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Críticas de Sandro Fiorito
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Críticas 372
Críticas ordenadas por utilidad
8
13 de febrero de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“True Grit” se convierte, por méritos propios, en una de las mejores películas de la filmografía de los hermanos Coen. Su conjunto no sólo desprende el olor del sello de calidad inimitable del director bicéfalo, que vuelve a ser el que era recordando el sabor que nos dejaron cintas como “Muerte entre las flores” (1990), “Fargo” (1996) o “El hombre que nunca estuvo allí” (2001), sino que también ha devuelto una frescura merecida a uno de los géneros cinematográficos más emblemáticos y de mejor acogida de toda la historia del cine. Las viejas historias de venganzas, personajes icónicos, aventuras cabalgando entre interminables, solitarios y muchas veces bellos lugares, y un modo de vida fascinante, se reproducen en este notable western cargado de excelentes interpretaciones, aplastante guión e inconfundible dirección.

Todo un ejercicio de buen cine que a juicio de un servidor merece ser aplaudido doblemente. Me alegra que dos directores tan reconocidos apuesten por un género tan aparentemente acabado (que de año en año da alguna que otra perla, muchas menos de las que un montón de amantes del género desearían) y que encima lo hagan aportándole una luz propia, elementos originales y situaciones que sólo ellos saben sacarse de la manga.

Esta historia nos cuenta la persecución de una joven de catorce años, Mattie Ross (Hailee Steinfeld), al asesino de su padre, que cayó a manos de Tom Chaney (Josh Brolin). Tras el aspecto infantil de la niña se esconde toda una mujer calculadora, que lleva al milímetro los negocios familiares debido a la aflicción de su madre, incapaz de hacerse responsable de esas tareas. Todas estas funciones parecen excesivas para una persona de su edad, pero Mattie las resuelve mejor que cualquier adulto, con una sorprende habilidad de palabra y capacidad para negociar, saliendo prácticamente victoriosa de cualquier situación que pueda resolver con estos medios. Para llegar hasta la persona que mató a su padre, decide contratar a uno de los alguaciles más reconocidos del momento, el viejo, gordo, borracho y sarcástico Rooster Cogburn (Jeff Bridges), quien no parece entusiasmado por el encargo de la pequeña. Aparece también un Ranger de Texas, LaBoeuf (Matt Damon), quien busca a la misma persona, Tom Chaney, por delitos cometidos en su Estado. Comienza así una aventurera trama en la que la lengua es la mejor arma de los protagonistas, quienes atraviesan todo tipo de territorios con la intención de poder llegar a su destino. El humor está muy presente en varias escenas que se disfrutan a carcajadas (mortales las del “tiro al plato”, o los ruidos de Bruce Green), principalmente protagonizadas por la irónica, punzante y bohemia actitud del admirable Cogburn.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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Sandro Fiorito
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7
23 de octubre de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy entretenida y lograda película del director de “El Ilusionista” (2006), Neil Burger, con un argumento centrado en tres militares norteamericanos (dos sargentos y una soldado) desplegados en Iraq, que regresan a los Estados Unidos para disfrutar de un permiso vacacional de treinta días. No es otra de esas películas que intentan acercar al espectador a un clima en el que sus protagonistas viven atormentados por lo vivido en un conflicto bélico. Es una simpática comedia que va acompañada durante todo el metraje de cierto dramatismo en la que sus tres protagonistas, Fred Cheaver (Tim Robbins), T.K. Poole (Michael Peña) y la preciosidad de Coole Dunn (Rachel McAdams) coinciden por casualidad durante el vuelo de regreso a casa y, cosas del destino, acaban viviendo una ‘road movie’ llena de livianas emociones y dispares sorpresas, desde la que deberán afrontar los cambios que hayan podido producirse durante su ausencia.

Desconocidos entre ellos hasta el momento, cada uno cuenta a los otros sus objetivos e ilusiones para disfrutar de un permiso que sólo será temporal para dos de los mismos. Mientras Fred Cheaver, sargento, ya ha vivido su última misión y se retira del servicio activo, deseando únicamente reencontrarse con su mujer y su hijo, el sargento T.K. Poole y la soldado Colee Dunn buscan la manera de solucionar sus problemas y compromisos.

La lógica y obligada convivencia de los personajes hará que vivan tanto momentos alegres como de tensión, dando lugar a reflexiones en las que incluso podrá participar el espectador, preguntándose cómo podría desenvolverse él en una situación similar. Una ‘road movie’, como cualquier viaje que nosotros realicemos por carretera, debe ser lo más llevadera y agradable posible. Neil Burger lo consigue gracias a una buena dirección, un bien elaborado guión (escrito conjuntamente con Dirk Wittenborn, de “Gente poco corriente”, 2005), una fresca y actual fotografía (que acierta al enmarcar preciosos paisajes tanto naturales como urbanos y se convierte en una ventana esencial para el que visiona la cinta) y a una banda sonora (de Rolfe Kent) bastante adecuada por lo ligero de sus atractivos temas.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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Sandro Fiorito
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2
8 de febrero de 2010
23 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
La intención del director Nick Broomfield es ofrecernos un documento claro y sobrecogedor sobre el dramático y chapucero hecho que se vivió en Hadiza allá por el año 2005. Entonces, un grupo de soldados americanos, bajo el descontrol de sus mandos, se vengaba de la muerte de uno de sus compañeros, que murió asesinado por los insurgentes mediante una bomba que hizo explosión al paso de un convoy norteamericano.

