Recuerdo esta película con el corazón desbocado por la tensión palpitante durante todo el metraje. La historia parte de una historia dramática que revertirá en una abnegada cruzada personal de un hombre por abatir a una presa delznable que concita toda la abominación imaginable por parte de su perseguidor, recalcitrante, inmisericorde e infatigable. El duelo entre los dos es de una intensidad supina y crepitante. Escena tras escena somos testigos de una cuenta pendiente no saldada que arrastra toneladas de sufrimiento e inquina. La película está llevada de manera inefable por el magistral dueto: Travolta-Cage, ambos consumados actores que en esta ocasión vierten en sus personajes una "descarga atómica" de pasiones encontradas. La de uno, sobrevivir, la del otro, ajusticiar. Muchísima acción, sobresalientes interpretaciones y una carga emocional innegable llevada al paroxismo.

Se masca la tragedia en un parking totalmente desértico cuando una mujer atractiva (Faye Walker) lo atraviesa. Aparece, ¡cómo no!, un típico personaje encapuchado que la muele a palos.

Bastante típico argumento, muy manido. La protagonista de la película, Ellen Plainview, lleva una vida rutinaria y se ve claramente que no mataría ni a una mosca. Aún así es la principal sospechosa de la absurda paliza a la transeúnte del parking.

Acaba arrestada la inocente Ellen, pero su paso por la prisión es bastante efímero. ¡Menos mal!, ya que pega allí menos que una monja de clausura en un lupanar. El marido de la desdichada no parece especialmente apenado ni infausto por el encarcelamiento de su esposa. De todos modos, se trata de un hombre bastante aplatanado, cachazudo, no parece tener sangre en las venas. Mike, el esposo en cuestión, se comporta raro. Cuando Ellen sale por fin, en su trabajo no la quieren ni ver, por aquello de la reputación.

El inepto de Mike la deja plantada cuando más necesita su apoyo. Ellen está aterrada y más sola que la una. La cosa se pone fea cuando se entera de que el flemático Mike mantenía un idilio con la mujer agredida. La película es bastante floja, aunque el buen hacer de Danika Mc Kellar (Ellen) salva un poco la debacle.

No hay demasiada tensión ni emoción. Ellen, es una mujer de recursos, eso sí, atractiva e inteligente, y no le queda otra que representarse a sí misma en el juicio contra ella, cosa, por cierto, que hace a las mil maravillas. Esta es la parte más entretenida de la serie, ya que el final tan poco es que resulte demasiado sorprendente ni trepidante.
VÍCTOR VIRGÓS. ESCRITOR
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Parecería inverosímil extraer oro de un erial o de un campo sembrado de minas. En un escenario de horror inenarrable, que sobrepasa con creces lo infrahumano y lo permisible por la conciencia colectiva de la humanidad, Roberto Benigni, en un arrojo interpretativo fuera de lo común, logra precisamente eso: arrancar sonrisas e ilusiones con su talante optimista y circense cuando la muerte lo invade todo con sus zarpas pútridas en un campo de concentración tan nefando y deleznable como la atrocidad de la que hacen gala sus impertérritos verdugos. La película es una oda magistral a la depravación de unos carceleros inconmovibles en plena epoca nazi. Sobrecoge por emotiva y heróica la añagaza perpetrada por uno de los reos condenados a morir lenta y penosamente en esos osarios de carroña y pellejos pegados al hueso, para narrarle a un niño una historia totalmente antagónica de lo que está sucediendo allí. Hay un halo de respiro entre tanta tragedia luctuosa para la esperanza de un amor renovador y puro, aunque La Parca finalmente imponga su supremacía sobre los colgajos misérrimos de la vida en un lar que hede a óbito masivo y abominable. Inconmensurable película con maravillosa banda sonora y una historia que emociona, apasiona y desgarra el corazón.

Maravillosa película del inefable Coppola, con una banda sonora para recordar y tararear toda la vida. Es como un arrullo o una canción de cuna que te mece, te acompaña y acaricia durante todo el metraje, envuelto en un escenario de tonalidades hipnóticas que bailan entre los claroscuros y los destellos difuminados que trataran de abrirse paso en una especie de oscuridad neblinosa. Los decorados de este film no tienen parangón, por su originalidad y sublime calidad estética. Fabulosas las interpretaciones de Frederic Forrest, la televisiva Teri Garr y Nastassja Kinski, una de mis musas preferidas, despampanante con su estética entre retro y futurista, como una muñeca rota con la que se ha jugado demasiado tiempo. Se trata de una película de abrazo envolvente y sugerente, y una historia de soledades, encuentros, posibilidades, el hechizo del amor llamando a una puerta...

Probablemente una de las mejores películas del oeste de todos los tiempos. Incomparable y sublime en cada una de sus facetas o ingredientes: elenco de actores, banda sonora, dirección, una joya irrepetible que venerarán los amantes del género y encontrarán delectable los neófitos en este género. Una película ligada de por vida a su inolvidable, pegadiza y preciosa banda sonora. Imprescindible la presencia temible e impertérrita de Clint Eastwood, quien emularía en otros títulos inolvidables del género western su pericia con el revolver. No menos laudable la aportación del portentoso Lee Van Cleef o Eli Wallach, nombres sagrados que por siempre se acompañarán en el recuerdo a este magistral film de rudos pistoleros.