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España España · Madrid
Críticas de keizz
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Críticas 241
Críticas ordenadas por utilidad
7
14 de marzo de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que han de saber los seguidores de Steve McQueen (no el actor, fallecido hace muchos años, sino el director de esta película y de las excelentes “Hunger” y “Shame”) es que esta película es diferente de las anteriores. Bastante más convencional, más comercial. Vuelve a demostrar que es un director excelente, pero las conceciones hacia lo comercial le impiden, para mi, firmar una película del nivel de las dos precedentes. Como en sus anteriores películas, McQueen no le ahorra al espectador ni un gramo de dureza, pero en esta ocasión recurre al efectismo, cosa que no había hecho en sus anteriores obras, tal vez menos violentas pero sin duda más crudas y desgarradas.

Que no se interprete que no me ha gustado la película. Me ha gustado, le doy un 7. Eso es un notable, o sea que me ha gustado, rotundamente. Lo que digo es que no me parece taaan fabulosa como dicen algunos por ahí, y desde luego me parece que está por debajo de “Hunger” y “Shame”, al menos atendiendo a mi gusto. Es una película de masas, gustará mucho a mucha gente y no tengo ninguna duda de que acaparará estatuillas dentro de dos meses. Ver esta película es una apuesta segura, no os podeis equivocar. No saldreis diciendo que no os ha gustado. Es buena y convencional, las dos cosas. Lo que pasa es que para mí le falta ese punto que necesito para emocionarme y que esta vez McQueen no me ha dado. Me falta eso y me sobran varias cosas, como ese elenco de grandes estrellas interpretando papeles secundarios para, con toda seguridad, atraer al público, en trabajos que podría haber resuelto casi cualquier actor mucho menos consagrado.

Pero si hablamos de actores, la cara son los dos protagonistas principales. Uno, el que hace de Solomon Northup, el negro protagonista protagonizado por un actor de nombre impronunciable e inescribible. Un momento que lo mire, porque no soy capaz de memorizar el nombre. Es Chiwetel Ejiofor. Si siempre trabaja así de bien, pronto será un nombre que todos sabremos decir, porque el tío lo borda. Hace una interpretación de muchísima altura y se merienda prácticamente a todos sus compañeros de reparto. Te crees a Solomon Northup completamente gracias a su labor. Actor a seguir. Y dos, Michael Fassbender. Seguramente está entre los tres o cuatros mejores actores del mundo en estos momentos. Su trabajo es muy bueno, una vez más, pero a mí no me ha impresionado tanto como otras veces. Le venero, pero creo que esta vez el papel era muy fácil para él, y lo resuelve con categoría, pero no hace el papel de su vida, por lo menos para mí.

Y como digo, los secundarios. Que salgan Benedict Cumberbatch y Paul Dano tiene un pase. Por cierto, los dos están formidables, como es habitual. Pero sacar a Paul Giamatti y a Brad Pitt en papeles, más que secundarios, terciarios, no me termina de gustar. Luego veo que Brad Pitt es uno de los productores y ya me gusta todavía menos el tema, porque supongo que habrá dicho algo como “Ya que pago, quiero salir un rato en la película, así que dadme un papel”. Y si Giamatti lo borda en los cinco minutos que sale, no puedo decir lo mismo de Pitt.

La película funciona porque está muy bien hecha, la producción es impecable y la interpretación (con excepciones) fantástica. Pero lo mollar de la cinta es la historia. Al estar basada en hechos reales, es todavía más creíble, y hace que la historia sea más fascinante todavía. De hecho, me resulta inexplicable que hasta ahora a nadie le haya dado por llevar a la pantalla la historia que cuenta en su libro autobiográfico (en el que se ha basado el guión de la película) el propio Solomon Northup. Esta historia en las manos de Steve McQueen era un caramelo para este director. Y la ha rodado con la dureza que requería, aunque a mi juicio con demasiado efectismo. Sales del cine con el sonido de los latigazos en la cabeza, y los primeros planos de los cuerpos lacerados tardan el olvidarse. En su favor, he de decir también que la historia era proclive a lo lacrimógeno y McQueen lo evita con maestría, incluso en las escenas más emocionantes.

