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España España · Madrid, Jaca
Críticas de jaly
Críticas 779
Críticas ordenadas por utilidad
6
11 de noviembre de 2011
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
No podemos decir, honestamente, que Penny Marshall sea una maestra de la sutileza. En los tiempos en que se rodó Despertares, un par de películas suyas triunfaron también (Big y Ellas dan el Golpe), y eso provocó que alguien la pusiera al frente de esta cinta, una decisión errónea pero que se tradujo con un nuevo éxito de público y de crítica, que sin lugar a dudas sobrevaloró un poco Despertares .

Y puede decirse esto, además de por el desarrollo posterior de la carrera de su realizadora, porque el indudable interés de la historia real que cuenta nunca llega a convertirse en algo verdaderamente extraordinario cinematográficamente, cuando los hechos que tuvieron lugar fueron un verdadero hito en la historia de la medicina. El desarrollo de Despertares es, por una alarmante falta de riesgo típica de los melodramas hollywoodienses de los ochenta, plúmbeo, monótono y con cierta tendencia a la sensiblería.

Pero Despertares no es una mala película, ni mucho menos. Y eso es porque el guión cuenta, como decía, una historia que merece la pena ser contada, con una carga emotiva, científica y humana irreprochable. Y el autor es, nada más y nada menos, que Steven Zaillian (La lista de Shindler, Gangs of New York).

No obstante, si Despertares es recordada por algo, es por la labor de su pareja protagonista. Dos actores de método puro que en ese momento se encontraban en la cuesta de la ola de su carrera y que en Despertares son el verdadero motor de la historia. Robin Williams y Robert De Niro, crean, con una humanidad y una compasión que tira de espaldas, las dos caras del espejo de la aislación social. Dos hombres enfrentados a sus soledades por causas muy distintas, y unidos de por vida por el afán último de curarse, mutuamente, aunque ambos no lo sepan. Sus caracterizaciones, o creaciones, matizadas, sensibles y emocionantes, son dos ejemplos perfectos de la importancia, la potencia y la sabiduría que puede demostrar un actor que cree en su trabajo, y que lo hace para entretener, pero también con razones más elevadas, puras, e importantes.
jaly
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9
15 de febrero de 2009
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
La edad de la Inocencia es mucho más que un folletín romántico. Compleja película de pasiones desbordadas obligadas a vivir bajo el yugo de una sociedad y unos principios en los que las pasiones y todo lo que se desborda es signo de indecencia e indignidad. Es así mismo un férreo retrato de una época y una clase social al borde de su propio declive; y una contraposición entre maneras de ver el mundo cuando parecía que la única manera de hacerlo era la preestablecida por un sistema de valores basado en la corrección y las apariencias.

Pero los humanos, humanos son, por eso aunque los corsés y las formas dominen los comportamientos, las ambiciones y sentimientos son ingobernables, sobre todo los propios.

Scorsese filmó hace ya casi veinte años una de sus más grandes películas, aunque no sea reconocida como tal, en parte por el (aparente) estilo académico y alejado de sus rupturistas obras previas. Pero La edad de la Inocencia comparte temática e intenciones con toda la carrera de su director. Es una historia de violencia, emocional y soterrada en este caso, y una crónica del paso de los años y las experiencias fundamentales de seres que valoran sus existencias por esos hechos.

Y además esa aparente belleza formal del filme es solo una máscara de todo lo que esconde La edad de la Inocencia: no hay un solo plano casual en todo el metraje, no hay un elemento de mero atrezo, no hay un fundido que sea azaroso. Absolutamente todo lo que aparece en pantalla significa algo que acompaña el presente o predice el futuro de los personajes. Scorsese está presente en todos los fotogramas de la película, acompañando su historia con múltiples lecturas posibles, en las que no se posiciona sobre la resolución dramática, pero invita al espectador a hacerlo. En cada visionado de La edad de la Inocencia cambiará la perspectiva de los hechos. Fascinante.

Y como es habitual en Él, el reparto está soberbio. Tenemos la oportunidad de vivir la vida de ese amante que es Newland Archer, Daniel Day Lewis; para que luego digan que sobreactúa. Pocas veces he visto en el cine tanta contención a la par de tanta vida en esos silencios y actitudes sutiles.

Y tenemos la oportunidad también de ver a dos grandísimas actrices que el tiempo nos ha robado, Michelle Pfeiffer y Winona Ryder ejerciendo un cara a cara antológico, a pesar de que apenas compartan planos. Las dos fuerzas por defender sus ambiciones y su dignidad planean sobre una película complicada y sutil, pero que a la par es un torrente de belleza y pasión.
jaly
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7
1 de octubre de 2010
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las siete nominaciones al Oscar que obtuvo en su día En un Lugar del Corazón, parecen hoy algo exagerado. El filme, sin ser desde luego una mala película, hoy parece algo anticuado y descuidado, y además su historia ya es de sobras conocida por otras muchas películas.

Pero situándola en su contexto histórico, es lógico que En un Lugar del Corazón impresionara en su momento. Por un lado, forma parte de una corriente de cine muy presente en los ochenta (El Color Púrpura, Tallo de Hierro, El Rey Pescador, Tomates Verdes Fritos), que miraba a las épocas de pobreza y depresión en un tiempo de boom económico y social como fue esa década. Por otro lado, su protagonista, Sally Field había ganado hace unos escasos cuatro años su primer Oscar (y repetiría por ésta) con Norma Rae y era una de las grandes estrellas del melodrama; y a su director Robert Benton, también le llovían los premios (Kramer vs. Kramer).

