La película es una sucesión de conversaciones totalmente irrelevantes que no se relacionan de manera directa con la trama. La historia termina diluida entre una verborrea interminable que lejos de crear atmosfera crea aburrimiento. Los planos constantes de Madrid entre escena y escena no da protagonismo a la ciudad sino que complementa la verborrea verbal con una verborrea de imágenes en movimiento. El crack sin oscuridad y sin venganzas no es nada.

Que una película haga guiños a la narrativa tradicional japonesa no implica que deba tener mas valor como producto final. Esta película se ancla a la cultura japonesa; el escarabajo, el macaco japonés, el origami, la ingesta de pescado crudo, las catanas, samuráis, la naturaleza, etc. Cuando entro al cine pretendo valorar algo por lo que diga de si misma utilizando el lenguaje que escoja, no por como se relacione con un tema narrativo. Esta película aburre por momentos mientras pretende hipnotizar al publico con una estética minimalista japonesa. Debo denunciar los pésimos diálogos, que buscan en todo momento su publico objetivo, es decir los niños, así como también lo hacen los gags cómicos que parecen que traten de ser sosos a conciencia.
Esto es arte señores críticos, trasmite o no trasmite. El método de realización (stop-motion) no otorga un mejor juicio a una película, por mucho que la gente lo repita.

Esta película muestra como la mentalidad blanca trata apropiarse de todo poder, el poder para hacer el mal y el poder para hacer el bien. Es un tópico hablar de un colectivo discriminado por los blancos donde el protagonista es blanco. Esto es como hacer una película de feminismo donde el protagonista es un hombre. Los mismos blancos que dicen que Malcolm X era un "racista" por acusar al hombre blanco en tercera persona, son los que degustan estas películas donde, literalmente en esta ocasión, el blanco termina siendo adorado como a un chaman legendario por los analfabetos negros que no son capaces de nada por ellos mismos.