“12 años de esclavitud” es, seguramente, la mejor película que he visto sobre este tema. Habrá quien diga que Steve McQueen se regodea en la violencia, dada la persistencia en mostrar imágenes duras de latigazos y castigos físicos. Yo no lo veo así. Más allá de que quizá alguna escena pueda estar deliberadamente recargada, la película muestra con bastante realismo la situación que seguramente debían padecer los esclavos en aquel tiempo. No olvidemos que algunos blancos pensaban que los negros estaban más cerca de ser animales que personas. Y aquí McQueen se relame, porque le encanta retratar personajes escabrosos y primitivos, por lo que creo que el resultado no podía ser otro que un buen film, repleto de situaciones sobrecogedoras que provocan al espectador desazón y una sensación de que si, la película está muy bien, pero no quiero volver a verla.

Tengo la sensación de que Steve McQueen ha dado un pequeño paso atrás. Muy pequeño, pero hacia atrás. No me parece que haya hecho la película que él habría hecho con total libertad. En cierto modo, es una buena película desaprovechada, porque podría haber sido mucho mejor. Había historia, había director y actores para mucho más. Pero queda la sensación de que hay subtramas que quedan en el aire y algunos personajes que no se sabe muy bien porqué están ahí, ni queda claro si van o vienen, no se, ciertas cosas un tanto deslavazadas, según mi criterio.

Hay que verla. Se hablará mucho y bien de ella. Yo también, pero lo de “obra maestra” o “película definitiva” a mi no me cuela.

http://keizzine.wordpress.com/
keizz
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8
14 de marzo de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la primera escena de la película, Jordan Belfort (Leonardo Dicaprio) va conduciendo un ferrari mientras una rubia despampanante le va haciendo una mamada. Es como decirnos: “Esto es lo que se puede tener si consigues mucho dinero”. No se de donde se habrán sacado que a los hombres nos interesan esas cosas… Inmediatamente después se ve a Jordan en su oficina con sus compañeros jugando a lanzar unos enanos contra una diana. Llevamos dos minutos de película y ya tenemos las dos piezas claves que nos proporciona el dinero: placer y poder. Con dinero podemos tener cualquier cosa que nos produzca placer. Con dinero podemos tener poder para hacer lo que queramos, incluído humillar a la gente, que se dejará hacer cualquier cosa si les pagamos lo suficiente.

Después de que en estas escenas iniciales nos presente el momento álgido de la vida de Jordan Belfort, la película retrocede temporalmente hasta el primer día como corredor de bolsa del protagonista, en Wall Street, y a partir de aquí la narración es completamente lineal en sentido cronológico.

Tras derrumbarse la Bolsa en 1987, Belfort comienza a dedicarse a vender acciones basura a clientes incautos, e inicia de esta manera el crecimiento de su propia empresa. Se rodea de unos colaboradores absolutamente idiotas a los que puede manejar a su antojo y que se obnubilan con el dinero fácil, las drogas y las putas. Borrachos de poder y atiborrados de drogas, esta panda de indeseables se pasan la vida ganando dinero a espuertas a base de engañar a la gente, y luego lo gastan en vicios caros. No tienen ni un ápice de moral, ni de mala conciencia.

Scorsese pone ante nuestros ojos unos personajes absolutamente indeseables y al mismo tiempo agrede nuestra conciencia, ya que consigue nuestra empatía, nuestra complicidad. El espectador no se indigna con lo que ve, sino que por el contrario sonríe y festeja con complicidad, incluso las mujeres, a pesar del marcado tono machista de la película.

En el desarrollo narrativo de la película se alterna el falso documental (a menudo narrando las cosas mediante la voz en off) con la comedia de gags, consiguiendo de esta manera que el público vea con distancia y simpatía las peripecias de esta gentuza. Scorsese es un maestro en esto, y lo ha probado en multitud de películas, haciendo que criminales como los protagonistas de Taxi Driver o Uno de los nuestros obtengan todo el respaldo emocional del espectador a pesar de sus crímenes. Y cuando recrea una historia real (porque esta película está basada en hechos reales, no lo había dicho? pues si, Jordan Belfort existe e hizo todo lo que aquí se cuenta) como hace aquí o hizo en “Toro salvaje” es capaz de sacar todas las miserias de los protagonistas y conseguir al mismo tiempo que nos caigan simpáticos.

El peso de la película recae sobre los hombros de Leonardo Dicaprio. Es un actor como la copa de un pino, y especialmente cuando se pone a las órdenes de Scorsese saca todo su talento. Ya lo ha demostrado en otras ocasiones, y en esta película se sale, está completamente desatado y compone un personaje inolvidable. A veces puede parecer que sobreactúa, pero no es así, interpreta perfectamente lo que su personaje requiere, alternando diversos registros y dando una auténtica exhibición interpretativa.

