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Críticas de Joseja93
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
7
31 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy día, los pueblos están de moda, especialmente desde la pandemia. Su ritmo de vida más sencillo y saludable es lo que la mayoría querríamos para nosotros. Pero los pueblos también representan otras cosas en nuestro país a las que no querríamos volver, a esas tradiciones tan típicas de fiestas de verbena que nunca se cuestionan por viejas, que son graciosas para unos y vergonzosas para otros y que en Tótem Loba refieren y simbolizan al machismo disfrazado de juego y diversión, aunque nada más lejos de la realidad: no puede haber nada divertido en que una chica acabe aterrorizada y pasándolo mal en nombre de lo que siempre se ha venido haciendo en el lugar de turno.

Sin duda, una idea transgresora y que empodera, que debe llegar más lejos aún después de que Verónica Echegui, guionista y directora, inspirada en una historia personal de su pasado para plasmar este proyecto, ganara el Goya a Mejor Cortometraje de Ficción en los pasados Goya. El alter ego de la directora es Estíbaliz, interpretada de manera convincente, emotiva y empática en sus miedos y preocupaciones por la actriz Isa Montalbán, un personaje que va de visita al pueblo de una amiga para sus fiestas y para pasarlo bien durante un fin de semana hasta que, en medio de la noche, comienza una siniestra tradición en la que los jóvenes se dedican a perseguir disfrazados de lobos a las chicas del pueblo. Lo que para las habitantes y oriundas del lugar es incluso motivo de orgullo en un primer momento bajo el prisma del folclore típico, de la localidad y del hecho de ser de allí, para cualquiera que no lo sea es algo terrorífico y que escapa a cualquier lógica. Obligada por el entorno a participar, Estíbaliz tratará de pasar la noche y el día siguiente sin ser cazada por la manada.

Ese mensaje feminista es la principal baza de un inteligente guion como este, que utiliza las reglas del thriller y el terror de persecución a campo abierto de películas slasher o de sagas como La purga sin llegar al desenlace macabro y sangriento de los mismos, pero sí generando una tensión e incomodidad que muestran la delgada línea que puede haber entre el juego y la locura, entre la tradición inocente e inofensiva para unos y la barbarie sin sentido que puede incomodar a otros. En definitiva, una crítica eficaz y constructiva al machismo, a la normalización de muchas conductas que nunca se cuestionan basadas en los roles de poder y a las que las mujeres se ven abocadas porque, como en el caso del pueblo y como en muchos otras situaciones cotidianas, es lo que siempre se ha hecho, algo que no puede cambiarse si no hay una transformación más interna en las propias personas desde jóvenes, en las almas intrínsecas de los pueblos en definitiva. Inevitable no pensar tampoco en una versión moderna de Caperucita roja y el lobo en la que ella, nuestra protagonista, acaba finalmente despertando, primeramente reaccionando para defenderse y sobrevivir, y posteriormente ignorando al lobo no tan feroz y a su manada y haciendo su propia vida, ajena a los miedos, a las costumbres y al entorno aún hostil en el fondo, una vez que las caretas se han caído y se ven las cosas como son.

Con unos parajes y luces naturales bien reconocibles en cualquier lugar de la geografía española, abunda la iconografía típica de pueblos, habitantes, figuras religiosas y viviendas que podríamos ver en nuestra propia cercanía, pues bajo lo que conocemos y tenemos al alcance de la mano siempre puede subyacer la oscuridad y el miedo más irracional y sincero, incluso a plena luz del día y en los parajes más aparentemente inofensivos y bellos. Frente a ello, la naturaleza y vegetación que nos rodea y la simbología de los animales, lobos y lobas, aparte de para representar a los agresores también para mostrar ese tótem o símbolo de resistencia al grupo como persona individual, son la vía de escape que puede encontrar la protagonista. Todo ello es un ejemplo perfecto de la parte técnica puesta al servicio de la narración, enseñando en definitiva que en los lugares donde hemos podido vivir siempre puede haber espacio para escapar y resistir.

Una parte técnica del cortometraje que, además, acumula por ese buen hacer varias nominaciones en estos premios Fugaz, a Dirección de producción, Dirección de fotografía, Montaje y Sonido. Del resto de nominaciones se incluyen las de Mejor Cortometraje y Mejor Dirección novel, la de una Verónica Echegui que en su primera realización como directora muestra que aún queda mucho por contar y, sobre todo, por cambiar para mejor.

