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Críticas de Scott Carey
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Críticas 112
Críticas ordenadas por utilidad
4
20 de febrero de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de unos inicios en los que cultivó lo que podríamos denominar cine de autor con obras tan personales como Pi (1998) o Réquiem por un sueño (2000), el director estadounidense Darren Aronofsky parece haber virado en estos últimos años a un cine más convencional, menos críptico y más abierto al espectador medio. Después de rescatar del fango a Mickey Rourke en la espléndida El luchador (2008), en su último film saca todo el jugo interpretativo de una Natalie Portman que firma el que podría ser su mejor trabajo hasta la fecha.

De la gran interpretación de Portman podría deducirse que Aranofsky ha repetido la brillantez exhibida en su anterior película, pero lamentablemente las virtudes de Cisne negro empiezan y acaban en el buen hacer de la actriz. Aranofsky parte de un guión simplista que no destaca por su originalidad precisamente, para dar rienda suelta a sus excesos oníricos, penetrando en la mente de Nina, la bailarina protagonista, mezclando realidad y pensamientos, un recurso narrativo un tanto tramposo que logra confundir al espectador.

Y si en la primera parte de la película se logra mantener el tono gracias a una cierta contención dramática y a personajes secundarios tan interesantes como la madre sobreprotectora, la recta final del film se encamina al abismo entre secuencias de morbo gratuito y guiños al cine de suspense más comercial. La pretendida elegancia de la obra queda en puro artificio, rematada por un final bastante previsible y demasiado forzado.
Scott Carey
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6
23 de mayo de 2010
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprendente película que aborda las relaciones familiares desde un punto de vista muy peculiar. Perteneciente a ese tipo de films que no dejan indiferente a nadie, Canino nos describe el día a día de una familia imposible. Lo hace con un estilo frío, aséptico, muy cercano al cine de Michael Haneke. Abordando el horror de una manera que parece natural. Asombrando a cada nueva secuencia.

Me ha parecido una película extraña, diferente. A ratos absurda, pero con un magnetismo que te atrapa poco a poco. Las relaciones de los diferentes miembros de la familia alcanzan por momentos cotas de surrealismo máximo, y uno de los principales méritos del director es dar a estas un aire de naturalidad que se transmite al espectador de una forma casi imperceptible. De esta manera, se asiste a todo un catálogo de represión, humillación, falsedad y violencia que actúa como perfecta hipérbole destinada a la reflexión sobre la decadencia del concepto de familia tradicional tal y como se ha venido entendiendo hasta nuestros días.

No es un film perfecto, y carece de puntos de brillantez, pero su delirante planteamiento y lo desasosegante de su trama, le otorgan un puesto de honor en el listado de películas dificilmente olvidables. Hay que agradecer a su director esta bocanada de aire fresco que agite conciencias. Y es que en medio de tanta oferta comercial en que puedes adivinar el desarrollo de la trama prácticamente desde la primera secuencia, poder ver una película que te sorprende a cada fotograma, no tiene precio. Es esta, sin lugar a dudas, la principal virtud de uno de los films más aterradoramente originales de los últimos años.
Scott Carey
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4
25 de octubre de 2009
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
After nos relata la historia de tres amigos, de una edad próxima a los cuarenta años, que deciden quedar una noche para cenar después de estar un largo tiempo sin verse. En el transcurso de esta velada, que se prolongará hasta la madrugada, el director nos acerca a la realidad de cada uno de los tres personajes dividiendo la película en tres capítulos. De esta forma, tenemos una visión subjetiva de la manera en que cada uno de ellos vive esta noche de fiesta, al mismo tiempo que se nos ofrecen unas leves pinceladas de su vida en general. Así, podemos apreciar que se trata de tres personajes desencantados. Por diferentes motivos, han llegado a la edad de la madurez, pero no encuentran demasiado sentido a sus vidas, y durante esta noche deciden experimentar un regreso a su etapa adolescente. Alcohol, drogas y sexo conformarán los ejes básicos de estas horas, en que buscarán, aunque solo sea de manera momentánea, olvidar su anodina rutina.

