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Críticas de Telefunken
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
All Watched Over by Machines of Loving Grace (Miniserie de TV)
MiniserieDocumental
Reino Unido2011
7,8
419
Documental
9
8 de marzo de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la historia de las varias huellas -no todas- que el ‘western world’ ha ido dejando en su paulatina autoafirmación de que la autonomía y agencia humanas no son posibles y, por tanto, de que ya no podemos ni hace falta concebirnos como sujetos políticos.

Suena a denso ensayo de filosofía social, pero en manos de Curtis se vuelve un potente interrogatorio a rostros vivientes, grabaciones recuperadas y documentos que ponen su más callada voz, todo ello armado en un colosal montaje y con una música que va de acierto en acierto.

Son aquellas huellas que no reciben títulos como ‘Pearl Harbor’, ‘IIWW’ o similares, pero que en subsiguientes planos de relevancia histórica han ido sentando las bases para una concepción del individuo y de la sociedad en la que no tenemos nada que hacer como sujetos en sociedad aparte de comportarnos mecánicamente, muertas las grandes aspiraciones que una vez fueron razón para hablar de ‘ideología’. Y sin embargo, Curtis propone un retablo que representa ni más ni menos la definición certera de ‘ideología’, de una nueva ideología contemporánea que no se concibe como tal pero que lo es, precisamente oculta en su vestido de ideas científicas, tecnológicas e incluso ecológicas. Hablamos de esa ideología pujante y generalizada en la que el orden político no es un tema significativo, mientras que los -mal- considerados como representantes del mismo configuran una presencia innecesaria (‘los políticos, que se vayan, no los necesitamos’). Esa ideología que cree que sin política viviríamos más en calma, más ‘en equilibrio’, que no hacen falta ideologías porque se trata solamente de vivir libres y tranquilos (nótese la paradoja).

En ese mundo de ‘política innecesaria’ surge el héroe randiano y el ingeniero de Silicon Valley que sueña con individuos libres ante sus pantallas (en libres mundos paralelos que antaño fueron la web y que hoy se parecen más al bitcoin; apunto: ‘The Californian Ideology’, 1995). En ese mundo acudimos a la naturaleza en busca de quietud, aunque la naturaleza también sean incendios, torbellinos, turbulencias, destrucción y regeneración. En ese mundo surgen comunas en las que se pretende estar libres de ‘la política’ mediante la omisión de los problemas que ésta genera: desigualdad, conflicto, etc., y que precisamente al ser omitidos surgen con más fuerza todavía (lo contrario sería recuperar la asamblea, la capacidad de hablar de ideología, el posicionamiento de convicciones firmes).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Telefunken
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10
9 de julio de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo suelo decir que la estética de la música y la estética cinematográfica están condenadas a ser incompatibles, y me reafirmo con cada nueva película que vuelve a tirar de temas sempiternos (sacados de las 'Variaciones Goldberg' de Bach, de alguna sonata para piano de Beethoven o de cualquier otro sitio) para poner los pelos de punta al espectador, aunque sea a costa de tomar un movimiento aislado de una obra determinada y mutilarlo hasta disponer de un par de minutos con los que alimentar el efectismo. A los responsables de ese tijeretazo les da igual el origen de esa música, las intenciones del compositor, el discurso musical que subyace a la misma, su repercusión histórica; lo único que les preocupa es aplicar unos cuantos compases resultones para expresar lo que no consiguen mediante la imagen. En estas circunstancias, la excepción más digna la representaría Stanley Kubrick, cuyos préstamos musicales casi siempre solían presumir de una justificación de fondo (la Obertura del Zarathustra de R. Strauss, por ejemplo, enlaza con el fundamento nietzscheano de la epopeya de Kubrick).

Por eso no me gustan las producciones en las que se ignora la estética de las piezas musicales empleadas (vinculada a un honrar a Dios, a la imitación de la naturaleza, a la expresión de lo inexpresable, a la pregunta por lo que no es y puede ser, etc.), en las que la música queda neutralizada y subordinada a algo que le es completamente ajeno. Prefiero una BSO específicamente compuesta para X película, o, por pedir la luna, una película en la que la imagen esté al servicio de la música y no al contrario. En 1940, Walt Disney nos hizo ese regalo. Hombre atento a las vanguardias y la experimentación, puso en marcha un ambicioso proyecto en el que cada dibujo y animación buscaba proyectar el sentido de aquellas músicas, bien se tratasen de piezas descriptivas explícitas, menos explícitas, o de eso que algunos llaman 'música pura'. Semejante tipología resulta cuestionable, y lo de interpretar la 'Tocata y fuga en Re menor' de Bach una orquesta y no un órgano tal vez chirríe a los más ortodoxos. Sin embargo, nadie ha trasladado la 'música clásica' al cine de manera tan respetuosa y creativa. En 'Fantasía', se agrupan episodios para todos los gustos, unos más cursis y desfasados (en los que se hace visible un buen segmento del ideario de aquellos EEUU), otros que acarician la perfección y quedan para el recuerdo (Mussorgsky o Dukas) y unos cuantos muy logrados y sorprendentes para la época; porque no hay que olvidar el año de realización, 1940, antes de la creación del estado de Israel, antes de 'Ciudadano Kane', solo doce años después de 'La pasión de Juana de Arco'. Cuando nuestros padres ni siquiera habían nacido, ahí estaba Walt Disney, haciendo lo que antes nadie había hecho y nadie volvería a hacer hasta dentro de mucho.
Telefunken
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9
25 de abril de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Frente a la sucesión vertiginosa de planos efectivos pero vacíos que gobierna la mayoría de producciones cinematográficas actuales, resulta "curativo" el montaje parsimonioso de Haneke, con planos reposados y acordes al fondo de lo que se quiere transmitir, a saber, la cotidianeidad de una pareja de señores mayores.

