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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.233
Críticas ordenadas por utilidad
5
27 de febrero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
55/17(18/02/22) Decepción galáctica esta película dirigida por Gareth Edwards, con guión de Chris Weitz (“Sr. & Sra. Smith”), Tony Gilroy (“michael Clayton”), John Knoll (“Pacific Rim”), y Gary Whitta (“El libro de Eli”). La saga de Star Wars es uno de los baremos para saber que me he hecho mayor, ya bordeo el medio siglo (me da grima pensarlo). En los 80, cuando vi la trilogía genuina, y en su momento, de adolescente me maravillaron en sus ansias de entretenimiento infantil que llegara con facilidad en su parafernalia visual a nosotros los imberbes entonces para calarnos, para convertirlas en un fenómeno pop. Pero las décadas han pasado, y ya cuando Lucas le dio por hacer la génesis de Darth Vader con la trilogía (primera, segunda y tercera), ya con la treintena me sentí decepcionado con un producto que no venía a saciar a los que seguimos la saga en su inicio, si no que se regodeaba en su puerilidad, en su inanidad, en su humor tontorrón, pero es encima no hace mucho revisioné las de los 80 y me he encontrado con algo más blandito que un peluche de espuma, mi sentido de la nostalgia no pudo con el sentimiento de estar ante algo simplón, y ya en el colmo de darle nuevas oportunidades me vi “Star Wars: El despertar de la Fuerza”, la séptima entrega, y ya no pude más, me dije hasta aquí hemos llegado con la estafa (y no me vale que la saga ahora sea de la Disney), y no he visto las dos posteriores que parece dan fin a la llamada ópera espacial. Pero hete aquí que Disney+ tenía de producto estrella el spin off de la saga “The Mandalorian”, y me picó la curiosidad, y mi sorpresa fue mayúscula, demostrando que todo lo proveniente de Star Wars debe ser algo naif, se puede hacer algo divertido, ingenioso, mordaz, con buenas historias, y con personajes tridimensionales que te importe lo que les pasa. Entonces me dije de ver “Rogue One”, otro spin off en formato película, con una idea original en su premisa, contarnos como se consiguieron los planos de la Estrella de la Muerte donde estaba un fallo en su estructura por donde se podría destruir, dando sentido a esta laguna que muchos han hecho chascarrillos sobre la ineptitud del Imperio.

Pero mi gozo en un pozo, pues lo que sobre el papel es una idea sugestiva, sobre el celuloide se convierte en algo anodino, rutinario, con personajes de cartón, sin alma, pintorescos, pero sin hondura, sin desarrollarse, esbozos de clichés, donde todo huele a ya visto pero encima rebajado de poder de enganche. Los temas de amor paren tal, de sentimientos de culpa, de redención, de heroísmo, de sacrificio por una causa mayor, quedan lastrados por un desarrollo, arrítmico, con una duración cansina y agónica, donde termina y no hay una sola escena a recordar, un momento que se te quede en la retina, todo me ha es enmohecido, provocándome lo peor, el tedio. Nada me emociona, me importa un bledo lo que les pase a los protagonistas, pues son meras perchas en su carácter de una sola nota. El argumento me ha resultado más plano que una mesa, con más agujeros que el coche de Sony Corleone (lo de una nave pequeñita en el espacio moviendo a una grandiosa del Imperio es de traca), con desaprovechamiento de una gran pléyade de intérpretes, como Mads Mikkelsen (herejía su adusta personalidad), Forrest Whitaker (en un rol idiotesco de radical), Ben Mendelsohn (reducido a un payaso estúpido), Diego Luna (remedo bastardeado de Han solo), Riz Ahmed (en un rol desdibujado, aun teniendo tiempo en pantalla), o la heroína a la que da vida Felicity Jones, auténticamente inane, nunca deja huella (aparte de la escasa, siendo benevolente, química que tiene con luna). Aparte de lo discutible de recuperar con efectos digitales a dos fallecidos Peter Cushing y Carrie Fisher. Por supuesto que lucen de maravilla los efectos especiales, no es para menos en una super-super producción, pero n o hay un dramatismo detrás que me haga engancharme.

