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Críticas de Fernando Rodríguez
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
5
16 de septiembre de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"It (Capitulo 2)" está dirigida como la anterior por el argentino Andy Muschietti adaptando la aclamada novela de Stephen King.

Después de los sucesos ocurridos en "It" hace 27 años, el mal se vuelve a manifestar en forma de Pennywise. Por ello Mike, único de aquella pandilla que sigue viviendo en la pequeña localidad de Derry (Maine), convoca a sus antiguos amigos ateniéndose al juramento de sangre que hicieron entonces.

Una secuela de 170 minutos que no aburre pero repite fórmulas de la anterior con algunos altibajos y menor acierto, cuyo último tercio es una vorágine de efectos especiales que atropellan el espíritu del notable film de 2017. Warner ha metido aquí más presupuesto y se nota. El guión no da a los personajes adultos el espacio y peso suficientes como para que empatices con ellos, no profundiza en sus miedos.

En favor de la película, la dirección. Muschietti tiene sobrada capacidad para componer imágenes inquietantes en los claroscuros o hacer unas transiciones geniales. El mejor momento de "It (Capítulo 2)" es la magnífica secuencia en la atracción de feria con los espejos.

Los momentos flashback con los críos funcionan y tienen más fuerza y frescura que los adultos. En el apartado actoral Bill Hader y Bill Skarsgard, este como Pennywise, son lo mejor del reparto.

Puntuación: 5,8
Fernando Rodríguez
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6
26 de enero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clint Eastwood continúa dirigiendo estos últimos tiempos a ritmo de película por año. "Richard Jewell" es su última obra.

Una historia ambientada en Atlanta durante los Juegos Olímpicos de 1996. En el trascurso de un evento, un guardia de seguridad alerta a la policía de un paquete sospechoso y ayuda a despejar una zona poblada de público en la que ha habido un aviso de bomba.

Con este film el director es coherente en su senda de los últimos años de crear ficciones a partir de historias basadas en hechos reales sobre héroes anónimos. Los perdedores siempre le han interesado a Eastwood. Aquí es un treintañero blanco de mediana edad, rarito, sin apenas amigos, que vive con su madre y es un ferviente seguidor de la autoridad, su sueño es ser policía, y aficionado a la caza. El perfil perfecto del lobo solitario.

La película se asienta sobre dos personajes, el de Richard Jewell (Paul Walter Hauser) y su abogado Watson Bryant (Sam Rockwell). Ambos están estupendos secundados por un buen reparto con Kathy Bates, Olivia Wilde y Jon Hamm.

El personaje del abogado actúa de alguna manera como padre adoptivo del protagonista, e intenta cambiar su visión idolatrada que tiene de la autoridad y que aquí le va a destrozar la vida. Interesante el hecho de que con el desmoronamiento del personaje de la madre, ayude a que Richard pierda la fe en los principios que creía. Esto es marca de la casa de Clint Eastwood.

El veterano director dispara contra prensa y gobierno a partes iguales en "Richard Jewell", repartiendo responsabilidad en la creación de un relato con la finalidad de obtener resultados en el corto plazo. No se contrastan noticias ni pruebas. Quizás el punto débil de "Richard Jewell" sea lo unidimensionales y poco desarrollados que están los personajes de la periodista y el agente del FBI, que no salen nada favorecidos, especialmente este último.

"Richard Jewell" no está entre lo mejor de la carrera de Clint Eastwood, pero quizás junto a "Sully" sea lo mejor de sus recientes trabajos.

Anda, alégrame el día...

Puntuación: 6,8
Fernando Rodríguez
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7
28 de diciembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Le Mans '66" es la enésima traslación cinematográfica de las competiciones deportivas de coches de carreras a la gran pantalla. La dirige James Mangold con notables resultados.

Años 60. Basada en hechos reales, es la historia de Carroll Shelby (Matt Damon), ingeniero fabricante de coches y Ken Miles (Christian Bale), piloto de carreras. Ford, la empresa automovilística más grande del mundo, encomendará a Shelby y su equipo de diseñadores el reto de crear un coche que acabe con la hegemonía victoriosa de Ferrari en las competiciones de resistencia.

