Entré en filmaffinity después de ver la película y me encuentro muy sorprendida ante el aluvión de críticas que oscilan entre lo malo y lo mediocre.
Antes de desarrollar mi crítica, he de reconocer que desconozco casi por completo la figura de Churchill y su relevancia. No sé si Churchill era más un diplomático con ansias de victoria o un humanitario. No puedo dar fé de su carácter ni de su perspectiva con respecto al conflicto de la II Guerra Mundial. Tal vez esta sea la causa por la que a mi me ha gustado la película. Puedo prescindir de su validez histórica y, por lo tanto, de todos los prejuicios derivados de las expectativas con respecto a su fiabilidad. Lo cierto es que, con independencia del lavado de cara de Churchill que probablmente constituya, así es como yo valoro la película:
- Interpretación del protagonista es magistral. La angustia de Churchill ante los acontecimientos venideros te atrapa.
- Diálogos y escenografía sencillos pero certeros, con la excepción del declive que que se produce en la última escena.

En general, a mi me ha calado más que "El momento más oscuro", perdonen la discrepancia.

No es que la película sea mala, pero sus antecesoras son auténticas obras maestras y este giro del guión  viene siendo en relación con la saga lo que la infidelidad en relación con el matrimonio.

Michael Corleone es más Al Pacino que Michael, se ha olvidado de los trucos y maneras de su personaje y se ha transformado en un viejo lánguido y alicaído, lleno de remordimientos. El problema es que los remordimientos no caben en la historia de un mafioso que sucumbe a la degradación moral y a la ambición desmedida. Ahí estaba la magia, ahí estaba la chispa. Yo no sé mucho sobre mafiosos, pero seguro que mueren con los zapatos puestos.

Aquí resulta que  Michael y Kate todavía se quieren. Después de todo, y a pesar de todo, se quieren. Eso no está bien, no encaja. Su matrimonio quedó absolutamente roto, y así debió continuar, tal y como cabía esperar a la luz de los hechos.

Luego están Vincent y la hija de Michael y Kate, interpretados respectivamente por Andy Garcia y Sofía Copola, actores que, a diferencia de Robert De Niro y Marlon Brando, tal vez sirvan para actuar en un telfilm, pero no para cerrar la saga más importante de la historia del cine.

La escenografía es, ni más ni menos, propia de una película de principios de los noventa. Esto implica perder la atemporalidad propia de los clásicos.

No han acertado ni con la música, por momentos sigue siendo la misma, pero parece impostada a la fuerza y tiene unos arreglos que, nunca mejor dicho, chirrían. El resto del tiempo utilizan una música pastelera y de segunda categoría.

En general, es una pena.