Al rebufo de Dicaprio, espléndido Jonah Hill, que ya me había gustado en “Moneyball” y aquí se confirma como uno de los jóvenes actores con más capacidad. También quiero destacar a Matthew McConaughey, que tiene un corto papel pero está absolutamente deslumbrante, en una interpretación que quedará para el recuerdo, con un toque a Christopher Walken, arrebatador. Y, como no, hay que mencionar también a Margot Robbie, una mujer con una belleza espectacular y una gran personalidad interpretativa. Los hombres que hemos visto la película ya estamos deseando verla en la siguiente.

Estamos ante la película más gamberra y disparatada de Scorsese. A pesar de las tres horas de duración, la película no se hace nada pesada ya que el ritmo es ágil y hasta a veces frenético. Son tres horas de excesos con una ensalada de sexo, drogas, orgías, palabrotas, aderezadas con una salsa de sentido del humor, sarcasmo y locura. Una película excéntrica, alocada y, por encima de todo, divertida. Es casi imposible no pasárselo bien viendo esta película.

Por poner una pega, y que no parezca todo tan estupendo, diré que no me gusta mucho que se empeñe tanto en dejarnos claro que este mundo está repleto de gente codiciosa y carente de escrúpulos. Demasiadas escenas de cretinos comportándose como adolescentes (cuando no, directamente como monos), con los bolsillos llenos de dinero y las cabezas vacías. No hacía falta se tan explícito. Se pasan toda la película follando, drogándose, insultando, pegando o humillando, o varias de estas cosas a la vez, blanqueando dinero y cuando dejan de hacer todo esto porque les arrestan, entonces se delatan los unos a los otros, por si no estaba suficientemente clara la catadura moral de esta gente. Tal vez unos cuantos minutos menos de orgías, borracheras y broncas (a mi juicio, se repiten demasiado sin aportar matices narrativos) habría dado como resultado un mejor producto.

Hay que mencionar la música, siquiera de pasada, porque vale la pena. Multitud de canciones, no recuerdo todas, pero se escucha a Bo Didley, Howlin Wolf, la versión de los Lemonheads de “Mrs. Robinson”, “Ça plan pour moi” de Plastic Bertrand, “Gloria” de Umberto Tozzi…

La última escena, en el spoiler.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
keizz
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9
13 de marzo de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a ser capaz de expresar cuánto me ha gustado esta película, así que no voy a perder el tiempo en intentar ponerle palabras a los sentimientos.

No es que la historia sea una maravilla. De hecho, se trata de una historia muchas veces vista en el cine, y que trata temas que se han tratado miles de veces, pero no es eso lo importante. Lo que hace diferente a esta historia de todas las demás son los detalles, los personajes, el sentido del humor que sirve de contrapunto a un tema bastante dramático. No es la historia, es la forma tan peculiar en que Payne la cuenta, lo que hace que te enamores de la película.

Cuando Woody vuelve a su pueblo, su hijo empieza verdaderamente a conocer a su padre. No sólamente por las conversaciones que tiene con él, sino sobre todo por lo que ve y lo que escucha en el pueblo, por lo que cuentan los que le conocen, los que le conocieron en el pasado, sus amigos, su ex-novia, y sobre todo su propia madre, que parece distinta en ese ambiente rural, reviviendo el pasado, reconstruyendo la historia, en el cementerio, en la casa donde se crió Woody, en el taller en que trabajó, en el bar… en definitiva, en los escenarios de su vida anterior. Lo que para el hijo empezó siendo una viaje a regañadientes, un poco para complacer la testarudez del padre y otro poco por huir de su propia realidad (su novia acaba de abandonarle), se termina convirtiendo en un interesante viaje en el que descubrir a su padre, en el que conocerle por fin, investigando en sus raíces, en su núcleo, encontrando ahí las respuestas al comportamiento de un padre lastrado por el alcoholismo.

De este modo, la road movie se convierte en un doble viaje, el viaje exterior en el que se muestra como pasa la vida lenta y lánguidamente en el corazón de la América profunda, y sobre todo el viaje interior. El primero conduce al segundo. Porque no es importante el premio que va a buscar Woody, lo que verdaderamente busca es la gloria de sentir el orgullo en los ojos de sus hijos cuando le miran, busca redimirse ante ellos, convencido de que no ha sido un buen padre. Ese papel publicitario que Woody guarda en el bolsillo como un tesoro es su pasaporte para salir de la rutina, su última oportunidad para hacer algo bueno por sus hijos, porque saben que la muerte y el alzheimer están compitiendo por llegar a él primero.