El director ha querido innovar siendo más solemne que en otras entregas y ha patinado, dice que se ha inspirado en “La Batalla de Argel” (1966), esto solo habla de su pomposidad y fatuidad, pues supongo que se refiere sobre todo al estiradísimo tramo final de la batalla, pero esto me ha sido torticero en su evolución de varios niveles artificiosos en cómo se desenvuelven. También se referirá a la fotografía de Greig Fraser (“Thero Dark Thirty” o “Dune”), que lejos de la luminosidad cromática, se le ha dado un patinado turbio grisáceo para infundir un estado de ánimo decaído, como si esto pudiera ser un drama electrizante (está el supuesto alivio cómico en el amigo robot K-2SO, con la voz de Alan Tudyk, claro cruce entre C-3PO y Chewbacca), uno espera una película de aventuras que te transporte un rato a tu niñez, y esto está lejos de serlo. Y para el remate está la banda sonora de Michael Giacchino (“Up” o “Ratatouille”), un pegote, donde uno hay innovación alguna sobre la Homérica partitura de John Williams, las supuestas versiones, si las hay, son olvidables.

Es un una historia donde vamos rebotando de planeta en planeta sin descanso, donde parce Edwarsds quewrer tapar sus carencias narrativas tras una acción constante, con un sinfín de clímax, pero no se da cuenta de que estos también son sin fuerza alguna para remover al espectador que asiste (por lo menos yo) fríamente al devenir de la galería inacabable de personajes, cual si cuantos más hubiera, más épica tuviera, y lo que consigue es saturarnos hasta alejarme de lo que veo. Ejemplo de este atropello de roles es el supuesto jedi (demasiado evidente diciendo varias veces ‘La fuerza está conmigo’) ciego Chirrut Imwe (Donnie Yen como un remedo de Zatoichi) con su compañero (o algo más?) barbudo con el arma con depósito mochila Baze Malbus (Wen Jiang), que aparecen de la nada, se apegan a los protas, y luchan con ellos, pero nada sabremos de ellos (¿?). Por supuesto que se notan las ansias totum revolutum de poner todas las razas posibles en la palestra.
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TOM REGAN
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8
18 de febrero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
49/10(12/02/22) Buen melodrama con resortes de cine negro dirigido por Luis Buñuel en su etapa mexicana, con guión escrito por el propio Buñuel en colaboración con Luis Alcoriza (“Él” o “Tiburoneros”), en lo que se puede ver como una revisión de la historia de ‘Frankenstein’, en la que el Bruto del título es una especie de creación que manipula a su antojo, donde el Mad Doctor es aquí un empresario inmobiliario al que ‘su criatura’ se le termina volviendo en contra, en ello en un tránsito donde el protagonista (encarnado por un gran Pedro Armendáriz), sufre una metamorfosis por el amor de una virginal joven Meche (a la que da vida una dulce Rosa Arenas), antítesis de la femme fatale Paloma (embestida por una maravillosa Katy Jurado), ejemplo de la misoginia buñueliana. Una cinta con mucho de atavismo, de instintos primarios, donde hay lugar para palizas, sadismo (una mujer pide arrastrándose por el suelo y con el labio ensangrentado que le pequen más), sexo, asesinatos, aplastamiento de cráneos, la lujuria, los celos, y la corrupción moral. Un relato donde las ideas izquierdistas buñuelianas fluyen por todas partes en la lucha de clases, en la visión del capitalismo encarnado en Andrés (buen Andrés Soler) como el Mal, en su enfoque de las clases bajas como oprimidas, en Paloma (morena) como ejemplo de la corrupción decadente de las clases altas, en su mirada enternecedora de Meche (como contraste es rubia9 como ejemplo de las clases pobres. Estableciendo una especie de alegoría revolucionaria del proletariado en la unión de los inquilinos de un barrio contra el casero (este dice de ellos: “Ojalá tuviera el poder para exterminar a esa pandilla de revolucionarios”). En realidad esto se aleja de como critica a estas clases bajas en films como su anterior “Los olvidados” (1950) y su posterior “Viridiana” (1960), donde hay un enfoque critico contra estos estratos, alejado de la condescendencia simplista de esta cinta.

