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Críticas de Jefe Dreyfus
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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
4
31 de agosto de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos frente a un reebot de nuestro trepamuros favorito. El personaje de Spiderman es uno de los más populares superheroes de acción y, de hecho, fue de los primeros del universo Marvel en dar el salto a la gran pantalla. La trilogía original, dirigida por Sam Raimi, obtuvo gran popularidad y recaudó montañas de dinero. Así pues, uno tiene la sensación de que cuando se confirmó que no habría cuarta entrega, el estudio rápidamente se puso a trabajar en buscar una solución para no tener que prescindir de su habitual fuente de ingresos procedentes del bueno de Spidey. Finalmente optaron por el típico borrón y cuenta nueva, en plan: aquí no ha pasado nada, hagámonos todos los locos, finjamos que un Men in Black nos ha flasheado el cerebro y somos incapaces de recordar nada referente a la saga original de la que, su última entrega, apenas hace cinco años, todavía teníamos en pantalla.

Que si. Que vale. Que nuevo principio, que olvidemos lo visto hasta el momento y que estamos frente a una nueva película que nada tiene que ver con sus antecesoras. Pero por mucho que se esfuercen en vendernos la moto, lo cierto es que tenemos al típico muchacho patoso y antisocial, enamorado hasta las trancas de una de las chicas populares de su clase (por mucho que la chica no sea la misma que en la saga de Raimi), al que le gusta lo suyo hacer fotos y que, no se lo van a creer cuando se lo diga, resulta que en una accidentada visita a unos laboratorios científicos lo terminará mordiendo una araña radioactiva que le otorgará asombrosos poderes. De hecho nos sabemos la historia tan de memoria que nada más aparecer su tio Ben en pantalla media sala de cine se empezó a agitar incómoda, viendo la que se le venía encima.

Esta nueva entrega del hombre araña no es superior a ninguna de las entregas anteriores dirigidas por Sam Raimi y, créanme, yo no era un gran fan de la saga original. Si planeas hacer un reebot de alguna saga popular tienes dos opciones claras: 1. Esperar el tiempo suficiente para que el público no tenga tan fresca en la memoria las películas anteriores. 2. Ofreces algo absolutamente nuevo, distinto y alejado de lo visto hasta el momento. The amazing Spider-man no cumple ninguna de las dos normas. Además, no acabo de comprender estos metrajes desbordados (también visto en los films de Raimi): dos horas y media de película para contarnos una historia que, no nos engañemos, tampoco es Hamlet. Pero es que, para colmo, resulta que con todos esos minutos ni siquiera consiguen contarnos bien la trama y en ocasiones se tiene la sensación que la historia avanza a bandazos y que ciertos aspectos importantes o se los reservan para una futura secuela o se los olvidan por el camino por pura desidia.

Este nuevo Spiderman es suficientes molón y fardón para chicos con una edad comprendida entre los ocho y los quince años. Lo cierto es que su arranque en el instituto (preocupántemente parecido al del Son Goku de Dragon Ball Evolution) es entretenido, pero rápidamente la película se me empezó a hacer algo plomiza, acentuado entre lo previsible y lo ya sabido de la historia. Para cuando el malo entra en acción (un malo feo feo, que si me lo encuentro yo por la calle más que miedo me daba risa) la cosa termina de caer y ya solo puedes esperar que el final llegue rápido. Pero en el fondo, lo que terminó molestándome de verdad, mientras estaba sentado en mi butaca de la sala de cine, era la sensación de que esta película resulta, ahora mismo, absolutamente innecesaria.
Jefe Dreyfus
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8
18 de enero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si practicáramos una encuesta a pie de calle y preguntáramos a la gente si les suena de algo el nombre de Matt LeBlanc, lo más seguro es que la mayoría de la gente respondiera que lo lamenta pero que no tiene ni la más mínima idea sobre de quien se trata; un grupo mucho más reducido podría ser que les sonara aunque no lograría ubicarlo; y por último una minoría residual lograría responder correctamente y nos diría que se trata del actor que interpretaba a Joey en la popular serie de televisión Friends. Y es que el de Matt LeBlanc es el típico caso de actor que después de intervenir en una conocida serie televisiva ya no se ha podido sacar su personaje de encima y lo ha seguido acompañando durante el resto de su carrera (en su caso agravado por el hecho de haber protagonizado, incluso, un spin-off). Pues bien, amigos, el Joey de Friends tiene nueva serie y ¿saben a quien interpreta? Pues a Matt LeBlanc.

