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España España · Zaragoza
Críticas de cassavetes
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Críticas 496
Críticas ordenadas por utilidad
7
3 de enero de 2019
44 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez Robert Redford haya finalizado su carrera como actor efectuando la película más autobiográfica de su carrera.

Aunque sea simbólicamente.

Hechos:

Robert Redford es, en The old man and the gun, Forrest Tucker, un ladrón de bancos que casi llega a los ochenta años (aunque en la película digan setenta y cuatro. Todos sabemos tu edad, Robert). Es decir, Robert roba. Y engaña, oculta, esconde, hasta se disfraza. ¿Acaso no es lo que ha venido el bueno de Redford, no sólo aquí, sino desde sus inicios: actuar, ser otra persona, disfrazarse de mil y un personajes variopintos pero rubios? Visto desde otro prisma: ¿acaso el bueno y el guapo de Robert (nunca fue malo, ni asaltando bancos, y que se muera el feo) no nos ha conquistado, robado y usurpado corazones en cada plano de sus historias (Robert no protagonizaba películas, protagonizaba historias)? Que diga si no Sissy Spacek, su última víctima. O, mira, Meryl.

Autobiográfica ya no simbólicamente: si Robert roba, pues ahí están El golpe, Sneakers, Un diamante al rojo vivo (si se me permite la licencia y no miro a nadie, El candidato), ¿Una proposiciòn indecente?. Y también huye, hacia adelante y de las prisiones, porque el hobby de Forrest después del robo es volver a robar tras fugarse de las cárceles. Aquí ya la película, de la cual evidentemente es el productor, entra en un guiño-coña-bucle absoluto: Brubaker, La jauría humana, La última fortaleza, Spy Game, El valle del fugitivo, Sundance Kid… ¡Corre, Forrest, corre!

Y Robert además sabe dibujar caballos. Sonríe con sorna y/o educadamente, aunque no susurre.

Ah, pero ahí estriba la diferencia. Al contrario de cómo robaba y huía en todas aquellas películas de antaño, hogaño The old man Smiles. A quien roba a un ladrón le entra la sonrisa en la boca. Y si encima es tu última interpretación, pues ya suena a sonrisa-suspiro.

Quizá por eso sea todo la gran coña, la gran película aglutinadora.

(Paréntesis número 1: ¿Soy el único (y si es así ya lo digo: soy el único) que piensa que el papel que hace Casey Affleck fue subastado también para Mark Ruffalo? ¿Alguien dice me too?).

(Paréntesis número 2: dos peros cinematográficos: el final quizá se alargue y que no salga más Sissy Spacek).

Acaso pues sea tu edad de lo único de lo que podamos estar seguros, pero en definitiva… ¿nos han estado engañando o no todo este tiempo y nos has estado contando, Robert, una sarta de pamplinas tipo "si hago películas para financiar Sundance"? Robert, queremos la verdad. Porque para rematarlo, lo que cuentan en la película es una historia real.

Habla ahora o sonríe para siempre. A mí al menos cuando entras en el último banco la sonrisa me la dibujas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cassavetes
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7
9 de octubre de 2006
38 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de la primera época de Allen es un cine en construcción, un cine que alterna momentos brillantes y otros no tan aclamados. Digamos que la ventaja de esos primeros años “Allen” radica precisamente en el lado menos cerebral de su cine. No han llegado todavía sus grandes películas y Allen escarba con experimentos un tanto deslabazados, que por momentos unas veces consiguen sus propósitos y otras se quedan en simples esbozos. Bananas encaja perfectamente dentro de esta descripción.

Tras realizar Toma el dinero y corre, Allen se lanza en pos de una historia a camino entre el absurdo y el exotismo con una película no enteramente ubicada en su Nueva York. Aquí Allen toca la política, en concreto el régimen de repúblicas efectivamente “bananeras”. Y lo hace bajo ese prisma de lo grotesco, pero con una carga de crítica subyacente hacia la situación en que se encontraban una buena parte de países latinoamericanos en aquel momento (la acción en la película transcurre en un país imaginario llamado San Marcos).

Bananas está llena de destellos, pueden percibirse ya diálogos vertiginosos de ésos que rayan en lo absurdo, así como gags visuales de un Allen nostálgico con el cine mudo. Es la segunda cinta plenamente Allen (interpretación, guión y dirección) pero todavía no todo lo redonda de lo que llegará a ser su cine con el tiempo.
cassavetes
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9
9 de octubre de 2006
33 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
A detectives. Eso es a lo que se propone y nos propone jugar Allen para descifrar un Misterioso asesinato en Manhattan, comedia que supuso la momentánea rentré de Diane Keaton en el cine alleniano, en el momento justo del “escándalo Mia Farrow”. Tal vez por ello Allen se rodee de un viejo elenco de amigos y compinches, como Diane, Alan Alda, Angelica Huston y Jerry Adler, en esta inquietante historia de crímenes y sospechas en Manhattan.

