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España España · Honor al Sabadell!
Críticas de Grandine
Críticas 1.255
Críticas ordenadas por utilidad
8
24 de septiembre de 2009
102 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Crítica con Spoilers, no leer si no se ha visto)


Un hombre vaga por el desierto, en busca de insectos. Su pasión es atraparlos, y añadirlos a su colección. Su aspiración es llegar a aparecer, algún día, en el libro de insectos que porta entre sus manos. Intentar así que su nombre quede escrito en algún lugar, ser alguien gracias a aquella afición que le mantiene en las áridas colinas, perdiendo la noción del tiempo.

De pronto, anochece, y no tiene donde resguardarse. Un aldeano, sin dudarlo, le ofrece un hogar en el que vive una mujer. Tomada la decisión, pasará la noche allí.

Al despertar, el día siguiente, el entomólogo se da cuenta de que ha caido en una trampa, de que deberá permanecer allí contra su voluntad.
Sin embargo, nuestro protagonista no se rinde.
Cava.
Trepa.
Escala.
Enloquece.
Cae desesperado, e intenta urdir un plan. Pero nada funciona.
El entomólogo se ha dado cuenta de que está allí. Atrapado. Preso. Cautivo. Olvidado.
Olvidado.
Ol vi da do.
O l v i d a d o.
O - l - v - i - d - a - d - o.
En el extremo contrario de donde desearía estar. Lejos de sus quehaceres, lejos de su rutina y, ante todo, lejos de su único objetivo: perdurar. Llegar a ser alguien, aunque sea gracias a la caza de un insecto que no aparecía en aquel libro.

A partir de ese momento, los días pasan con más lentitud. La arena se pega como una lapa a sus pómulos, sus rodillas, a su cuerpo, y la cámara de Teshigahara lo recoge con una fuerza tremenda. Haciendo del plano detalle una potente herramienta, y siguiendo así lo que se convierte en un prácticamente malsano amorío.

Pasan horas y horas, días y días, meses y meses, pero la cosa poco cambia.
Sin embargo, y en otra futil intentona por huir de aquel lugar, el entomólogo realiza un descubrimiento. Puede conseguir agua filtrándola.
Tras muchas pruebas e investigaciones, durante un acontecimiento fortuito, alguien deja una escalera colocada en el lugar más idoneo para huir.
Pasos.
Metros.
Niveles.
Son los que separan al entomólogo de su libertad.
Los que le liberarían de su cautiverio.
Ahora, y lejos de lo que era cuando llegó, el entomólogo sabe algo que puede compartir. Que debe compartir. Algo que, definitivamente, pueda hacer de él algo más que una figura que pasó por allí, sin más. Algo que transforme ese Olvido en Recuerdo.
Grandine
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8
7 de julio de 2009
127 de 172 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Y vosotros, de donde salís? ¿Cuánto pensáis que valéis? Seguramente, ni una décima parte de lo que pagaría yo por poder escupiros en la cara la escoria que sois. La escoria que me parecéis. ¿Creéis que podéis tratar a alguien como queráis? ¿Comprarlo y venderlo al pormenor? ¿Como si sólo fuese un objeto, una mercancía? ¿Desechando los sentimientos que pueda poseer una persona, como si se tratase de un muñeco sin vida, de un cuerpo inane? Pero lo peor de todo, es que la escoria que sois no sólo os atañe a vosotros, los que traficáis con esos cuerpos, con esas vidas, sino también a los que están en el otro bando: a todos esos cabrones que pagan a su antojo... ¿por un mísero polvo...?
¿Pero quién os habéis creído que sois? Capaces de tratar a una persona como un simple objeto, como un ser desposeído de toda virtud, que haga vuestras delicias y os ayude a sentiros hombres, otra vez, porque hace tanto tiempo que no acariciáis a nadie, que ni alma os queda. Está podrida, está entumecida, son los restos de lo que algún día, cuando vuestros ojos aun rezumaban inocencia, alguien llamó humanidad. Lo que habéis perdido, lo que ya no poseéis, lo que ya no desprenden vuestros cuerpos, vuestras fauces, cada vez que tocáis a alguien como Lilya, para otra vez más... sentiros algo, sentiros alguien.

