Extraña película, difícil de ver, de entender y soportar, a pesar de la belleza bizca de la protagonista (Karen Black) y algunas estupendas escenas con su magnífico vestuario. John Schlessinger, el director, es británico y ha querido hacer una crítica de Holliwood en los años 30, adaptando una novela basada en personajes tontos o desquiciados. Algunos buenos dibujos y la espectacular destrucción de un escenario ponen algún interés a la película. Es una experiencia deprimente y absolutamente caótica, de esas en que uno no puede dejar de exclamar: ¡ya no saben qué hacer con esta historia!

(Primera parte, en un DVD). Adaptada de una obra teatral, filmada en New York, (la primera escena es Central Park), y subtitulada: "Una fantasía gay sobre temas nacionales". Provocativo drama con mucha fantasía (alucinaciones), personajes extravagantes, maquillajes y peinados extravagantes, escenas oníricas (sin sentido) y "reales", ambas para satisfacción de extravagantes, homosexuales y otros (vaya uno a saber porqué). Como toda extravagancia bíblica (profusas referencias religiosas), con la terrible amenaza del castigo definitivo, en este caso el SIDA. Con pocas escenas simpáticas o graciosas (una en un funeral) y algunas fraces con sentido, como "La Justicia es Dios", como una crítica a ciertos idealismos. Desde luego, ostentación de drogadicción, locura y alucinaciones (ángeles, entre otras). Una crítica social y política de una sociedad supuestamente enferma de terrible decadencia y enfermedad terminal. Para intrigarse, después cabecear y finalmente dormir, a menos de hacer un doloroso esfuerzo para llegar a la razón (propia) con gran alivio al final de la primera parte (¡tres horas!)- Extraordinario elenco y una bella Mary-Louise Parker.

Del director de "Cinema Paradiso" (Giuseppe Tornatore), una película (en inglés) que no tiene el mismo encanto que aquélla y que, en cambio, es más bien una fantasía sin esperanza y sin sentido, melancólica, delirante y angustiosa, basándose sólo en las proezas épicas o imposibles de un pianista condenado por la agorafobia. Como si todas las historias posibles ya se hubieran terminado. 1900 (Tim Roth), nombrado así por el año de su nacimiento, es sin embargo un actor bastante interesante, aunque siempre ponga la misma cara melancólica, pero el trompetista Max (Pruit Taylor Vince), el narrador, está completamente fuera de lugar en todo momento: no tiene el más mínimo interés.

Historia de un triángulo gay, con un elenco típico del conocido director y un desparpajo sorprendente, donde sexo y desnudez, ya se sabe, no son nada convencionales. Es ficción pura y propia de una comedia negra, intrascendente pero entretenida, donde brilla sobre todo Carmen Maura. Téngase en cuenta los temas típicos de las imágenes o el relato, además del sexo (el deseo) y la psicopatía: teléfonos, policías, drogas, los medios, familias disfuncionales, la Iglesia Católica, la ciudad de Madrid y, desde luego, preciosas canciones (como "Lo dudo", de Los Panchos). El final, metafórico en gran parte, anima una tragedia. Tragedia de la locura, del descontrol, éxtasis del melodrama, fin.

Un ejemplo perfecto de lo difícil que es contar una historia, también de lo difícil que es iluminar adecuadamente la escena en el cine. Es preferible, antes de filmar, aprender el oficio. Imagínense que alguien filma escenas al azar sin un plan predeterminado y luego monta las escenas en una sucesión que simula un relato, éste es prácticamente el caso, más bien surrealista y confuso. Muchas escenas sobran o no se entiende porqué están ahí, resultando un filme muy largo y difícil. Por otra parte el tema de que se trata (malos recuerdos del holocausto nazi) sólo se referencia oblicuamente por discursos casi sin sentido, desprovistos del contexto de realidad al que se refieren pero que se intuye quieren decir que aquella situación no ha desaparecido, de algún modo. Es una pena que se haya desperdiciado algunos buenos actores con escenas sin significado concreto y con la única coherencia de la incoherencia.