Dejó de ser tal muy pronto y la escena de la tienda de ropa lo confirmó poco más tarde. Aún así, la música desagradable, que se mete en la cabeza, molestando, la volubilidad del carácter de ella, sus cambios de humor, sus 'visiones'... hacen que el desasosiego nos inunde rápido. Realmente la película da mal rollo, porque se quiere que la chica se de cuenta de todo y acabe tranquila al final.

Si hubiera acabado con la llegada de Bok-Nam al continente, hubiera tenido más nota, pero la escena del calabozo la ha hecho bajar (aunque sirva para la reacción final de la pija). Queda la duda del por qué del comportamiento de los habitantes de la isla (sobre todo de las mujeres). La pasividad de la pija me ha recordado a las imágenes del atropello de la niña china, donde todo el mundo mira hacia otro lado para no involucrarse.

Cuando lo que más me llega de la película es "Make me smile", la canción de los créditos finales, y porque es la que se usó en un anuncio de cervezas es que algo no ha funcionado bien. Demasiado psicodélica, canciones que no me decían nada, aparte que las letras se las traían, una cultura que estaba en vigor cuando yo comenzaba a andar y una estética de la que no tengo demasiado afecto. No podía poner otra nota.

Antes la contrario, es bastante inocentón; el haber estado ciego desde el principio quizá le ha impedido adquirir una personalidad Batesniana (si es que existe el palabro) ya que solo conocía el mundo por su madre, sin criterio propio. No dudo nada que la idea de hacer la obra y liberar a la chica era real, pero una vez que se prueba 'el amor físico de verdad'...
Buen combate dialéctico entre los tres protagonistas, cada uno arrimando el ascua a su sardina, según se desarrollaban los acontecimientos y cambiaban las situaciones y relaciones. Como siempre, de la genialidad a la locura hay poco trecho.

Un par de momentazos; la conversación con la chavala 'gótica', que le confunde con un interno y, más tarde, cuando él confunde a Mariam con 'Miriam', al despedirse ella dice: 'Qué imbecil'; acto seguido puse voz a sus pensamientos: 'Pero que bueno que está'; cuando después deja el mensaje en el contestador, se me escapaba la risa. Después de todo, el que peor lo pasa no es el enfermo, por suerte para ellos.