Por desgracia, o por suerte para aquellos que palpamos en vosotros el asco de alguien que comete semejantes actos, lo que nunca llegaréis a tener es el suficiente valor para soportar lo que soportan muchachas como Lilya que, algún día, vivieron en la supuesta libertad y felicidad que les otorgaba saber que podían andar a su antojo, antes de que las empapaseis con vuestro repugnante vaho, antes de que las rozaseis con vuestros ásperos dedos.

Porque Lilya, algún día vivió acompañada por la sensación de que podría llegar a ser alguien, de que tras todas esas situaciones vividas, se escondían personas que realmente la valoraban y apreciaban, de que una sonrisa no podría costar un precio tan caro como el de verse despojada de su propio albedrío, del derecho a poder escoger su propia vida. Por eso, sólo por eso, sonríe, sonríe por última vez, Lilya, y vuela hacía el júbilo que algún día se reflejó en tu rostro...
Grandine
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6
9 de octubre de 2009
121 de 160 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una suerte que en un panorama tan desolador como el del cine patrio, que últimamente se acoge, además de a la comedia zafia de turno, al terror de última generación (fantasmas y demás), se presenten de vez en cuando cineastas como Daniel Monzón que, alejándose de la temática habitual (aunque no del todo en esta última "Celda 211") en este, nuestro país, se mueva entre géneros como el fantástico, el thriller o el drama carcelario mezclado con ese último género que es lo que supone el film que nos ocupa, y logre resultados que, si bien en su anterior "La caja Kovac" no eran tan satisfactorios, nos dejen grandes películas como "Celda 211", mostrando que cualquiera tiene margen de mejora, y que cuando se posee talento, todo lo demás viene de la mano, sea pronto o tarde.

Partiendo de una idea de lo más curiosa, como la de un motín en el que se ve involucrado un guardia que, en su primer día, se hará pasar por preso para sobrevivir a la situación, Monzón logra reinventar minuto tras minuto la situación, y confabular unos roles que juegan sus ases con la suficiente inteligencia y perspicacia como para que todo resulte veraz y convincente.
Sus mejores bazas, en este caso, amen de un plantel de actores donde caben nombres como Tosar, Etura y un imprevisible Resines que sale de su papel de siempre para ofrecer una buena interpretación, además del serio papel de un desconocido Alberto Ammann, son el traslado a la gran pantalla de un ambiente como el carcelario, sin que éste resulte forzado o tosco, haciendo que todos los roles que interceden en el film logren darle el empuje suficiente como para que todo resulte creíble a los ojos del espectador, y éste se pueda ir introduciendo, poco a poco, en la temática del film.

Entre sus otras armas, dejando de lado un reparto tan atinado que hasta el secundario con menor importancia está perfecto y no rechina, se encuentra un guión muy bien amoldado, que hace de cada minuto que pasa un hervidero de muy buenas ideas, llevadas con pulso y tenacidad, haciendo que en "Celda 211" no se apague la llama que la mantiene encendida en ningún momento y siga creciendo, dejando temas candentes sobre la mesa e, incluso, algo de crítica tras ella (aunque, por suerte, no sea su principal eje), para culminar en un final que estalla en las propias narices de un sorprendido espectador, y es que, si actualmente hay algo más loable que mantener al respetable enganchado prácticamente dos horas a una trama vivaz, eso es culminarlo de un modo respetuoso, coherente y firme, que es lo que sucede exactamente en "Celda 211", obteniendo así un final no sólo acorde, sino además alejado de insidiosos tópicos.


(Termina en el Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
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7
25 de septiembre de 2007
104 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
Narcotraficantes gallegos con camisetas del depor, narcotraficantes portugueses con el escudo de Portugal en sus camisas, un tipo jugón y vicioso, una mujer severa y rotunda, tres amigos (el alelao, el listillo y el bromista), un guardia civil curtido, un guardia civil joven y cabrón, de estos de las nuevas juventudes... políticos corruptos, desvíafondos y pederastas, ladrones de joyas con muchas chicas a su alrededor, una villana a lo James Bond, prostitutas que birlan anillos, diálogos a cada cual más carcajeante, situaciones de puro estupor y risotada continua, frases para la eternidad, bombas lapa, coca sobrevolando las cabezas de guardia civiles, etc...