"Le Mans '66" es una gran producción que funciona estupendamente a varios niveles.

Como espectáculo de primer orden que se aprecia en toda su plenitud sólo en la sala de cine. La planificación y ejecución para las secuencias de carreras, así como el montaje y la edición de sonido, es excelente. Más allá de la fidelidad histórica o técnica de los autos, aquí hay un gran trabajo, se siente la velocidad y el vértigo.

Ejemplo de cine clásico. Dentro de su aparente sencillez, la película tiene claro lo que quiere ser y trata con respeto al espectador. Contiene además un mensaje positivo, nada glorificado, que resalta la pasión, el talento y el trabajo individual frente al rodillo aplastante de la gran industria despersonalizada. A pesar de su contexto dramático, en sus 150 minutos maneja las emociones como una maquinaria de relojería, utilizando el humor y quitando gravedad al relato. Busca y consigue la complicidad con el espectador.

A través de unas interpretaciones impecables, los personajes de Matt Damon y Christian Bale están bien dibujados por un guión que trabaja bien las relaciones personales a partir de personalidades opuestas, y acompañados por un nutrido reparto de secundarios en el que Jon Bernthal y Caitriona Balfe sacan el máximo partido en cada una de sus intervenciones.

Quizás el borrón del conjunto esté en uno de los villanos, irrelevante, subrayado innecesariamente y cliché con patas, que parece más una imposición de estudio que una solución de guionistas.

James Mangold, un profesional en las antípodas del director estrella, que ha firmado películas como "Copland" (1997), "Identidad" (2003), "En la cuerda floja" (2005), "El tren de las 3'10" (2007), "Logan" (2017) o esta "Le Mans '66", merece el respeto y reconocimiento del gremio. Un artesano con mayúsculas.

En definitiva, un perfecto equilibrio entre entretenimiento para todos públicos, humor y reflexión. De ese tipo de productos habituales hasta la década de los 90, hoy en peligro de extinción en las salas de cine, con una industria actualmente más preocupada en buscar sus propios parques temáticos que en narrar historias. Scorsese dixit.

Necesitamos más películas al año como "Le Mans '66".

Puntuación: 7,8
Fernando Rodríguez
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10
19 de enero de 2020
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"1917" es el nuevo film de Sam Mendes. El director de "Camino a la perdición" (2002), "Revolutionaty Road" (2008) o "Skyfall" (2012), aquí también interviene en el guión.

Abril de 1917 al norte de Francia, I Guerra Mundial. En pleno frente de batalla, el alto mando del ejército britanico encomienda la aparentemente imposible misión a dos jóvenes soldados, el Cabo primero Blake (Dean-Charles Chapman) y el Cabo primero Schofield (George MacKay), de atravesar las líneas enemigas con el fin de entregar un mensaje que evitará un letal ataque de los alemanes contra el segundo batallón británico de 1.600 soldados, entre ellos, se encuentra el hermano del soldado Blake.

Cine bélico desde las trincheras, más emparentado con la retaguardia de "Sin novedad en el frente" o "Senderos de gloria", que del cuerpo a cuerpo de "Salvar al soldado Ryan" o "Black Hawk derribado".

Una carrera contrarreloj de los protagonistas que es toda una experiencia inmersiva para el espectador, que lo agarra de salida y no lo suelta hasta el final siguiendo los pasos de la pareja protagonista mediante dos planos secuencia encadenados, que transcurren durante sus 119 minutos de duración, así de simple y complejo. Sam Mendes recrea con "1917" una virguería fílmica para el recuerdo que reformula el modo de narración cinematográfica como vehículo para contar una historia que funciona con una naturalidad y fluidez a la altura de los grandes clásicos, el segmento que tiene que ver con un avión es un perfecto ejemplo de ello. La pericia técnica al servicio de la historia.

Otro tema principal de "1917" es el simbolismo del héroe y su condición de elemento mesiánico, repartiendo luz y vida en un sitio plagado de muerte y destrucción. Este aspecto es importante en la película ya que los elementos del guión de Sam Mendes y Krystyn Wilson-Cairns están utilizados sutilmente para reforzar esta idea. Una conversación sobre medallas de guerra o el uso de una cantimplora son buena muestra de ello.

