Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valladolid
Críticas de Mustakrakish
<< 1 2 3 4 5 6
Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
It's Such a Beautiful Day (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2011
7,5
1.432
Animación
2
30 de mayo de 2017
6 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entiendo lo que la película pretende transmitir, he disfrutado de otros filmes que emplean recursos sensoriales semejantes con el fin de conseguir su propósito, no es que no me guste el cómo o el qué sino que no me llega en su consujunto. Me resulta pretenciosa, relamida y tediosa, no consigue producir en mí ningún efecto más allá de las ganas de que acabe el mismo... por insustancial.

Es un día precioso... para salir del cine y pasear cuando se presentan películas de este calibre.
Mustakrakish
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1
11 de septiembre de 2017
9 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta producción sorprende desde el principio por su nivel. La serie de Campanella tiene formato cinematográfico, una fotografía excelente, una ambientación sobresaliente, un guión solvente, unos personajes sólidos y unas interpretaciones de quitarse el sombrero de casi todos los actores, en especial los del equipo habitual del cineasta bonaerense, destacando Héctor Alterio, Ernesto Alterio, Eduardo Blanco -superior- , Pablo Rago y Giulia Michelini, que no tiene michelines precisamente la muy maciza.

La serie relata dos historias enlazadas: la de José Olaya (Ernesto Alterio), un muchacho de una aldea asturiana que se ve obligado a huir a Buenos Aires en 1934 tras sabotear una mina, y la de su hijo Ernesto (Eduardo Blanco), que ya maduro, en 2001, tiene que emigrar desde Argentina a Madrid en pleno “corralito” para buscar sustento. El engarce de ambas historias es brillante y original, pues se busca el paralelismo entre momentos clave de la vida del padre y del hijo. Los contrastes de ambiente y de tono son tan marcados que a mí a veces me recuerdan a los flasbacks de El padrino II, salvando las distancias naturalmente. Las peripecias de José en Argentina abarcan el período desde 1934 a finales de los cincuenta, y las de Ernesto se desarrollan en Madrid entre 2001 y 2005, y dan ocasión a un repaso de los diversos acontecimientos políticos que tuvieron lugar en ambos países en esos años.

Pero no voy a limitarme a alabar Vientos de agua, ni mucho menos, ya que, al margen de sus méritos estéticos, el serial de Campanella resulta ante todo excesivamente cargante por lo politizado que está. Pasando por alto que la trama (si es que podemos hablar de trama) peca de lentorra y que el final me causó un mal efecto por incurrir casi en el género fantástico y fantasmagórico, no cabe duda de que el director de Luna de Avellaneda es un rojo insufrible que padece unas paranoias que haría bien no compartiendo con su sufrido público.

El guión, para empezar, está enfocado desde el punto de vista más que particular de dos militantes de extrema izquierda (anarquistas) en los años 40, mostrándose con indisimulada simpatía todas sus acciones “revolucionarias”, sus consignas, sus atentados y violencias y sus promiscuidades propias de un estudio psiquiátrico sobre el síndrome del donjuanismo. Por ejemplo, José Olaya joven no deja de follar como un león, con unas y con otras, en todos los episodios, y disculpen la forma de señalar. Todo esto podríamos perdonarlo como una licencia excéntrica de un artista como Campanella, pero el problema es que se pasa las más de 13 horas que dura este drama televisivo arremetiendo como un mihura contra el franquismo, contra el coronel Perón, contra Evita, contra José María Aznar y contra la Iglesia. Vamos, que le entran a uno sudores con semejante panfleto.

Como no podía ser de otra forma, la versión que se da sobre la guerra civil es digna de la Memoria más Histérica que pueda imaginarse, hasta el punto de reinventar directamente la historia de España. La exaltación romántica que se hace de los criminales maquis, a los que pertenece la hermana de José (Bárbara Goenaga), me dejó al borde de echar la pota, por no hablar de las versiones maniqueas de siempre sobre los fusilamientos del 36. Tampoco faltan, cómo no, los nazis alemanes de turno como malvados prototípicos frente a la santidad laica de los protagonistas… O mejor rectifico, porque Juliusz (Pablo Rago), que es el más santo de todos, no es laico, sino judío, y, claro, Campanella, que ya se sabe por otras pelis que le encantan los semitas, nos le vende como un comprometido filántropo. No sucede así casualmente con los sacerdotes católicos, que las pocas veces que salen se comportan como unos cobardes y manipuladores vendidos a la oligarquía. Por cierto, viendo el careto de rabino que tiene Rago parece imposible que no sea un judiorro de verdad.

Por si no fuera bastante, la serie se dedica a escupir sin remilgos contra nuestra patria, sobre todo en el relato de los sinsabores de Ernesto en su periplo español en 2001. Lo que podía haber sido una crónica interesante, e incluso crítica, sobre las vivencias de un inmigrante en Madrid separado de los suyos, muy pronto degenera en un auténtico tiro al blanco contra los españoles, ya que el realizador se despacha a gusto llamándonos insolidarios, racistas y fachas, con continuas referencias burlonas al gobierno del PP en esos años, como si todos fuéramos peperos. El mensaje de fondo es que los españoles (exceptuando dos o tres jipis como el personaje que interpreta Marta Etura) tratamos fatal a los inmigrantes (quién lo diría cuando acaparan todos los servicios y subvenciones), aunque algo mejor a los argentinos “porque tienen la piel blanquita como nosotros”. Sin palabras.

Con todas estas cuestiones es evidente que una serie que roza lo ridículo en las refencias históricas, roza la hispanofobia y resentimiento que llevan dentro algunos argentinos (de esa curiosamente apenas se habla en la serie) y de un ritmo demasiado tedioso hasta para Campanella, sólo podía estar destina a lo que se quedó, es decir, puntuaciones muy altas por parte de la población minoritaria de siempre que se identifica con el pastiche político-social que pretende vendernos Campanella (ultraizquierdistas, progres de diferentes plumajes y latinos con hispanofobia) mientras que el resto pasaron de este panfleto, el igual que pasan de los panfletos de la guerra civil que nos querían vender en el cine (habitualmente subvención del "malvado" estado mediante).

En resumen, panfleto para los muy cafeteros de extrema izquierda.
Mustakrakish
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 6
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow