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Críticas de daci
25 de mayo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alatriste produce en el espectador sentimientos encontrados. Por una parte, su existencia ya es un milagro y como tal merece ser aplaudida: nunca una película cien por cien española gozó de 24 millones de euros de presupuesto y una gran estrella de Hollywood al frente del reparto -Los otros fue una co-producción con EEUU hablada en inglés-. Por otra, el deseo de apoyar nuestra industria para que se sigan rodando films de su naturaleza choca con la cruda realidad; y ésta es que Agustín Díaz Yanes no ha estado muy inspirado que digamos en su doble faceta de guionista y director. En la primera yerra al haber decidido refundir los cinco libros del espadachín en una sola historia; a ratos superficial, a ratos abrupta y sin duda demasiado larga. En la segunda, es evidente su falta de desenvoltura en empresa tan aparatosa: si bien no se me ocurre otro director nacional –quizá Enrique Urbizu– que la hubiera conducido a cotas más satisfactorias en, por ejemplo, las confusas escenas de acción. La falta de costumbre, supongo.
Sin embargo, Alatriste también posee virtudes que equilibran algo la balanza. La ambientación resulta magnífica, y gracias a ella se emula la atmósfera deprimida que impregnaba las páginas de Arturo Pérez Reverte: la de un imperio que se desmoronaba por la ineptitud de sus gobernantes. Hay así mismo momentos emocionantes: recordemos la última escena entre el capitán y María de Castro –Ariadna Gil– o el heroico epílogo de Rocroi. Tampoco olvidemos varias interpretaciones meritorias: la de Javier Cámara –el Conde Duque de Olivares, Juan Echanove –Quevedo– o la del propio Viggo Mortensen. El neoyorquino lograr capturar el espíritu de su personaje, un hombre con un férreo código de honor amargado por el lamentable estado de su patria. Aunque, claro, su extraño acento medio argentino medio inglés no case muy bien con la voz de un recio mercenario español del XVII y debería haber sido doblado; dando la impresión de que se le ha recortado el diálogo a la mínima expresión para intentar paliar el (d)efecto.
Irregular superproducción que desaprovecha la oportunidad de iniciar una ambiciosa franquicia.
Sin embargo, Alatriste también posee virtudes que equilibran algo la balanza. La ambientación resulta magnífica, y gracias a ella se emula la atmósfera deprimida que impregnaba las páginas de Arturo Pérez Reverte: la de un imperio que se desmoronaba por la ineptitud de sus gobernantes. Hay así mismo momentos emocionantes: recordemos la última escena entre el capitán y María de Castro –Ariadna Gil– o el heroico epílogo de Rocroi. Tampoco olvidemos varias interpretaciones meritorias: la de Javier Cámara –el Conde Duque de Olivares, Juan Echanove –Quevedo– o la del propio Viggo Mortensen. El neoyorquino lograr capturar el espíritu de su personaje, un hombre con un férreo código de honor amargado por el lamentable estado de su patria. Aunque, claro, su extraño acento medio argentino medio inglés no case muy bien con la voz de un recio mercenario español del XVII y debería haber sido doblado; dando la impresión de que se le ha recortado el diálogo a la mínima expresión para intentar paliar el (d)efecto.
Irregular superproducción que desaprovecha la oportunidad de iniciar una ambiciosa franquicia.
25 de mayo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film que le ha arrebatado el Oscar a El laberinto del fauno es una notable película ambientada no por casualidad en el orwelliano 1984, cuando a un agente de la Stasi -la policía secreta de la antigua RDA-, se le encomienda espiar a una pareja con posibles simpatías occidentales.