El trabajador del matadero Bruto (Pedro Armendáriz) accede a ayudar al rico señor de los barrios bajos Don Andrés (Andrés Soler) a sacar a los ocupantes de uno de sus edificios. Sin darse cuenta de su propia fuerza, Bruto mata accidentalmente a uno de ellos y luego se enamora de la hija del muerto, Meche (Rosa Arenas). Desafortunadamente, la esposa de Don Andrés, Paloma (Katy Jurado), también se ha interesado por Bruto y disfruta jugando con él.

La historia se puede dividir en dos partes. En la primera nos presentan a los protagonistas, vemos las artimañas de Andrés para intimidar a los inquilinos a través del Bruto, este vive con una familia de aprovechados, pero Andrés lo ‘recluta’, y en un giro un tanto forzado lo lleva a vivir a su casa, vemos como este se comporta de modo aterrador con los inquilinos (al menos con uno), nos exponen la personalidad inegnua del Bruto (se dice sospechoso de ser bastardo, y se muestra humilde en saberse lento de mente), vemos a la mujer fatal (joven bella casada con el viejo Andrés) Paloma ‘cachonda’ del cuerpo del Bruto, su picardía y nivel de manipulación, como se deshace de las insinuaciones sexuales de Andrés, como esta se derrite por el cuerpo del Bruto, ello en niveles sadomasoquistas (como muerde el pecho desnudo del Bruto, una mujer fuerte que dice cuando quiere y cuando no); Pero entonces tras una nocturna persecución muy expresionista, entre sombras y estrecheces (remite a las “M, el vampiro de Dusseldorf” o “El Delator”), todo deriva en que el Bruto conoce a la candorosa Meche, y aquí comienza la segunda parte. La redención del Bruto a través de la belleza y dulzura (‘Puede que haya hecho algo malo, pero entonces no te conocía’, le dice el Bruto a Paloma), el enfrentamiento con su amante Paloma y por derivada con su patrón Andrés, una especie de tragedia griega, sencilla pero muy bien llevada, muy entretenida, importándote lo que les pase a los protagonistas, hasta desembocar en un final emocionante y dramático.

Buñuel fiel a sí mismo riega la cinta de sus mantras, de animales como gallos y gallinas, de simbolismo cerril como que el Bruto trabaje en una carnicería, o el gallo al que asfixia el Bruto, y no podía faltar el humor retorcido de el de Calanda de con la inclusión de ese anciano padre de Andrés (encarnado por el valenciano … en un rol caricaturesco, suelta una muy no políticamente correcta frase, sobre todo hoy día: “En mis tiempos, los hombres no eran tan mariquitas como ahora”), que se mueve por la casa soltando a diestro y siniestro ‘Puñales!?, protagonista a su vez de una escena turbadora transgresora como es cuando Paloma da de chupar su dedo mojado en licor al anciano suegro, o el modo alegórico en que se da el sexo con una y otra mujer del Bruto, con la Demonio es con carne achicharrada de fondo y con la Angelical la imagen es una poética vela apagándose.

Se le puede achacar que los personajes y las situaciones resulten arquetípicas, que sean esbozos prefabricados. Qué teniendo un metraje tan ajustado, que no llega a los 80 minutos se produzcan elipsis un tano desconcertantes, ejemplo notorio es que pasamos de que Meche le diga al Bruto que no quiere verlo más y a la siguiente vez ella (desahuciada) se marcha a vivir con él en pecado, como si en la mesa de montaje se hubiera quedado material que rellenara estos huecos de coherencia. También el final resulta algo apresurado, aunque muy efectivo e incisivo.

