No diría nada nuevo si remarcara nuevamente lo mala que es la película. Los diálogos son cuanto menos absurdos, un guión mal llevado y un argumento que llega a cansar a los 10 minutos de haber comenzado a ver la película.

No es una obra maestra del séptimo arte, si la ves tendrás la sensación de haber perdido el tiempo, sin embargo no llego a estar de acuerdo con aquellos que la califican como la peor película de la historia. No intentan tomarte el pelo, no tiene tintes gafapastosos, simplemente es una comedia que se les fue de las manos. Es entretenida dentro de sus límites, la ves mientras cenas y te vas tan tranquilo a la cama sin pena ni gloria.

Cuando nadie apostaba ya por ver terminada la saga de Star Wars, se anuncia hace un par de años que George Lucas ha vendido los derechos a la compañía Disney y que tienen intención de producir las tres películas restantes. Los seguidores de La Guerra de las Galaxias, que se cuentan por millones en todo el mundo desde los años ochenta, estaban entusiasmados y a la vez temerosos del resultado de la séptima entrega.

Finales de diciembre de 2015, estreno de El despertar de la Fuerza, VII volumen de la saga Star Wars. Los cines llenos de personas como hacía meses, tal vez años, que no se veían. ¿Está justificado? Lo primero que hay que señalar es lo complicado que es hablar de la película sin incurrir en posibles spoilers para el lector que todavía no la haya visto. Treinta años después de los hechos ocurridos en la VI película, la Galaxia vuelve a estar sumida en una guerra civil entre los Aliados y la República. Son nuevos los protagonistas de esta nueva entrega, una joven chica con unos extraños poderes que nadie sabe de dónde viene; un soldado rebelde que deserta para ayudar a la Alianza; un piloto que recuerda a los mejores tiempos de Anakin o Luke pilotando naves y luchando contra los destructores espaciales.

Pero sin duda las estrellas de la película han sido Han Solo, Leia y Luke, personajes que no sólo mejoran la película por la mala interpretación de algunos de sus compañeros, sino que enlazan a la primera generación de Star Wars. Añoranza, tiempos pasados, mucha acción y un guión con numerosas sorpresas que dejan muchos frentes abiertos a la espera de que se resuelvan en las próximas entregas. En resumen, El despertar de la fuerza cumple con los mínimos exigidos, pero se pierde en un batiburrillo de ideas y efectos especiales, cuya trama no puede ser juzgada hasta ver completadas el resto de películas.

Llegué a la película advertido bajo dos supuestos. Una amiga decepcionada ante tal cantidad de magreo y la historia tan aburridamente alargada, me confesó. Otros, ante uno de los fenómenos más brillantes que había logrado el cine en los últimos años.

Las más de tres horas de película en absoluto se hacen largas ni pesadas, todo lo contrario. Y creo que lo consiguen abusando de la mirada de la dulce Adèle Exarchopoulos, una joven nacida como un fénix del fuego y proyectada a la fama internacional sin apenas esfuerzo. Su mirada de atolondrada, de despistada, de un juego infantil que a todos vuelve locos choca con la dureza revestida de dulzura de Léa. El juego de las dos protagonistas es ante todo real, de un naturalismo literario que llega a poner los pelos de punta, donde los sentimientos, las miradas, los gestos y los roces dicen más que diálogos pasados de rosca.

A pesar de todo eso, no me queda muy claro el objetivo final. Quizás es que no lo hay.

Pero...¿otra película sobre judíos y el holocausto durante la II Guerra Mundial? Bueno, sí, es otra película que trata el tema de la persecución por los antisemitas a mediados del siglo XX en todo Europa.

Pero 'La llave de Sarah' muestra desde el principio una clara distancia y reticencia a la comparación forzosa con otras películas del mismo género. Las malas críticas por parte de los 'entendidos' y los profesionales en esto del cine contrastan con las experiencias diversas que los espectadores sentimos al ver la película.

En primer lugar, destaca el juego narrativo desde dos voces diferentes, una desde 1942 y la otra desde la actualidad (2009). En la película no aparecen los nazis mas que de manera somera y secundaria. La historia que los propios franceses quieren que recordemos, y no olvidemos lo de 'los propios franceses', es recuperar parte del oscuro pasado de la mal llamada y entredicha resistencia francesa. En una época de guerra total, donde el enemigo podía ser cualquier vecino que quisiera delatarte en una Francia ocupada por los alemanes, la persecución judía se presentó como el menor de los problemas para la mayoría de franceses.

La búsqueda y el intento desesperado por recuperar una de las muchas voces que se perdieron durante aquellas purgas en Francia en 1942, lleva a la periodista Kristin Scott a arriesgar la estabilidad de su propia familia. ¿Merecerá la pena?

Esperaba encontrarme una película típica de acción, de mamporros y poco más que exigente para atravesar un ansioso paladar cinéfilo. Me encuentro para mi sorpresa un chorro impresionante de crítica social, de autocrítica por una generación que no tiene mayor pretensión en la vida que consumir para trabajar, y trabajar para consumir. Los ideales, si alguna vez los hubo, quedaron enterrados.

Es peligroso a la vez que estimulante el mensaje de fondo que pretende transmitir la película. Algunos la tachan de fascista, pero yo no me atrevería a llegar a tanto. Sencillamente tiene algo, un mensaje oculto que hace despertar nuestra curiosidad, nuestra chispa y darnos cuenta de que nuestro modo de vivir quizás no es el más correcto, ni el más sano. Sólo por eso merece la pena echarle un vistazo.