Tres entregas le bastaron a Rick O'Connell (Brendan Fraser) para sepultar bajo la arena el buen regusto dejado por la primera parte de ‘La momia’ (1999), una más que notable propuesta de cine de aventuras de agradable humor facilón que fue perdiendo su encanto con sus dos secuelas. Alex Kurtzman ha intentado resucitar aquel recuerdo pero no ha sabido aprovechar ni los 125 millones de presupuesto ni a Tom Cruise, uno de los actores mejor pagados del 2016.

‘The Mummy’ 2017 es una amalgama compuesta por un pedacito de terror descafeinado, otro de humor y algo más de acción, todo ello sin la fuerza necesaria para suplir un débil argumento que ni su pomposo apartado visual es capaz de levantar. El dúo Sommers-Fraser consiguieron conectar ofreciendo con su primera entrega un más que digno y divertido entretenimiento, una de esas películas que puedes repetir devorando un buen cubo de palomitas.

‘La momia’ tiene mucho cuerpo pero poco cerebro y nada de alma. No hacía falta mucho para aprovechar todos los recursos invertidos, un buen fajo de dólares, un reparto de renombre y unos medios técnicos de nivel, pero Kurtzman ha demostrado carecer del talento necesario para ofrecer un digno largometraje. Aun así ‘The Mummy’ se deja ver, hasta es posible que te entretenga ligeramente, pero es simple y llanamente otra de tantas películas olvidables.

Lo mejor: Algo de entretenimiento y Tom Cruise.

Lo peor: su desarrollo argumental y la sensación de estar viendo un producto sin corazón.

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La dulzura que desprende el nuevo drama de Woody Allen, su tenue colorido, la perfecta sutileza de su puesta en escena y la particular facilidad de su narrativa, convierten a ‘Wonder Wheel’ en una hipnótica mezcla de cine de autor ligeramente teatralizado que te dejará con un fantástico sabor de boca.

Todo ocurre en una Coney Island de los 50 cuya exquisita fotografía conseguirá robar toda tu atención sin consentimiento alguno, la puesta en escena y la atmósfera que la rodean te trasladan a la magia del pequeño mundo de ‘Wonder Wheel’. Su historia es de una facilidad placentera, sus personajes parecen haber nacido de la propia película en gran parte gracias a la capacidad de adaptación de sus intérpretes. La agobiante desesperación de Kate Winslet, el encanto de Justin Timberlake, la dulce dureza de James Belushi y la irresistible inocencia de Juno Temple hacen de ‘Wonder Wheel’ una tragedia de amor con ese toque Allen plenamente disfrutable.

No es la mejor película del director americano, no conseguirá humedecerte los ojos, tampoco rebosa la fuerza de títulos como ‘Match Point’, pero tiene la magia suficiente como para llevarte a unos cautivadores años 50 que únicamente podría haber creado el propio Allen. Viendo el nivel de las propuestas de este 2017 sin duda ‘Wonder Wheel’ es una de las películas del año.

Lo mejor: su excelente fotografía y la melancólica atmósfera que sobre ella cae.

Lo peor: los más exigentes fans de Allen pueden tacharla de excesivamente simple.

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Mientras tantos se deleitan con las magníficas telas que visten al rey, sin pudor alguno digo que veo a su majestad desnudo, y creedme que la visión en absoluto merece la pena. Tantas alabanzas al trabajo de Jordan Peele me han impulsado a asistir a la proyección de su primer largometraje, poco imaginaba lo que me iba a encontrar.

‘Déjame salir’ es ese cuadro abstracto colgado en la pared del museo que todos los intelectuales de renombre admiran mientras el resto de mortales contemplan atónitos, buscando sus excelencias temerosos de poner al descubierto su “inmensa ignorancia”. La intención del mensaje es tan evidente que pierde cualquier atractivo, la falta de fuerza y la carencia de ritmo intentan disfrazarse con un guion de apariencia tan cool que pocos se atreverán a negar.

