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España España · Madrid
Críticas de MrRipley
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
5
5 de diciembre de 2006
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena que una peli bien rodada e interpretada dé poco más de lo que hubiera dado un telefilm Disney de sobremesa. A ratos es una peli entretenida y bonita, pero deja mal sabor de boca. Lo demás que tengo que decir debe ir en el spoiler...
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MrRipley
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8
6 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por lo (poco) que había visto y leído de Joven y bonita esperaba el retrato de una rebeldía estereotipada volcada en el sexo como reivindicación de la libertad personal. Vamos, que me había montado mi propia película con muchos prejuicios de por medio. La sorpresa de esta película de F. Ozon, director que hasta ahora no seguía con interés, aunque La piscina sí me pareció en su día que lo tenía, está para mi en el carácter de la protagonista y en su actitud hacia el sexo: "Es el receptáculo del deseo de los demás, pero ella desconoce el suyo. También es más cómodo para ella que los demás sientan deseo y ella no" (*). No me esperaba una historia sutil, ni ese carácter pasivo, y esa actitud entre curiosa y tranquilamente extrañada con que acepta a sus clientes, por los que, de alguna forma, se muestra interesada. Hay algo muy extraño en la actitud en Isabelle acepta el deseo de los hombres; algo que para mí tiene que ver con la generosidad, y con una naturalidad hacia el sexo, que los demás no pueden aceptar.

Hay muchos puntos interesantes en la historia que cuenta Ozon y en cómo lo hace.

Uno de ellos, el hecho de que Isabelle no disfrute realmente del acto sexual. En sus conversaciones con el psiquiatra explica cómo siempre le dejan fría, pero que es rememorarlos, y repetir el ritual de llamadas y citas clandestinas y prohibidas, lo que la atrae. Esa actitud hacia el sexo creo que es muy habitual, y de hecho es una especie de "fenómeno psicológico" que no se da sólo en el sexo. Patricia Highsmith lo describía muy bien en un fragmento de Carol; el hecho de que muchas veces somos conscientes de que, incluso nuestros mejores, se vivieron realmente como algo nada excepcional, y es el recuerdo el que los mitifica. De alguna forma, nuestros grandes momentos son invenciones de nuestro recuerdo.
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MrRipley
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3
3 de febrero de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué usar cámara en mano debe ser sinónimo de verosimilitud? Lo digo por la ficha de la película. No digo que Omagh sea una mala película, pero yo no la he visto, la he sufrido; y la he sufrido por su uso de la cámara en mano. Es una visión personal.
No soy enemigo en absoluto de la cámara en mano, pero no entiendo la forma de usarla aquí. Creo que para grabar tiene una gran ventaja: se va más rápido. Y que formalmente tiene su sentido; en cierto cine realista, como el que representa Omagh, hay una afinidad clara con el cine documental, donde muchas veces no es posible preparar el plano y donde el uso incluso de un trípode limita mucho la disponibilidad para responder con agilidad a acontecimientos imprevistos. Además, demuestra una especie de desprecio por las formas, "por la retórica" (entendida como alarde formalista), en beneficio del peso de la idea y de las interpretaciones de los actores.
Pero he sido operador de cámara y debo decir que para mover la cámara como se mueve en esta película, hay que esforzarse mucho en hacerla vibrar voluntariamente. De hecho, hay mucho de "pose" y de "ir a la moda" en las formas que usan los responsables de Omagh. Si de "ser transparente" se trata, ¿qué sentido tienen esos absolutamente premeditados e irremediablemente odiosos mini-zooms con que se adorna el inicio de muchos planos? ¿Dónde está su sentido? El "zoom" se pude usar de muchas formas (hay quien lo prohibe, porque el mundo está lleno de dogmáticos), mejores y peores, pero aquí se usa sólo para llamar la atención sobre el plano mismo: "mira, que estoy haciendo un zoom para que veas que grabo mal porque quiero, no porque venga a cuento, ni necesite reencuadrar, ni porque te quiera enseñar nada más de cerca o más de lejos?". "Porque yo lo valgo".
Pura vanidad autoral.
¿Ningún responsable de la peli se dio cuenta de que, obrando de esta forma, lejos de poner el acento en el drama, se está centrando continuamente la atención del espectador sobre la propia estética del plano, sobre lo feísta y premeditado de cada mareante toma? Es una elección formal sin ningún criterio de funcionalidad real; es una forma de retórica superficial, perfectamente vacía.
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MrRipley
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3
14 de febrero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por no repetir cosas dichas, y sin conocerlo de nada (que yo sepa), diré que estoy muy de acuerdo con la crítica de "aliencete" en esta misma web (https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/732862/299644.html) y hasta le copiaría el título si eso fuera limpio, pero no lo es.
No he leído muchos otros comentarios, pero añadiría a los suyos (seguramente se señale en otras reseñas) lo burdo del truquito del cartel en la tercera parte de la historia.
Veamos: la película está dividida en tres partes principales; cada una ofrece el punto de vista de tres personajes distintos sobre unos mismos hechos, aunque no literalmente porque, por economía narrativa (o porque el personaje simplemente no estaba presente), las tres partes no narran las mismas situaciones exactas sino que se complementan. Eso es algo lógico.
Pues bien, al llegar a la tercera parte el director se descubre en la necesidad de señalar a sus espectadores cuál es la versión "buena", cuál deben creer; lo hace además anticipadamente, para que no queden muchas dudas.
El rótulo de cada seccion sigue el mismo esquema para cada personaje: "The truth according to"... Jean de Carrouges... Jacques le Gris... The Lady Marguerite... Pero cuando el rótulo inicial de la tercera parte se desvanece, la palabra "the truth", queda en pantalla, aislada, explícita, durante unos segundos (nada de eso ocurre con los dos primeros rótulos). Es decir, las dos partes anteriores eran la verdad "de alguien", una verdad subjetiva; en la tercera parte se subraya abiertamente que es simplemente "la verdad".
Eso es cine para tontos. Tal cual.
Puede parecer discutible destacar algo así, pero para mí es tremendamente importante. De hecho, aún no puedo creer que un director de la experiencia de Ridley Scott, en una película supuestamente sobre conflictos morales, sea capaz de un truco tan burdo, tan absurdo y tan contradictorio. ¿Qué sentido tiene plantear una película como juegos de puntos de vista si vas señalar directamente a uno de ellos como "la verdad"? Es sencillamente demencial.