Los protagonistas son un matrimonio británico que se traslada a Hollywood para realizar la versión americana de su propia serie de éxito en el Reino Unido. Pero lo que, en un principio, eran todo facilidades se irá complicando cada vez más debido a las exigencias y peticiones de la cadena que les ha contratado para adaptar su programa a los gustos americanos. De este modo, los responsables se verán obligados a ceder en varios aspectos y, finalmente, a prescindir del veterano y reputado actor que protagonizaba la versión inglesa de su serie y sustituirlo, ni más ni menos, que por Matt LeBlanc.

Sin tener en cuenta su participación en la serie Friends y su posterior spin-off, la carrera de Matt LeBlanc ha sido más bien justita. En 1996 interpretó a un jugador de béisbol en la cinta Ed, co-protagonizada por un chimpancé; en 1998 intervino en la adaptación cinematográfica de Perdidos en el espacio, un fracaso de crítica y público; y en el 2000 y 2003 aparecía como actor (muy) secundario en las dos entregas de Los ángeles de Charlie. Viendo su trayectoria artística a lo largo de casi veinte años de carrera, que mejor momento que éste para empezar a reírse de uno mismo. Eso es lo que hace el actor en Episodes donde se interpreta a sí mismo y se ríe de él, de su profesión, de la industria televisiva y, que demonios, de todo Hollywood.

El co-creador de la serie es David Crane (co-creador, a su vez, de Friends). Él ha sido quien ha vuelto a confiar en LeBlanc, cuando pocos más lo hubieran hecho, para sacar adelante este proyecto. Le acompañan dos actores británicos que interpretarán al matrimonio protagonista, quienes se verán como peces fuera del agua, aturdidos por el estilo de vida de Hollywood. De hecho Episodes se trata de una sit-com és una co-producción británico-estadounidense, algo que se podrá apreciar en sus sofisticados, elegantes y finos destellos de humor inglés, como el recurrente gag sobre las desproporcionadas medidas del miembro viril de Matt LeBlanc.

Episodes es la respuesta catódica a El séquito. Y es que por muy despiadado que pueda resultar la industria del cine, la de la televisión no se queda atrás. En el mundo de la pequeña pantalla también encontrarán a actores con un ego que no les cabe en el pecho (y ya les aviso que Joey ha engordado lo suyo); a directivos de las cadenas con cerebro de mosquito; a altos ejecutivos deslenguados y carentes que cualquier tipo de cosa parecida al tacto; estrellas en declive; puñaladas traperas; dinero a mansalva; falsedad; doble moral; infidelidades; cámaras y acción.

Episodes pretende ser una serie que refleje la realidad (una realidad) a través de la sátira, el sarcasmo y el humor, colocando a sus personajes protagonistas en un montón de situaciones hilarantes relacionadas con el complejo mundo de las producciones televisivas. En ese sentido cabe reconocer la serie es muy divertida. Hay que reconocer, no obstante, que el capítulo piloto no es demasiado acertado, pero la serie va ganando en intensidad y comicidad a medida que avanza su genial primera temporada. En su segundo año el programa se volvió algo más rocambolesco y tirando más hacia el culebrón (supongo que es lo que suele suceder una vez los personajes empiezan a interactuar entre ellos y no hay vuelta atrás en según qué situaciones), pero siguió regalando grandes momentos de auténtico humor de nivel.

www.quesitorosa.com
Jefe Dreyfus
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7
12 de diciembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos en pleno siglo XXI pero nada parece haber cambiado con respecto a la época anterior. No existen coches voladores (de hecho apenas existen coches eléctricos); no han abierto un McDonalds en la luna; los ordenadores cada vez son más potentes pero únicamente con el objetivo de poder almacenar más cantidad de pornografía; y los viajes en el tiempo siguen reservados a casposas ferias medievales de pueblo. ¿Y en cuanto al séptimo arte? Pues lo mismo: Para poder ver una película en tres dimensiones sigues estando obligado a colocarte unas incómodas gafas que en muchos casos deberás devolver a la salida y que pueden haber sido utilizadas el tipo más cerdo del mundo antes que tu, mientras rezas para que la cosa no sea muy oscura o muy movidita o de lo contrario no te vas a enterar de la misa la mitad (y ya no hablemos de la gente, como un servidor, que ya usa gafas en su día a día y que se ve obligado a hacer inventos y cierto grado de funambulismo para lograr intuir algo de profundidad); algunos de los directores más reputados siguen apostando por el western (Quentin Tarantino y Gore Verbinski) y se siguen estrenando películas de animación artesanales con la técnica del stop-motion. Por suerte para todos, algunas de ellas son tan chulas como esta: El alucianante mundo de Norman.

