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España España · Gijón
Críticas de Loberto
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Críticas 49
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
19 de diciembre de 2006
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la máxima de "cualquier tiempo pasado fue mejor", nos llega "Hijos de los Hombres", del mexicano Alfonso Cuarón. Tenemos ante nosotros, pues, la enésima visión de un futuro sucio, derruido y falto de esperanza.

En esta ocasión, el problema parece venir de que las mujeres ya no pueden procrear (en ningún momento de la peli se explica por qué, así que andamos a ciegas en ese aspecto), pero hete aquí que una inmigrante negra está embarazada, y el ex-activista Theodore Faron (Clive Owen) es contactado por su ex-pareja Julian (Julianne Moore) para que les ayude a salir del país, que a la sazón es Inglaterra. También sale por ahí Michael Caine, haciendo de un, como no podía ser menos, ex-artista.

Lo primero que llama la atención es la ambientación del Londres del 2027, parecido al de "V de Vendetta", pero con los basureros en huelga. También hay mucho militar cruel con los inmigrantes, que en el fondo no son más que víctimas que pasaban por allí (debe ser que allí no entran los Tony King de turno).

También llama la atención que Julianne Moore y Michael Caine compartan cartel promocional con Clive Owen, viendo lo que aparecen en pantalla, aunque yo me imagino que está hecho para evitar el terror de que el espectador se vea una cinta en la que sólo estuviese el susodicho Owen. El porqué de que Moore y Caine hayan aceptado estos papeles me sigue pareciendo un misterio, habida cuenta de que no parece que el cine vayan a recordarlos por ellos. Con todo, un sólo moviento de ojos de Caine sigue teniendo más vida que el rostro entero de Clive Owen, que posiblemente sufra algún tipo de parálisis facial grave: los que se preocupaban por la poca expresividad de Daniel Craig como Bond, que se consuelen pensando que Owen fue uno de los actores que se barajaban como 007.

Cuarón muestra maña a la hora de rodar, sobre todo en los grandes planos-secuencia que jalonan la cinta, realmente espectaculares. Lo que no puede evitar es que se tenga la sensación de que la historia es demasiado fragmentaria, y que cada secuencia no tiene demasiada conexión con las demás. Sí que parece que bajo el fondo de la ciencia-ficción se puede adivinar una segunda lectura relacionada con la religión, como la persecución de la pareja protagonista, que los activistas se hagan llamar peces (símbolo cristiano por excelencia), o incluso el nacimiento del bebé como esperanza para la Humanidad.

De todas formas, no pocas veces la película se ralentiza demasiado, y para colmo, el final no muestra alguna conclusión aceptable, fuera ésta buena o mala, con lo que el resultado final se resiente de todo este "viaje a ninguna parte". Visto lo que nos depara el futuro cercano, mejor seguir procreando, que ya lo avisaba Aznar.
Loberto
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8
18 de diciembre de 2006
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha vuelto Scorsese, tras el semi-fiasco que representaron títulos como "El Aviador" o "Gangs of New York", y esta vez nos trae un remake de la hongkonesa "Infernal Affairs". Para bien o para mal, servidor no ha visto la original, así que no puedo comparar cuál es mejor, o si existe un Jack Nicholson que hable en cantonés.

Sí puedo comentar, sin embargo, que la película que nos trae Scorsese, de nuevo, grande en reparto y duración, es un entretenimiento que raya a buena altura durante la mayor parte de su metraje, habida cuenta de lo difícil que resulta mantener la atención del espectador medio durante 150 minutos.

"The Departed" va siguiendo las aventuras y desventuras de dos policía, Billy Costigan (Leonardo DiCaprio), y Colin Sullivan (Matt Damon). Costigan se infiltra en la mafia irlandesa, comandada por Frank Costello (Jack Nicholson), que tiene como topo en la Policía Estatal a Sullivan. Así, Scorsese va superponiendo las dos tramas, la de Damon intentando descubrir al infiltrado DiCaprio, y DiCaprio intentando sobrevivir a las sospechas de Nicholson.

Por el medio hay un triángulo amoroso peculiar, ya que tanto DiCaprio como Damon se enamoran de la misma mujer, la doctora Madolyn (Vera Farmiga). Posiblemente este sea el eslabón más débil de la trama, ya que cada vez que aparece en pantalla, la acción se ralentiza y decae muchos enteros. Afortunadamente, no aparece demasiado, y el ritmo global no sufre mucho.

