Uno de los thrillers más importantes y populares de los 90, una reputación merecida, pero no la de obra maestra, ni siquiera la de mejor película del 91. Parte de una buena historia, y Jonathan Demme realiza un trabajo destacable como realizador, pero tiene pequeñas trampas en ambos aspectos a lo largo de su historia para realizarla más interesante, una cosita que no explico, otra que bien pensada no viene a cuento, cositas pequeñas pero que en conjunto no son poco.
Sobre los actores, muy correcto Scott Glenn, magnífica Jodie Foster y sobreactuado Anthony Hopkins. Estoy seguro que esa sobreactuación era lo que quería Jonathan Demme, y no es del todo culpa de Hopkins. Eso sí, la exageración contribuyó a mitificar a un personaje que debe más a su personalidad y carácter que al trabajo de Hopkins.
En definitiva, una película realmente buena, pero con sus pequeñas trampitas y con una de cal y otra de arena en el reparto; pero bueno, merece la pena que la veáis y saquéis vuestras propias conclusiones.

Sobre este documental diré primero que es evidente que la estrella de la función es Al Gore, el inventor del medio ambiente y la ecología según algunas personas. Durante estos 90 minutos demuestra ser un gran comunicador y un experto en el tema, pero también da la impresión de considerarse un verdadero paladín al mezclar su vida privada con este tema tan importante. Quizás se pase un poco en egocentrismo, pero por suerte la mayoría del tiempo no es así, por lo que dicho fallo se le puede perdonar gracias a sus excelentes dotes como orador.
Es evidente que una película de este tipo se basa totalmente en el guión, que en este caso corresponde casi en su totalidad al contenido de las conferencias impartidas por Gore a lo largo de todo el mundo, por lo que la dirección no es un trabajo excesivamente complicado. El montaje también sigue por el mismo camino, bastante lineal para seguir la conferencia impartida por Gore, con unos cuantos lapsos para incluir algunas reflexiones de él mismo o comentarios sobre su vida. De todos modos, está bien montada, aunque no sea un trabajo realmente complejo. En cuanto a la banda sonora, temas sencillos, agradables y que pasan desapercibidos, lo más adecuado para una película en la que lo importante es el mensaje y no el envase.
En cuanto al mensaje, pues simplemente se puede decir que es escalofriante, pone los pelos de punta. Yo me creo lo que dice, simplemente porque no veo motivos para que nos mienta. Da continuamente datos que nos confirman que la Tierra está camino de su destrucción a no ser que tomemos cartas en el asunto, y rápido. ¿Hay esperanza? Sí, desde luego, pero sentados en nuestras casas lamentándonos mientras usamos aparatos de gran consumo energético no vamos a arreglar el asunto. Una actitud pasiva no va a arreglar el futuro de las próximas generaciones.
En resumen, chicos y chicas, por favor, VED ESTA PELÍCULA, en serio. No es una obra maestra, pero su mensaje es imponente e irrebatible: nos estamos dirigiendo hacia nuestra propia autodestrucción, más aún, a la destrucción de casi todo lo que puebla este planeta; si no hacemos algo, estamos acabados, no ahora, ni en 50 años, pero puede que sí en 100 ó 150.

Visualmente esta película es impactante en todo momento, y técnicamente no se le puede reprochar nada, pero artística y sobretodo ideológicamente ya es otro cantar.
La banda sonora rara vez encaja bien con la imagen para proporcionar el ambiente épico que intenta lograr, además de ser una creación poco inspirada u original. El diseño de los personajes es exagerado, incluyendo seres deformes y monstruos que en ocasiones rayan el ridículo en el contexto. El uso de la cámara lenta es desorbitado, entiendo que la use en determinados momentos para que dé la sensación de estar ante una viñeta, pero Snyder abusa demasiado de ella. La película duraría 20 ó 30 minutos menos sin su empleo.
Y ahora el mayor defecto de la película, su carga ideológica. Ya había leído que Frank Miller había adoptado una ideología muy conservadora, incluso fascista, desde hace tiempo, pero lo de este film no tiene nombre. Los espartanos están versados desde jóvenes en el arte de la lucha y son personas muy orgullosas, perfecto, pero aquí lo único que les importa es matar o morir en batalla, haciendo una apología de la violencia sobre la negociación como medio de defensa, quebrantando las leyes y saltándose por la torera la consulta con el consejo. Además, la analogía con la cruzada contra el terrorismo islámico que lidera EE.UU. ya era bastante sospechosa en el cómic, más aún tras escuchar a Frank Miller decir que piensa realizar el cómic 'Batman vs. Bin Laden', pero con la trama política añadida en la película creo que resulta bastante evidente. Los espartanos son los orgullosos protectores de la cultura occidental que realizarán cualquier masacre con tal de defenderla saltándose una posible negociación y cualquier ley, mientras que los persas son los monstruos carentes de cualquier sentido del honor y a los que no les importa sacrificar a los suyos en batalla. Y vaya pinta que tienen los persas, sobretodo Jerjes, muchos parecen drag-queens, incluso llevan cejas pintadas. Y el momento gay de Jerjes es muy descarado, incluso con un silencio entre frases para que el espectador se ría; como Zach Snyder prentendiera lograr un momento serio y no de comedia, pues le salió como el culo. Los buenísimos espartanos son los machos machotes, con mucha barba, y los malísimos persas o son monstruos o parecen sacados de 'Priscilla, reina del desierto'. Con este panorama es evidente que los personajes son más planos que un papel de fumar, así que sabemos lo que van a hacer en todo momento. Todo esto es un fallo ya presente en el cómic, pero Zach Snyder en ningún momento lo intenta subsanar, es más, lo empeora.
En definitiva, película palomitera impactante visualmente y con mucho ritmo aunque muy, muy cuestionable artísticamente y que si se ve debe hacerse con el cerebro a medio funcionamiento y estando de antemano bien escudado frente a su repugnante mensaje.