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España España · Madrid
Críticas de Mogwai
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
9
5 de noviembre de 2007
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La vida de los otros" funciona en dos planos bien diferenciados. Por un lado está el obvio mensaje político, el estudio (nada subjetivo ni panfletario, y ahí está uno de sus logros) del sistema autoritario de la RDA y de las posibles causas de su fracaso social; por otro, y es éste el más profundo, es un viaje a la mente de un hombre gris y obediente que comienza a plantearse si entregar su vida a un sistema y a unas ideas políticas es algo válido, si la vida es quizá algo más importante que eso, si, como le “cuentan” los dos artistas a los que observa, la única razón lícita para entregar tu vida sea sólo el amor, ni siquiera el arte, algo cuyo significado nunca ha conocido pero que irá aprendiendo poco a poco, en las conversaciones de los otros, en los libros que cuidadosamente coge de la casa de los observados o en el momento en que decide tomar partido. En este plano, la película se transforma de un film interesante a una obra hermosa y emotiva, a lo que ayuda mucho el precioso estilo formal, con una factura técnica soberbia. Con algún parecido a la obra del primer Wim Wenders, la película progresa lentamente, con sutiles movimientos de cámara, una elegante música de corte clásico y un montaje que intenta fundir en uno las vidas del agente y del artista. Es lenta, pero no pesada: sus dos horas y cuarto de duración pasan rápido, gracias al poder de absorción de la historia y de algunas ligeras gotas de humor que ayudan a relajar un poco la angustia de la historia. Y, aunque no pueda hablar más de ello ahora, el final es precioso, una especie de epílogo a la obra que la completa y la hace casi perfecta. Una gran película, en definitiva.
Mogwai
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8
19 de diciembre de 2008
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última gran película de Robert Altman, Gosford Park es un drama coral disfrazado de intriga de cámara. Usando como punto de partida la tópica historia del misterioso crimen en una apartada mansión aristocrática, de la que se rie durante todo el metraje, Altman teje su característico crisol de historias paralelas y multitud de personajes pululando por la escena, sin tener un claro protagonista, aunque quizá enfantice más en la joven Mary, criada primeriza en esto de las fiestas de casa de campo, y cuya inexperiencia usa como pretexto para introducirnos a nosotros en ese submundo de pasillos laberínticos durante el cuál presenta a los actores de la historia y el lugar que sirve de fondo y nos deja caer algunos detalles importantes para la trama a desarrollar posteriormente. Son sin duda esos primeros minutos de la película los más lentos, necesarios para entender la compleja historia pero en los que parece que no pasa nada.

Sin embargo, pasados esos primeros minutos la película entra en vereda en cuanto las interrelaciones entre el enorme número de personajes empiezan a definirse y se produce en la mansión un crimen que da un vuelco a la historia destapando las miserias que todos los personajes, criados y siervos, ocultan. Porque, a pesar de sus constantes toques de humor negro diseminados por toda la cinta, Gosford Park es básicamente un drama, mucho más profundo de lo que aparenta, tratado de una forma tan sutil y precisa, como no podía ser menos tratándose la historia en un entorno aristocrático, que corre el riesgo de perderse entre la trama. Sin grandes lágrimas, sin efectismos, sin música épica, valiéndose especialmente del impresionante reparto (donde destaca, cómo no, la gran Helen Miren) logra hablarnos de pérdida, de decadencia, de arrepentimiento, de odio, todo ello enmascarado en una gran broma de suspense ambientado en una casa de campo. Lo importante aquí no es lo que pasa en primer plano, sino todo lo que sucede simultáneamente detrás de este, todo eso que a veces se nos escapa a la vista. Gosford Park es un film soberbio y bello, aunque también injustamente incomprendido debido básicamente a su complejidad. Muy recomendable para todo aquel que quiera saborear un buen drama de uno de los más olvidados maestros del cine americano.
Mogwai
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9
8 de marzo de 2008
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conseguir mantener a un espectador pegado a la pantalla dos horas y media no es fácil. De hecho, este western revisitacional y desmitificador no es un film nada fácil. Y nada habitual en estos tiempos. Entre tanto ruido, prisa y brusquedad que ofrece la mayoría del cine actual, el neozelandés Andrew Dominik ha realizado una película calmada, contemplativa, reflexiva, una obra que recompensa al espectador paciente y cinéfilo que disfruta perdiéndose entre los paisajes devastados del film. Pero también una película con fuerza narrativa y mucha tensión. Y con algo que contar.

Este asesinato de Jesse James juega en contra de la mayoría de los elementos del western clásico. Aquí los tipos duros no son tan duros, ni tan mugrientos, ni tan hábiles. Y los buenos tampoco son tan buenos, ni los mitos tan mitos. Al principio tenemos a ese Jesse James radiante, afable, tendiendo la mano a un joven y entregado Robert Ford. Roban trenes, se reparten el botín, se despiden. Pero las cosas empiezan a cambiar. Y mientras la cámara flota por los devastados paisajes por que transcurren estos forajidos terminales la tensión crece, acompañada por la música creada por Nick Cave y su violinista Warren Ellis. Y va siendo más palpable la decadencia de un oeste devorado por su propia naturaleza. Y ya nada pinta tan bonito. El idealizado Jesse James se va mostrando poco a poco como poco más que un criminal violento y cruel, alguien que no duda en disparar por la espalda a sus compañeros para salvaguardarse a sí mismo. Alguien que trae inquietud a todo lugar donde esté, alguien temido y ya nada afable, una persona que poco a poco va dándose cuenta de la degradación de la vida que ha elegido y de sus actos, y que se ve consumido al ser consciente de su forma de ser y deseando huir de sí mismo constantemente. Y en el entusiasta Robert Ford se abre una brecha que le mete en la espiral de degradación moral de todo lo que rodea, perfectamente trazado por la gran interpretación de ese frágil y nervioso Casey Affleck, que este año se ha revelado como algo más que el hermano de aquel. Dos personajes que se complementan y guían una película intensa y perfectamente dirigida por un tipo mayoritariamente desconocido que se ha sacado de la manga un estupendo western crepuscular y casi onírico.

