Gracia Querejeta consigue en 7 mesas lo más difícil en un autor: contar una historia de seres comunes y normales capaz de emocionar y transmitir sentimiento al público. Y lo hace gracias a tres elementos fundamentales: un guión sólido, construido con cariño e inteligencia, una dirección sencilla, alejada de cualquier manierismo y formalismo innecesario y sobre todo gracias a un elenco en estado, cosas de la vida, de gracia. Principalmente una Maribel Verdú apabullante, capaz de dominar el silencio y las miradas como una actriz clásica de las que ya que no quedan. Fantástico su mano a mano con Blanca Portillo, en lo que debería ser, esta vez sí, un doble Goya: a la primera como actriz principal y a la segunda como secundaria. Notable alto.

¿Cómo he podido vivir hasta ahora sin haber visto Johny Guitar de Nicholas Ray? Imperdonable. En fin, yo que no soy un gran amante de las películas del Oeste (puedo contar con los dedos de una mano los westerns que me han emocionado), me lo he pasado en grande con esta monumental película del maestro Ray (director poco reconocido pese a todo y autor de un puñado de obras maestras).

Estudio psicológico sin parangón en la historia del género, donde se analizan con virulencia la malicia, la envidia, la venganza y sobre todo la innata capacidad del ser humano para destrozar su vida y la de los demás. Hasta ahí diríamos que muchos westerns clásicos ya habían tratado la psicología de seres atormentados con facilidad para apretar el gatillo, beber un whisky y echar un buen polvo al mismo tiempo. Ciertamente. Lo que distingue a Johny Guitar del resto (y de ahí su revolucionaria importancia) es el haber colocado en el centro de todo este estudio y universo humano a una mujer. Sí, a Viena-Joan Crawford. Difícil de saber donde acaba una y empieza la otra.

La mítica actriz nos ofrece un recital interpretativo que la sitúa en las cumbres absolutas del cine (en las que ya reposaba gracias a Alma en suplicio que le había valido un merecidísimo Oscar años antes). El mano a mano entre Crawford y... (atención, de nuevo no es un hombre, sino una mujer) la mítica Mercedes MacCambridge-Vera*, arpía corrompida por los celos y el deseo de venganza, es antológico. En ese duelo al sol particular entre ambas, Vera es el contrapunto esencial de un estudio moral que viene a decir algo así como "quien acusa, acaba pagando".

Soberbio su guión, apoteósicos los diálogos (de una modernidad poco habituales), maravillosa fotografía de Harry Stradling y hermosísima música de Victor Young.

En fin, una maravilla que recomiendo sin duda alguna.

*Mercedes MacCambridge es una de las secundarias clásica del Hollywood dorado. Ganadora del Oscar y el Globo de oro secundario por El político y nominada posteriormente por Gigante (era la hermana arisca de Hudson). MacCambridge es también mundialmente famosa por haber sido la voz del diablo a través de Regan en El exorcista... vamos aquella que decía "mira lo que hace la cochina de tu hijaaaaa"...

Bob Thornton no es Welles (como él quería), ni tan siquiera Robbins... pero tampoco es Edward Burns, o peor aún, Ben Stiller. En fin, Bob Thornton es un actor-director atípico, arrogante y cínico, pero con un gran poder de fascinación tanto dentro como fuera de las pantallas.
Estos Caballos bellos (y mira que suena mal en español...) es una obra compacta, bien dirigida, contada con brío y resuelta con mucho oficio. Posee, además, momentos de belleza incomesurable, y ofrece, para regodeo de público minoritario, un duelo-tensión entre sus dos protagonistas masculinos (Damon por sus fueros...) digno de estudio más profundo. Lo de menos es nuestra PE, en plan, Katy Jurado sin fuerza.
Por ello, la película merece ese seis de interesante, y sobre todo, merece un mayor reconocimiento, que estoy seguro que llegará con el tiempo, de forma y tipo "filme de culto para las masas que fracasó en su intento de...bla bla bla..."

El corto ganador del Oscar este año es un relato simple (pero no por ello menos profundo) sobre la aceptación y la necesidad de cariño y afecto que tenemos todos los seres humanos. Contado con un estilo totalmente cinematográfico y con cierta lentitud (buscada por su ritmo tranquilo y reposado), me parece todo un acierto porque su mensaje llega al espectador sin echar mano a recursos lacrimogénicos o sentimentalistas habituales en acercamientos similares.

Buen trabajo del actor protagonista y excelente música del gallego Nico Casal que acompaña a la perfección a la historia sin eclipsarla o agobiarla sino dándole mayor trascendencia incluso. Es realmente una partitura muy hermosa.

Saving Grace llega algo tarde al panorama televisivo. Ahora que ya todo está más que visto, ahora que estamos ya un poco hartos de tantos doctores insoportables, amas de casa de postín y similares, las aventuras de Grace me parecen menos interesantes de lo que prometían. La idea es buena (faltaría más): una policía algo perdida en busca de rendención ayudada por un ángel de la guardia sui generis y la acción transcurre con más interés que decaimiento, sin embargo, no acaba de cuajar todo ello. No sé si serán las ínfulas de querer ser la gran nueva serie americana, cuando todo parece hecho al milímetro para el lucimiento de su protagonista. Protagonista eso sí que brilla a gran altura. Hunter realiza una soberbia interpretación que ya la ha puesto a las puertas del Emmy y del Globo de oro. Se nota que está detrás de todo y cuida el personaje.
Por eso, Saving Grace no es todo lo buena que se intuía o podría ser, pero aun así es otra muestra más del buen hacer americano en estos menesteres, que por enésima vez nos vuelven (a la ficción española) a dejar en el ridículo más espantoso.