Crítica realizada para premios fugaz y disponible en: https://www.premiosfugaz.com/critica-cortometraje-totem-loba/
Joseja93
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7
17 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corría el año 2006, y aunque parezca lejano, las cosas en esta sociedad no han cambiado tanto. Un director y guionista que pronto sería muy reconocido, Borja Cobeaga (Vaya semanita, Pagafantas, Vamos Juan…), había estrenado el año previo un cortometraje llamado Éramos pocos, una a priori entrañable historia de un padre y su hijo que van a buscar a su suegra, interpretada por una actriz como Mariví Bilbao, a quien ahora, con más humor negro y tintes de tragicomedia y costumbrismo del que parece, ponen la alfombra roja para que vuelva a vivir con ellos tras la marcha de la esposa y madre. Y en ese año, la auténtica Mariví Bilbao, la irreverente Marisa de Aquí no hay quien viva, pisaba esa alfombra roja, en Los Ángeles, junto al equipo de Éramos pocos, esperando llevarse un Oscar que por desgracia aún se le resiste al cortometraje español. A pesar de ello, ver a Marisa con la ilusión de una niña valió la pena.

El caso es que se pudo rozar con los dedos, porque si hay algo fuerte en este cortometraje es su guion, escrito por Cobeaga y Sergio Barrejón, en el que es imposible no empatizar con el costumbrismo y la realidad de sus protagonistas, la que hemos podido vivir casi la totalidad de familias españoles. La de un padre y un hijo que, pese a mostrarse machistas, egoístas e interesados hasta el punto de dar pie al giro final de la historia, se hacen humanos, vulnerables, realistas y perfectamente creíbles hasta el punto de poder identificarse con ellos en cierta medida. Tras el humor costumbrista y la sonrisa cotidiana al ver la situación en que se encuentran y cómo intentan solucionarlo, se esconde también una realidad dramática y propia de esta sociedad: la soledad que envuelve a nuestros mayores, abandonados a menudo en una residencia por su propia familia, pero también el aislamiento propio de cualquier individuo en una época como la actual, en la que si no sabes cómo desenvolverte o sin alguien del que egoístamente dependes, puedes verte perdido, más aún si no cuidas a la gente que tienes cerca y de la que más lejos puedes encontrarte emocionalmente.

Al final, la tragicómica necesidad de compañía y el sentimiento de no estar solos puede ser más que razón suficiente para entender la lección que parece aprender el personaje del padre, un como siempre entrañable y humano Ramón Barea, capaz de sacar con pocos gestos vicios y defectos de una persona que podría ser tu vecino, y es que los tres intérpretes, Barea, Bilbao y Alejandro Tejería, demuestran bastante complicidad y química en pantalla. Brilla especialmente Mariví, cuyo personaje podrías creer que es continuación del de Marisa cuando terminó Aquí no hay quien viva, con un desparpajo y una alegría que se echa de menos.

Una vez más, esta es la prueba de que en poco más de un cuarto de hora se pueden contar grandes y sencillas historias, y no hay mejor director para mostrar contradicciones cotidianas y la gracia del día a día que Borja Cobeaga. Éramos pocos, además de la nominación al Oscar, recibió en su momento gran cantidad de premios entre los que destaca también una Mención Especial en el prestigioso Festival de Berlín, lo que prueba que, aunque irónicamente y con cierta molestia, nunca podemos ser pocos si estamos bien acompañados.

Crítica para Premios Fugaz - Corto España disponible en: https://www.premiosfugaz.com/critica-de-eramos-pocos/
Joseja93
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8
25 de diciembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya muchas décadas que a lo largo de Europa, y especialmente en Italia, se fueron desarrollando corrientes como el neorrealismo en el cine, y es que si hay algo que la gran mayoría de autores han intentado plasmar en pantalla, tanto en un género como en otro y tanto en un estilo cinematográfico como en otro, es la naturalidad, el realismo de las situaciones, como si la cámara fuera parte de nuestra visión, algo que no todos han podido lograr y que cuando se consigue traspasa la imagen para tocarte de lleno. Cabe decir que La historia de siempre, incluso con su magistral giro final que podría ubicarla metafóricamente en esa categoría de cine dentro del cine, es una de esas historias que te hacen estar ahí presente, físicamente, en el autobús, escuchando y sintiendo atentamente que todo lo que se narra es tu propia vida.