"El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford" es lo más cercano a lo que saldría si Terrence Malick hiciese un western. Y, como en toda película de Terrence Malick, tenemos esa voz en off que nos guía a través de esta lenta y calmada, que no aburrida, experiencia preciosista por el último oeste, soberbiamente captado e iluminado por Roger Deakins. Y es tan bella, tan intensa y tan visceral como cualquier obra de Malick. Y, por supuesto, es un film estupendo. Un film para degustar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mogwai
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10
5 de noviembre de 2007
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo siento, no puedo evitarlo. Es una de mis películas favoritas. Y la responsable, muy probablemente, de mi pasión por la música. Cuando la vi tenía la edad del pobre William, y realmente vi en ella la imagen de lo que soñaba que mi vida fuese y nunca será.

Y, viéndola años después y desde otra perspectiva, sigue aguantando el tipo. Se nota que la película está hecha con un cariño y una ternura raras de encontrar en el cine moderno. Crowe habla de su propia vida, y lo hace con un mimo extremo. Todos los personajes, desde el guitarrista de Stillwater, Russell Hammond (Billy Crudup) hasta la inolvidable Penny Lane (Kate Hudson, también nominada al Oscar), la groupie de la que William se enamora, y todas las situaciones de la película, desde los viajes de ácido hasta la pelea de egos en el seno de la banda son un muestrario fiel y detallado de la realidad del circo del rock en los setenta, y del preciso instante en que dejo de ser una revolución para convertirse en una forma más de hacer dinero, con los grupos más preocupados de vender camisetas que de hacer música, con las discográficas poniendo aviones al servicio de los grupos para que diesen más conciertos y facturasen más (descacharrante la escena del avión, por cierto), en definitiva, cuando el rock se vendió al capitalismo. La película está llena de guiños que descubres cada nueva vez que la visionas, la banda sonora es evidentemente excelente (7 canciones de Led Zeppelín, 2 de Neil Young, Elton John, Bowie, Lynyrd Skynyrd, The Who), y además es tratada más que como el fondo de la historia como una parte activa de ella, como en la escena en que la hermana de William explica a su madre sus motivos para irse de casa poniéndola America de Simon & Garfunkel. Son todos esos detalles los que convierten en Casi Famosos en una gran película, profunda pero ante todo divertida, y enormemente inspiradora. Parafraseando la cita presente en la primera página de todos los números de la Rolling Stone, es una película “sobre el rock y la vida”, que te arrastra no sólo al fanatismo musical sino a querer vivir más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mogwai
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Neil Young: Heart of Gold
Concierto
Estados Unidos2006
7,4
765
Documental, Intervenciones de: Neil Young
8
10 de septiembre de 2008
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neil Young, recuperado de su reciente aneurisma cerebral, tenía nuevo disco (Prairie Wind) listo para presentar en directo en el Auditorio Ryman de Nashville, la capital del country, de lo que anda sobrado ese álbum. Así que Heart of Gold es poco más que la película de aquel concierto, en que Young interpreta al completo su nuevo disco. La verdad, el álbum es un poco irregular, pero en directo suena inmejorable, acompañado por una banda de músicos casi ancianos vestidos a lo vaquero e interpretando su country-rock como si la música no hubiese cambiado desde 1973. Sé que asusta un poco, pero es una auténtica joya. No es sólo la música lo que brilla, sino la aproximación a ella que realiza Demme. Es uno de los conciertos mejor rodados que he visto, un alarde de belleza y sobriedad visual que huye del efectismo y la espectacularidad que no dejan de vendernos hoy en los productos de este tipo. La cámara suele permanecer quieta, acercándose al rostro de los protagonistas en lugar de a sus instrumentos, dejándose expresar a través de sus ojos: de la complicidad entre Young y su esposa Pegi, también en el escenario; de cómo se iluminan cuando Young habla de su padre... Cuando acaba una canción la pantalla funde en negro para retornar con la imagen de Neil Young sobre el escenario, con un impecable traje blanco, su sombrero y su vieja guitarra (la misma con la que Hank Williams actuó por última vez en Nashville, la misma con que compuso Heart of Gold u Old Man), o se sienta al piano sobre un fondo compuesto por los violinistas que le acompañan, siempre inundado en tonos amarillentos, áridos y melancólicos como la propia música. Es una película que consigue emocionar sin apenas diálogos, aunque las pocas veces que hacen acto de presencia suelen reclamar su protagonismo; y, en su parte final, es casi una celebración. Acabados los temas del citado Prairie Wind, el escenario se llena de clasicazos como I Am a Child, The Needle & the Damage Done o Heart of Gold (¿cuantas veces ha aparecido ya?) y finalmente el film se completa y adquiere todo su significado.
[sigo en spoiler]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mogwai
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