Desde mi punto de vista, el problema no es sólo el subrayado en sí (no sé si Scott pensará que ha sido sutil; espero que no porque entonces es más bruto de lo que parece; no sé si habrá espectadores que hayan pasado por alto semejante "sutileza", una sutileza que implica además una inseguridad manifiesta en el valor de las propias imágenes y de su puesta en escena -se pretende explicitar el sentido del film CON PALABRAS-), sino el hecho de que obrar así tiene sus implicaciones.

En primer lugar, nos descubre que para Ridley Scott existe "la verdad". Ridley Scott es tan listo que ha ido un paso más allá que 25 siglos de filosofía. Rashomon no iba de varias versiones falsas de una historia y una verdadera, iba del carácter inasible del concepto de verdad. No había "una verdad", sino puntos de vista sobre un hecho. Rashomon tenía que ver con toda una tradición filosófica sobre la verdad. Pero claro, Rashomon sí estaba dirigida por un director consciente del valor moral de sus decisiones.

En segundo lugar, si las dos primeras partes se señalan directamente como mentiras (o al menos como "non truth"), ¿qué sentido tiene ocupar con ellas 80 minutos de metraje? No son puntos de vista parciales sobre una "realidad compleja", porque la realidad compleja sólo tiene una expresión válida ("correcta") en la tercera parte. Pasan a ser simplemente versiones deformadas de "la verdad": la tercera parte. Su único sentido, aparte de su carácter más o menos funcional sobre algún aspecto de la trama, es ilustrar los mecanismos (en fin, mucho decir es eso) sobre los que funciona la mentira (la mirada masculina deformando la realidad, en este caso, en base a su carácter "tóxico"; de eso va precisamente toda la fábula).
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MrRipley
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6
10 de mayo de 2011
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada dos años después de Marcelino pan y vino, parece un intento de llevar el cine patrio fuera de nuestras fronteras (¿conquistar mercado estadounidense?), situando una historia, rodada en Charmartín, nada menos que en pleno de Nueva York. A un elenco y un equipo mayoritariamente español, se añaden figuras italianas y una estrella inglesa en un papel con ciertas posibilidades de lucimiento, aunque seguramente no muchas estrellas lo hubieran aceptado. Viendo la ficha, llama bastante la atención la presencia de hasta seis guionistas, con abundancia de nombres italianos. Un ángel pasó por Brooklyn tiene, de hecho, el aire de ser un intento de hacer neorrealismo al estilo patrio (y en "lo patrio" de aquella época tiene hoy unas connotaciones bastante feas), aunque por muchos motivos se encuentre muy lejos del tono y las intenciones de las grandes obras que, hacía ya unos buenos años (habían pasado casi diez desde La terra trema o Alemania, año cero), rodaban en la grande Italia Visconti o Rossellini. Y ello más que, por ejemplo, por el hecho de estar rodada en estudios -los decorados son muy buenos y están muy bien aprovechados-, por su tono ejemplarizante y un retrato de personajes que tira más a lo pintoresco que a lo realista.
Aquí estamos en el terreno de la fábula. Y si bien esta historia de un abogado avaro y amargado redimido por la amistad que entabla con un niño cuando, víctima de una maldición, se convierte en perro, podía haber caído de lleno en la ñoñería más absoluta, se aparta de ella con inteligencia y salva los muebles con dignidad, en parte debido a la entereza que da su arquetípico personaje ese gran actor que fue Peter Ustinov (esta película es posterior a Quo Vadis o Lola Montes, lo que da idea de la ambición del empeño: Ustinov ya era toda una figura cuando se puso en manos de Vajda, un buen profesional que aún tendría que esperar para rozar la maestría con "El cebo").
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