Además, Scorsese no se dedica a indagar demasiado en la psique de sus personajes, así que no vamos a encontrarnos los típicos planos cercanísimos que tanto abundan en la filmografía actual de Sean Penn. Los estallidos de violencia clásicos en el cine de Scorsese aparecen, pero mucho más suavizados y espaciados de lo que es habitual en el realizador neoyorquino.

Los actores están todos francamente bien: DiCaprio y Damon cargan con casi toda la película, auxiliados por unos secundarios igualmente estupendos, como Mark Whalberg o Martin Sheen. El punto de sobreactuación y autoparodia lo dan Jack Nicholson, en un personaje que recuerda (quizás de forma consciente) al Joker de "Batman" y Alec Baldwin, que no tiene problema en funcionar de alivio cómico en varias ocasiones. De todas formas, Nicholson no sería Nicholson si no tuviese estos agradables excesos.

En suma, un excelente entretenimiento, que no aporta nada nuevo al género, ni resulta una obra maestra, pero que garantiza cine de calidad de la mano de un maestro en el thriller de mafiosos. Y todo acompañado por grandes temas musicales a cargo de los Stones, John Lennon, los Beach Boys o los Allman Brothers. ¿Qué más se puede pedir?
Loberto
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6
8 de diciembre de 2006
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra colaboración más entre el incombustible Tony Scott y Denzel Washington, que le ha cogido el gustillo a esto de hacer de poli. En esta ocasión, encarna a un agente de la ATF llamado Doug Carlin, que tiene que investigar un atentado contra un ferry que se ha cobrado cientos de vidas. El agente del FBI Andrew Pryzwarra (Val Kilmer) le reclutará para intentar descubrir al terrorista responsable, y de paso, solucionar el asesinato de Claire Kuchever (Paula Patton).

A pesar de que hay un fuerte componente de física (e incluso metafísica) en el guión, pronto se descubre que esto es tan sólo un pretexto para presentar una historia clásica de buenos y malos, entre muchos tiros, persecuciones y explosiones varias. Así que, en realidad, no se deja mucho lugar a la reflexión sobre los peligros de jugar con el tiempo, ya que Tony Scott ha optado por hacer un thriller de acción a la antigua usanza.

Denzel Washington está bien, como casi siempre, aunque tampoco el personaje le requiere un enorme esfuerzo interpretativo. Su carisma le basta para salir en pantalla y parecer un tipo honesto y fiable. Los demás luchan por las migajas que les deja Scott, y no hay ninguno que desentone. Si acaso, se echa de menos que los personajes de Val Kilmer y Jim Caviezel tengan algo más de enjundia, pero el desarrollo de la peli tampoco requiere de ellos mucha profundidad.

La sorpresa recae en Tony Scott, que no ha saturado la película de sus clásicas sobreexposiciones, cambios de velocidad, imágenes bamboleantes, zooms salvajes y demás marcas de la casa, algo de agradecer cuando sus trabajos se visionan en la pantalla grande. Desde luego, no se ha convertido en Wong Kar Wai, pero en "Déjà Vu" se muestra bastante comedido.

En fin, una peli que promete bastante más de lo que luego resulta ser, pero que a pesar de su falta de profundidad en el guión y su tópica resolución, no aburre durante sus 128 minutos de duración. Si acaso, deja la extraña sensación que se siente al notar que uno ya ha experimentado esto con anterioridad...
Loberto
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6
4 de diciembre de 2006
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy un gran fan de las películas de James Bond, aunque creo haberlas visto todas (salvo la última de Brosnan, a pesar de la presencia de Halle Berry). "Casino Royale" no parece hecha para encajar con la saga, pero tampoco "Al Servicio de Su Majestad", que curiosamente, muchos la consideran la mejor de todas.

Esta nueva entrega intenta romper con la imagen clásica del agente del MI5, es de suponer que influenciados por el estilo de Jason Bourne. Así, el Bond de Craig es más parecido a un estibador con mal carácter que al estilizado y refinado snob que nos habían presentado anteriormente. Por tanto, había que buscarse otro estilo de actor. Es indudable que Daniel Craig, físicamente, está a la altura de lo que se le pide. Curiosamente, debe ser la primera película de 007 en la que el agente sale con menos ropa que sus parteneires femeninas, cosa que el público de Venus agradecerá.