Me resulta fascinante ver cómo la película trata temas como la vejez, el deterioro físico y mental, la senilidad, etc. con una elegancia sorprendente, huyendo del típico tratamiento sensiblero que se suele hacer en el cine. En cuanto al tema de las relaciones familiares, digo lo mismo, no es complaciente sino que retrata con bastante realismo la cruda realidad, ahondando con precisión en la naturaleza humana que es mezquina, contradictoria y a menudo hiriente. De este modo, el espectador es arrastrado hacia el interior de la película con una extraña mezcla de sentimientos melancólicos y alegres al mismo tiempo. Cuando digo “el espectador” me refiero a mí, claro.

Me ha gustado mucho también el diseño de los personajes, creo que es una de las grandes claves de la película. Cuando los personajes están bien hechos y tienen interés, las películas tienen mucho ganado. Por ejemplo, me gustó mucho que el hijo que acompaña a su padre sea un tipo gris, pusilánime, mediocre. Y que haga todo lo que hace por su padre a pesar de esa falta de carácter y ambición. Y me gusta que sufra por su novia siendo ésta una chica gorda y nada atractiva. No hay nadie atractivo en la película, todos son feos, gordos o viejos, cuando no las tres cosas a la vez.

Es hora de ensalzar como se merecen a los actores. Ellos también tienen mucha culpa de la grandeza del film. Bruce Dern está infinito en su papel. Descomunal. Una lección para cualquier actor. Es capaz de interpretar en voz alta desde el silencio, matizando en cada mirada, glorificando el oficio de actor en cada frase, componiendo un personaje maravilloso que cuando se despoja de sus capas de viejo cascarrabias termina siendo entrañable y tierno. Lo único malo de su maravillosa interpretación es que puede eclipsar injustamente a sus compañeros de reparto. Porque Will Forte es todo un descubrimiento, y qué decir de June Squibb, dando vida a un personaje peculiar con una fuerza inusitada. Grande también Stacy Keach, a quien recuerdo en mi niñez cuando interpretaba al detective Mike Hammer.

Hay que decir, por si alguien no lo sabe, que la película es en blanco y negro, lo cual le da un toque más artístico aún. Especialmente si al blanco y negro le unimos la impresionante fotografía y la magnífica música de Mark Orton, una preciosidad que además no se emplea para reforzar ideas o escenas sino que se limita a reforzar las imágenes y a completar el festín artístico que supone el visionado de esta película.

“Nebraska” inevitablemente evoca a “Una historia verdadera” de Lynch, a “La última película” de Bogdanovich, pero sobre todo evoca al Quijote. Woody, incluso se parece físicamente a Alonso Quijano. Y, claro, su hijo David es Sancho Panza, sensato, cobardón, fiel y abnegado. Incluso tenemos los molinos de viento que don Quijote creía que eran gigantes en el premio que va a buscar, que es claramente un timo, pero para él es un millón de dólares y de propina la admiración y el respeto de sus hijos.

Termino ya. Maravillosa película. Repleta de sensibilidad. Tiene alma, es de estas películas que llegan dentro. Es bella, sencilla, poética, pero también hilarante. Me reí con ganas, y esto me pasa en pocas películas. Me lo pasé en grande, e, inevitablemente, me terminé por emocionar con su precioso final. Una joya. Una delicia para el alma. Si no te gusta, es que no tienes.

http://keizzine.wordpress.com/
keizz
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Suzume
Japón2022
7,1
4.142
Animación
8
27 de abril de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva película de Makoto Shinkai, el cineasta que me fascinó con su película «Your name» (https://keizzine.wordpress.com/2017/04/16/your-name-kimi-no-na-wa/) hace seis años, y que se ganó el derecho a que fuera con grandes expectativas a ver su último trabajo. Mi diagnóstico a bocajarro: es tan bella y visualmente fascinante como aquella, pero no me llegó tanto. Quizá no soy tan japonés como tendría que ser para apreciarla en toda su dimensión.

«Suzume» tiene un ritmo alto, y sus dos horas de duración no pesan en absoluto. Está realizada como una road movie, y no es necesario ser un fan del anime para disfrutarla (yo no lo soy). No obstante, la primera mitad de la película es un tanto repetitiva, con Suzume y Souta abandonando Kyushu, cambiando de ambientes y cerrando puertas de un modo un tanto similar. La segunda parte me parece más interesante, se centra más en Suzume y su pasado sin resolver, con los problemas con su tía Tamaki, que la acogió como suya tras la muerte de su madre cuando Suzume tenía 4 años, y los reproches mutuos por la vida que su tía dejó de tener por ocuparse de ella.

