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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
4
13 de febrero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El guarapo, en Colombia, es una deliciosa bebida que se hace exprimiendo el tronco de la caña de azúcar. A la sustancia que de él se extrae, se le añaden rodajas de limón e hielo… y ya está listo para disfrutarlo. En época de verano, pocas bebidas resultan tan deliciosas. Entre quienes lo fabrican, la mayoría sabe, exactamente, cuando la caña debe desecharse, pero no faltan los que exprimen la caña hasta sacarle bagazo… y es entonces cuando el guarapo adquiere un sabor arenoso y/o aguado muy desagradable.

Se me ocurre esta metáfora para ilustrar lo que ha pasado con la serie de películas “Die Hard”, que es lo mismo que ha pasado con otras tantas franquicias en las que, la ambición de los productores, los lleva a exprimirlas hasta sacarles bagazo. Un día, hablando con la ambición, ésta me decía: ¡Mira la hermosa paradoja de mi labor: Yo arruino a los hombres llenándolos de riqueza! ¿Te das cuenta? Caen al abismo vestidos de oro ¡y ya sabes cómo es el impacto!

“LA JUNGLA: UN BUEN DÍA PARA MORIR”, tiene una historia que se me antoja tomada de algún viejo western (aunque no consigo recordar exactamente de cual) en la que, un buen pistolero ha caído a la cárcel. En la celda contigua hay otro prisionero con el que dialoga hasta hacerse amigos, y éste, finalmente le cuenta la historia de la traición de que ha sido víctima por un hombre que, según dice, lo único que quiere es tomarse el poder para luego sembrar el terror en el pueblo. Así que, cuando el buen pistolero consigue escapar de la cárcel, también le abre la puerta a su vecino, y persuadido, y con la mejor de las intenciones, decide ayudarle a acabar con el traidor que “amenaza la paz del pueblo”.

Sumado el pequeño detalle del final, que también ocurre en aquel western -que en realidad vi... o tan solo imagino-, esta es toda la historia de esta quinta entrega de “Die hard”, donde la única diferencia es que, aquí, al pistolero buenazo se le sumará su papá, para tirar por la borda su respetable deseo de ser dueño de su propia vida. ¡Sin papá no podrás! parece ser el grito de batalla que ha lanzado el ininspirado guionista, y todo para justificar la presencia del taquillero Bruce Willis, al que pareciera que pretenden mantener activo hasta que lo veamos babeándose y de bastón. Nada raro que, en la próxima, que podría titularse “Die hard. Only your physician will can kill him”, el protagonista sea su nieto – el hijo de la linda Lucy- y entonces el abuelo se entrometa para darle unos buenos consejos, mientras los fármacos -que se ha tomado por años-, comienzan a hacer mella en su cuerpo… hasta que, finalmente, le matan. Y mientras un médico sonríe irónicamente al salir de casa, en el certificado de defunción que ha quedado sobre la mesita de noche, podrá leerse: “Muerte por causas naturales”.

El director, John Moore, parece más un director de segunda unidad – y si no lo fue no sé qué tuvo que hacer- porque la película se toma casi dos horas entre persecuciones, choques de carros, y explosiones, que dejan a “Contacto en Francia” como un simple borrador. Dos o tres frases de arrobamiento paterno, una esbozada reconciliación con el hijo que nunca se comunicaba, serán los únicos momentos de descanso y de actividad para el director, porque el resto, supongo, quedaba en manos de los departamentos de efectos visuales y especiales que ¡esos sí que han tenido trabajo!

Poco pues que rescatar de esta última entrega, de la que incluso nos escamotearon las escenas en las que, supuestamente, aparecía Lucy (Mary Elizabeth Winstead), cuyo crédito aparece de quinto al final, aunque no al inicio… y eso pudo haber sido lo más interesante.

Título para Latinoamérica: “DURO DE MATAR. UN BUEN DÍA PARA MORIR”
Luis Guillermo Cardona
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8
12 de febrero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En palabras recientes del cardenal Mauro Piacenza, penitenciario mayor del Vaticano, no existen excepciones en el secreto confesional, “el secreto es absoluto e inviolable”. El sacerdote está obligado a mantener la confidencialidad sobre todo lo que se le diga, pues “el penitente no habla al sacerdote como hombre sino que habla a Dios”. Ni siquiera debe el sacerdote proponerse conservar algún recuerdo de lo escuchado en confesión, “y si se le viene a la mente, debe desecharlo cual si fuera algo pecaminoso”. El castigo por violar el derecho a la confesión es la excomunión. “Es una pena gravísima, pues significa traicionar el coloquio que la persona ha tenido con Dios” (1).