Definitivamente, podemos catalogarlo como hace esta sección en uno de los mejores cortometrajes españoles del siglo XXI por varias razones, una de ellas compartida con algunas de las grandes narraciones que hemos conocido: la aparente sencillez, sin artificios necesarios y con lo justo y perfectamente utilizado. La trama nos sitúa como pasajeros de un cotidiano autobús de línea en una ciudad cualquiera, un día anodino en el que mundo sigue girando, y en el que, como parte de esa amalgama de viajeros que comparte rutinas, problemas y sinsabores, escuchamos atónitos, tal y como nos gusta hacer a todos de vez en cuando aunque no lo reconozcamos, la discusión de un hombre al teléfono, hablando con la que parece su exmujer. Un recorrido magistral por la vida de una pareja a través de las palabras del protagonista que evocan preocupación y malestar al principio y sensibilidad, tristeza y alegría al final, cuando la esperanza aflora en forma de emoción en los viajeros del autobús y en los espectadores del corto, a los cuales es casi imposible que este guion, sencillo pero eficaz, algo tramposo al final, revelador y sorprendente, no pueda involucrar y tocar la fibra sensible. La historia de siempre es la de la vida misma, la de cualquiera, la de todos, una de esas producciones con una muy delgada línea entre realidad y ficción, al punto de que es fácil traspasarla en ambas direcciones, identificándote con la narración e inspirándote en ella.

Al mismo tiempo y para más inri, su final puede ser una alegoría perfecta para la situación que vive el mundo del cine, más concretamente el de los intérpretes y en España, en la precariedad muchas veces y con dificultades latentes para mantenerse. No en vano, aunque alejado de los focos y poco conocido para el gran público, el actor que sostiene sobre sus hombros el corto y que nos embarga con su historia y su sincera interpretación, además de con su profunda voz, es Miguel Ángel Jenner, un veterano en mil batallas que se prodiga poco frente a la cámara pero al que, sin saberlo, han escuchado miles de veces en las pantallas de los cines de cualquier ciudad, doblando en castellano a gente como Samuel L. Jackson, entre otros muchos. Una interpretación honesta y con la que es fácil empatizar, tanto a lo largo del cortometraje como hacia el final, cuando un simple gesto con la mano descubre la realidad tras la magia.

Dirigido y guionizado por José Luis Montesinos, fue el cuarto cortometraje de este realizador catalán, multipremiado también por su posterior obra El corredor y que en este caso realiza una dirección humana y cercana, centrada en planos cortos y cerrados de las caras para centrar la narración en los sentimientos que pueden llegar a traslucir sus actores, quienes van dejándose llevar por la historia del personaje principal, motor de todo lo que les rodea en ese momento hasta la parada final. Igual que como decíamos con el guion, una realización sencilla y eficaz, capaz de golpearte con sus planos y palabras en lo más hondo sin necesidad de complicar las cosas. Tanto en el uso de la cámara como de las letras, naturalidad en estado puro.

La historia de siempre fue exhibida en más de 250 festivales de todo el mundo y ganó más de un centenar de premios en numerosos certámenes, sin duda el corto español más laureado del 2010. Si después de todo lo dicho no es uno de los mejores cortometrajes de lo que llevamos de siglo, es que el cine ha dejado de ser cine, ha dejado ser la vida misma.

Crítica para CortoEspaña disponible en: https://www.premiosfugaz.com/criticacortometrajelahistoriadesiempre/
Joseja93
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Hawaii (C)
Cortometraje
España2019
5,8
35
6
2 de agosto de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces es más fácil evadirse que tratar de afrontar la realidad, especialmente cuando confraternizan y se alían dos de nuestros peores enemigos: el paso del tiempo y nosotros mismos, con nuestros miedos e inseguridades. Hawaii es el melancólico refugio del pasado del que no puede escapar el protagonista del cortometraje homónimo, Pedro, un taxista veterano y retirado incapaz de afrontar la pérdida de su vehículo y de su modo de vida durante tantos años. Una tragicómica y entrañable historia con la que es fácil empatizar.