Por eso, aunque hoy su estética y su resolución estén muy vistas, y su guión se diluya en subtramas sin mucho sentido, En un Lugar del Corazón es una película correcta e incluso necesaria sobre el derrumbe emocional de una nación y una mujer, sobre la caída de una sociedad económica sustentada en el racismo y las nuevas formas de esclavitud de los años 30.

Como es evidente, su estrella, Sally Field, está fantástica. No sólo porque sea lo mejor de la película, y el papel de Madre Coraje, tan presente en su carrera, sea su favorito, sino porque su interpretación es realmente buena. Una mujer pequeña e indefensa, expuesta a la pérdida de todo lo que tiene, que se arma de valor por conservar todo lo que le importa: a su familia y su lugar en el mundo.
jaly
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9
25 de enero de 2010
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez vista Nine, no me sorprende (tanto) el batacazo comercial, y en parte crítico, que se ha llevado la película. El tema central de la misma, el interior de un artista, su relación con el mundo, y la relación del mundo con él, puede que sea demasiado complejo para una sociedad de espectadores como la de hoy en día, en buena parte devaluada por la industria en vez de alimentada por el arte.

Por ello, como ocurre con otras cintas del mismo tema (como, por ejemplo, Muerte en Venecia), una importante parte proporcional de quienes vean Nine, no sepan ver más allá de su suntuosa factura de musical de lujo, y la encuentren una película desordenada, vacía.

Pero Nine es todo menos eso. Es cierto que no alcanza la perfección formal de Memorias de una Geisha; o la milimetrada agilidad de Chicago, las anteriores obras del realizador, pero la encuentro infinitamente más profunda.

Nine trata sobre las luces y sombras de una personalidad en estado de bloqueo. Las mujeres de la vida de Guido Contini simbolizan los triunfos y los fracasos de su propia esencia: en todas ellas hay tal arrojo de pasión, que lo amargo y lo dulce se dan la mano en cuanto a su relación con Guido. Por ello, la estructura de Nine es como hallarse en el interior de la cabeza de un creador de arte. Y por si eso no fuese suficiente, ese pulso creativo se encuentra en el aciago y angosto camino sin salida del vacío.

Ahí se encuentra lo realmente apasionante de Nine, en el ansia por crear y la dificultad para hacerlo, sin, por supuesto, desmerecer a un aspecto formal perfecto, capaz de transportarnos a la Italia de “La Dolce Vita”, a la era de oro del musical y al fascinante y complejo mundo del cine.

Y el reparto, afronta tal reto técnico (en cuanto al musical), y actoral (en cuanto a la historia que cuenta), con una profesionalidad que deja la boca abierta. Es cierto que alguno de los actores no cantan ni bailan a la altura de otros, pero cada uno de los 8 protagonistas aprovecha sus momentos en pantalla por todo lo alto. (Lo comento en Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jaly
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7
25 de septiembre de 2009
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alan Parker es un cineasta que politiza todas sus obras pero cuya máxima aspiración no parece ser la crítica social o política, sino el entretenimiento de consumo masivo. Hay a quien esto le hará sacar humo por las orejas, pero personalmente todas sus obras me parecen entretenidas y mucho más decentes que las de otros cineastas “de calidad”, que parecen películas rodadas con la única ambición de discutirse en forums de intelectualoides.

Porque el cine ante todo es el arte de entretener, y eso no se le puede reprochar a Parker. Y si además de entretener, consigue tocar realidades del mundo de hoy, pues mejor que mejor. Realidades como esta, la Pena de Muerte, que en Europa nos parece lejana, como de civilizaciones a años luz en la historia, pero que está tan cerca como un vuelo de avión y un trayecto por carretera de menos de 24 horas. Pues la ley de los hombres se quiere equiparar a la de Dios dando vidas, y quitándolas.

Parker retrata muy inteligentemente esa América de la Pena de Muerte con feísmo y claroscuros: Nueva York, o los planos antes de toda la sucesión de acontecimientos que llevan a nuestro protagonista al corredor de la muerte, están filmados con bella luz del día, árboles, parques, limpieza; los planos que cuentan la caída libre de David Gale, y la intrusión de Bitsey, la periodista, en ese mundo cerrado de mentalidades retrógradas y violencia a la vista e interior, están filmados con días lluviosos, barrizales, pobres viviendas.

La Vida de David Gale cuenta una historia de honor y de fanatismo, de defensa por la propia vida y de sacrificios sobrehumanos por el bien común. Y pese a todos los grandes temas que trata no consigue convertirse en una obra magna tal vez porque los trata de manera un tanto superficial, quizá por miedo a no quedar trascendente. Pero una película con semejante temática necesita grandes intérpretes para que sea creíble, y aquí reside el gran logro de la cinta, en las interpretaciones de Spacey (contenido y arriesgado), Linney (maravillosa y sensible) y Winslet (carismática y entregada). Sin ellos tres la película habría bajado varios puntos, pero sus comprometidas actuaciones son tan geniales como suelen serlo en todas sus carreras.
jaly
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