Siendo así las cosas, lo que hace el sacerdote de “YO CONFIESO”, es respetar, hasta las últimas consecuencias, los sagrados preceptos ordenados por la iglesia. Y aunque, para Michael Logan, la situación es mucho más compleja, pues su reserva confesional favorecerá que quizás él mismo sea el condenado, su temple y su confianza en Dios y en su justicia, lo llevará a ponerse a prueba de manera extraordinaria.

La forma como Logan maneja la difícil situación a lo largo de este drama, es lo que pudimos sentir como lo más sobresaliente de un filme que, de nuevo y por sobre todo, es una historia de amor: De una mujer por un hombre con el que ya nada le está legítimamente permitido, y de un hombre recto para quien, la fidelidad, es la demostración objetiva de su amor por Dios y su compromiso con la iglesia.

“Nuestras dos conciencias” (1902), es la segunda de las tres obras dramáticas que escribiera Paul Anthelme Bourde -un francés más interesado en el cultivo de los olivos que en cualquier otra cosa-, y es el material del que ha partido el director, Alfred Hitchcock, para realizar una película muy digna de acogimiento y que, por momentos, resulta brillantemente lograda, aunque no se puede evitar compararla con ese otro drama que Hitchcock realizara, en 1930, con el título “Asesinato”, ya que las similitudes estructurales, en algunos diálogos y en particulares planos, son evidentes.

No obstante que, la relación del director con el protagonista, Montgomery Clift, no fue de las más cordiales puesto que, Clift, no se acomodaba a la manera clásica de dirigir que tenía Hitch -ya que él provenía de la técnica más libre que había aprendido en el Actor’s Studio-, su actuación resulta memorable por ese gran carisma que lo caracterizaba y que aquí fluye en cada plano donde aparece. Para Anne Baxter, la cosa tampoco fue sencilla, pues para complacer el gusto por las rubias que tenía el director inglés, debió teñirse el cabello de un tono que no era el que más la favorecía, pero aun así, logró una efectiva presencia como la mujer de un solo amor... aunque se haya casado con otro.

Karl Malden, tiene también un rol muy interesante como el implacable inspector LaRue, dispuesto a que, en Quebec, Canadá -ciudad donde transcurren los hechos-, se conozca toda la verdad del crimen cometido contra el abogado Villette, aunque tenga que arruinar la vida de un parlamentario y del sacerdote de la iglesia de Santa María.

Me ha quedado la sensación de que, tras las fuertes críticas recibidas por Hitchcock por cierta toma de partido en “Lifeboat”, aquí ha tenido la ocasión de decirnos: “¡Miren que no es cierto que yo simpatice con ellos!”.

Con todo, y aunque no fue complacido el deseo de Hitchcock, quien quería impactar ilustrando los gravísimos errores judiciales que a veces se cometen, éste fue para él otro buen momento cinematográfico.

Ah!, curas de este estilo son los que necesitamos.

(1) Entrevista con Ary Waldir Ramos en www.aleteia.org

Título para Latinoamérica: “MI SECRETO ME CONDENA”
Luis Guillermo Cardona
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7
8 de febrero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Te sorprendería lo fuerte que puede ser un ser humano cuando ya no tiene nada que perder”. –Le dice Polina a su interlocutor cuando éste la entrevista. Ha matado a un hombre... y ahora va a contar esa triste y penosa historia en la que lo ha perdido todo y por la que se ha convertido en una suerte de viuda negra con ansias de venganza.

Esta es una historia de amor, un drama familiar, y sobre todo, otra de esas experiencias que demuestran que, según sean tus elecciones, será la suerte de cosas a las que tendrás que exponerte en adelante… y hay caminos que, ya todos saben a dónde conducen.

Desde muy pequeña, Polina Grigorievna había perdido a su padre. Como a los doce años también ve morir a su madre en un accidente… y entonces es adoptada por Zakhar, el principal líder del clan mafioso que controla la ciudad hasta tal punto, que se dice que allí nadie muere si no es él quien da la orden. Con Zakhar, trabaja un muchacho llamado Oleg, por quien Polina se siente atraída desde muy niña… y cuando ya ella ha crecido y es ahora una preciosa mujer, volverá a encontrarse con Oleg, quien la pedirá en matrimonio y terminarán casándose, aunque no es él, precisamente, lo que Zakhar quería para su hija.

