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Críticas de Pp Ferrer S
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Críticas 132
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
29 de enero de 2018
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Salvo la inicial representación de teatro Noh, el resto del arranque de la película tiene demasiados diálogos y un dramatismo forzado e incomprensible. En este despropósito ayuda la mala interpretación del protagonista con una cara de palo a la que Naruse no puede sacarle mucho provecho, como veremos después. Ha pasado un tercio de la película y echo en falta los toques de humor que el director suele incluir antes de entrar en el meollo dramático, que por otra parte sigue siendo poco visual y demasiado verbal. La cámara toma una posición con encuadre de los personajes y allí se produce el diálogo, a veces pesado, sin que haya ningún juego de planificación para valorar. Una buena muestra de esto es el diálogo del protagonista con otro intérprete callejero, sentados en una mesa, con unas botellas de sake por medio. Posiblemente el fallo radique en mi, que desconozco el teatro noh y por lo tanto no se apreciar la música y el baile, así como la música tradicional japonesa. Eso sí, en algunos momentos me he quedado absorto escuchando dicha música y viendo el baile, cuando el director se ha esforzado en ofrecer un momento cinematográfico auténtico.
Pp Ferrer S
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8
28 de enero de 2018
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Naruse inicia la película, al contrario de lo que suele hacer, en un tono dramático y sombrío. No empieza por situarnos localmente sino por situarnos socialmente. Es tiempo de depresión, 1928, que de alguna manera relaciona con la situación de Japón en el tiempo de realización de esta película, 1942, la Segunda Guerra Mundial. Otra vez utiliza muy pocos planos para describirnos la situación y las características de los personajes. No han pasado diez minutos de película y ya sabemos lo que pasa, o eso creemos. Hay un discurso de despedida de un instructor de deportes a unos niños que parece ser toda una declaración de intenciones del director: alegría y orgullo de ser japoneses. En un solo plano, como por casualidad, sin relación con la historia anterior ni con lo que vaya a ocurrir después, Naruse plantea la tesis de su película. Otros diez minutos y estalla el verdadero drama familiar. Naruse no se regodea en él y parece pasar por encima con cierta indiferencia de imágenes y de dramatismo en los personajes. El espíritu japonés del que hablaba el instructor. Planos de dolor de la mujer, planos de esfuerzo del marido, y planos de inocencia del hijo. Y que planos de sensibilidad artística¸ cuando le dice al barbero que una madre tiene que cuidar de su hijo y él se ve reflejado en el espejo. El nudo dramático se resuelve con un plano del exterior de la casa y dos gritos. A continuación un traveling con una impresión de las últimas voluntades de la mujer: … que el hijo sea un buen japonés y el marido le perdone por lo que le ha hecho sufrir. Pocas veces he visto en el cine un nudo dramático tan bien resuelto para que no resulte lacrimógeno. La segunda parte de la película relata el progreso del padre y por supuesto hace referencia al progreso de Japón incluyendo la educación del hijo como la formación de los jóvenes japoneses. Estalla la guerra con China y Naruse aprovecha para sacar la cámara a la calle y conseguir buenos planos de grupos militares dejando un poco de lado el tono intimista. Pero a partir de ahí, como en películas anteriores, cae en la moralina bienpensante y en un tono patriótico algo exacerbado. Se puede entender que es por apoyar a Japón que está en guerra.
Pp Ferrer S
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8
27 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Planos en el interior del autobús y planos de la carretera y el paisaje. Planos de la gente que sube al autobús y lo que esta gente lleva con ellos. Una buena presentación del tema que gracias a esos toques graciosos de Naruse produce en el espectador un deseo de ver más. La historia no tiene nada de trascendental y su única pretensión parece el ser contada, lo cual Naruse hace con tanta soltura que la hora aproximada que dura la película pasa con una sonrisa en el espectador que se hace cómplice del conductor y la cobradora del autobús. La fotografía es luminosa, fresca, y las expresiones de los protagonistas son siempre tan alegres que todo parece un comic fílmico. La despedida en el cruce, con el tren en marcha, es de una ingenuidad extraordinaria, pero de un ingenio artístico soberbio. Esos momentos especiales que el buen cine suele dar de mano de buenos directores. El ambiente en Japón, en los tiempos de la realización de esta película, era verdaderamente preocupante ante la situación bélica internacional y Naruse no duda en animar al pueblo japonés con este divertimento.
Pp Ferrer S
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5
26 de enero de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Naruse, que tanto ha tratado el tema de la mujer joven japonesa en la sociedad, ahora enfoca a unos personajes masculinos. Como siempre, pocas imágenes pero certeras para localizar la historia: familia, vivienda, barrio, fábrica, etc. Es curioso que siempre realice algún plano del tren o del tranvía, y aquí no desaprovecha la ocasión. La historia resulta un poco difusa, quizás por el número de personajes no llegando a seguirles para poder localizar su función dentro de la trama. Además se complica también al hacer que los padres tengan un papel importante. Ello va acompañado de una fotografía no muy cuidada, pues la mayor parte del tiempo es de noche o en interiores escasamente iluminados. Para mi es de las peores películas de Naruse y creo que mi opinión se ve además reforzada con tanta moralina en la segunda parte y sobre todo en el final. Quizás también es que en esos momentos Japón pasaba por momentos difíciles y parece que había que aleccionar a la juventud.
Pp Ferrer S
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7
25 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mikio Naruse, como siempre, incluye su historia dentro del ambiente del Japón en el momento que se produce la historia que cuenta; en este caso los años 30. Siempre hay un toque del entorno físico donde los protagonistas se localizan y aquí es el ambiente del teatro, con representaciónes de música tradicional. La cámara está siempre en la posición correcta para situar al espectador y utiliza una enorme economía de imágenes que el espectador agradece. Llevar la sumisión al marido de la mujer japonesa, en esos tiempos, mediante la idea de que el actor cantante es el marido y la que toca el shamisen es su mujer y por lo tanto está sujeta a obediencia, es todo un acierto y un recurso fílmico importante pues las interpretaciones se verán como las relaciones entre hombre y mujer. En el desarrollo de la historia Naruse incluye muy a menudo pequeños toques de humor que agraden al espectador, como: el actor tropieza con un escalón, o cuando de pone el abrigo después de una discusión casi golpea a la mujer. Esto es característico en los dramas cotidianos del director. Muy importante para entender lo que va a ocurrir es la salida del camerino: ella deja claro que no es una mujer sumisa y se le adelanta al hombre en la salida, pero otro hombre se interpondrá haciendo que ella se retrase. La película podría incluirse dentro del género musical pues son muchos los números de música tradicional que se interpretan y esto, por una parte, podría aburrir al espectador, pero por otra, es un aliciente más para conocer Japón y su cultura. Naruse no desaprovecha la ocasión para mostrarnos el paisaje japonés y la escena más romántica está encuadrada en un hermoso paisaje. Historia muy propia de Naruse: amores y desamores, aceptaciones y renuncias, folletín, pero contado de forma magistral.
Pp Ferrer S
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