Ya desde los primeros planos de la película se confirma que entre Diane Keaton y Woody Allen existe la química necesaria para que dos personas se entiendan. Los años han pasado y dos amigos han vuelto a encontrarse. El mismo amor, la misma lluvia: y siguen formando esa pareja perfecta que el constante enfrentamiento conyugal ayuda a fortalecer. Ambos se necesitan con la misma fuerza con que dirimen sus frecuentes roces. Diane es para Allen lo que Allen es para Diane.

Y, como consecuencia, la vis cómica del Woody Allen director da señales de rejuvenecimiento con la presencia de su querida Diane. Allen dirige una muy divertida comedia con tintes de aquellas películas interpretadas en los 40 por Mirna Loy y William Powell: es la mujer quien toma las riendas ante la actitud un tanto pusilánime del hombre de la casa.

Allen prosigue en su habitual juego de homenajes cada vez que se presenta la
ocasión. Aquí rinde pleitesía a Welles y su Dama de Shanghai, a Hitchcock y su Ventana indiscreta. Parece que fue mucho antes en el tiempo, pero es en esta película cuando Woody dice su ya clásica frase “Cada vez que oigo a Wagner, me entran ganas de invadir Polonia”.
cassavetes
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6
2 de octubre de 2009
40 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Whatever works comienza con un homenaje, otro más, a Groucho Marx, con la estupenda canción del Capt. Spaulding de la película marxista El conflicto de los Marx. ¿Y eso?, se pregunta uno, más allá de la consabida pleitesía del director neoyorkino por el más locuaz de los hnos. Marx. Pronto obtenemos la respuesta: el protagonista, un físico venido a menos encarnado por el actor y showman Larry David, se dirige a la cámara, al espectador, como hacía cuando menos te lo esperabas Groucho, para contar la historia (reciente) de su vida amorosa, personal, antisocial...

Sólo con ese momento, sólo con ese gag inicial, Woody Allen se gana una vez más mi (eterna) admiración y el consiguiente respeto. No es cuestión de cantar loas o denunciar sus altibajos destripando la trama, pero nada diremos de spoiler si decimos:

Hay dos personajes que aparecen en el apartamento de Larry David llamando a la puerta que son de lo mejor de la película. Y muy bien escogido el momento para que ambos aparezcan.

Evan Rachel Wood: pues... pssst, bueno, me puede valer, pero no sé si está a la altura o ha entendido bien el mensaje personalizado que Allen transmite a sus actores.

Un par de frases para la antología genuinas made in Allen (spoiler).

Un pesimismo que llega a angustiar, el del protagonista. Si es verdad que el guión estaba escrito desde los 70, a uno le entra la duda de que, si se hubiera hecho en esos años, Whatever works, o "whatever" que hubiera sido el título, hubiera tenido algo más de chispa. Hay que reconocerlo. Yo lo reconozco. Algunos chistes (ya) no funcionan.

Y no sé qué decir más. Que sigue dándome una inmensa pena cada vez que se acaba una película de Woody Allen, que el (iba a decir un palabro, pero no quiero que me censuren) el condenado de Woody Allen acaba muy bien sus historias. Que me gustan los homenajes a Qué bello es vivir, la escena que sale de Sed de mal, que salgan de un cine que programa un ciclo de cine japonés...

Sí, quizá es una película de otra época, quizá los 70 eran su momento, pero yo sigo esperando, y hasta los restos, que se estrene la siguiente película de Woody Allen. Si la cosa funciona...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cassavetes
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7
5 de febrero de 2007
36 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sirenita tiene algo que me llega adentro cuando se acaba la película. La animación es la de otros tiempos, el ordenador no hacía tanto de las suyas y es una película de dibujos hecha a la vieja usanza. Los caracteres, los tipos de personaje, las caras, todo me recuerda a los dibujos clásicos. Pero, igual no lo sabíamos, eran los cantos de sirena de un tipo de hacer animación que se iba a acabar. Aún así, fue la primera película que triunfó de la factoría tras años de secano Disney. Quizá por eso, y porque no tenía grandes pretensiones, es por lo que a mí termina la historia y me gusta la película.

Y tiene muy buenos números musicales.
cassavetes
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