Como en «Your name», el drama, el romance, la cultura japonesa y los fenómenos atmosféricos catastróficos van de la mano en esta historia. Y para mí todo funciona excepto el romance, que sí funcionaba en la anterior película. Pero más allá de todo eso, la película es de una belleza audiovisual despampanante. Una belleza intrínseca e indiscutible compuesta por una animación espectacular, aderezada por la exquisita banda sonora de Radwimps y Kazuma Jinnouchi, que nos hacen zambullirnos en un Japón melancólico y lleno de contrastes.

Shinkai nos sumerge en un país en constante estado de alerta, pues sufre con frecuencia desastres naturales, especialmente los terremotos. Y a partir de ahí aborda el duelo por la pérdida, de cualquier tipo, tanto los desastres ecológicos como las pérdidas personales o emocionales. Nos habla de la importancia de conocer y entender el pasado para poder superarlo y afrontar el futuro, utilizando la metáfora de cerrar las puertas, tanto las que llevan a otra dimensión como las heridas interiores.

Otro gran acierto de Shinkai es el desarrollo de los personajes y sus peculiaridades que los hacen entrañables, algo muy importante para que la película te interese. Suzume es una adolescente con la lógica incertidumbre sobre su futuro, pero además tiene que lidiar con un pasado que arrastra una herida muy honda. Luego está Souta, con su inquebrantable sentido de la responsabilidad. La tía Tamaki tiene un conflicto interior por su amor por Suzume frente a la sensación de haber perdido los mejores años de su vida cuidando de la niña. Y luego está el gato, del que no puedo decir mucho para no hacer spoiler, pero todos los personajes tienen su importancia, sus momentos mágicos, y todos son imprescindibles para el funcionamiento de la historia.

Además de todo eso, la película sirve como reclamo publicitario para hacer turismo por Japón. El viaje de los personajes por Tokyo y por las zonas rurales que visitan hacen que te crezcan las ganas de conocer Japón para aquellos que nunca han ido, o de regresar a aquellos que ya hemos tenido la suerte de visitar ese singular país. Las localizaciones brillan con luz propia, y la animación, como ya he dicho, es sublime. Te quedas literalmente embobado mirando la pantalla.

Makoto Shinkai nos hace entender cómo se vive en Japón con la constante amenaza de los terremotos, pero también nos hace mirar hacia adentro de cada uno, y nos recuerda la importancia del amor, que es el arma más efectiva contra la maldad. El cariño siempre resulta rentable y está en la esencia del ser humano. A pesar de eso, ya dije al principio que esta película no me ha conmovido tanto como lo hizo «Your name», pero puede que sea cosa mía. Y que no me emocionara a mí a ese nivel no significa que sea peor, es cuestión de gustos y de momentos.

«Suzume» me parece una de las mejores apuestas que hay ahora mismo en las carteleras. Yo la disfruté bastante, y creo que cualquiera con cierta sensibilidad la disfrutará también. Si además te interesa Japón, pues mucho mejor. Creo que es una película muy atractiva, a todos los niveles, y que se puede disfrutar a cualquier edad, y cualquier tipo de público. Si puedes, no te la pierdas.

https://keizzine.wordpress.com/2023/04/23/suzume-suzume-no-tojiman/
keizz
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8
26 de enero de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un pequeño pueblo alemán, poco después de la Primera Guerra Mundial, Anna (Paula Beer) acude cada día al cementerio a poner flores en la tumba de su novio, Frantz, muerto en la guerra. Un día descubre a un desconocido (Pierre Niney) llorando junto a la tumba de Frantz. Pronto descubre que se trata de un soldado francés llamado Adrien, que conoció a Frantz en la guerra. Poco a poco, la relación entre Adrien, Anna, y los padres de Frantz va siendo más estrecha.

El director francés François Ozon se atreve en esta ocasión con la historia que ya contó la excelente película de Lubitsch “Remordimiento” en 1932, una de las pocas películas dramáticas de un maestro de la comedia como el genial director alemán. Ozon nos sabe poner con maestría en el punto de vista de cada uno de los personajes y juega con la realidad y la ensoñación, lo que nos gustaría que fuera y lo que en realidad es. Para lo cual utiliza también el blanco y negro y el color, ambos empleados con un espectacular sentido estético.