Me ha parecido una película un tanto irregular, en la que se alternan aspectos muy positivos (especialmente brillante el trabajo de Tristán Ulloa, pero sobretodo de Guillermo Toledo) con otros en que el film deja bastante que desear. El guión, por ejemplo, retrata de forma realista la noche de desenfreno en la que se embrancan los tres personajes, pero ahí empieza y acaba todo. Sabemos muy poco de la vida que llevan y de los motivos que les empujan a actuar de la forma en que lo hacen, y esto hace que la película pierda algo de interés, pues queda limitada a la mera observación antropológica de tres individuos en una noche de marcha.Y claro, por muy convicentes que resulten los actores interpretando a sus personajes, pasarte la mayor parte del metraje viendo como beben y se drogan, llega un momento en que resulta demasiado reiterativo.

No sé si el mensaje que intenta transmitirnos el director es el de mostrar el desencanto de unos personajes que representan a toda una generación, o simplemente advertirnos de que el abuso de drogas y alcohol no conduce a nada bueno, pero el caso es que el resultado final de la película parece actuar de metáfora involuntaria de la vida de Manuel, Ana y Julio. Está tan vacía de contenido como su existencia.
Scott Carey
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4
27 de marzo de 2011
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una innegable factura indie y un reconocido prestigio en festivales y crítica especializada, “Winter's bone” se nos presentó como la gran alternativa al cine comercial en los pasados Oscars. La historia de una chica que ha de buscar a su padre desaparecido para impedir que su familia pierda su casa tenía el suficiente atractivo para presagiar un interesante melodrama con paisajes tanto físicos como humanos que justificaran la alta valoración con que venía avalada.

Lamentablemente, después de haber visionado la película, he de decir que todos los buenos augurios se han convertido en decepción. El film de Debra Granik es uno de los más aburridos que he visto últimamente. El tono general de la cinta es tan gris como el feo paisaje de Missouri (espléndidamente fotografiado, eso sí) que envuelve la acción de los personajes. El desarrollo de la trama es un tanto absurdo, el ritmo desesperadamente ralentizado, los personajes poco desarrollados y de una antipatía general que echa para atrás, el desenlace final tan insustancial como el resto del relato ... En definitiva, un estilo de realización que confunde el llamado cine de autor y que cree que este tipo de películas son mejores cuanto más críptico es su mensaje y más oscuro el entorno en el que se desarrolla.
Scott Carey
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3
5 de diciembre de 2010
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver esta película, uno se frota los ojos y espera atentamente a ver los títulos de crédito, con la seguridad de haberse confundido al leer el nombre del director de la misma. Pues no, parece que es cierto. Los títulos lo confirman claramente. Atom Egoyan ha dirigido este film. El que años atrás fuera considerado poco menos que un director de culto con películas del prestigio de “Exótica”, “El dulce porvenir” o “Ararat”, es el padre de esta criatura digna de acompañarnos un domingo por la tarde en cualquier cadena privada de televisión o de ocupar un modesto espacio en cualquier video-club de barrio de hace veinte años. Con un gusto añejo y una estética felizmente superada hace algunas décadas, este thriller simplón y de guión increíble, sorprende, en este caso desafortunadamente, por venir de quien viene.

La torpeza del guión es casi infinita. Un cúmulo de situaciones forzadas, coincidencias inverosímiles y toques de erotismo light metidos con calzador. Da la impresión que todo debía confluir para poder justificar la escena lésbica entre Amanda Seyfried y Julianne Moore, pero resulta tan cantada, tan previsible, que roza lo grotesco. Casi tanto como la inexistente química entre esta última y Liam Neeson, fruto quizás de la absurda relación matrimonial que tienen sus personajes.

Y como buen thriller al uso, la película concentra sus energías en un clímax final casi de vergüenza ajena. Digno colofón para una historia que cuesta creer alguien pueda llegar a tomarse en serio.
Scott Carey
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