De la puesta en escena destaca como gran parte de la acción acontece de noche, con el mundo de la oscuridad lo tenue asolándolo todo, y aquí la cinematografía de Agustín Jiménez (…), otorgando una pátina gótica con elementos que retrotraen a films ya mencionados, e incluso, salvando las distancias a “El tercer hombre”, moviéndonos por callejones oscuros, con la luz creando sombras con vida propia.
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TOM REGAN
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4
6 de febrero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
39/01(01/02/22) Fallida recreación de uno de los rescates reales más audaces del SXX, una misión militar israelí se introdujo en la Uganda del dictador Idi Amin, para rescatar a los pasajeros del vuelo 139 de Air France secuestrado en julio de 1976 por el grupo terrorista de izquierdas Baader Meinhof, que posteriormente, en el país africano, se unieron palestinos. El director brasileño José Padilha parece buena opción, con el bagaje de estar tras “Tropa de élite” (2007), y su secuela del 2010, así como ser en parte responsable de la gran serie “Narcos” (2015-2016), estando además de guionista Gregory Burke, responsable de la infravalorada “`71” (2014), pero mi gozo en un pozo. Pues lo que debería haber sido un (al menos eso esperaba yo) ejercicio de emoción, tensión, intensidad, y acción épica, es despojado de esto, cual torticera liposucción, se queda una cosa a medio camino de la nada, carece de intriga, suspense, y sobre todo de alma, siendo el colmo la recreación anticlimática del rescate en sí, un despropósito, como si hubieran visto “United ‘93” y “Zero Dark Thirty” y el director dijera, pues ahora voy hacer algo alejadísimo de esto, y lo consigue para mal.

Un vuelo de Air France de Tel Aviv a París es secuestrado por terroristas alemanes y palestinos en junio de 1976 después de una escala en Atenas. Los alemanes Brigitte Kuhlmann (correcta Rosemund Pike) y Wilfried Böse (solvente Daniel Brühl), miembros de las Células Revolucionarias. Secuestraron el avión de Air France porque acusan a Francia de haber ayudado a Israel a fortalecer su ejército. Entre otras cosas, quieren liberar a 40 palestinos encarcelados en Israel. El avión termina en la ciudad ugandesa de Entebbe. Son recibidos por el presidente de Uganda, el dictador Idi Amin (el mejor del elenco Nonso Anozie). El primer ministro israelí Yitzhak Rabin (blandito Lior Ashkenazi), el secretario de Defensa Shimon Peres (monocorde Eddie Marsan) se enteran vuando seneteran divergen en como proceder. Peres aboga por el uso de las fuerzas armadas, incluso si mueren soldados o rehenes en el proceso y como resultado surgen complicaciones diplomáticas. Rabin cree que sería más prudente negociar.

Intenta humanizar a los terroristas, quiere justificarlos con slogans panfletarios, sacados de pancartas rojas. Quiere también exponer diferentes puntos de vista en el bando del gobierno israelí, con un binario choque entre (el Primer Ministro) la Paloma- Yitzhak Rabin y el (Ministro de Defensa) Halcón-Shimon Peres, todo de un simplismo solo comparable al mecanismo de un martillo, estirando el enfrentamiento cual chicle hacia ningún sitio, utilizando argumentos la Paloma para caer bien a los políticamente correctos de hoy día, pues ‘habrá que negociar’ es de una estulticia a nivel Everest, eso mismo se dijo lord Chamberlain en 1938 cuando firmó el tratado de Múnich y dijo este primer ministro británico al llegar al aeropuerto en Londres que ya no habría Guerra, un año después pasó lo que todos sabemos. Pues debía Israel negociar con unos terroristas para soltar a otros y de este modo fomentar más secuestros de aviones? La respuesta es claramente NO! Ah, y que se diga al final sobreimpresionado que actualmente no había tratados Palestino-Israelís es un insulto a la Historia, pues desde 1976 hasta ahora cabe que Israel cedió Cisjordania y Gaza a los palestinos. Es como si se quisiera justificar el secuestro del avión, dando carácter y dimensión a la pareja de secuestradores alemanes, pero sin embargo no hay dimensión alguna para los secuestrados, son seres marginales al fondo de la imagen, seres sin personalidad, no hay nada de su sufrimiento, son algo homogéneo y cuasi-invisibles. Como tampoco hay caracterización alguna de los secuestradores palestinos, aparecen en Uganda, se hacen cargo de los reos, en un momento dado uno da una regañina a Bose (“Estás aquí porque odias a tu país. Estoy aquí porque amo a los míos”, le dice un palestino a Bose) y ya está su participación en la cinta. Es la equidistancia un lastre penoso, no pueden ser lo mismo los que raptan que los que intentan liberarlos.

