Batman tuvo la inconmensurable suerte de toparse en esta década con uno de los directores más brillantes y prodigiosos: Christopher Nolan.

Nolan no vió el fenómeno Batman como la oportunidad perfecta para crear el blockbuster palomitero del verano, perfectamente nutrido de efectos especiales, pim-pam, unos cuantos disparos, y ala, a tener a la fanaticada de los cómics contentos.

Nolan vió en Batman, ya desde la primera película, como un potencial producto del que nutrirse para darnos a todos una fascinante lección de que los estereotipos pueden acabar burlandose de nosotros.

Nolan, cual Joker, se burló de todos aquellos que ya estaban sentenciando que una película veraniega, basada en superhéroes, jamás podría ser buena. Y menos aún, una obra maestra.

Pero he aquí esta nueva saga, tocada por la mano, no de un mago, sino de un virtuoso. Un virtuoso que se sirve de un justiciero para demostrarnos que es posible combinar la acción más espectacular y comercial, con sabios diálogos y lecciones de moralidad.

Porque finalmente, tanto "Batman Begins" como "The Dark Night" son eso: pequeñas, mejor dicho, enormes metáforas morales.

"Batman Begins" habla sobre la necesidad de las personas de impartir justicia ante un sistema corrupto y putrefacto que es completamente indulgente con los criminales. Sobre lo bueno o lo malo que ello tiene o acarrea. Sobre la relatividad de ese concepto.

"Batman: The Dark Night" va un paso más allá. De la mano de un absolutamente demente Joker, se nos enseña que ante el caos, todos esos debates sobre el Bien, el Mal, lo correcto o lo incorrecto no existen. Porque el caos no es arbitrario ni establece etiquetas.
El caos es completamente relativo, porque ante el caos, y esto es lo más importante, la moralidad no existe. Que se lo digan al personaje de Aaron Eckart.

Esa es la grandeza de ambas películas. De su director. Las etiquetaron de banales películas de superhéroes. Pasaron a buenas películas de superhéroes. Más tarde, pudieron ser valoradas como películas como el resto. Y finalmente, se valoran como lo que son: Obras maestras.

Dejando de lado posibles giros argumentales que, comprendo, a algunas personas le puedan parecer una estafa, en realidad, esa es la base de la película. Todo aquello que posiblemente creemos como real, quizás no es real. Quizás no es más que un mero remplazo de otra realidad.

Scorsese, alejado de sus anteriores tópicos de siempre, pero sostenido por un gran DiCaprio, logra meternos de lleno, de manera creíble y en todo momento, con una constante tensión, entre los entresijos de la esquizofrenia, la locura, la cordura, y la línea difusa entre ambas.

Por cierto, si después de ver a DiCaprio en esta película haciendo de personaje atormentado(DiCaprio ya es un especialista en este tipo de personajes, como Fiennes) alguien sigue creyendo que es un mal actor, le recomiendo el oculista más cercano.

Interesante-s trama-s, compacta-s, frenéticas, una banda sonora que cumple tanto en su propósito de contagiar paranoia y delirio como en el de emocionar. Mención especial a Ruffalo, que siempre cumple, y Ben Kingsley, cuyo nombre siempre va por delante de sus actuaciones, y por algo es así. Muy recomendable película.

Como dice Isabel Coixet, la cineasta responsable del documental:

"-Yo quería una cosa muy sencilla, sin artificios, sin maquillaje ni casi luz, escucharlo a él, sentado en una mesa, respondiendo a las preguntas que mucha gente se hace. Y mucha gente ha acusado a este documental de partidista. Pero es que se llama "Escuchando al Juez Garzón", yo no engaño a nadie. No digo "Alrededor del Juez Garzón", ni "Juzgando al juez Garzón". Quiero que la gente le escuche y después saque sus propias conclusiones."

Lo que tenemos ante nosotros es un documental tan sencillo e intimista como el que muestra una habitación, en blanco y negro, con Manuel Rivas de entrevistador y Baltasar Garzón de entrevistado. Un documental de 1 hora y media, casi, sólo para escuchar al juez.

Pues bien, tengo que decir dos cosas. La primera: esa hora y media son los extractos, muy bien hilvanados de la entrevista completa, que duraba alrededor de 6 horas y ha sido transcrita para formar un libro titulado "La fuerza de la razón". La segunda cosa es: independientemente de la opinión que tengas sobre Garzón, tras ver éste documental VA A CAMBIAR. Las cosas son así. Pero es que si luego leyeras el libro, incluso el más escéptico acabaría rendido ante los pies de éste hombre.

100% recomendable, documental y libro. Con sólo la selección de 1 hora y media de metraje, presta decenas de argumentos, pruebas y razonamientos suficientes como para darse cuenta de que todo es una conspiración fruto del rencor, el odio y/o la envidia, y que ni el juez Barreiro, ni el juez Luciano Varela, ni el juez Marchena, los tres instructores de las correspondientes tres causas por las que es acusado, son merecedores de juzgar a nadie por prevaricación pues llevan a sus propias espaldas un historial más que dudoso. Y ésto, insisto, el documental LO RELATA. Imprescindible.

Y el libro aún más. Uno tiene la impresión de que éste tipo lo ha vivido todo. Y así ha sido.