El protagonista de la historia, Norman, un muchacho con el pelo de punta, orejas de soplillo y las cejas de Luis Tosar, es uno de esos chicos a los que podríamos catalogar como los “raritos” del instituto. Como todo el mundo sabe, a los chicos raritos se les puede dividir en dos tipos: los que en ocasiones ven muertos y los que no. Norman pertenece al primer grupo, junto con el niño protagonista de El sexto sentido, el personaje de Winona Ryder en Bitelchus, el hijo de Jack Nicholson en El resplandor o el profesor de Promoción fantasma, entre muchos otros. De hecho tal es la fascinación que siente hacia los fantasmas y espíritus que, además de ser un gran aficionado a las películas de terror, tiene toda su habitación repleta de referencias a cadáveres, zombis y monstruos varios. Ya se habrán imaginado ustedes que con tales cualidades el chaval no es que sea precisamente el estudiante más popular del instituto. Pero por si el hecho de tener el don de charlar con los fallecidos fuera poca cosa, al poco de empezar la trama, las cosas se van poniendo cada vez más raras.

Y es que Norman vive en una pequeña localidad sobre la que pesa una maldición lanzada por una malvada bruja fallecida hace exactamente trescientos años. Y ya se sabe: ¿qué mejor forma de celebrar una efeméride tan singular que haciendo que los muertos se levanten de sus tumbas y deambulen libremente por la ciudad? Norman será el único del pueblo que lo verá venir pero, obviamente, nadie le hará caso o de lo contrario la cosa se quedaría en un cortometraje sin demasiada chicha. Llegados a este punto, Norman deberá ejercer las funciones de héroe local, cargando sobre sus escuálidos hombros todo el peso de la responsabilidad de liberar a la ciudad de un puñado de zombis con ganas de liarla parda. A él se le unirán su insoportable hermana mayor, su orondo amigo, el hermano de éste y un abusón del instituto. Ellos y el resto de la ciudad estarán en manos del pequeño chico rarito del cole.

Existe un peligro con este tipo de producciones animadas con la técnica de fotograma a fotograma y es que los árboles no nos dejen ver el bosque. Y es que uno como espectador no puede evitar posicionarse super a favor de este tipo de técnica tan artesanal y que ofrece unos resultados tan vistosos y logrados, al igual que la sensación de sentirse algo apabullado ante el enorme curro que supone realizar una cinta de estas características. Súmenle un diseño de lo más logrado, una caracterización de personajes que resulte divertida y entrañable y una obsesión por los detalles enfermiza y se puede caer en el error de empezar a aplaudir antes incluso de saber que demonios nos está contando la peli. Pero es que además la peli tiene una buena historia detrás, plagada de niños que ven muertos, fantasmas, zombis, brujas y una turba de pueblerinos con ganas de sangre.

El alucinante mundo de Norman es el segundo largometraje del estudio de animación Laika, cuyo trabajo anterior llevaba por nombre: Los mundos de Coraline. Yo es que creo que ya con esto queda dicho casi todo y la peli ya se da por recomendada. El punto fuerte de El alucinante mundo de Norman es su justa medida entre terror y risas (o entre humor y miembros desmembrados, como ustedes prefieran), mientras que su punto más flojo seria una historia que peca de resultar poco original, aunque logre salir más que airosa gracias a su gracia natural y a unos personajes que enganchan más allá de su diseño (cabe añadir que en el pueblo donde vive el protagonista todo el mundo es estúpido). En definitiva, se trata de un cuento de terror para los pequeños y un entretenimiento de nivel para los adultos.
Jefe Dreyfus
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9
13 de septiembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shameless narra la historia de una disfuncional familia que malvive en un suburbio de la ciudad de Chicago. El padre, y cabeza de familia, es alcohólico y no duda en gastarse los pocos ahorros familiares en licor. Además sus propios hijos deben ir a recogerlo muchas mañanas porque el hombre no es capaz de regresar a casa por su propio pie. La hija mayor dejó de estudiar, antes de acabar el instituto, para hacerse cargo de sus cinco hermanos, después de que su madre los abandonara. Ella intenta sacar adelante la familia buscando dinero de donde buenamente puede para lograr poder comer y pagar las facturas más básicas a fin de mes. En eso ayudan también el resto de sus hermanos pequeños, apoyándose los unos en los otros para lograr salir adelante en una realidad que les es hostil y una vida que les ha dado la espalda. ¡Ah! Y por si todavía lo dudaban, Shameless, es una comedia.