Interpretado por el nominado a mejor actor en los Premios Fugaz Albert Pérez, el cual hace un trabajo sobresaliente en acercarnos los miedos, inseguridades y felices recuerdos de un desdichado y solitario trabajador, nuestro protagonista hará lo imposible por resistirse a los realistas y necesarios esfuerzos de su hija, interpretada por Aina Clotet, para hacer que afronte la inevitable venta de su taxi con todas sus consecuencias.

Otras de las nominaciones de este cortometraje reconocen la fantástica labor del equipo de rodaje y producción detrás de las cámaras, encabezado por su realizador Jordi Capdevila, quien con su ópera prima se ha visto recompensado con su candidatura a mejor dirección novel. Con planos sencillos pero bien elaborados es capaz de llevarnos a través de la historia personal de Pedro, en sus miradas, suspiros y recreaciones de tiempos mejores.

Las otras tres nominaciones, para un total de cinco, que ha recibido este cortometraje, reconocen el trabajo de elaboración de ese gigantesco y hermoso póster de Hawaii que podemos disfrutar en el garaje – mejor dirección de arte-, así como al vestuario y a la tonalidad de los diferentes planos en los que se muestra a una persona mayor, que vive sola y que no se acostumbra al transcurso del tiempo – mejor vestuario y mejor dirección de fotografía-, uno de los grandes dramas de nuestra sociedad actual.

En definitiva, estamos ante una historia con un guion eficaz a la hora de acercarnos al perfil del protagonista, ágil y capaz de hacernos desear que las circunstancias finales fueran otras, más parecidas a las de ese idílico y metafórico Hawaii que todos recordamos, con el que todos soñamos y al que todos querríamos volver alguna vez.

Crítica para los premios Fugaz: https://www.premiosfugaz.com/criticahawaii/
Joseja93
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Pozo (C)
Cortometraje
España2020
5,8
78
6
2 de agosto de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años, se ha extendido dentro del género de terror un subtipo de obras que juegan con el espacio y que se centran principalmente en el entorno, la atmósfera y las sensaciones de opresión y angustia que tratan de transmitirse con más o menos éxito en el espectador. A gran escala, en espacios abiertos como el de una vivienda o una ciudad rodeada de sombras y sucesos siniestros, al estilo de Hereditary o La bruja, o a pequeña escala, en lugares en los que cuesta respirar y de los que no parece haber escapatoria, como puede ser el fondo de un Pozo, título del cortometraje que nos ocupa.

Este cortometraje, a medio camino entre el mencionado terror y el thriller, en opinión personal una mezcla conceptual entre Buried y Hard Candy, es la prueba de que de manera minimalista y con pocos recursos puede hacerse algo interesante y capaz de mantenerte en tensión el tiempo necesario, aprovechando los cambios de cámara y los diferentes puntos de vista horizontales y verticales. Su director, Diego Puertas, consigue así un cortometraje intenso y eficaz, directo y tenso, como un puñetazo a la conciencia en el momento en que empieza, conforme se desarrolla y en mayor medida al momento de terminar, y en el que la atmósfera en efecto resulta opresora y turbia.

De corta pero justa duración, el metraje se centra en la interpretación del actor Jorge Cabrera, quien se echa la acción a la espalda cuando su personaje se despierta encerrado en el fondo de lo que parece ser un pozo de piedra del que no hay escapatoria aparente. Tanto en la descripción que se realiza del personaje como en la actuación descarnada y sentida de Cabrera, la cual es recompensada con la única nominación del corto en los premios Fugaz, se observan matices que enganchan y hacen más atractiva la historia hasta el momento en que nos hacen cambiar la perspectiva y removernos por dentro conforme el guion, sencillo y bien llevado, gira hacia el angustioso final.

Pozo resulta ser, por tanto, un suspense eficaz, una asfixiante muestra de terror y otra muestra más de que hay luz al final del pozo para la creatividad del cortometraje de género en España.

Crítica para los Premios Fugaz: https://www.premiosfugaz.com/criticacortometrajepozo/
Joseja93
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