"Airbag" no es sólo una parodia, también es una película que, con sus más y sus menos en cuanto a la aparición de estereotipos, refleja parte de nuestra España, esa España que no nos gusta recordar cuando viajamos por ahí y nos preguntan por nuestro país, esa España que los guiris conocen como la paella, las sevillanas y el toro, pero que nosotros conocemos como la telenovela a la hora de comer, los hombres con camisetas de fútbol de sus equipos, las fuerzas de seguridad profundamente incompetentes y macarras, los políticos encumbrados entre un halo de falsedad y mentiras, el vicio compulsivo de algunos, la rigidez de otras, etc..

Y así son las cosas, y así nos las cuenta Bajo Ulloa, en una película que no esconde sus pretensiones: Hacer reir al personal y entretener a partes iguales a base de humor grueso, situaciones inconcebibles, reconocidísimos cameos tan típicos en las producciones nacionales casposas, actuaciones de una cutrez tan resaltable como entrañable, puntillas que sólo podrían ser soltadas en una peli como esta, secuencias sobresaturadas de disparos, tonterías y tacos, persecuciones anómalas como mandan los cánones de las últimas de Bond... sólo que, lo que allí es tomado en serio, aquí es tomado a puro cachondeo, y así le iba a según que agentes...

Además, el personaje de Manuel Manquiña es la hostia (así, hablando en plata), suelta algunas perlas que son para enmarcar y está genial en su personaje, desde el primer al último minuto. PUNTO. Luego están los de siempre, Segura, Sardá, Elejalde, Guillén Cuervo, Pilar Bardem, etc... a los que se les suman el inverosímil y cojonudo personaje de Karlos Arguiñano y el esperpéntico Albert Plà.
¿Que quien da más..? Pues seguramente nadie...


"Vamos a llevarnos bien, o van a haber hondonadas de hostias"

¿Que quien da más..? Lo dicho.
Grandine
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7
26 de abril de 2007
110 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien parecía que al otro lado del charco se había agotado el filón de lo paródico con la nefasta Scary movie 2 (aunque desconozco si en Scary movie 3 el genial Zucker ha hecho algo por enderezar la saga), bien sabido es que UK es un lugar propicio para intentar revitalizar el género de la comedia ya sea mediante ese humor absurdo del que suelen hacer gala en las islas británicas o gracias a humoristas de lo más brillantes que van surgiendo cada determinado tiempo.

Parece ser, que en el tándem Edgar Wright/Simon Pegg se hallen los ingredientes para que ambas premisas queden aunadas bajo un mismo techo, pues tras participar en diversas series que han adquirido reconocimiento sobrado (y de las cuales, aquí desconocemos su existencia), certificaron con este film, "Shaun of the dead" (deplorable ya no que a veces se realice una mala traducción al castellano del título, sino que se haga una mala translación del mismo dejándolo en su idioma originario) que poseían el talento suficiente como para divertir y entretener a partes iguales dejando un buen sabor de boca.

Sin demasiado ruido, la cinta comienza de modo algo insulso dando paso a una presentación de personajes que, si bien nos ofrece la suficiente información sobre ellos, no resulta demasiado sugestiva. Tras ella, se sucede el inicio del entramado donde sorprende que los múltiples guiños a directores ya de culto (Raimi, Romero, Jackson...) y algunos gags de lo más disparatados logren conectar con el espectador de un modo tan directo y eficiente.
También es una grata sorpresa ver el montón de flecos que se esconden tras la opera prima de estos dos humoristas que, mediante un paralelismo veraz y cachondo y diversos puntos de interés, hacen de ella un entretenimiento más que primordial.
Si es que estos ingleses... quizá no sabrán lo que es comer bien, pero de humor saben lo suyo.
Grandine
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