La familia protagonista, los Gallagher (absténganse de bromas y chascarrillos varios sobre otras familias problemáticas de apellido similar), está formada por el padre, Frank, alcohólico empedernido, brabucón charlatán y consumidor habitual de todo tipo de sustancias ilegales, que resulta el típico personaje autodestructivo, con el agravante de tener a su cuidado a seis hijos menores de edad (imposible no odiarlo y amarlo, a la vez); y sus hijos: Fiona, la hija mayor, sobre la que recae el rol de madre, que debe encargarse de hacer funcionar la familia y evitar que sus hermanos terminen en una casa de acogida; Lip, un superdotado para los estudios a quien le resulta imposible no meterse en líos; Ian, un gay empeñado en entrar en el cuerpo de marines del ejército; Debbie, una especie de niña/anciana metomentodo; Carl, quien demuestra una preocupante tendencia para quemar todo tipo de cosas; y el pequeño Liam, que es negro.

Resulta fascinante las vueltas (de campana) que puede llegar a realizar la carrera profesional de un actor americano. Por ejemplo, los dos protagonistas de esta fantástica serie de televisión fueron, a la vez, los dos protagonistas de uno de los mayores descalabros cinematográficos de todos los tiempos y una de las peores películas realizadas en las últimas décadas: Emmy Rossum y Justin Chatwin, quienes interpretaron, respectivamente, los roles de Bulma y Son Goku en ese agujero negro de creatividad que llevó por nombre Dragon Ball Evolution. Los acompañan los veteranos y extraordinarios: William H. Macy (Fargo, Mistery Men), en el rol del padre, y Joan Cusack (In & Out, Escuela de Rock), quien interpreta a una vecina de la familia que sufre agorafobia y de la que no tardará en aprovecharse la familia Gallagher.

Estamos frente a lo que podríamos catalogar como una serie de tetas. Es un secreto a gritos que existen dos tipos de series USA actuales: en las que salen tetas y en las que no. Shameless pertenece al primer grupo, junto con otras series como: Juego de Tronos, Boardwalk Empire, True Blood, Californication, Weeds, Spartacus o Girls. La conclusión, así a bote pronto, sería que las series de calidad apuestan por las tetas (ojos en blanco, hilillo de baba). Parece que algo está cambiando en la televisión americana. Y nos alegramos enormemente, más si cabe, si la serie en cuestión se encarga de dejar en porretas a Emmy Rossum, quien parece haber abandonado sus sosos papeles anteriores, en films como El fantasma de la Ópera, El día de mañana, Poseidón o la propia Dragon Ball Evolution.

Paul Abbot, su creador, ha adaptado su propia serie, emitida en el Channel 4 británico (donde ya se está emitiendo la novena temporada), para la cadena americana Showtime. Y créanme si les digo que el resultado no podría haber sido más satisfactorio. Shameless es un fantástico espectáculo televisivo, irreverente, descarado, mordaz y políticamente incorrecto, dotado de unos personajes que funcionan tanto a nivel individual como colectivo, a cada cual más atrayente, y que en conjunto forman el grupo humano más esperpéntico e hilarante de parásitos sociales jamás unido bajo un mismo techo. La serie logra enganchar desde su episodio piloto, donde se sentarán las bases de la trama, mostrando especial interés por la figura del padre ausente (o simplemente tirado por el suelo) y la de la hermana mayor, obligada a sacar adelenta su numerosa familia y de como se le pueden complicar todavía más las cosas cuando crea encontrar el amor. Para colmo, al principio de cada episodio, cuando se le recuerda a los espectadores lo ocurrido con anterioridad, aparece algún miembro de la familia para echarte la bronca en caso de que te perdieras el capítulo anterior (además también suelen haber escenas ocultas en los títulos de crédito finales).

