximo “Lobo de Wall Street”…
zaratustra11083
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Pearl Jam Twenty
Documental
Estados Unidos2011
7,8
1.664
Documental
9
21 de septiembre de 2011
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cameron Crowe demuestra que el arte sin pasión no tiene sentido aunque haya pasado por el riguroso y exhaustivo tamiz de la racionalidad; hoy nos regala sin duda el mejor de sus trabajos y su prematura graduación como documentalista. No sólo captura la esencia de Pearl Jam y la convierte en un ente orgánico que va cobrando vida paulatinamente se desarrolla el metraje; sino que también logra meterse por debajo de la epidermis de éstos cuatro músicos (la batería tiene su propia historia) y desparramar su amor, pasión y dedicación por la música, es una cinta que sirve de oda al proceso creativo y que desnuda las entrañas de una banda medio derruida por los avatares del tiempo y la volatilidad de la industria pero que al fin y al cabo ama ese oficio prostituido de ser artista y sobrevive porque para ellos crear es tan vital como respirar.
Es difícil editar más de 1200 imágenes y tratar de mostrar lo que es Pearl Jam, en realidad, esa es la virtud más sublime del montaje y la musicalización, moverse paralelamente al compás de maduración de la banda y su dinámica interna. Por demás está decir que Crowe no se olvida de los fanáticos y les deja unos cuantos minutos para hacernos entender con prontitud que Pearl Jam existe precisamente gracias a ese nicho de gente de todo el mundo que fue infestado por la epidemia creativa engendrada en Seattle a principios de los noventa.
En definitiva un documental que se mete por debajo de la piel de una de las más brillantes bandas de su generación y que a la vez nos describe con bastante acierto algunos vicios de la sociedad gringa de la época; si eres fanático debería de satisfacerte plenamente, y si no lo eres, pues igual el viaje de descubrimiento de Pearl Jam será más que entretenido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
zaratustra11083
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10
22 de agosto de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el inicio onírico en la estación del tren con esa sutil pero impactante musicalización se puede atisbar estar ante la presencia de una de esas películas que se te incrustaran por debajo de la epidermis y la cual encontrará un rinconcito para acomodarse entre el alma y la cotidianidad. Con una magistral puesta en escena que derrocha oficio y sapiencia se desliza plano a plano una historia que es contada con brillantez por uno de los cronistas más capaces del hemisferio. La lúgubre fotografía, los decorados, la ambientación, la cinematografía, la dirección artística y en absoluto todos los acabados técnicos son maravillosos. Este perfecto molde estético acobija a un magistral guión emparentado con unas poderosas y espectaculares actuaciones desparramadas por los dos protagonistas.
Entre diálogos inteligentes y sagaces subyace un dejo de nostalgia, fracaso, frustración, recuerdos, desesperanza y desazón. La cinta cuenta la historia de un secretario de los juzgados en Buenos Aires que está a punto de retirarse y decide escribir una novela de un caso qué marco su vida 25 años atrás, mientras el escritor va desempolvando aquel caso y aquella época, se desatan en él una serie de sentimientos encontrados renovados y que van mutando según el filme se va deshilvanado. Campanella aprovecha esta historia medio detectivesca para susurrarnos un guión que trata de amistad, amor, temor, mediocridad, severidad y que plantea preguntas existenciales trascendentes con una hondura perturbadora. ¿Cómo olvidar esos ojos de Soledad Villamil? Haciendo tantas preguntas y esperando tantas respuestas, ¿Cómo olvidar la mirada de frustración y complejo de inferioridad de Darín? Cabe destacar al extraordinario Francella en su inolvidable papel de Sandoval.
En definitiva un brillante ejercicio cinematográfico que complementa un sobrio pero perfecto envoltorio estético con una historia abrumadora y bellamente contada. Indispensable.
zaratustra11083
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8
14 de agosto de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Darren Aronosfky nos entrega una cinta que es ligeramente distante de su acostumbrado estilo efectista y trata de sumergirse con éxito en un drama un tanto trillado pero qué se ve potenciado por la cadencia del guión y sobre todo por las poderosísimas actuaciones de sus protagonistas. El director logra recrear una atmósfera densa y viscosa que exuda la decadencia de ese nuevo mundo en dónde se desenvuelve Ram Robinson(Mickey Rourke), alguien que fue una estrella destacada en los 80s de la lucha libre y ahora pelea en circuitos de segunda categoría para poder sobrevivir; una vez que la fama y la gloria se mudaron dónde los luchadores más jóvenes la verdadera vida de “el luchador” emerge cruel y despiadada sobre el protagonista, quien ha convertido a su existencia fuera del cuadrilátero en una pila de soledad y sinsabores.
Aronosfky utiliza un estilo semi documentalista al igual que “el cisne negro” en dónde la cámara persigue trepidantemente al protagonista a excepción de los planos en dónde se requiere cierta estática para enfocar esa mirada saturada de dolor, fracaso, arrepentimiento y desazón que mantiene magistralmente Rourke durante todo el filme.
Los intentos fallidos de redención aunado a esa necesidad desesperada de afecto de Rourke lo transforma en un personaje carismático pero jamás envidiado; sin caer en el melodrama la cinta explora con conmovedor acierto las vicisitudes de un hombre que en el único lugar en dónde él se sentía importante, que valía algo y no necesitaba pedir disculpas era en el cuadrilátero, un hombre qué se dedicó a asestar y recibir golpes durante toda su carrera, sin embargo, los embates más fuertes se los propinó la providencia afuera del ring, las heridas más dolorosas, más profundas y aquellas que en realidad laceraron su espíritu se las hizo la vida más allá de las cuerdas en dónde “The Ram” era invencible.

En definitiva una portentosa y sencilla cinta que nos transporta a las profundidades de un infierno cargado de desesperanza y soledad y en dónde las brillantes actuaciones de sus protagonistas nos sumergen en una historia que rebosa humanidad y desesperación, un verdadero peliculón qué viene a resarcir caminos antes transitados pero casi olvidados por la meca del cine.
zaratustra11083
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