Un acto improcedente, una falta imperdonable… convertirán muy pronto a Polina en una mujer dolida, y entonces la dulce y delicada muchacha anhelada por muchos, se convertirá en un ser dispuesto a hacer justicia por su propia mano.

“CERCA DE MI ENEMIGO”, es un filme ruso de bajo calibre como historia de acción, donde siento que, lo que más ha importado al director, es esa historia de amor imposible que se produce entre una hermosa y joven muchacha, y el hombre que, desde muy niña, la trató con aprecio y con profundo cariño.

El libro “Second hand band” de Christopher Hanta, fue la base para el guión que escribiera el también director Aleksandr Atanesyan, y el resultado ha sido un filme que, con sus limitaciones, no deja de tener su encanto. ¿La explicación? Yo diría que se debe a esa sensibilidad humana que le permite al realizador encontrar sentimientos nobles, solidaridad y compromiso filial, aún en ese lugar que presuponemos tenebroso. Y esto, diría yo, es lo que distingue al artista de la gente del montón. Sabe ver lo que otros no ven.

En el filme no se nos despierta odio por nadie, casi todos los personajes tienen razones muy precisas por las que actúan y en casos como el de Polina, Zakhar u Oleg, por mal que a veces actúen, no conseguimos dejar de valorarlos por lo bien que han actuado en otros momentos.

Encuentro magnífica a la niña que representa a Polina en su prepubertad; Evgeniya Trofimova (esposa del director), tiene un encanto irresistible como Polina adulta; Sergey Grekov, resulta muy sobrio en el rol de padre adoptivo y líder de la mafia; y Dmitriy Dyuzhev, cumple satisfactoriamente en su rol del sacrificado Oleg.

Título para Latinoamérica: “CERCA DE MI ENEMIGO”
Luis Guillermo Cardona
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8
30 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito alcanzado por “Cuarteto”, el primer filme basado en historias cortas de W. Somerset Maugham, animó al productor Antony Darnborough a continuar con otros cuentos de este notable autor, y es así como surge “TRIO” (titulada en España como “El torbellino de la vida”). Dos de los directores que trabajaron en el primer filme, Ken Annakin y Harold French, fueron confirmados para continuar en esta secuela, y así, el primero dirige las dos primeras y divertidas narraciones, y el segundo dirige la tercera y más larga, la cual es una mezcla de romance y de comedia.

“The verger” (El sacristán), nos narra lo ocurrido con el asistente del párroco de la iglesia de St. Peters, quien lleva 17 años de servicio leal y efectivo. Pero al cambiar la iglesia de sacerdote, el nuevo entrará a cuestionar la improcedencia de que, en semejante templo, el sacristán sea un hombre analfabeta. El nuevo cura lo conmina entonces para que se disponga a aprender a leer y escribir, pero ante la negativa del sacristán -quien considera que ya es tarde en su vida para esos menesteres-, decide entonces despedirlo. El sacristán aprovecha el mucho tiempo de que ahora dispone para enamorar, casarse, montar un negocio… y pronto habrá gente que se llevará una gran sorpresa.

Un estupendo cuento, inspirado en El Talmud, que se hizo muy famoso, y que en los años recientes fue re-contado por Jorge Bucay, como “El portero del prostíbulo” y hasta yo mismo lo he contado muchísimas veces en mis charlas como “El portero del hotel”. Un cuento que demuestra que, ingenio, vivencia y dignidad, pueden llegar a valer mucho más que el intelecto y los diplomas.

“Mr. Know-all” (Don Sabelotodo), tiene como protagonista a un astuto hombre que, cuando todo parece imposible, consigue colarse en un crucero donde demostrará ante los pasajeros que puede ser tan cargante y latoso, como solidario y estimulador. Estupenda interpretación de Nigel Patrick como Max Kelada, quien tendrá un singular y sorpresivo flirteo con la señora Ramsey (Anne Crawford, preciosa actriz que moriría de leucemia a los 35 años) una mujer cuyo marido está dispuesto a matarla junto a cualquier hombre con quien pueda sorprenderla.