Reverso tenebroso de Good Bye Lenin!, y verdugo de Volver en los Félix Europeos, La vida de los otros funciona extraordinariamente a varios niveles: En cuestiones fílmicas, su guión es modélico, con interesantes apuntes sociológicos, golpes dramáticos muy bien dosificados y personajes ricos en matices que evolucionan hasta lograr la identificación del espectador. Como recreación exacta de una época de paranoia y miedo, sus logros son encomiables. Y con su apuesta por un mensaje esperanzador aún en las circunstancias más adversas, resulta conmovedora. Destaca en este sentido la interpretación de Ulrich Mühe, el hierático agente al servicio de la represión comunista que descubre su propia humanidad gracias al arte y a inmiscuirse en la intimidad de sus víctimas.
Reverso tenebroso de Good Bye Lenin!, y verdugo de Volver en los Félix Europeos, La vida de los otros funciona extraordinariamente a varios niveles: En cuestiones fílmicas, su guión es modélico, con interesantes apuntes sociológicos, golpes dramáticos muy bien dosificados y personajes ricos en matices que evolucionan hasta lograr la identificación del espectador. Como recreación exacta de una época de paranoia y miedo, sus logros son encomiables. Y con su apuesta por un mensaje esperanzador aún en las circunstancias más adversas, resulta conmovedora. Destaca en este sentido la interpretación de Ulrich Mühe, el hierático agente al servicio de la represión comunista que descubre su propia humanidad gracias al arte y a inmiscuirse en la intimidad de sus víctimas.
25 de mayo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jorge Sánchez Cabezudo debuta en la dirección de largometrajes con este ingenioso thriller, un film que concatena historias cruzadas y juega con los tiempos narrativos para lograr todo un ejercicio de suspense. Mediante esquemas cercanos a la novela, la acción se fragmenta en seis capítulos alrededor de un hecho trágico, al que confluirán una serie de personajes protagonistas cada uno de su propia historia y secundarios en las demás.
Lejos de ser el enésimo imitador de Pulp Fiction por su estructura de puzzle, el director elude la gratuidad potenciando a sus caracteres, a los que dota de alma y corazón para lograr la identificación del espectador y convertirlos así en algo más que simples ejecutantes de la elaborada trama. Un reparto donde prima antes la adecuación de cada actor a su papel que su nombre, y en el que no sería justo destacar unos sobre otros.
El film también posee ecos a los Coen de Fargo en la recreación de una atmósfera rural violenta y degradada, simbolizando la bajeza moral de la que es capaz el ser humano. Quizá la tijera debió entrar un poco más en el último tramo de la historia, pero, en cualquier caso, eso no resta méritos a esta interesante película.
Original debut de un nombre a retener.
Lejos de ser el enésimo imitador de Pulp Fiction por su estructura de puzzle, el director elude la gratuidad potenciando a sus caracteres, a los que dota de alma y corazón para lograr la identificación del espectador y convertirlos así en algo más que simples ejecutantes de la elaborada trama. Un reparto donde prima antes la adecuación de cada actor a su papel que su nombre, y en el que no sería justo destacar unos sobre otros.
El film también posee ecos a los Coen de Fargo en la recreación de una atmósfera rural violenta y degradada, simbolizando la bajeza moral de la que es capaz el ser humano. Quizá la tijera debió entrar un poco más en el último tramo de la historia, pero, en cualquier caso, eso no resta méritos a esta interesante película.
Original debut de un nombre a retener.
25 de mayo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mel Gibson sigue sorprendiendo en cada nueva película como director. Tras recrear las últimas doce horas de Jesucristo, ahora nos ofrece una cinta ambientada en los estertores de la civilización maya. Un film muy original y realista gracias a su fenomenal trabajo de ambientación, al empleo de actores desconocidos o estar hablada en un dialecto nativo.