Es una reconstrucción apática de los hechos, acartonada, desprovista de ritmo, lenta, con actuaciones pesadas, con diálogos sin fuerza. Todo ello coronado por un montaje en el rush final que parece recomendado por su peor enemigo, solo así se explica la edición que alterna la misión israelí de rescate con una representación un espectáculo de danza (interpretada por Batsheva Dance Company y coreografiada por Ohad Naharin) cuyos actores (en un semicírculo sentados en sillas-tijera) se van desnudando sobre el escenario (esto con la excusa de que la novia de uno [encarnado por Ben Schnetzer] de los que va a ir en la misión de rescate es bailarina del espectáculo. Por cierto, algo inventado, y que tiene el militar una frase que pretende ser lapidaria y resulta ridícula: "Lucho para que puedas bailar!"), este artificio seguramente el director se dijo era algo ingenioso y original, pero en realidad solo hace que añadir que el esperado gran clímax del rescate quede aún más ninguneado.

La película arranca de modo sugerente, con llamativos gráficos en rojo que identifican los muchos cambios geográficos en el primer día del secuestro, luego retrocede a las etapas de planificación en Alemania y en un campo de entrenamiento del Frente Popular para la Liberación de Palestina en Yemen. Bose (estreñido Daniel Brühl) se presenta en sudoroso en el aeropuerto de Atenas, donde el vuelo con destino a París tiene una parada de reabastecimiento de combustible, mientras que Brigitte es más hermética, al menos hasta que comienza a tomar pastillas en el avión. Hasta que todo explota cuando los cuatro secuestradores sacan las armas y toman el control del vuelo con buen brío. Pero aquí acaba la tensión dramática.
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TOM REGAN
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7
27 de enero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
27/27(24/01/22) Buen y tractivo film animado danés dirigido y guionizado por Jonas Poher Rasmussen, desarrollándose como un documental, mezclando diferentes formatos visuales, desde la animación 2D, el dibujo dramático a carboncillo, e incluso imágenes de archivo reales. Rasmussen, que proviene de una familia de refugiados judíos rusos, conoció y se hizo amigo del protagonista, Amin Nawabi (seudónimo; los nombres y lugares se han cambiado para proteger a los involucrados), en la escuela secundaria. Amin había llegado de Afganistán alrededor de los 11 años y vivía en un hogar adoptivo en ese momento, sin que se supiera mucho sobre el viaje que lo llevó a Dinamarca. Tal vez motivado en parte por su inminente matrimonio con su pareja Kasper, Amin decidió abrirse a Rasmussen sobre su pasado (la única vez que lo hizo, fue con un novio, que al pelearse con él lo denunció), revelando detalles dolorosos que no había compartido ni siquiera con su prometido. Enmarcado a través de sesiones de entrevistas con Rasmussen, los recuerdos de Amin se remontan a su infancia en Kabul, comenzando con dibujos al carboncillo en blanco y negro de figuras corriendo por las calles de una ciudad en ruinas. Luego va más atrás, incluso antes a 1984, cuando tenía 3 o 4 años, tocando "Take on Me" de A-ha a través de su Walkman mientras baila por esas mismas calles con el camisón de su hermana (primera señal de que es gay), sintiéndose libre y sin miedo. Recuerda la ternura de su madre (a la que peinaba sus cabellos), las historias de su hermana y volar una cometa desde el techo de su casa con Saif, el hermano mayor al que adora, como hacia pareja con este en el voleibol, o como hacía volar cometas en el tejado. Para luego saltar al drama, a la ruptura del Paraíso con las diferentes guerras afganas, la que primero hizo ‘desaparecer’ a su padre, y luego provocó la huida del resto de la familia con la llegada al poder de los muyahidines.