Shameless juega claramente a buscar los límites humanos de bajeza moral para, posteriormente, superarlos y reírse de ellos. Reírse a carcajadas participando de la gran fiesta que termina siendo la serie, convertida en un constante show del más difícil todavía. Y para la posteridad siempre nos quedará Frank Gallagher, uno de los personajes más carismáticos, torpes y ridículos de los últimos años, un ser tan despreciable como fascinante, alguien de quien te encanta ver sus desventuras, pero que odiarías conocer en la vida real.
Jefe Dreyfus
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8
31 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo estábamos esperando. Después de que nos llegaran las películas, por separado, de la gran mayoría de los personajes que han acabado formando Los Vengadores, por fin ha llegado el momento de verlos luchando juntos. De las películas que preceden a la gran reunión actual encontrábamos alguna de interesante, alguna de correcta y, lamentablemente, alguna de soporífera. Lo que tenía claro es que ninguna de las cintas anteriores me había hecho vibrar como esperaba. Parecía claro, pues, que la última gran esperanza recaía en las sabias manos de Joss Whedon, quien parecía ser el único capaz de obrar el milagro. Y lo logró. ¿Cual es la diferencia principal entre esta película y todas las anteriores? Pues parafraseando al personajes de Will Smith en Men in Black: “¿Sabes cual es la diferencia entre tu y yo? Que yo hago que esto luzca”.

Definitivamente estamos ante una película que funciona. ¿Cuales son sus motivos? Porque tiene al mejor director posible para el proyecto; porque se lo cree; porque Whedon ama tanto a los personajes que incluso se permite el lujo de reírse de ellos; porque parecen haber tenido muy en cuenta a los seguidores de los cómics; porque todos los personajes tienen un importante peso específico dentro de la historia y su momento de lucimiento personal; porque si Iron Man ya era divertido en su película, en esta le colocan los personajes adecuados a su alrededor para que se convierta en un showman; porque por fin tenemos a un Hulk de rompe y rasga de verdad; porque cada vez que La viuda negra aparecía enfundada en cuero partiendo la pana, se provocaban erecciones generalizadas en la sala de cine; porque yo no sé si el prota de la serie “Cómo conocí a vuestra madre” encontrará finalmente a la mujer de sus sueños o no, pero que bien le queda el traje de Shield a su amiga; porque las hostias son como panes; porque la cinta logró arrancarme sonoras carcajadas, porque los efectos especiales son francamente espectaculares; porque la cinta tiene ritmo a patadas; y porque, en la cinta, las patadas tienen ritmo.

No obstante, si hay algo que no tiene la película es un argumento rebuscado. La trama gira alrededor de un cubo de energía de origen alienígena que cae en la tierra. Como el cubo es super poderoso no tardan en aparecer una serie de tipos malos que se quieren apoderar de él y una serie de tipos buenos que deberán impedirlo. Obviamente la cosa no consiste en coger el cubo y largarse a su casa, sino que primero se optará por someter a toda la humanidad a su merced, como es de rigor en estos casos. Ustedes ya saben como funcionan estas cosas. Así que un grupo de superhéroes formado con lo mejorcito de cada casa deberá velar para que, finalmente, el cubo no acabe cayendo en las manos equivocadas. Haciendo un ejercicio de imaginación, si cogemos el anterior argumento y cambiamos la palabra “superhérores” por la palabra “robots”, resulta que les acabo de contar el argumento de la película Transformers. Madre mía, la de cubos de energía que llegan a caer a la tierra. Que caprichoso es el destino.

Reconozco que el pasado viernes me dirigía a la sala de cine ilusionado ante el estreno de Los Vengadores, pero sin tenerlo del todo claro después de algún que otro sonoro batacazo provocado por alguna de las cintas anteriores. Mi única duda era saber hasta qué punto Joss Whedon habría podido tener carta blanca para poder realizar la película que el quería. Me costaba imaginar a los productores en plan: entreguemos estos doscientos cincuenta millones de dólares que nos sobran a este tipo con una sola película en su haber como director (considerada más de culto que taquillera) y cuyas dos últimas series de televisión fueron canceladas por falta de audiencia... pero si, eso es justamente lo que pasó.

Finalmente Whedon ha logrado que esto funcione. Y ha logrado que lo haga a un nivel altísimo. Y es que una vez hechas las presentaciones pertinentes, con los films de cada uno de los personajes por separado, la película entra en materia nada más empezar, contando con que el público ya conoce tanto a los buenos, como al malo (visto en Thor). Y al poco de empezar uno ya tiene la sospecha de que estamos ante algo distinto a lo visto hasta el momento. Es cierto que la acción puede bajar un poco justo después de la primera secuencia de acción, pero rápidamente la maquinaria vuelve a ponerse en funcionamiento para ofrecer al espectador todo un espectáculo de acción con certeros toques de humor (cien por cien Whedon), empaquetado en formato de blockbuster que hará las delicias tanto de los seguidores de los cómics como de los más alejados de ese mundo. Si tuviera que describir el film con una única palabra sería: espectacular.
Jefe Dreyfus
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