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Críticas de Nelson 23
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
4
13 de junio de 2021
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Comedia irregular que nos presenta a una pareja elegida por el sistema como un par de conejillos de indias, para ser analizada y vista por audiencias masivas. Es decir, dos personas doblemente atosigadas, por el sistema estatal y por la opinión pública.

Es una especie de antecedente para películas como El show de Truman (1998) o EDtv (1999). Comparte con ambas el tema de la exhibición pública y abusiva de la intimidad de personas comunes.

Incluso para una comedia resulta contradictorio tener, por un lado, la sistematización y el rigor en la información que arroja el comportamiento cotidiano de la pareja, y por el otro, las pasiones y la histeria que se genera entre el público que la observa.

Hay muchos diálogos que no aportan ni terminan de ser graciosos, especialmente cuando los protagonistas se reúnen con quienes parecen estar a cargo de tan incoherente proyecto.

Desde el siglo 21, no se puede juzgar con severidad al filme por lo absurdo que resulta ver primitivas computadoras registrando solamente algunos datos obvios en pantalla, o por los ridículos sonidos electrónicos que desprenden algunos artefactos analógicos. Tampoco por el papel que en el proyecto le asignan a la mujer, un ama de casa ordinaria sin participación en las acciones productivas.

Da la impresión de estar muy impregnada del espíritu más ingenuo de la contracultura que por aquellos años ya empezaba a entrar en declive; o de la, ya no tan reciente, revolución a medias de 1968.

Más profunda que la historia de hora y media de esta pareja, resulta la letra de la canción que cierra el filme y da paso a los créditos.

Al final, se asemeja a un sketch, pero muy largo, de los Monty Python, y sin la gracia de sus intérpretes.
Nelson 23
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5
29 de mayo de 2021
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Satin, el protagonista, es un artista de poca monta con encanto y algo de suerte, que cree poder triunfar en algún momento, en la gran ciudad y en grandes escenarios. Su aspiración está muy por encima de sus posibilidades. Mientras espera, tendrá que aguantar los golpes con buen ánimo, como corresponde en una historia de esta clase.

Como ya se vio en otras películas, un percance en el camino hacia una nueva vida y tal vez la gloria, terminará deteniéndolo, generando resistencias y acomodando las cosas en su vida. También está presente el contraste fuerte entre escenarios citadinos y un área rural.

Aunque hay un desplazamiento carretero, no alcanza para calificarla como road movie. Es una comedia dramática sobre superación, maduración, fe y determinación.

Se desperdicia el trasfondo musical de jazz clásico, que se referencia con alguna frecuencia a lo largo de la trama, pero casi no se escucha.

Hamilton von Watts está correcto como Satin, pero no brillante. Físicamente, recuerda un poco a un joven Woody Harrelson. A su lado, algunas antiguas estrellas de series de televisión que lo acompañan de manera adecuada.
Nelson 23
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4
2 de abril de 2021
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Estamos en los años 80 del auge de los videos, en especial de la Mtv con su estética pop, y tenemos a dos jóvenes amigos (encarnados por John Cusack y Tim Robbins) dispuestos a triunfar por esa vía, la audiovisual en la música. Uno de ellos es el líder y el otro el talentoso. El logo de su productora de videos recuerda también a la vieja Mtv. En el camino encontrarán algunas dificultades como las carencias económicas de ambos, la incomprensión de sus familiares y también la conocida trama del video comprometedor de un sujeto poderoso que caerá en sus manos accidentalmente, convirtiéndolos en objeto de persecución.

La debilidad de Tapeheads está en que no termina de decidirse a entrar de lleno en ninguna de las clases de comedia que llega a tocar, pero sin profundizar. Se puede citar tres caminos que pudo tomar decididamente, con resultados mejores o tal vez más taquilleros.

En primer lugar, pudo ser una comedia de situaciones absurdas de dos jóvenes entusiastas y descocados al estilo de Wayne’s World (1992). También le habría sentado bien seguir la senda de las aventuras alocadas y graciosas con un trasfondo musical fuerte, a la manera de The Blues Brothers (1980). Finalmente, le habría convenido parecerse más a una comedia o parodia sobre los lugares comunes de la música y en especial del rock como, por ejemplo, This is Spinal Tap (1984) o también Still Crazy (1998).

Película dispersa e irregular con un buen potencial en su inicio y dos estrellas no muy bien aprovechadas.
Nelson 23
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4
10 de enero de 2021
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Se trata de una joven ingenua, frágil, infantil, optimista que se enfrenta a la gran ciudad de finales de los 60 con esas cualidades (o defectos según otra percepción) y sorprendentemente le va como a todos, entre bien y mal.
Se desarrolla algo de drama por problemas de adaptación a un entorno distinto, muy sofisticado, y también por choque generacional. El vestuario está muy recargado y colorido, tal como lo era en esa época en ambientes citadinos. Hay alguna crítica ligera hacia el tratamiento discriminatorio por etnia que suelen adoptar las instituciones. La película se la clasifica también como musical, pero sólo hay un número con coreografía y música.
Aunque Geneviève Waïte no hace un mal trabajo encarnando a la protagonista, fue ampliamente superada por la gran Audrey Tautou de Amélie. Tampoco el guión de Joanna está a la altura de su sucesora francesa. Las escenas y la historia de Joanna se van desarrollando un tanto erráticas y anodinas, como acompañando la personalidad de la protagonista. Incluso la estupenda música de Yann Tiersen en Amélie hace una gran diferencia entre ambas películas.
Se la puede tomar como la iniciadora de una corriente de comedias ingenuas de chicas como la descrita, en ambientes que no suelen ser muy amables con nadie, pero en especial con ellas.
Nelson 23
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5
14 de diciembre de 2020
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A pesar de haber sido realizada a finales de los 90, tiene el espíritu de las comedias de los 80. La desfachatez, la frescura, incluso algo del estilo de John Landis, con quien también comparte el tema de ricos engreídos sumidos en la pobreza de su Trading Places (1983). Para completar una especie de trilogía de este tipo de comedias, citaré Life Stinks (1991) de Mel Brooks.
Otras relaciones se pueden encontrar con Witness (1985) de Peter Weir (fundamentalmente por lo de esconderse en el mundo Amish, porque ni el género ni el tono coinciden), y con Doc Hollywood (1991) de Michael Caton-Jones, por el choque de culturas e idiosincrasias que da bastante juego a las situaciones cómicas. Hurgando un poco más, se puede encontrar que el punto de inflexión en ambas tramas (Doc Hollywood y For Richer or Poorer) se encuentra en un choque accidental contra una cerca en la primera y contra un poste en la otra.
Es una película llevadera, hay estupendos paisajes rurales diurnos y nocturnos y actuaciones mayormente acertadas para lo que requiere la trama.
En lo negativo, el final se siente un poco forzado, precipitado, y hay un personaje entre los perseguidores demasiado desequilibrado, incluso para una comedia.
Recomendable sobre todo para nostálgicos de los 80.
Nelson 23
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