Una odisea de penurias con epicentro en Moscú durante el colapso de la Unión Soviético, mostrándonos el padecimiento de la emigración ilegal, como estaban al albor de una policía corrupta y de las mafias de traficantes humanos. Una historia de dolor, de sentimientos de culpa, de sacrificios. Todo esto le sirve a su protagonista Amin para encontrar su identidad, donde las dudas sobre su sexualidad le congojan ante la presión ambiental, incluso para hacerle creer que por ser homosexual es un enfermo. Nos movemos por pisos sombríos, siempre temerosos de quien toque a la puerta, bosques desolados hacia no se sabe dónde (guiados por psicópatas), bodegas decrépitas de barcos ‘piratas’, calabozos, contenedores-ataúdes, y donde los contrastes asolan, como es ese gran barco turístico en medio del mar Báltico frente al desvencijado barco ‘pirata’ (tras una aciaga tormenta), con los pasajeros haciendo fotos, o la inauguración de un McDonalds en pleno centro de Moscú que deriva en una violación policial (ante la impotencia del entonces niño Amin). Todo ello sabiendo regarlo con toques que humanizan por lo absurdo, como es la pasión de la familia para evadirse de sus problemas, estaban enganchados a telenovelas mexicanas.

Es reseñable el modo de tratar la homosexualidad latente del protagonista, sin hacer sangre, dejando constancia de su entorno, donde en Afganistán incluso no existía una palabra para los gays, era algo taboo. Hay pequeños elementos que dan constancia de la sexualidad de Amin, como era su enamoramiento del ‘actor’ belga Jean-Claude Van Damme, ello en un tratamiento divertido de sobre cómo lo perciben unos y como lo sentía él. Una represión sexual que le llevó en su pensamiento empujado por los prejuicios de los demás a pedir a un sanitario de la cruz roja un medicamento para ‘curarle’. Teniendo en este sentido un conmovedor tramo con otro muchacho con el que viajó a escondidas en el cajón de un camión, entablando afinidad a través de escuchar ambos al dueto musical pop Roxette en casete, y Amin dice que se siente triste porque no recuerda su nombre. Ello hasta desembocar en un trémulo final en este sentido, cual si el viaje hubiera merecido la pena (spoiler).

En el debe del film apuntar que no siempre se tiene la misma conexión con el protagonista, discurre a vaivenes, quizás por el estilo de animación, o porque nunca vamos realmente el horror, este se mantiene velado, fuera de plano, es latente, pero nunca termina de explotar. Llamándome la atención que en una película sobre afganos que huyen de su país por la barbarie existente en el mismo, resulta que los villanos de la función son la policía rusa (¿?), que serán todo lo corruptos y malísimos que se quieran, pero resulta que sobre las autoridades afganas solo son comentarios ligeros y los rusos son apariciones espectrales, esto me resulta que hace cojear un tanto la historia.
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TOM REGAN
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7
19 de enero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
19/19(18/01/22) Sugerente propuesta es este episodio de la serie Startime para la NBC, dirigido por Alfred Hitchcock (en uno de sus pocos trabajos donde no hay asesinatos) en su única vez en color en el medio catódico Charlotte Armstrong escribió (deduzco muy fielmente) esta adaptación de su propia novela, para un relato escabroso que tiene como tema central el poder sistémico de una calumnia, como una simple nota puede destruir la reputación de un anciano, teniendo en este sentido mucho en común con la obra de Lillian Hellman “The Children's Hour” (1934), llevada al cine en dos ocasiones por William Wyler, y también con la más reciente película danesa de Thomas Vinterberg “Jagten” (2012), donde también se trata de una calumnia por pedofilia. Con estos mimbres se adentra el director de la papada más famosa del cien en uno de sus mantras, como es el falso culpable, y como este debe intentar probar su inocencia, en este caso por como un chismorreo, un malentendido, una notita puede hacer tanto daño (dice: ‘Medwick es un anciano vicioso. Mejor alejarlo de los niños, especialmente de las niñas. Firmado, Interesado’), deriva en sospecha, y con ello Hitch (recién salido de dirigir “Psycho”, del que aprovecha a la ‘protagonista’ Vera Miles y al director de fotografía John L. Russell) hace una desalentadora radiografía de la Condición Humana, de su cainismo, ello indagando en el clasismo altanero, ello afrontándolo desde dos modos, uno queriendo pasar página para remover y hacer más daño, y el otro combatir la mentira. Tiene además algún mérito visual que dejan ver al maestro que hay detrás, como es ese comienzo a lo “Rashomon”, donde una misma situación la veremos desde tres puntos de vista diferentes (el hecho en sí de una discusión por un stop no respetado, un maestro que te tergiversa en la distancia lo que oye, y un matrimonio que se muda a una casa cercana al incidente), pero mientras Kurosawa lo hacía para explorar la relatividad de la verdad, AH lo hace para que veamos como la percepción de lo que vemos es maleable. Tiene de protagonistas a una vistosa pareja en un enérgico (aunque algo pasado de vueltas) George Peppard, y una meritoria Vera Miles, ambos como combativos adalides de limpiar el nombre del abuelo.

