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España España · Barcelona
Críticas de Eduardo
Críticas 1.293
Críticas ordenadas por utilidad
8
18 de marzo de 2020
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más clásicos. Esta vez, la despedida de Jean-Pierre Melvile, del cine y de la vida. Sin alcanzar la excelencia de sus dos obras mayúsculas, Le doulos y Le samouraï, Crónica negra es un excelente relato policial, duro y cortante, en que las fronteras entre "buenos" y "malos" se diluyen constantemente. Cuenta, además, con dos secuencias de visionado obligatorio: el atraco al banco nada más empezar, en que la violencia de los elementos parece presagiar la violencia que se desatará en el interior del local, y la extraordinaria set piece del asalto al tren, rodada con un tren Payá y un helicóptero de la misma marca, toda una lección de planificación y economía de medios (ni siquiera hay música, para no interferir en las imágenes). Melville exhibe una vez más su gran amor por el thriller estadounidense, pero lo remite al polar con elegancia y sabiduría. Hermosa fotografía en B&N de Walter Wottitz, que aprovecha al máximo los ariscos paisajes donde transcurre la acción. Repite Delon, en su sempiterno papel de policía duro, a quien no le importa golpear a sospechosos, travestís o señoras de buen ver, demostrando que era algo más que una cara bonita.A Richard Crenna, actor irregular, a quien muchos recordarán como el jefe de Rambo, le crecían las cornamentas, ninguna como la que lució en Fuego en el cuerpo. Catherine Deneuve, la divina frígida, está y no está, un poco en plan florero, lamento decirlo. Un grupo de estupendos secundarios francees redondea la función. Una obra que merece una revisión urgente.
Eduardo
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7
19 de febrero de 2017
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alguien arroja una maleta llena de dinero al coche del matrimonio Palmer. Esto provocará irreversibles consecuencias... Así empieza este ejemplar ejercicio de cine negro orquestado por Byron Haskin a partir de un serial de Roy Huggins, especialista en el género. La cinta está protagonizada por rostros icónicos del noir: la sin par Lizabeth Scott, de rostro inquietante y labios húmedos, aquí una sencilla ama de casa que, de repente, ante la milagrosa aparición del dinero, se convierte en una femme fatale dispuesta a todo; Dan Duryea, siempre repulsivo y untuoso, la mano siempre a punto de abofetear o sacar la pistola; y Arthur Kennedy, con esa cara de vecino de al lado, aparentemente de lo más normal, el desgraciado de la historia. Don DeFore es un gran miscasting, no obstante. La trama contiene algunos puntos débiles, pero miramos hacia otro lado porque nos lo estamos pasando muy bien. No se trata de una obra maestra, ni mucho menos, pero sí de una propuesta eficaz y honrada dentro de sus características.
El DVD presenta una copia restaurada excelente, lo cual lo convierte en una pieza a cobrar por los amantes del género. Sigan mimándonos, por favor.