Pero Gibson también demuestra conocer las claves comerciales del cine, y nos entrega una película que en el fondo es una entretenida historia de aventuras, similar a El malvado Zaroff o Blanco humano . Incluso le da tiempo para deslizar su postura ante temas como el ecologismo, la guerra o la maldad innata del hombre. Una postura esta nada rousseauniana y sí afín a la de Kubrick, que al hablar sobre la violencia humana declaraba : “Hemos nacido de monos erectos, no de angeles caídos, y esos monos eran unos asesinos armados. ¿De qué vamos a asombrarnos? ¿De nuestros asesinatos, genocidios y misiles? No, sino de nuestras sinfonías, tratados o sueños. El milagro del hombre no reside en cuán bajo ha caído, sino a qué altura se ha levantado”.
Competente film de aventuras con mensaje.
Pero Gibson también demuestra conocer las claves comerciales del cine, y nos entrega una película que en el fondo es una entretenida historia de aventuras, similar a El malvado Zaroff o Blanco humano . Incluso le da tiempo para deslizar su postura ante temas como el ecologismo, la guerra o la maldad innata del hombre. Una postura esta nada rousseauniana y sí afín a la de Kubrick, que al hablar sobre la violencia humana declaraba : “Hemos nacido de monos erectos, no de angeles caídos, y esos monos eran unos asesinos armados. ¿De qué vamos a asombrarnos? ¿De nuestros asesinatos, genocidios y misiles? No, sino de nuestras sinfonías, tratados o sueños. El milagro del hombre no reside en cuán bajo ha caído, sino a qué altura se ha levantado”.
Competente film de aventuras con mensaje.
7 de noviembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de paréntesis puntuales como El jefe de todo esto, Lars Von Trier retorna periódicamente a la constante que mueve el grueso de su filmografía: las mujeres al borde de la desesperación que encuentran la claridad justo cuando lo peor está próximo a sucederles. Ya sea Emily Watson en Rompiendo las olas, Björk en Bailar en la oscuridad, Nicole Kidman en Dogville, Bryce Dallas Howard en Manderlay o Kirsten Dunst en Melancolía, todas ellas comparten el hecho de ser devoradas e iluminadas a la vez por la tristeza y los terribles problemas con los que el autor danés las hace tropezar; como si fueran el Jorgen Leth de Cinco condiciones a merced de los caprichos de su maquiavélico demiurgo.
En esta ocasión, con Melancolía, Von Trier se aleja de las pajas mentales de su anterior Anticristo y nos entrega una cinta de estética más accesible, que, aunque comienza igual que aquélla -con un prólogo en slow motion y música clásica, esta vez la apertura de Tristán e Isolda de Wagner-, por fortuna pronto se desvía a otros derroteros más digeribles para contarnos una historia estructurada en dos partes que reflexiona sobre la depresión y la futilidad de la vida. En la primera, asistimos a la boda de Justine -Kirsten Dunst- una joven que bajo su fachada alegre esconde una feroz depresión; un estado de ánimo que la carcome por dentro sin que nadie acierte a comprenderla ni ayudarla. En la segunda, vemos a Justine en una fase más agudizada de su enfermedad, a la que parece finalmente resignarse mientras espera la muerte, debido a la inminente colisión de la Tierra con el planeta Melancolía…
sigue porque no cabe
En esta ocasión, con Melancolía, Von Trier se aleja de las pajas mentales de su anterior Anticristo y nos entrega una cinta de estética más accesible, que, aunque comienza igual que aquélla -con un prólogo en slow motion y música clásica, esta vez la apertura de Tristán e Isolda de Wagner-, por fortuna pronto se desvía a otros derroteros más digeribles para contarnos una historia estructurada en dos partes que reflexiona sobre la depresión y la futilidad de la vida. En la primera, asistimos a la boda de Justine -Kirsten Dunst- una joven que bajo su fachada alegre esconde una feroz depresión; un estado de ánimo que la carcome por dentro sin que nadie acierte a comprenderla ni ayudarla. En la segunda, vemos a Justine en una fase más agudizada de su enfermedad, a la que parece finalmente resignarse mientras espera la muerte, debido a la inminente colisión de la Tierra con el planeta Melancolía…
sigue porque no cabe
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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