Un anciano guardia del cruce del colegio, James Medwick (Hartman), está involucrado en una confrontación con una maestra (Leora Dana) por un stop. El incidente es presenciado por una pareja que acaba de mudarse a una casa al otro lado de la calle. La esposa se angustia, reconoce a James de su pasado e insiste en que tendrán que abandonar el vecindario. Esa misma noche James es despedido del trabajo por una nota en la que dice que es ‘un vicioso’ demasiado amigable con las niñas. La nieta de James, Jean (Vera Miles), y su prometido Pat (George Peppard) se esfuerzan por encontrar al autor de la nota y limpiar el nombre del anciano. Aunque el hijo de James, Jeffrey (Bob Sweeney) y la esposa de Jeffrey, Pauline (Alice Backes), no quieren agitar la situación y seguir adelante.

Es un metraje con un ritmo ágil desde el mencionado inicio. Llamándome la atención como se toman de modo cuasi flemático la familia que acusen a James de pedófilo, únicamente Pat parece consciente de la ignominia con que le han marcado. La investigación con los ‘interrogatorios’ que van haciendo por la ciudad la pareja Pat y Jane, resultan bastante poco imaginativos, simplistas, no manejándose con mordacidad el elemento misturo sobre quien escribió la nota, y cuando todo se resuelve me es anticlimático. Teniendo además el hándicap para los que lo vena doblado que uno de los elementos importantes es una palabra crucial como es ‘vicioso’ se nos dice se confunde con ‘oficioso’, cuando esto no tiene sentido en el contexto, problemas de las traducciones. Mediante la travesía por las ‘entrevistas’ con los que tiene algo que ver con la nota se va destapando el clasismo arrogante y la hipocresía reinante en la ciudad, todos más preocupados de guardar las falsas apariencias que de hallar la verdad.

Visualmente hay dos momentos singulares (aparte del referido inicio), me refiero, primero a cuando durante la fiesta de cumpleaños de James tocan a la puerta, y afuera le comunican que lo despiden por la nota que lo llama ‘vicioso’ con las niñas, James está hundido y se dispone a volver a entrar en la casa, la cámara lo coge de espaldas, mientras escuchamos que le cantan el clásico ‘cumpleaños feliz’, notamos en su lenguaje gestual lo abatido que está, ello en el contraste; El otro momento es más gratuito e incluso desvía la atención, durante una acalorada discusión en casa de los Medwick, sobre si combatir la calumnia o dejarlo pasar, Pat toma la palabra de modo fulgente y entonces la cámara se coloca a vista de pájaro, no sé lo que AH quiso con esto.
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TOM REGAN
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