No es su cuidada realización, ni la magnífica imagen, ni sus colores, ni tan siquiera la triste banda sonora, sino la historia que nos cuenta lo que hace de esta película un maravilloso y cruel cuento que no es tal. La muerte y la risa se complementan tan bien que deseas vivir eternamente en una cueva acompañado por Setsuko, contándole que soñar es probablemente lo único bonito que queda. Qué triste, qué hermosa.

Leo en una revista especializada que Curtis "50 cent" Jackson ha rodado una película y pienso: ¿será cierto eso de que a los cantantes les pica el gusanillo de la interpretación cuando son famosos? Parece de respuesta fácil si me baso en las evidencias de los últimos años.

Resulta que veo esta película en la quietud de mi hogar y al finalizar me dan hasta ganas de aplaudir. Es mejor que la "8 mile" de Eminem, sin duda alguna. Juega con estereotipos, eso sí, pero de una forma mucho más realista. Aquí nadie ha intentado adoctrinar con eso de que hay que ser bueno en la vida, porque el personaje de Jackson es un vulgar delincuente, un tío al que te encuentras en las calles de cualquier ciudad y cambias de acera. Lo que sí es cierto es que se ha rodeado de magníficos actores secundarios y él mismo ha sabido aprovecharlo.

Ya es tarde para verla en las salas, pero si pasas por la sección de pelis de poca monta y la encuentras, alquílala, o cómprala. Ya verás que como poco querrás verla hasta el final, y eso es mucho lograr para un tipo cuya dicción es tan mala como la de Juan Carlos en su mensaje navideño.

El nombre de Kate Hudson es sinónimo de comedia romántica. Pocas son las ocasiones en las que no se la ve disfrutando como una enana ante un tipo inseguro, ante un chulo de playa o ante el más encantador de los galanes para terminar luego con final feliz. Me gusta su carrera porque no pretende descaradamente el prestigio de una buena crítica. No le hace falta, ya que haciendo lo que hace convence, y para mí eso es más que suficiente.

Ginnifer Goodwin es diferente, sin embargo. Es probable verla haciendo de "feucha" encantadora, con la evidente ironía en el calificativo, porque es una actriz estupenda y además resultona si se peina con el estilista correcto. Banalidades "Cuore" aparte, en esta película me pasé la totalidad de su duración intentando adivinar lo que iba a ocurrir a continuación, algo que me resultó inusualmente complicado. No sé si el verano me quita facultades, pero esta comedia romántica me gustó mucho, porque su reparto lo hizo muy bien, porque la Hudson hace mejor de mala que de buena y porque la historia se torna más seria de lo que cualquiera podría esperar. Es más, hasta diría que es mucho más veraz y realista que la mayoría de sus coetáneas de los últimos 5 años.

No hagan caso a las críticas y véanla en buena compañía.

A la hora de valorar un drama romántico no se puede escatimar en detalles. Lo digo porque Mil Ramos de Rosas es exactamente igual que muchas, y es por ello que debemos esmerarnos en describir algo que la diferencie. No creo que la historia "chico conoce chica y luego surgen problemas pero se resuelven" deba ser la principal baza, pero es cierto que la forma de contarlo, la cuidada realización y la soberbia banda sonora de Covertino convierten a esta película de escasa complicación en algo diferente. Me gusta Mary Stuart Masterson ya que ella sola se lleva el noventa por ciento del mérito interpretativo. Por todo ello le otorgo un siete, porque es simplemente hermosa. ¿No apetece en ocasiones un final feliz sin complicaciones?

Leídas varias de las críticas de los usuarios veo que la cuestión peliaguda de la raza está más que tratada, asi que me atengo a comentar lo que para mí supone esta película: un derroche de talento. Spencer Tracy está impecable, un tanto menos que Katharine Hepburn, y podría seguir con el resto del reparto, pero los premios cosechados avalan mis palabras. Sin entrar en lo poco creíble de algunas de las razones esgrimidas en el argumento, este filme pretende escarbar en la moral del americano medio de la época, consiguiendo una reflexión interna en todo espectador.

Está claro que en otras circunstancias, sean éstas que el personaje de Poitier no fuera un afamado doctor o que la chica no fuera una niña de papá, la historia perdería algo de intensidad y se tornaría en un relato de ficción imposible.

Con todo lo escrito, aun proyectando únicamente los monólogos de Hepburn o Tracy merecería la pena verla una y otra vez. Nadie como Katharine para despedir a una empleada con tanta elegancia. Disfrútenla.