“The sanatorium” (El sanatorio) concluye esta tríada, siendo una historia con cuatro relaciones, donde el centro lo constituye el romance que se inicia entre dos pacientes que buscan ayuda médica. Él, un “despreciable” ex-militar (Michael Rennie) reconocido como “un diablo con las mujeres”. Y ella, una jovencita (Jean Simmons) que ayuda como bibliotecaria y quien no parece dispuesta a dejarse seducir de la noche a la mañana. Junto a ellos, la conflictiva relación de amor-odio entre un anciano cascarrabias y un complaciente violinista, que a muchos conseguirá conmovernos. Se prueba aquí que “la enfermedad saca de la gente lo mejor o lo peor. En unos saca la fortaleza y en otros la debilidad”.

El tiempo pasa volando, y al final uno siente que ha quedado deliciosamente aleccionado.

Título para Latinoamérica: “TRES NOVELAS DE LA VIDA”
Luis Guillermo Cardona
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6
20 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como Sean Connery y como Roger Moore, también Pierce Brosnan se ha despedido de manera infortunada de su personaje James Bond. Dos buenos filmes para empezar: “GoldenEye” y “El mañana nunca muere”, y dos muy regularcitos para cerrar el ciclo: “El mundo nunca es suficiente” y “MUERE OTRO DÍA”. Este último, una parcial revisitación del cuento del Agitador solex (ahora llamado Icarus) del que se ocuparan, Ian Fleming en su nefasto librito “El hombre de la pistola de oro” y Guy Hamilton en su deficiente versión cinematográfica.

Por supuesto, los recursos técnicos son ahora tres veces mejores de los que se dispuso en 1974, pero al nuevo director, el neozelandés Lee Tamahori, tan solo le sirvieron para derrochar acción, acción y más acción… y la mayor parte, fatigante, recargada y clichesuda. Se le abona un novedoso y muy atractivo diseño de producción; la recreación de unos “malos” (que pretenden la unión de las dos Coreas y contribuir al incremento de la producción alimenticia para acabar el hambre del mundo) muy aptos para darle una buena tunda al agente 007; y la presencia de un Bond más humanizado y menos héroe (en condición de ser asesinado, entre rejas -como el conde de Montecristo- por una traición, capaz de lucir herido y a riesgo de la derrota… y degradado por M a punto de que lo envíe a un forzoso descanso.

Pero, además de que el filme se hace tan largo que casi nos pone a bostezar, la historia –otra vez escrita por Neal Purvis y Robert Wade- resulta tan liviana por los afanes del director de privilegiar la acción, que no consigue atraparnos definitivamente. Por enésima vez, es otro loquito de un país comunista (¡y esta vez el turno es… para Corea del norte!) al que Bond va a perseguir en otro ejercicio de desafío al MI6, como ya lo hiciera en “License to kill” y como volvería a hacerlo en “Quantum of solace” ¡¡¡cunde la originalidad!!!… aunque ya haya sido “dado de baja” de la institución.

El filme cuenta con dos chicas muy atractivas. La una es Jinx (Halle Berry), quien será la cuota femenina al servicio de la NSA, brazo derecho de Bond al que llaman las nuevas tendencias de la equidad de género; y la otra es Miranda Frost (Rosamund Pike), una rubia capaz de aguantar hasta… el tercer encuentro, los atractivos de Bond. Y con dos “malitos” en uno –el coronel Tan Sun-Moon y Gustav Graves, a los que representan Will Yun Lee y Toby Stephens respectivamente- como una suerte de simbiosis (metafórica) entre el mal que se da lo mismo en oriente que en occidente, el cual será para Bond un enemigo bastante complicado que todavía no entiende que, el estratega sensato acude al diálogo y evita la guerra porque éste es un ejercicio de la razón, mientras que lo contrario, es otro desafuero de la locura.

Se despedía entonces, nuestro apreciado Pierce Brosnan, quien, con cuatro filmes de la serie, se convierte hasta la fecha - 2002- en el tercer actor que más películas hizo como el agente 007.

Y para sacudirme este cansancio, ahora quiero unos boleros de Omara Portuondo y unos dos o tres mojitos… ¡Y esta vez pagaré yo!

Título para Latinoamérica: “OTRO DÍA PARA MORIR”
Luis Guillermo Cardona
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