Dice una crítica de filmaffinity que la animación japonesa no es solo Miyazaki. No puedo estar más de acuerdo.

Pero no es menos cierto que solo Miyazaki es Miyazaki. Si intentas emularlo, te pueden salir noñeces como "Los niños lobo". Una impecable factura técnica y una gran banda sonora para revestir de sentimentalismo una historia absurda, lenta y ñoña.

Podría haber sido una película entretenida de acción si no hubieran ralentizado hasta la deseperación las escenas de lucha, con el único fin de lucir las posturitas y la estética de los protagonistas y, claro está, que el espectador se "deleite" con esos efectos especiales que tanto dinero costaron.
Habrá quien la considere una película con grandes cargas de filosofía pero no es más que una versión moderna y simplificada de lo que Sócrates y Platón legaron a la humanidad hace 2500 años.
Con todo y con eso, se podría haber hecho una gran película, pero todo quedó en un alarde de estética ciberpunk y posturitas de los protagonistas, y una muestra de los mejores efectos especiales de la época.

Pero no por la veracidad de sus contenidos, sino por ser un reflejo de la propaganda y la ideología franquista de recién acabada la guerra civil. Es el único valor que tiene.
Por el resto, es una película aburrida, mal hecha, los actores son patéticos... en fín, un coñazo.