Al parecer y según cuenta la película, que se basa en algunas grabaciones y reportajes de televisión, (sosteniendo todo esto en algo oficial como es la investigación que los EEUU pusieron en marcha después, destituyendo a los mandos encargados de la misión) cuando el vehículo militar salta por los aires dejando consigo un marine muerto y otros dos heridos, el resto de soldados cargaron sus armas, conquistaron los alrededores y asesinaron sin piedad a hombres, mujeres y niños que nada tenían que ver con la insurgencia.

Oficialmente, todo se presenta opaco respecto a esta cuestión, pero esta película, lejos de aclararme las cosas o como poco sobrecogerme, simplemente me entretiene, pareciéndome un documental barato que se apoya en apenas unos pocos datos para ofrecernos unas interpretaciones pobres, incapaces de transmitir un mínimo de emoción. Sólo Elliot Ruiz se salva raspado de la quema en esta película que se permite el lujo de dedicar medio minuto para llorarle a un soldado americano muerto pero que llena su metraje de jugosas y nutridas escenas de humanización al insurgente que puso la bomba en la carretera.

Nos lo venden como un tipo genial y lleno de amor, del que quizá podamos ver un amago de arrepentimiento y al que sólo faltó añadir una voz en off diciendo "pobrecito, el no tenía la culpa". A su vez, el ejército americano es pintado como una panda de chavalotes que se van de juerga en sus coches, sacando el culo por la ventanilla y escuchando música a toda pastilla. Unos auténticos demonios sedientos de asesinar, sin mostrar miedo en ningún momento. El resto de estas caracterizaciones corresponde a los tópicos que se les han aplicado en otras películas bélicas.

Que el macabro hecho de la masacre es real, es posible. Que luego haya pasado de ser investigado por una revista y luego se haya hecho un documental descafeinado para después convertirse todo en un reportaje de media página en algún periódico y más tarde, ya con los datos oficiales en mano, Nick Broomfield haya exprimido todo esto y la gota que consigue es el distorsionado resultado de la película, pues también es posible. Que la cinta tiene fines políticos, insertando a George W. Bush entre sus fotogramas a la par que dice "la culpabilidad debe recaer sobre el comandante en jefe" (que es Bush), no es que sea posible, es que es cierto.

(Continúa en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento)
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Sandro Fiorito
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9
30 de octubre de 2010
16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica miniserie basada en la exitosa y reconocida novela homónima de Ken Follett, ambientada en la Inglaterra del siglo XII y con un argumento que gira alrededor de la construcción de una catedral en la ficticia ciudad de Kingsbridge, que ve pasar los años viéndose relacionada de alguna manera con los efectos que el desarrollo de la obra produce sobre aquellos que guardan nexo con la misma. Dirigida por Sergio Mimica-Gezzan, este trabajo ha ganado en popularidad gracias al renombre de la productora de los hermanos Ridley y Tony Scott (Scott Free Productions), quienes a su vez son los productores ejecutivos de la serie.

La calidad argumental resulta más que notable, siendo aquí aprovechados todos los minutos con historias cargadas de tensión, excelente narrativa y aún mejor interpretación. La serie está cargada de un fuerte contenido religioso por el obvio escenario de la misma y en su temática reina, principalmente, la ambición de poder (producida en un entorno profundamente político), dando lugar a múltiples relatos paralelos sobre la búsqueda más absoluta del mismo (perpetuidad en el poder, conspiraciones dentro de casas reales, ascensos en la jerarquía eclesiástica, títulos nobiliarios...). Pero dentro del entramado, que no se permite vacíos y siempre busca rellenar el metraje con interesantes historias, también hay hueco para la humildad, la amistad, el amor, el afán de superación, la persecución de los sueños y la verdadera entrega a Dios y sus sagrados valores en detrimento de aquellos que buscan en la religión una vía para alimentar su codicia. También supone un interesantísimo documento sobre la arquitectura gótica de la época, que envuelve lo referente a la edificación de la parroquia citada.

Con un guión superior y una dirección artística que consigue una ambientación sublime, que introduce elementos creados por ordenador (catedral, batallas...), los ocho episodios de los que está compuesta esta pequeña maravilla ofrecen al espectador, a lo largo de un apasionante recorrido a través de los años en los que se basa, un gran despliegue de personajes que guardan tras de sí una vida propia que interesa hasta fascinar. De entre todos los personajes que completan el plantel, esta es una selección de los más destacados: Tom “El Maestro [de obras]” (Rufus Sewell), que añora participar en la construcción de una catedral, algo que le otorgaría un trabajo para toda la vida y aseguraría la manutención de sus hijos, de entre los que destaca el envidioso y maligno Alfred (Liam Garrigan) que muestra una personalidad muy distinta a la de su afable padre. El entregado y bondadoso monje Philip (Matthew MacFadyen), convertido en Prior de Kingsbridge y principal responsable de la construcción de la catedral que da corazón a esta historia, junto a su sub-Prior, el detestable Remigius (Anatole Taubman).

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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Sandro Fiorito
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6
13 de noviembre de 2010
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comentario breve

Aunque esté construida dentro de un fresco repleto de lírica que deja para la retina preciosas postales, su calma excesiva y la historia vivida por el círculo Anne-Absalón-Martin hizo que me invadiera el tedio hasta llegar al bostezo. Lo mejor: una sobresaliente Anna Svierkier, la aterradora Sigrid Neiiendam y el carácter documental de la obra. Muy interesante pero arriesgada si elegimos para su visionado un momento en el que pretendamos ver algo con un tempo más rápido.
Sandro Fiorito
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