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Críticas de Archilupo
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Críticas 439
Críticas ordenadas por utilidad
5
17 de mayo de 2008
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El planteamiento despierta interés: un adolescente, Justin, (17 años), todavía se chupa el pulgar cuando está a punto de terminar la secundaria.
Apocado, si encuentra una contrariedad se encierra en el baño o el dormitorio para entregarse a la succión digital y alcanzar un total ensimismamiento.

A partir de ahí, cabe esperar una aproximación al entorno familiar y social que permita comprender a qué puede obedecer el transtorno de Justin, o una descripción más o menos poética de un particular mundo fantástico donde acaso se refugie, para no ingresar al mundo adulto que rechaza.

Por la forma sencilla y fresca, por la música utilizada, así como por la presencia de un joven actor desconocido, Lou Pucci, muy convincente, la película parece respirar aire ‘indie’, coherente con el estilo Sundance.

Pero según se va desarrollando el planteamiento, la extrañeza crece en paralelo. No se termina de trazar en el film una derivación precisa.
Aparece un ortodoncista, en tareas de psicólogo (Reeves), cuya función en el argumento resulta sumamente indefinida.
Exposición abstracta del desarrollo: en virtud de procesos terapéuticos, Justin oscila entre fases de autoafirmación extrema, que lo convierten en un individuo repelente, un kamikaze de la rivalidad y la competición personal, y entre fases en que tales rasgos se suavizan, manteniendo el objetivo pero eliminando las maneras arrogantes y despiadadas.
La línea es de autoaceptación y autosuperación, apoyada voluntariosamente en básicos lemas como “No hay que intentarlo, sino hacerlo”, “El truco es vivir sin respuestas”, y similares.

La desconcertada pregunta es: ¿Realmente tiene “Thumbsucker” el aval Sundance?
Las carreras a cámara lenta, con fondo de música jubilosa, la estética general blanda y un tanto desvaída, carente de una mínima tensión dramática, acentúan esa duda.

No desconcierta que los conflictos planteados en una narración se enderecen, ni mucho menos, sino que ello ocurra porque sí, con sólo decirlo, a fuerza de repetir consignas. Como propuesta o explicación, resulta poco convincente; y artísticamente, en un contexto realista, parece pobre.

El prometedor planteamiento inicial decae a lo largo de un desarrollo que deviene insulso al quedar supeditado a una intención programática: la exaltación del ideal del éxito.

La película deja detalles de la interpretación de Lou Pucci y momentos de su personaje junto a la madre, interpretada por la buena actriz Tilda Swinton.

(5,5)
Archilupo
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6
11 de abril de 2008
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Traumatizado por la ruptura de su primer noviazgo, Ben, estudiante de pintura, pierde el sueño y se emplea en el turno de noche de un supermercado, por una corazonada.
Cada empleado tiene una técnica personal para abstraerse del opresivo paso del tiempo. Ben desarrollará la de congelarlo, como si con el mando a distancia de la vida diese al 'pause'.
Como pintor le inspira la figura femenina. Al detener el tiempo puede realizar el sueño infantil de estudiar y admirar el desnudo. Dibuja a las clientas, convertidas en maniquíes. Su sueño adulto es exponer su obra en una galería importante.
También tiene sueños Sharon, quien trabaja como cajera pero proyecta aprender idiomas y viajar por otros continentes. Compartiendo tímidamente sus sueños, empiezan a vislumbrar una salida al asfixiante mundo tiranizado por el insomnio y el reloj laboral.
Cortometraje transformado en largo, película pues de una idea, cuenta con interesante voz la crisis sentimental del estudiante Ben. Sean Biggerstaff lo interpreta con sorprendente aplomo. En tono de romántica ligereza, trata de los mecanismos de la atracción y de la importancia decisiva de vivir en el presente, puesta la atención en cada segundo que pasa: puede ser crucial.
Dibuja con guasa a unos cuantos secundarios, que aportan comicidad.
El metraje acusa el estiramiento. Sin los desnudos, tan utilizados por la promoción, y que contribuyen bastante a lo agradable del film, éste quedaría algo soso.
(6,5)
Archilupo
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7
3 de abril de 2008
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando alguien está contando realmente algo, no importa si de vez en cuando se trabuca y tarda un poco en encontrar la expresión adecuada; no importa si ocurre por el afán de transmitir ideas y sentimientos, y se hace auténticamente, moviendo talento. No cuesta entonces pasar por alto los defectos, que suelen venir de la inexperiencia y la falta de medios.
Esta película posee abundante encanto, que va y viene: de golpe se esfuma, acaso porque un actor o una actriz se achican y no llegan, pero no tarda en resurgir, porque ese mismo actor o actriz vuelve al estado de gracia; y la película vuelve a su aura poética, que combina romanticismo y comicidad.
El relato de tres días en el microcosmos de un grupo de amigos en una ciudad argentina (podría ser de cualquier parte del mundo) está estructurado en capítulos ágiles. Los personajes se van dando relevo.
El que sueña con hacer películas filma con su tomavistas al colega que no sabe si va a ser padre, a los colegas que siempre discuten y parlotean con disparatada dialéctica, dando momentos estelares ("Pensando en perdedor: si una mina te va a dejar, ¿qué preferís, que te deje por otro tipo o que te deje por nada?"), a la chica pelirroja de la tienda...
Cuando no tiene el tomavistas, lo filma de cabeza, lo fantasea, y lo comparte con el espectador.
Otro ejemplo de cine barato de hacer, pero que funciona a base de talento y crea sortilegio en lo cotidiano, riqueza artística.
Archilupo
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5
23 de mayo de 2008
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre el papel, el mundo de “Mataharis” está dibujado con las sombras de lo sospechoso, la borrosidad de lo turbio. Lo investigan tres vigilantes detectives, mujeres, a las órdenes del inevitable macho grosero: adulterios, estafas y traiciones, doble vida, personas desaparecidas, empleados incordiantes…
La mirada recelosa no descansa. También en casa se cuela lo sospechoso, lo turbio, y hay que continuar vigilando e investigando. Tras la apariencia estable de empresas, familias y parejas se oculta un doble fondo donde anida el engaño, la trampa, incluso el delito. Claro, que a veces el fondo oculto es de lo más superficial...
Las historias entrelazadas de las tres investigadoras son desiguales, y el ritmo con que se van alternando acusa bruscas oscilaciones: no siempre se dan con soltura el relevo.
Contienen elementos de suficiente interés social y afectivo, campos donde el peso de la confianza (o su falta) es decisivo, pero cuando se mezcla sin composición lo importante con lo anecdótico, sale perdiendo el conjunto.
Sorprende que la directora, capaz de mayor exigencia, se conforme con un tratamiento que flojea. La intención progresista de ahondar en la vida de mujeres trabajadoras y sus conflictos personales desde una óptica realista, sin estilizaciones tópicas, y ahondar también en lo impresentable de ciertas políticas laborales, confiere valor a la película, pero no basta para dotarla de la esperable riqueza artística.
Las interpretaciones son también desiguales: destacan las de Nuria González y Tristán Ulloa, intensas y serias. En este punto resulta inevitable aludir al frecuente problema acústico en el cine español. No sólo atañe a ingenieros: hay actores y actrices para quienes no es importante vocalizar, proyectar la voz, sacarla de la garganta, donde sólo produce susurros y murmullos, a menudo ininteligibles, además de inexpresivos (es el caso de N. Nimri).

Que Icíar Bollaín retome pronto su inspiración habitual, su línea de acierto, las ganas artísticas…

(5,5)
Archilupo
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