“Yo he visto cosas que nunca imaginarías; tienes derecho a matarme….pero no tienes derecho a juzgarme”. “

El Coronel Kurtz en Apocalypse Now describía así los horrores que había visto en la guerra del Vietnam. Después de haber “disfrutado” de una de las experiencias más desconcertantes en una sala de cine con el documental “The Act of Killing”, es inevitable recordar algunas escenas y diálogos de una de las obras maestras del cine bélico y del cine en general como es “Apocalypse Now”.

En este caso, Joshua Oppenheimer nos muestra un horror camuflado, y éste a su vez se convierte paradójicamente en el acierto y el fallo de esta desconcertante cinta. El director juega a ser Ed Wood rodando una penosa película de serie B con los mismos protagonistas que mataron, torturaron y violaron a cientos/miles de personas en Indonesia en los años 60/70.

Mientras el director rueda esta película de serie B, paralelamente filma entrevistas improvisadas donde los personajes de la masacre de hace 40 años describen con desparpajo e impunidad sus particulares horrores y trofeos.

El acierto es porque consigue descolocarnos y mostrarnos una infinidad de imágenes surrealistas, ridículas y/o desagradables en algunos casos, pero llenas de una fuerza inusitada desde lo visual y desde su contenido. El fallo, necesario por otro lado, es que todo ello nos hace separarnos de los personajes, deshumanizarlos aún más, ridiculizarlos aún más y esquiva adentrarse en las razones humanas/psicológicas de este escuadrón de la muerte en Indonesia.

Ignoro si Joshua Oppenheimer quería parafrasear al Coronel Kurtz, ignoro si sólo quería “matarlos” a su manera, pero no intentar juzgar a los personajes que describe de forma tan peculiar y descarnada.

Pese a todo ello, “The Act of Killing” hace que la experiencia vivida sea inolvidable y bestial desde todos los puntos de vista del término. Y eso, pese a los momentos desagradables que se quedarán en la retina por años, se agradece.

La historia recorre el camino de apenas 1 años, de esta familia, de 3 miembros asolados por la incomunicación, la manipulación, la servidumbre, la desesperanza y la completa desorientación como estructura familiar y como individuos en particular.
Esta historia es la excusa para que el director turco Nuri Bilge Ceylan utilice su genio y habilidad para expresar sentimientos de una manera prodigiosa, con una atmosfera llena de silencios con poderío e intensidad.
Pocas veces una “simple” historia como esta, contada con tanta parsimonia y lentitud, había estado cargada de tanta tensión e incertidumbre en cada plano. Nada es previsible en esos planos eternos en donde cada movimiento, cada gesto, cada enfoque y desenfoque tiene un sentido y aporta a la intensidad de la escena.
Prodigiosa dirección, contenida interpretación de cada unos de los 3 monos que recrean a la perfección el teatral pero realista escenario que pone a disposición el director para lucimiento de sus espléndidos actores.

Pa negre cuenta la historia de Andreu, un niño que “despierta” de su inocencia o ingenuidad sobre su familia y su entorno en general, después que varios acontecimientos de muertes en su pueblo, haya provocado la huida del pueblo de su padre. Ambientada en un pequeño pueblo de la Cataluña rural, en épocas de postguerra.

Pa negre tiene un comienzo tan poderoso, tan magníficamente rodado, que, por un lado las expectativas crecen pero por otro pareciera que nada en el resto de la cinta, puede superar esos primeros cinco minutos tan llenos de tensión, de terror, con un poderío visual aterrador.
Destacamos una dirección artística muy cuidada que pone de manifiesto perfectamente la realidad de la época. Sin embargo, el cuidado de cada detalle en lo visual, en lo ambiental pareciera haber despistado a Villaronga en centrarse en la propia historia.
La trama deambula por una “telenovelesca” sucesión de engaños, desengaños, mentiras, rumores, amores y desamores que desmitifica la lucha de postguerra y los propios ideales de la resistencia catalana rural al régimen.

Como en la mayoría de películas con niños como actores protagonistas, éstos funcionan a las mil maravillas…..como si la adolescencia o el convertirse en adulto arrancara la espontaneidad, inocencia y sinceridad en la interpretación….tan difícil de encontrar en los actores y actrices noveles del actual panorama español.

Villaronga borda un envoltorio ideal, tejido con mimo, cuidando hasta el mínimo detalle, aderezado además con excelentes interpretaciones, pero que se mueven y hablan en base a un guión débil, manufacturado e imperfecto.

Si me gustaran las carreras de coches o si fuera un apasionado seguidor del Tunning.
Si disfrutara de la estética videoclip más allá de un videoclip o trailer malo.
Si fuera capaz de soportar el tratamiento machista y reggaetoniano que tienen muchas de las escenas donde aparecen decenas de chicas “cañón".
Sólo bajo esas condiciones, que son las primeras que se me ocurren, sin hurgar mucho más en mi consciente o subconsciente como amante de este arte….y quizás y sólo quizás podría disfrutar de esta película. Sólo bajos esas condiciones podría apreciar lo entretenido de una película de acción, con escenas, como la inicial, verdaderamente poderosa y magníficamente rodada. Lamentablemente (o no) las trabas iniciales son demasiado poderosas y me impiden ver lo bueno en esta burda y machista recreación del The Wire alrededor de las carreras de coches.

Aquí me hallo hoy, podría decirse que descubriendo el universo de Susanne Bier, con carácter retroactivo, después de haber “disfrutado” con “Cosas que perdimos con el fuego” y “En un mundo mejor”, llega a mis manos esta obra que, en mi opinión, resume perfectamente, el mensaje y/o obra de Susanne Bier, y compagina ambas historias en una sola.
Por un lado, Susanne Bier empieza sumergiéndonos para conocer cómo se afronta la pérdida, la soledad y la consiguiente recomposición de la vida personal y familiar frente a la pérdida de un ser querido…con todas las contradicciones y errores que se pueden cometer cuando estás en esa situación.
Por otro lado nos termina ahogando, poniéndonos frente a situaciones límite, situaciones increíbles, poco comunes pero en las que escenifica, debates morales de forma tan real y asfixiante que te duermes, sueñas y sigues pensando durante días…¿yo que haría en esa situación?.... o cómo el Salvar mi vida por encima de cualquier otra cosa, se puede convertir en Mi vida sin mi, en el infierno de la culpa, el remordimiento y en el difícil camino hacia la redención.
Todo en Brodre es increíblemente real, la guapísima e inexpresiva por igual, Connie Nielsen, nos enamora en su soledad, en sus contradicciones, en su paciencia y en su proyección del amor en la adversidad. Susanne Bier nuevamente nos obliga a replantearnos lo relativo de nuestro pequeño universo, la convicción sobre nuestras convicciones y a imaginarnos debates existenciales tan increíbles o poco frecuentes como necesarios.
La guerra, la injusticia, el egoísmo existencial, la muerte, la soledad es el cocktail molotov que nos lanza desde la pantalla Susanne Bier, para encender, reactivar o hacer estallar nuestras mentes y sacar a la luz todas nuestras contradicciones.