Una vez más, se demuestra que las mayorías no siempre son la verdad absoluta. Menuda decepción, por favor. Pobre film, sin gracia alguna y con pocos detalles a salvar (cuatro cosillas de Elejalde y basta).
Parafraseando al Coronel Erhardt en una comedia de verdad como es Ser o no ser, Ocho apellidos vascos es al cine lo que Hitler es a los judíos.........Más que humor, una herejía.....

Chico Marx suelta esta frase al final de la película y no puede estar más acertado. No, no es la ópera. Es los Marx en estado puro. Posiblemente, para los que no entienden su humor, esta película será aburrida, con demasiadas canciones (lo comparto en parte pero ese es el precio a pagar) o con chistes que no se entienden. Claro, hay cosas que no se entienden (como lo de los cinco gemelos del Canadá) porque la película tiene sus años y hay referencias a cosas de la época y porque traducir a los Marx (o mejor dicho, doblarlos), no era tarea fácil. Su humor absurdo y sus juegos de palabras son un duro trabajo para el encargado de que el doblaje sea lo más fiel posible a la versión original. Hay escenas muy célbres y ya comentadas por aquí, la del camarote, la inicial en el restaurante, la de la parte contratante, pero hay otras geniales como los cambios de camas en el apartamento de Groucho con el policía como loco buscando a los polizontes, el paseo del mismo Groucho encima de su baul, en busca de su camarote en el barco, mientras intenta cantar algo parecido a ópera, o la llegada de Groucho al teatro y su parafernalia, para acabar siendo echado a patadas. No, esto no es la ópera pero es, como película en sí, la mejor de unos hermanos a los que el cine les llegó demasiado tarde. Para mí, una obra absolutamente esencial de la historia del cine.

El último tren de Gun Hill es una más que apreciable película que, en parte, nos traslada a ese mundo en el que según se destila en la mayoría de títulos del género, siempre había un heroe/bueno que se tenía que enfrentar a una comunidad, banda o tribu, cuyo objetivo era el de arruinar sus planes. Kirk Douglas, o Matt Morgan en el film, tiene que cumplir con su cometido de sheriff y arrestar a los dos cafres que han violado y matado a su esposa, una india que está de muy buen ver. Anthony Quinn, o Craig Belden en la película, es un viejo amigo de Douglas y padre de uno de los dos cafres y jefe del otro cafre. Está claro que Quinn intentará por todos los medios impedir que Douglas, sensacional en su papel, no logre subir al último tren que parte de Gun Hill con los dos cafres esposados y a punto de juicio. Ayuda a darle un tono a la película una Carolyn Jones más que correcta, cuyos ojos encandilan desde su primera aparición. La tensión que se forma con el paso del metraje está muy bien lograda, pero esto se espera siempre de un director de calibre como es John Sturges. En fin, se trata de una gran película que merece situarse entre el olimpo de los westerns.

No alcanzo a comprender por qué Colorado Jim está tan infravalorada. No lo digo por las votaciones de los usuarios de Filmaffinity, si no porque cuando se hacen listas de los mejores westerns de la historia, en general, esta película se ningunea con demasiado atrevimiento. The naked spur (La espuela desnuda), mal titulada Colorado Jim por vete a saber tu que mente tan poco privilegiada (supongo que en la época, evocar a algo desnudo provocaba dentera en los censores del régimen), es una epopeya magnífica que nos narra la persecución enfermiza de un James Stewart apoteósico. Robert Ryan, el perseguido, dibuja un papel digno de los más grandes y Millard Mitchell y Ralph Meeker, los que se unen a la caza del malo, están también muy logrados. Janet Leigh no desentona para nada en este film que nos ofrece paraísos de ensueño. Las relaciones entre todos los personajes y su evolución se explican con la maestría que ya se le supone a Anthony Mann. En fin, una excelente película, más que recomendable, que nunca se ha reconocido debidamente.

A pesar de que habrá gente que ha conocido esta película por el atrevimiento repugnante de los Coen de hacer un remake o lo que sea, Valor de ley hace muchos años que es una película de lo más recomendable. Posiblemente, el Duke tenga que dirimir en ese film el duelo interpretativo más difícil de su carrera porque, sencillamente, Kim Darby está inmensa. El excelente intercambio de golpes entre un Wayne soberbio y la joven actriz es digno de una final de Roland Garros. Los escenarios están muy bien logrados y hay escenas memorables que no desvelaré ni en el spoiler. A los que no la hayan visto, ni lo duden, rápido y veloz a hacerse con una copia y a disfrutarla.