Interesante thriller muy crítico con la deshumanización capitalista, no exento de ciertos toques irónicos que en absoluto le restan incomodidad.

La protagoniza un desaprensivo, cínico y amoral José García, capaz de cualquier cosa con tal volver a trabajar en lo suyo: incluso de asesinar a sus posibles competidores por el puesto. Y sin demasiados miramientos.
García transmite a la perfección una difícil mezcla de determinación y nerviosismo, de frialdad y torpeza ante el crimen. Su excelente actuación ayuda a mantener el interés, que quizá decae un poco al final por un cierto alargamiento de la historia.

El papel de la mujer que no se percata del energúmeno que tiene al lado corre a cargo de la estupenda Karin Viard ("Besen a quien quieran")

Yo la vi en el cine en su momento y me pareció una de las peores películas que había visto EN TODA MI VIDA.
Es cierto que la idea de partida, basada en un hecho real, es muy atractiva (un guardián de la morgue viola a una chica recién “fallecida” que “resucita” en sus brazos)
Pero la película es un batiburrillo de obscenidades, sinsentidos y personajes absolutamente estrangulables (protagonistas y secundarios)
Una cosa realmente indigesta.

El director de la aclamada "Nader y Simin, una separación" regresa con este intenso drama que alcanza unos niveles de excelencia por desgracia poco habituales en la cartelera.

Un film magistral sobre la incomunicación: aunque los personajes dialoguen hay algo que impide el entendimiento. Un muro que no es otro que ese pasado que intentan borrar, aunque para conseguirlo primero deberán comprenderlo en toda su dimensión (si es que tal cosa es posible).

"El pasado" explora las relaciones personales con profundidad e incisión, mostrando sus dobleces, las diferentes caras que existen en los comportamientos, evidenciando que nada es lo que parece.

Excepcional trabajo con el ritmo, ralentizándolo en unas secuencias y acelerándolo en otras (sobre todo mediante la rapidez verbal), lo que crea una tensa sensación de inseguridad y desasosiego.

Bérénice Bejo (la protagonista de "The Artist") fue merecidamente premiada en Cannes como Mejor Actriz por su áspero y desabrido papel.

Una sobrevaloradísima tontería que hay que ver con mucha complicidad benevolente: no es más que una farragosa retahíla de personajes estrafalarios haciendo locuras, muy llamativos gracias al departamento de peluquería, pero un verdadero desastre narrativo donde simplemente se amontonan escenas sin orden ni concierto.
Si al menos fuera políticamente incorrecta… pero es que ni eso; es complaciente y nada corrosiva (pensar que se la ha comparado con "Boogie Nights"...).

No puede decirse empero que esos personajes de farsa estén mal interpretados, destacando las chicas: una magnética Amy Adams como zorrón y una Jennifer Lawrence caprichosa, manipuladora e irritante.

Superproducción alemana que parte de un planteamiento similar a "Ágora" (de Alejandro Amenábar): reivindicación del saber y de la ciencia por encima de las necias cadenas religiosas. Aunque en mi opinión sobra el tufillo paranormal para hacer esa reivindicación: no entiendo eso de considerar una idiotez lo religioso pero luego dar crédito a otro tipo de cretineces (por ejemplo: religión no, pero homeopatía sí…).

Mi acompañante se leyó el libro en que se basa y me ha dicho que aquí todo está muy dulcificado. Típico. De hecho, en poquísimo tiempo me encuentro dos veces con una película europea que parece hollywoodiense (la otra fue la de Mandela). No obstante en este caso el resultado es algo mejor porque remite a un Hollywood más clásico, el de aquel cine de aventuras de antaño, y ello la hace entretenida a lo largo de dos horas y media que no parecen tales.