En cuanto al apartado actoral, es agradable encontrarse a lo largo del metraje con breves apariciones de intérpretes británicos consagrados que con su presencia refuerzan el prestigio del film. Pero más allá de estos grandes nombres, el trabajo de la pareja protagonista, en especial el del joven George MacKay es sobresaliente.

Mención especial merece la fotografía del gran Roger Deakins, por el papel fundamental que juega su labor titánica llevada a cabo para "1917" con pericia y maestría. Aquí hace un trabajo cromático para reflejar los distintos estados de ánimo de los protagonistas, desde el remanso y tranquilidad del azul y verde, hasta la muerte y destrucción de los ocres. Pero Deakins va más allá y hay un pasaje en la película donde juega con la luz del fuego en plena noche evocando por momentos a las pinturas religiosas de Caravaggio que resultan una expeciencia absorvente y fascinante. Sublime.

La banda sonora de Thomas Newman de corte clásico es impecable, reforzando los sentimientos que transmiten el poder de las imágenes, como el momento de la salida de un personaje desarmado de una trinchera. También reseñar el gran trabajo artístico del diseñador de producción Dennis Gassner, otro habitual del director, cuidado hasta el mínimo detalle la ambientación de escenarios naturales y decorados para una superproducción de esta magnitud.

Hay contadas ocasiones en las cuales uno sale impactado de una sala de cine y esta es una de ellas. El verdadero acierto de Sam Mendes con "1917", es que conecta con el espectador por la potencia de su historia, más allá del modo en que esté realizada. Funciona como película de terror o de aventuras, pero también como reflexión existencialista, profundamente humana, emotiva y poética.

"1917" es una escuela de cine, una obra de arte que guardaré en el recuerdo.

Puntuación: 10
Fernando Rodríguez
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8
16 de septiembre de 2019
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien espere ver en "Érase una vez en... Hollywood" una película más de Tarantino se equivoca.

Año 1969, Los Ángeles. Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), es un actor venido a menos, con baja autoestima y aficionado a la bebida; por otra parte Cliff Booth (Brad Pitt) es un especialista de cine autosuficiente y seguro de sí mismo, el amigo molón y chico para todo de Rick. Dos personalidades opuestas pero que guardan una complicidad y amistad a prueba de bomba. Un dúo memorable.

Un tercer elemento es Sharon Tate (Margot Robbie), vecina de Rick. Una joven actriz llena de vitalidad que sirve más como telón de fondo al conjunto que como personaje con cierto peso en la trama.

Aunque no falte humor, escenas bestias o tensión, es la obra más adulta y reposada de Quentin Tarantino junto a la magnífica "Jackie Brown". Durante sus 161 minutos que se pasan muy rápido, tiene mucho más peso la labor del Tarantino director que aquí alcanza un nivel de madurez narrativa sobresaliente, que la del Tarantino escritor en la que la estructura episódica y los verborréicos diálogos brillan por su ausencia.

"Érase una vez en... Hollywood" es una fábula y un homenaje de su director al cine de una época revolucionaria y de cambios que pasó por encima del sueño americano. Al tratarse de un cuento y como ya hiciera en "Malditos bastardos", utiliza personajes célebres de la época para interactuar con ellos e insertarlos circunstancialmente en la acción. Da la impresión que esta película es la consumación del deseo de la vida del director. Una vida perfecta es el cine dentro del cine, la ficción televisiva de los 60, los platós, el mundo de los actores y la gente que trabajaba en torno a esa industria, los escenarios exteriores de Hollywood, donde el Tarantino niño vivía y soñaba con ser parte de este gran juguete manejado por adultos. A este respecto Tarantino hace un juego reflectante de espejos a lo largo del film donde realidad y ficción se superponen y complementan. Geniales.

Este film no alcanza el nivel superlativo del Tarantino de los 90 o de "Django", pero supone una evolución del director y tiene el meritazo de tomar ciertos riesgos al quizás no ofrecer lo que su público incondicional espera de él. Y eso siempre es bueno.

Leonardo DiCaprio y Brad Pitt están sencillamente brutales.

Puntuación: 8,5
Fernando Rodríguez
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