- Frente a otros neorrealismos que en su afán por representar mil y una tragedias sacrificaban su voluntad realista, este particular neorrealismo de nuestra época da voz a un hecho insoslayable: los peores días de la vejez (incluida la senilidad), días que cada vez más personas en el mundo llegan a conocer gracias al irregular avance de la medicina, que da pulso al corazón pero no así -o no tanto- al cerebro. A estas alturas casi todos hemos cuidado a nuestros padres o hemos visto a nuestros padres cuidar a nuestros abuelos. Se trata de una realidad que el cine no debe ignorar. Haneke opta por trasladarla a la pantalla, incluyendo todo lo que la más cruda vejez trae consigo (ejercicios diarios para que los músculos no se atrofien, aparatos renales que ya no funcionan, duchas desagradables, falta de apetito, etc.).

- Se trata también de una realidad poblada de dilemas morales y de múltiples debates que deben ser puestos sobre la mesa, pensados y repensados. La Filosofía no dejará de ocupar un puesto importante en los cruciales asuntos que se nos avecinan. Michael Haneke no hace otra cosa que forzar la apertura a dicho debate; posicionándose, cosa inevitable. Conecta a su manera los conceptos de vida, amor y muerte. Y nosotros, querámoslo o no, estamos obligados a rechazar su mensaje, asentir o insinuar modificaciones. Solo por el ejercicio de reflexión a que "Amour" obliga, la película merece un respeto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Telefunken
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El triunfo de la voluntad
Documental
Alemania1935
7,4
5.292
Documental, Intervenciones de: Adolf Hitler, Josef Goebbels
3
14 de junio de 2013
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
…para quien se deje impresionar por las demostraciones visuales del totalitarismo.
Un documental imprescindible…
…para quien confunda documental con documento histórico.
Una cineasta colosal…
…para quien valore no tanto la ejecución de la cámara y la postproducción como las representaciones que se le permitieron grabar a Riefenstahl.*
Un aporte capital…
…para quien tenga el documental propagandístico por una expresión elevada de la cultura contemporánea.
Una obra meritoria…
…para quien aprecie el derroche de recursos materiales.
Un deleite para los sentidos…
…del militarista y fascistófilo.

‘El triunfo de la voluntad’ no transmite mucho más que el espanto de una ficción racial-nacional que se apoderó de millones de personas, desazón sin el menor valor estético.

* El interés de ‘Octubre’, en cambio, se debe al trabajo descomunal y delirantemente minucioso de Eisenstein, no al el hecho de que la URSS montara un hipotético teatro de masas y le dejase a Serguéi meter el hocico y grabar cuatro planos. (Para todo lo demás, leer la crítica de Txarly)
Telefunken
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7
2 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas rodadas en países que hasta hace no mucho recibían la consideración de 'en vías de desarrollo' suelen mostrar un común denominador: no nos hablan de nosotros, o, en términos antropológicos, son productos de un 'otro cultural'. Todos los cineastas ambiciosos comparten la preocupación por temas humanos universales, pero enfoque y trasfondo varían notablemente según el país de origen. De manera que alguien acostumbrado a tratar con argumentos afincados en el mundo urbano y bañados en existencialismo, nihilismo o lo que uno quiera, deberá modificar su disposición al situarse delante de un cine en el que la representación de mundos tradicionales -parcial o completamente premodernos- resulta prioritaria. En contra de las premisas evolucionistas, no se trata de que haya un cine del mundo desarrollado que aborde temas complejos y un cine del mundo no-desarrollado que haga lo propio con temas simples. Se trata sencillamente de que somos diferentes y hemos sido diferentes; el cine da fe de ello.

'La linterna roja' nos habla de poliginia, de jerarquías, de rituales, prestigio y emblemas (temas antropológicos por excelencia). Los seres que habitan ese microcosmos lo mantienen, y los que llegan a él van quedando prendados de su encanto y de su maldición. El proceso se repite, una y otra vez. Condiciones rígidas que nublan la consciencia de sus arquitectos (Chen Zouqian, el amo, jamás se dará cuenta de la toxicidad que genera su sistema de premios en el torneo interminable de las concubinas; no obstante, condena sus consecuencias; ellas, dice, tienen que ser buenas hermanas) y mediante las cuales se desvanece la percepción del otro como un igual, como un ser humano (sensacional por cierto la escena en la que Songlian recibe su primer masaje mientras el criado hace descender y enciende las lamparas de la cama; Songlian y las lámparas, dos objetos que hay que preparar para el disfrute del señor). En este sentido, igual pecamos de una actitud ingenua y anacrónica al criticar cierta sociedad tradicional china por dotarse de estructuras cosificadoras, ignorando de paso que en nuestras sociedades tan avanzadas la cosificación de la mujer se palpa en cada avenida, nos guste o no.
Telefunken
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