Interpretativamente, es el Bond con menos ironía y charm que yo recuerde, pero de nuevo lo achaco más al guión que a la capacidad actoral de Craig, que ha demostrado ser un actor decente en otras ocasiones. Judi Dench, como M, sale poco, pero da muestras de su buen hacer. Lo más flojo, Eva Green como chica Bond, a la que intentan elevar a la misma altura del protagonista con un par de frases ingeniosas, algo a todas luces insuficiente; y Mads Mikkelsen como el malo de la función, Le Chiffre, que demuestra su dominio del póker manteniendo el mismo gesto agrio durante toda la película, que hace intuir algún tipo de problema grave con el catering.

El guión se ve con la necesidad imperiosa de reinventar al personaje (al más puro estilo de las nuevas entregas de Superman o Batman), y además, casarlo con las marcas de fábrica (como la afición al Martini con Vodka o la misoginia de 007). Además, los diálogos van desde lo meramente correcto a lo auténticamente deleznable, donde la fina ironía de Bond brilla por su ausencia. Con todo, lo peor es lo descompensado de las tramas de la película: un comienzo espectacular, una partida de póker interminable (juego tan entretenido como un programa de Sánchez Dragó), unos interludios larguísimos que poco o nada aportan a la trama, y un final carente por completo de clímax que acaban por arruinar la buena sensación que deja el comienzo. Y es que 144 minutos se le acaban haciendo largos a un espía que ya ha cumplido los cincuenta.
Loberto
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3
14 de noviembre de 2006
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inevitablemente, nos ha llegado una nueva entrega de las andanzas del asesino conocido como Jigsaw (Puzzle por estos pagos). Darren Lynn Bousman, que también perpetró la segunda parte, declaraba que: ”la presión era enorme, y yo no quería decepcionar al público. Sabíamos que les encargarían las películas de SAW a otras personas, y no queríamos que se atentara contra su integridad". Se le olvidó añadir, probablemente, que no querían quedarse sin su parte del pastel, previendo la recaudación que va a hacer esta tercera entrega.

Es injusto decir que "Saw III" es la peor de las tres películas: es, por lo menos, igual de mala que la segunda. Lo que sí resulta es bastante peor que la primera, que sin ser ninguna joya, tenía un punto de originalidad que hacía seguirla con interés. Por lo visto, la subida en presupuesto ha coincidido con una caída espectacular de guión.

La historia, en esta ocasión, se centra en la relación entre Puzzle (Tobin Bell) y su pupila Amanda (Shawnee Smith). Como el asesino está bastante malito, secuestran a la doctora Lynn Denlon (Bahar Soomekh) para que lo mantenga con vida todo lo posible, mientras vigila los progresos de su nuevo títere, Jeff (Angus MacFadyen). La diferencia principal con las anteriores entregas es que aquí, los sometidos a las pruebas, en vez de ser los protagonistas, están básicamente puestos ahí para morir de la forma más horrible y retorcida posible.

Ese es otro de los puntos que se le echa en cara a "Saw III": en esta ocasión, las trampas parecen más sujetas a la aleatoriedad que nunca, y la forma en la que suceden los acontecimientos debería ser impredecible incluso para un suprahumano como Puzzle. Sin duda, para los diseños de sus trampas no debió contar con Windows XP.

Lo que sí se presupone a Puzzle es que tiene la colección completa de "Bricomanía", así como la de "En Buenas Manos", que presentaba hace años Bartolomé Beltran, a juzgar por la cantidad de artefactos y diseños pensados para causar una muerte repelente y dolorosa. La secuencia final, con esos interminables monólogos de Puzzle, los continuos flashbacks, y la cantidad de información que se vierte en esos momentos, resulta tan larga que pierde toda su tensión, y cuando se resuelve, uno tiene que encogerse de hombros y poner cara de "¿todo este rollo para esto?".

Las actuaciones están al nivel esperable para una película de estas características: me imagino que debe ser difícil prepararse para interpretar a alguien que le destrozan la caja torácica o le rompen todas las articulaciones, más allá de gritar y abrir mucho los ojos. Con todo, lo peor de la peli es sin duda su director, con esos montajes frenéticos que intentan transmitir la sensación de tensión de las víctimas de Puzzle.

Para otra vez (que, si nadie lo remedia, la habrá) que Puzzle no se gaste su jornal en la ferretería: si de verdad quiere torturar a la gente, que les ponga sus pelis en vídeo. Más limpio y más doloroso.
Loberto
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