Tres historias : La primera, de una fotografía magnífica y con los tempos bien marcados. Pero excepto el sorprendente final, de trama demasiado enrevesada y casi ininteligible. La segunda, casi casi gore, es bastante previsible y se dedica más bien a encogernos las tripas de puro asco. La tercera es otra venganza del señor Park, que de seguir así llegará a cansar con su insistencia en el tema. En fin, que la película no está mal y se deja ver: pero de terror, tan sólo en fugaces momentos.

Más que una película, se trata del episodio piloto de una serie que ignoro si se llegó a realizar, pero que no sería más que un cruce entre bola de dragón y pokemon (hubiese tratado sobre la búsqueda de más de 200 bolas que contienen monstruitos con poderes). El dibujo es penoso, con fondos apenas elaborados y personajes sin sombras ni expresión, y está a años luz de la película original.
En absoluto se la recomiendo a quien le gustase la verdadera, porque deja una sensación muy amarga ver que algo precioso lo han convertido en lamentable.

El cagallón este va de un niño que disfruta jodiendo al personal, y se supone que eso ha de ser gracioso. Sus bromas son increíblemente pesadas, y nos hace pensar que de mayor o será un excelente marine (votante republicano, desde luego), o un tenaz asesino en serie (votante republicano, igualmente).
El crío en cuestión es odioso, y no sólo no hace gracia, sino que te provoca una mala leche invencible.
Ideal como propagando pro-aborto, o como justificación para la pena de muerte.

La comedia romántica, además de ser el género más absurdo dentro de eso del cine, deberia llevar un sistema que al caducar se quemasen todas las copias de la peli.
Algunas de ellas, consideradas clásicos del cine, no soportan hoy una revisión. Los tiempos han cambiado, y mucho, y ver a una señora caerse de culo no hace ya puta gracia, ni verle un tobillo o un hombro trempan ni al más degenerado. Sic transit gloria mundi.

Pero, aún y asi, es un tema recurrente y quizás del que más pelis se hayan rodado. Desde las andanzas de Cary Grant y Katherine Hepburn, hasta el alud que hubo en los ochenta con Meg Ryan o Goldie Hawn, de las que pilló luego el testigo la infumable Sandra Bullock, que la comedia romántica ha sobrevivido a modas, épocas, y espectadores.

En este caso, además, nos encontramos con un elenco a la altura de los viejos tiempos, y con director y guionista que no tienen nada que envidiar a aquellas pelis hoy tan rancias. Pero que si ya se ven añejas incluso el mismo año de su producción, dentro de veinte formarán parte de la costra que conforma la caspa del mundo del cine. Es dificil creer que los artífices de peliculones se diviertan rodando cacas como ésta, pero está demostrado que los genios, esos que cuando aciertan se llevan el Nobel, cuando la cagan el truño adquiere dimensiones catedralicias ajenas a la capacidad del resto de la plebe.

Los Coen (sin hache, coño) firman esta birria, y uno no acaba de comprender como pueden haberla cagado tanto. Aunque un vistazo al reparto ya da pistas sobre ello: El Clooney, cuya máxima capacidad interpretativa es mantenerse serio y recitar los diálogos -que ya hará el resto su hermosura-, y la Zeta-Jones, que jamás podrá agradecer lo suficiente la labor de fotógrafos y maquilladores, que saben conseguir que su incapacidad de hacer creíble un personaje, desaparezca ante una cámara que solo se encarga de realzar su belleza angelical de bote y cirugia.

Argumentos predecibles incluso cuando uno mira el cartel de la peli, mientras se deja los euros comprando palomitas a precio de filete, guiones escritos mientras se descomía una fabada, diálogos imbéciles, y la seguridad de que la peli en veinte años estará desfasadísima y se calificará como el truño que es realmente, viene a resultar lo único que uno saca en claro de estas caca-producciones, que se han hecho desde el principio de los tiempos, y que se continuarán haciendo por los siglos de los siglos, mientras haya gentes que guste de ver a pijos viviendo historias amorosas inverosímiles.

Serán los Coen, pero esto es un truño.

Reconozco que el hecho de que entrase al cine convencido de que iba a ver una película de terror, y no una de ciencia-ficción barata, me hizo que empezase a mosquearme al cuarto de hora. Previsible, cutre, con una infografía de baratillo y un guión escrito por Pocholo en pleno derrape neuronal, este esperpento es un compendio de casualidades sin las cuales la historía jamás podría desarrollarse. Sólo para personal muy poco exigente y amantes de la éstetica "soy muy moderno, muy fashion y viajo en nave espacial".