Como ya hiciera en la película que más me gusta de Ozon, “En la casa”, el francés indaga con curiosa mirada en el comportamiento humano. El enamoramiento, el luto por la pérdida, el sentimiento de culpa, el rencor, la sinrazón de la guerra o la presencia siempre inquietante de la persona que se fue dentro del corazón y la memoria de sus seres queridos son solo algunos de los recovecos del alma humana por el que discurre esta película de continuos contrastes, como contrasta el gris desangelado del pequeño pueblo alemán de postguerra con el colorido y artístico Paris.

Yo creo que el uso del blanco y negro ayuda a que el espectador se embriague de la película. Junto con la música, le dan un aire de cine clásico, de cine de verdad, que con el cuidado estético de cada encuadre hacen que la película cautive poco a poco, plano a plano, cada vez más. La belleza de lo audiovisual excita la parte sensorial, y junto con la emotividad de la historia hacen que la transmisión emocional pantalla-espectador fluya con toda naturalidad.

El film es, entre otras cosas, un canto al arte. Es un homenaje al cine, pues es imposible verla sin que te vengan referencias de románticas películas clásicas o de las atmósferas misteriosas que creaba el maestro Hitchcock. Es una película que hace que pienses en el cine. Además, existen varias referencias culturales constantes, especialmente dos: los poemas del escritor francés Verlaine, y las pinturas de Manet, sobre todo el cuadro “El suicida”, que no conocía y del que quedé prendado. También los conciertos de violín aparecen y dan lustre al film. Cine, música, poesía, pintura, el arte es un ingrediente esencial en “Frantz”.

Pero más allá del nivel artístico y más allá de los aspectos formales (el aroma a cine clásico y el preciosismo técnico es arrebatador), lo que me conmueve de la película es el romanticismo que destila. Es una historia de amor un tanto especial y compleja, por eso es creíble y te llega. Un amor verdadero porque es doloroso e irrenunciable. Es pura melancolía, una lacerante aflicción escondida debajo de una pantalla que muestra con exquisita elegancia formal una historia antibelicista. La película no es lo que parece. Igual que los enamorados mienten para protegerse, porque la verdad es demasiado dolorosa, la película miente, pero igual que a aquellos, se les termina notando. Y eso siempre conmueve.

Las heridas del amor y las de la guerra se parecen. Ambas son terribles, cicatrizan mal, provocan rencor y difícilmente se olvidan. Además, por mucho que nos duela somos tercos y volvemos a reincidir en los viejos errores. Nos volvemos a enamorar perdidamente a pesar del daño que podemos recibir. Lo mismo le pasó a Europa. Tras la terrible Primera Guerra Mundial y las estremecedoras consecuencias que tuvo, apenas se recuperó del dolor recibido poco tiempo después volvió a equivocarse y se produjo una nueva gran guerra, más demoledora todavía.

Las interpretaciones lógicamente tienen que estar a la altura para que la película funcione debidamente, y a fe que lo están. Pierre Niney está convincente, y Paula Beer sencillamente arrebatadora. Su mirada vidriosa tardas de quitártela de la cabeza, ese modo de transmitir dolor y confusión a partes iguales sin decir una palabra… Ella es el sostén interpretativo del film, ella es quien vertebra la historia, y su personaje es el que divide la película en dos: antes y después de su viaje a Paris.

Frantz, Anna, Adrien, los padres de Frantz, todos víctimas de su tiempo y su condición. Víctimas de la guerra y del amor. Personajes frágiles, que necesitan consuelo, que temen ilusionarse porque le temen al dolor de los sueños incumplidos, pero al mismo tiempo necesitan hacerlo porque necesitan vivir. Aunque Anna tenga que enfrentarse al “Suicida” de Manet para recordar que tiene que querer seguir viviendo. Personajes rebosantes de sensibilidad a los que es imposible no tomar cariño.

Vamos, que me ha gustado, yo creo que a estas alturas ya se nota. Y eso que me sobran cosas. Me sobró esa “Marsellesa” en el bar que no venía a cuento y fue un bajonazo, me sobró la última escena de la estación y algunas cosas más que no quiero desvelar, pero a pesar de todo es una película que me arañó por dentro, y eso ya es mucho. Es imperfecta, pero fascinante. Emocionante, conmovedora y además su envoltorio es todo un placer estético. Poco más puedo pedir.

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keizz
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