Eduardo
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6
17 de febrero de 2020
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un momento en que todo tipo de charlatanes y voceros populistas intentan desprestigiar la política, de forma que las dos palabras de mi título parecen antitéticas (de hecho, ya se ocupan los propios políticos, salvo honrosas excepciones, de desprestigiar su oficio), es interesante echar un vistazo a esta pequeña película, si bien aquejada de un exceso de verborragia. Una joven filósofa sin la menor experiencia en el campo de la política es captada por el gabinete de imagen del alcalde de Lyon para darle ideas. El alcalde, un socialista honrado y recto, se encuentra falto de nuevos conceptos tras 30 años de dedicación a su carrera. Entre la novata y el veterano se establecerá una relación de insólita complicidad, hasta el punto de que sus asesores ponen en cuestión la labor de la joven cuando el alcalde sopesa presentarse a presidente de la República... Estamos ante la típica película francesa en que el guión, los diálogos, es lo primordial, antes que la acción o el encadenamiento de situaciones, de modo que quienes teman aburrirse con las continuas disquisiciones que relacionan la ética, la estética, la moralidad y el trabajo político pueden quedarse en casa. Nos zambullimos en el mundo desconocido que existe más allá de los titulares periodísticos y las fotos acompañantes, descendemos a las catacumbas de lo que se cuece tras esos imponentes muros que albergan ayuntamientos, en este caso, palacios presidenciales o sedes de partidos políticos. Una inmensa maquinaria trabaja para llevar adelante no sólo la labor externa, la que percibe el pueblo, los súbditos, sino las ambiciones personales de quienes han sido ungidos con el poder. La cinta es un mano a mano apasionante entre un Fabrice Luchini cada día más superlativo y una Anaïs Demoustier que se crece ante el maestro y ofrece la interpretación más completa de su ya dilatada carrera, pese a su juventud. Lo mejor de Los consejos de Alicia se concentra en los encuentros entre ambos, en ese placer visible que sienten dos artistas al dar lo mejor de sí mismos.. Pero el espectador ha de ser paciente y acomodarse al ritmo de las imágenes y a la espesura de unos diálogos no aptos para todos los públicos, y no me estoy poniendo estupendo, sino realista. Hay a quienes les sonará a chino lo que están oyendo. Para apasionados de la política y/o la filosofía.
Eduardo
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7
7 de febrero de 2015
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta ver que Ettore Scola, a sus 84 años, sigue reinventándose a pesar de todo. Tras un silencio de 10 años, volvió en 2013 para rendir un sentido homenaje a su gran amigo Federico y, de paso, a unos cuantos compañeros de viaje ya desaparecidos: Marcello Mastroianni, el trasunto de Fellini, Steno, prolífico director de películas poco memorables, o Ruggero Maccari, con el que tantas películas maravillosas había escrito Scola (El estafador, Fantasmas de Roma, La escapada, Monstruos de hoy... La lista sería interminable). Rodeado de espectros, Scola revive sus años de juventud, sus comienzos en una especie de Charlie Hebdo de la época, su encuentro con Fellini, con Steno, con Maccari... Los fantamas pasean por el fantasma de Cinecittà, resucitan el rodaje de La dolce vita, pasean de noche por Roma, la Roma tan bien retratada por Fellini, y junto con ellos recorremos un fragmento irrepetible de la Historia del Cine, ese cine italiano de los años 50 y 60, en que no sólo descollaba el fenomenal triunvirato Fellini-Visconti-Antonioni, sino una serie de directores que hicieron de Italia un paraíso cinéfilo, Los Pasolini, Monicelli, Zampa, Pietrangeli, Risi, por supuesto, Comencini, el propio Scola... Y otros que olvido en este momento. Mezcla de película y documental, esta cinta merece el visionado de todo aficionado que se precie de serlo, aunque sólo sea para derramar una lagrimita de nostalgia por una forma de hacer desaparecida para siempre.
Eduardo
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7
23 de mayo de 2013
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Una película dedicada al inventor del vibrador! Y sin embargo, una comedia elegante, una recreación de una época de cambio, una historia de amor, un alegato feminista... Sé que tengo debilidad por las películas británicas bien hechas, tan alejadas de las patochadas norteamericanas que nos invaden, pero no pienso pedir disculpas por ello. Para empezar, y tal vez el 7 se debe mucho a ella, está la maravillosa Maggie Gyllenhaal, que sólo verla te sume en un estado de felicidad inenarrable. ¡Qué hermosa es esta mujer! Seguro que en la vida real ha de ser una buena persona (o no, ya lo sé). Está Rupert Everett, muy divertido en su papel de sabio distraído perverso, y está Jonathan Pryce, el médico que "cura" la histeria mediante... masajes clitoridianos, aunque cree que las mujeres son incapaces de experimentar placer sexual. En fin... Hora y media de placidez cinematográfica, con una fotografía muy cuidada y una banda sonora excelente del desconocido (para mí) Gast Waltzing. ¿Qué más se puede pedir, sin exigir demasiado?
Eduardo
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