Poco humor y aún menos terror encontrarás en ‘Get Out’, la magnífica reflexión racial evocada por tantos se pierde en una originalidad sin inteligencia, destruida en su totalidad por un absurdo argumento con pretensiones de tensión en su excesivamente largo planteamiento. La esperanza es lo último que se pierde, lo apuestas todo a un desenlace que consiga explosionar las intenciones comicoterrocríticas de Peele, pero no queda más que sucumbir al desastre de la evidencia, ‘Déjame salir’ quiere pero ni lo intenta ni lo consigue. La historia se repite una vez más y un nuevo sastre ha reeditado la fábula de ‘El traje nuevo del emperador’, una película sólo para visionarios, hombres de fe y profetas del séptimo arte.

Lo mejor: lo poco que se salva es el papel de Lil Rel Howery.

Lo peor: un desarrollo argumental que implosiona destruyendo todo el conjunto.

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Cinco películas y multitud de cortometrajes han conseguido acabar hundiendo una de las sagas animadas más efectivas de la última década. ‘Ice Age: El gran cataclismo’ es una moralina descafeinada de dibujos bien hechos que no aportan absolutamente nada nuevo, más bien al contrario, lo has visto infinidad de veces y mejor presentado.

Su logrado apartado gráfico en apariencia es el mismo que el de los anteriores títulos, el argumento parece estar escrito en apenas cinco minutos y su planteamiento carece de magia alguna. Como no podía ser de otra manera la única nota positiva viene servida por Scrat, la divertida ardilla víctima de unos “macabros” guionistas, pero es evidente que las contadas apariciones del personaje no son suficientes para cargar con el peso de un fallido conjunto.

‘Ice Age: El gran cataclismo’ carece de todo lo que presumía la cinta original y que ha ido perdiendo de manera progresiva con cada nueva entrega, la originalidad, la frescura de sus personajes, las sobredosis de humor y su especial encanto han dado paso a la monotonía, los clichés y la superficial ñoñería convirtiendo un referente del género en un producto destinado únicamente a los más pequeños a los que divertirá pero difícilmente sorprenderá.

Lo mejor: los divertidos gags de la ardilla Scrat.

Lo peor: Su falta de originalidad y su exceso de simpleza.

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Promesas de buen cine de terror, alabanzas de un sólido thriller, críticas ensalzadoras sobre una película repleta de tensión desbordante, ‘Green Room’ se presentaba como uno de los largometrajes sorpresa del año y más teniendo en cuenta un modesto presupuesto de 5 millones de dólares. Unas expectativas demasiado osadas para un entretenido producto sin más que ofrece una interesante premisa cuyo desarrollo carece de la inteligencia necesaria para merecer semejantes alabanzas.

Pese a un desconocido reparto, salvo Patrick Stewart (el profesor Charles Xavier en X-Men) y Anton Yelchinas (Star trek, Terminataro Salvation), las actuaciones no desmerecen en absoluto, eso sumado a su original argumento no consiguen llevar a ‘Green Room’ a lo alto. La cinta presenta elementales fallos en aspectos demasiado básicos que parecen evocar la falta de experiencia de Jeremy Saulnier. Situaciones resueltas con demasiada simplicidad suavizan una tensión que se dejan ver pero no llega a atrapar, quieres sumergirte en la angustiosa situación de sus protagonistas pero no puedes más que acompañarlos con la vista y sin excesiva atención.

‘Green Room’ es un título interesante pero carente de la fuerza necesaria para hacerte sufrir, podrás verlo con facilidad y ese es su principal error, hay ocasiones en las que la intención no es lo único que cuenta y en poco más que eso se queda el título de Saulnier, se disfruta pero no consigue dejar huella.

Lo mejor: Entretiene lo suficiente como para invertir 94 minutos en ella.

Lo peor: Demasiada simplicidad en la resolución de las principales situación restan mucha fuerza al título.

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